Cuéntame un cuento...

...o una historia, o una anécdota... Simplemente algo que me haga reir, pensar, soñar o todo a la vez, si cabe ..Si quereis mandarme alguna de estas, hacedlo a pues80@hotmail.com..

jueves, agosto 21

El origen de Renfe

 (Leído en el número 101 de la revista de Renfe -2024-)

En 1941, [...] se unificaron las 23 compañías ferroviarias que hasta entonces existían en España. Fue así como, en plena posguerra, nació la Red Nacional de Ferrocarriles Españoles (RENFE), cuyo primer objetivo pasaba por reconstruir las infraestructuras del país dañadas por la contienda. Junto a la unificación de las diferentes empresas, se produjo la apertura de diferentes oficinas de viajes, donde la compañía vendía los billetes. Locales situados en las principales arterias de los núcleos urbanos más importantes, como, entre otras, la calle Alcalá de Madrid, el paseo de Pereda de Santander el paseo de los Mártires en Alicante o la calle Barrionuevo en Murcia. [...]

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jueves, agosto 14

Ajedrez. El movimiento del rey a través de la historia

(Un artículo escrito por José-Ángel López de Turiso en el número 0 de la revista “Escuela de Ajedrez de la UNED” -allá por febrero de 2003)

El rey es la pieza más importante del ajedrez y su movimiento no ha experimentado excesivas modificaciones a lo largo de la historia, pues ya en la Edad Media se utilizaba casi del mismo modo que ahora. Veamos algo de su evolución:

Rey ahogado

En la actualidad cuando un bando no puede mover se producen las tablas por ahogado. El rey actual no puede mover a una casilla atacada. Hasta finales de la Edad Media quien conseguía ahogar al rey contrario ganaba también la partida, el rey tenía que ponerse en jaque y era capturado.

Salto del rey

En ciertas condiciones el rey tenía permitido efectuar un salto para eludir el jaque mate. Este salto consistía en trasladar el rey, en cualquier dirección, hasta la tercera casilla, contando la primera como la que ocupaba, y pasando por encima de una casilla intermedia, estuviese o no libre de otras piezas. Es decir, el rey podía saltar una casilla en diagonal, fila o columna para eludir un ataque.

Esta jugada especial podría ser el antecedente del enroque y se practicaba en Francia hacia 1200. Se han encontrado también indicios de su práctica en Alemania en el año 1400. En el Sudeste asiático, donde se practican actualmente curiosas variedades del ajedrez como el ajedrez batak, de Sumatra, se usa el salto todavía en la península malaya.

Enroque

Actualmente es la única jugada del ajedrez en la que se mueven dos piezas simultáneamente (rey y torre). Esta jugada sólo existe desde finales de la Edad Media, con anterioridad podía realizarse, pero en dos jugadas.

Enroque libre

Esta modalidad de enroque comenzó a practicarse en Italia hacia el año 1600. Consistía en mover el rey a cualquier casilla de la primera fila y la torre, desde el otro lado, podía ir desde su columna hasta la última. En algunos libros (Lolli, 1763) es éste el tipo de enroque que se utiliza.

Jaque

La costumbre de anunciar el jaque procede de los remotos tiempos del ajedrez persa. El aviso es un gesto de respeto y cortesía hacia el rey por parte de un jugador, para indicarle que estaba en peligro. Hoy en día no es obligatorio anunciar el jaque, aunque es una tradición tan extendida que muchos jugadores continúan haciéndolo.

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sábado, agosto 2

El problema de saber la hora

 (Un texto de J.M. Mulet en El País Semanal del 18 de abril de 2021)

Hasta hace poco las agujas del reloj no estaban acompasadas en el mismo país y no existían los husos horarios. Esta es la historia de una armonización en la que tuvo mucho que ver el ferrocarril.

