Cuéntame un cuento...

...o una historia, o una anécdota... Simplemente algo que me haga reir, pensar, soñar o todo a la vez, si cabe ..Si quereis mandarme alguna de estas, hacedlo a pues80@hotmail.com..

miércoles, abril 23

Los barbos de Zaragoza

(La columna de Alberto Serrano Dolader en El Heraldo de Aragón del 1 de marzo de 2020)

Ibn Hasday fue un diplomático judío de al-Ándalus que escribió en el siglo X acerca de una excursión fluvial por el Ebro zaragozano, o sea, de Saraqusta. Resultó de lo más placentera para los ‘vips' de época: «Remábamos en una barquilla a la que rodeaban los bajeles por doquier, unos en perfecto orden, otros dispersos a un lado y a otro. (...) Los invitados podían allí beber a su antojo vino como la saliva de la amada que sabe siempre exquisita cuando se da un beso o cuando se recibe». También se preparó un festín: «Se hicieron saltar desde las profundidades del río los peces cogidos que salían a la superficie como perlas que coge el buzo». ¿De qué manera cocinarían tan exquisito tesoro los sirvientes del «magnánimo imán al-Mustain», que pagó la juerga?

No es la única referencia de la Zaragoza islámica que incide en que, en las fiestas acuáticas más exclusivas, se mimaba el relajo de la pesca. Ibn Jaqan, poeta y vividor, cogió la pluma poco antes de que los cristianos se apoderasen de la ciudad: «La barca del príncipe estaba rodeada de multitud de embarcaciones; las melodías de cuerdas de laudes eran tan hermosas que paraban al viajero en su marcha y enmudecían al pájaro más elocuente en su canto. Con argucias se hacía salir a los peces de sus profundidades y las redes de pesca se hundían hasta ellos para hacerles aparecer a los ojos como ramo de perlas o lingotes de oro».

Además de estos dos testimonios, que tomo del sabio Lacarra, en el siglo XIII el cosmógrafo alQazwiní se hizo eco de que en nuestro Ebro se capturaban peces maravillosos, apreciación notoriamente extendida puesto que el árabe jamás pisó la península. «¡No serían Barbos!» exclama mi colega Domínguez Lasierra al publicar el dato. A mí no me extrañaría.

El popular tío Toni, barquero desde mediados del XIX hasta que en 1885 traspasó el testigo a su hijo, al dar cuenta de los barbos capturados «desde el puente del tren hasta la boca del Gállego» observó que ocultaban en la cabeza «un huesito con la figura de la Virgen del Pilar». Lo cuenta nada menos que Sender, en 'Crónica del Alba'.

En fin, de otro ser imposible se ocupó Antón Castro: «Tampoco existen expertos que confirmen en qué instante la serpiente se cambia de piel y de aspecto. Lo cierto es que en Gelsa ya se ha producido la mudanza: que la sierpe ya es barbo descomunal y bravío. Dicen de él que por la mañana duerme en un remolino de agua, bajo el puente de Piedra, o que descansa en la orilla del parque Macanas, al arrimo de un sauce llorón. Por la tarde inicia su odisea hacia Utebo...».

Etiquetas: ,