Una cuestión aparentemente tan trivial como preguntar ¿qué hora es? ha tenido respuestas muy complejas en determinados momentos de la historia. El origen de dividir las horas de luz y las de oscuridad en 12 procede de Egipto, y a su vez ellos se lo apropiaron de Sumeria, donde utilizaban el sistema sexagesimal, que es el que todavía usamos para medir los grados de un ángulo. Durante el día era fácil, se ponía un palo en el suelo y se hacían 12 divisiones. Lo complicado llegaba por la noche. Para eso se valían de unas constelaciones, llamadas decanos, que empleaban para contar las horas. Este sistema tenía un problema. Funcionaba muy bien cerca del ecuador, puesto que días y noches tienen 12 horas todo el año, pero a medida que vas hacia el sur o hacia el norte las horas de luz en verano son más largas y en invierno más cortas. El astrónomo griego Hiparco de Nicea propuso dividir el día en 24 horas equinocciales, de forma que duraran lo mismo durante todo el año. Este procedimiento fue adoptado por civilizaciones como la romana, aunque no se universalizó hasta los primeros relojes mecánicos en el siglo XIV. Durante gran parte de la historia, los relojes eran caros y fallaban mucho, por lo que se seguían utilizando los de sol. Esto supone un problema. A medida que nos desplazamos de este a oeste, la hora va cambiando según avanza el sol, por lo que en un pueblo será una hora, pero en otro pueblo situado 50 kilómetros al oeste será más pronto. Este sistema en el que cada ciudad tenía su propia hora estuvo vigente hasta finales del siglo XIX.

Hubo un invento que obligó a unificar los horarios. El ferrocarril. Hacía falta una norma homogénea para saber a qué hora llegaba y salía el tren. El primero que propuso el sistema internacional de husos horarios fue el ingeniero de ferrocarriles británico sir Sandford Fleming en 1870. Esta práctica se instauró 14 años después en la conferencia del meridiano celebrada en Washington, en la que se acordó tomar como referencia el meridiano de Greenwich para establecer 24 husos horarios diferentes. Aun así, la unificación definitiva de horas y calendarios se hizo en la conferencia de París de 1912, donde se aprobó un huso horario cada 15 grados de longitud. De esta forma, la hora de Greenwich se considera la Greenwich Mean Time (GMT), que equivale a la Coordinated Universal Time (UTC). Pero, como en todo, hay excepciones a estos husos. Con el cambio del milenio, algunas islas del Pacífico modificaron su huso horario. Querían atraer a turistas ávidos en ser los primeros en cambiar de milenio. China, a pesar de extender su territorio en tres husos horarios diferentes, tiene la misma hora para todo el país, y luego está España.

La unificación de horarios en España llegó el 1 de enero de 1901. Se estableció que la hora oficial sería la del meridiano de Greenwich (que por algo pasa por Jávea y Denia). Y como en China en la actualidad, esta hora se aplicó a todo el territorio español incluidas las islas Canarias. Hasta 1922 no se retrasó la hora de Canarias, lo que constituyó un gran acierto... para el turismo. La famosa coletilla de "una hora menos en Canarias" es la mejor forma de conseguir publicidad gratuita para las islas. Durante la Guerra Civil, la zona republicana tenía una hora menos que la sublevada, algo que se unificó al acabar la guerra utilizándose la hora del bando ganador. En el año 1940 se volvió a cambiar la hora para que España no siguiera el horario que le corresponde geográficamente (el de Greenwich, que, recordemos, pasa por España), sino para seguir el de Berlín y Roma, lo que se conoce como hora central europea. Esto hace que España tenga el día tan largo y que en invierno nos levantemos para ir a trabajar y que todavía sea de noche, sobre todo en Galicia, donde por su situación geográfica anochece casi dos horas más tarde de lo que le correspondería si siguiera el horario solar. El sol de medianoche de Betanzos en junio no tiene demasiado que envidiarle al de Trondheim. Un accidente histórico

El cambio de marzo y octubre

La primera modificación oficial del horario de verano se hizo en las ciudades de Port Arthur y Orillia en Ontario (Canadá) en 1908. Y a escala nacional se aplicó en Alemania y en los países pertenecientes al Imperio Austrohúngaro a partir del 30 de abril de 1916. Acabada la Primera Guerra Mundial, algunos países dejaron de hacerlo y otros lo mantuvieron. En la Segunda Guerra Mundial volvió a hacerse y luego a quitarse, para quedar definitivamente establecido a partir de los años setenta del siglo XX debido a la crisis del petróleo, como forma de ahorrar energía. Aunque nunca ha sido algo universal. Muchos países de África o del sureste asiático nunca lo han aplicado, y excepto en Chile y Paraguay, en el resto de Sudamérica o Centroamérica ya no lo aplican. En general estos países han estabilizado durante todo el año el horario de verano. ¿Sirve para ahorrar energía? Todo parece indicar que no.

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viernes, agosto 1

El caso único de la línea 6 y la maldición de la hora: por qué el metro de Madrid es así

(Un texto de Hector G. Barnés en elconfidencial.com del 11 de diciembre de 2020)

Cada suburbano responde a las necesidades de la evolución de su ciudad, y el de la capital no es una excepción. Recorremos los cambios históricos que han hecho que sea así.

[En diciembre de 2020], el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, ha detallado uno de los proyectos más ambiciosos en el suburbano madrileño de los últimos años. La ampliación de la línea 11 por el noreste y el sudoeste la convertirá en una gran Línea Diagonal (las mayúsculas son suyas) que conecte los más de 33 kilómetros que separan Cuatro Vientos con Valdebebas. Una ampliación que no solo unirá por el norte Valdebebas y la Ciudad de la Justicia o por el sur Cuatro Vientos con Carabanchel, sino que también debe servir de desahogo para las líneas 1 y 6, la “gran vertebradora”, y la 8, que llega hasta el aeropuerto.

El proyecto de recuperación de una gran diagonal sirve para intentar responder a la pregunta que muchos viajeros se hacen cada mañana: ¿por qué el metro de Madrid es cómo es? En otras palabras, ¿qué tiene de diferente el metro de Madrid al de otras grandes ciudades europeas? ¿cuáles son sus ventajas y defectos, y por qué tiene la forma que tiene? Isidro Barqueros, editor de Ecomovilidad, especialista en transporte público y conocedor de la historia del metro de Madrid, nos echa una mano para comprender la idiosincrasia del suburbano madrileño.

Empecemos haciendo una prueba: compare el plano del metro de Madrid y el de otra capital europea como París. Quizá salte a la vista el mallado, es decir, la red de nodos y líneas que termina configurando el plano tal y como lo conocemos, y que es muy espeso en el centro pero mucho menos denso en el exterior, más allá de los confines de la línea 6. “La evolución te la da la forma de la ciudad, y en Madrid es mucho más extensa pero menos mallada que en otras ciudades como París”, comenta Barqueros, aludiendo a uno de nuestros grandes inconvenientes.

Es habitual en los centros de las grandes ciudades, como en la antigua City de Londres o el propio Madrid, que en los centros económicos y de poder las bocas de metro que dan a distintas líneas se sucedan en pocos metros a la redonda y que, a medida que nos alejamos del centro, estas sean cada vez más escasas. Sin embargo, más allá de la línea 6, apenas hay posibilidad de saltar de una línea a otra.

No hay historia del metro de Madrid que no suela reflejar la famosa historia de su financiación inicial, que contó con la aportación de un millón de pesetas del bolsillo del rey Alfonso XIII para mostrar su confianza en el proyecto. La primera línea abierta (obviamente, la 1) unía Cuatro Caminos y Sol, pasando por Ríos Rosas, Iglesia, Chamberí, Bilbao y Tribunal. En definitiva, del barrio popular al centro de la ciudad, y viceversa.

Como recuerda Barqueros, toda red de transporte urbano “nace como respuesta a la necesidad de trasladar población desde los arrabales hasta el centro”. Otro buen ejemplo es la primera ampliación de la línea 1 a comienzos de la década de los años veinte hasta Puente de Vallecas, pasando por Progreso (actual Tirso de Molina), Antón Martín, Atocha, Menéndez Pelayo y Pacífico.

“No es casualidad que una de las ampliaciones sea a Vallecas, uno de los primeros arrabales, y que más tarde el objetivo sea conectar lo que se llamaban los barrios bajos, es decir, Legazpi o Delicias”, explica Barqueros. La línea 2 entre Sol y Las Ventas, al este, se inaugura en 1924, y la 3 se abre poco después del estallido de la Guerra Civil, uniendo Sol y Embajadores, que se prolongaría hasta el sur después de la guerra. “Son recorridos de seis y ocho kilómetros todos los días para los que tienen que trabajar en el centro”, añade. “El objetivo era sustituir los omnibuses, complementar a los tranvías y permitir que la ciudad creciese. Imagínate Madrid sin metro, sería mucho más compacta y vertical, y eso que Madrid es mucho más compacta que otras ciudades europeas”.

En 1925, se inaugura también uno de los elementos más originales del metro madrileño, el ramal entre Ópera y Príncipe Pío, que es casi “el servicio de un funicular”. El ramal aparece como respuesta a la necesidad de unir dos cotas de altura muy diferentes, el valle donde se encuentra la conocida como Estación del Norte, en la ribera del Manzanares, y la mucho más elevada del Palacio Real, que no podía ser transitada por un tranvía convencional. El objetivo era reducir sensiblemente el tiempo de desplazamiento entre la Estación del Norte y Atocha, las dos grandes estaciones de ferrocarril de Madrid en ese momento. La línea opera con dos trenes que salen al mismo tiempo y se cruzan en su recorrido, eso sí, con doble vía, a diferencia de la vía única del funicular.

Al norte y al sur, al este y al oeste, la primera evolución del metro une puntos cardinales y el centro con las afueras. Si uno de los grandes proyectos urbanos del franquismo fue, a finales de los años cuarenta, la creación de un gran Madrid que absorbió municipios cercanos como los Carabancheles, Canillas, Hortaleza, Aravaca o Villaverde, el metro tendría que convertirse en el articulador de ese gran proyecto a medida que el tranvía entra en decadencia. Como recuerda Barqueros, “muchas de las líneas de metro responden a recorridos que hacían los tranvías, en Madrid se constituye como una ampliación de la red tranviaria, porque por anchos y tensiones de alimentación no deja de ser un tranvía subterráneo. Las líneas podían ir más cerca, entre comillas, porque la capacidad de los trenes era menor. Ahora tienen más capacidad y no es necesario que vayan tan juntas”.

Entonces, entre finales de los cincuenta y comienzos de los setenta, se produjo la gran explosión demográfica, que provocó que en apenas unas décadas la población prácticamente se doblase. Un crecimiento muy rápido en muy poco tiempo que pilló casi desprevenida a la red de transportes. En 1955, se crea la Compañía Metropolitano de Madrid que se encarga de la explotación comercial, del mantenimiento y de la compra del parque móvil, mientras que el Estado se encarga de las infraestructuras. Una época difícil en la que se amplían andenes y se planean líneas como la 5 o lo que hoy es el primer tramo de la 10.

Sobre todo la línea 6, la famosa línea circular. “Solo hay un caso igual, el de Moscú”, explica Barqueros. “La circular aparece de la pura necesidad de proporcionar una conectividad exterior debido al escaso mallado, la conectividad se producía en Sol o a lo largo de la línea 4, y ese problema no lo tenían en París, Londres, incluso Barcelona, donde las redes son mucho más malladas”.

La solución fue una línea que conectase los puntos exteriores de la capital, es decir, todos esos antiguos arrabales donde se había acumulado el gran crecimiento de Madrid, a la manera de una ronda periférica. Por ello, su primer diseño seguía las antiguas rondas de Raimundo Fernández Villaverde, Joaquín Costa, Francisco Silvela y Doctor Esquerdo (consideradas en alguna ocasión como la M20), conectando Pacífico con Cuatro Caminos. La circular debía integrarse con los diversos intercambiadores que se abrieron durante los años setenta, ideados por José Manuel Pradillo, gerente del Consorcio Regional de Transportes y conocido como 'el padre de los intercambiadores'.

¿Por qué la línea 6 tiene esa forma relativamente irregular, con su característico desvío al otro lado del río, entre Méndez Álvaro y Príncipe Pío? En su origen, el plan contaba con pasar por la glorieta de Santa María de la Cabeza, Embajadores, Puerta de Toledo, Bailén, plaza de España y Moncloa, lo que habría cerrado mucho más el círculo que el plan finalmente ejecutado, que llega hasta Carabanchel o el Alto de Extremadura. Responde Barqueros, aludiendo a una de las características esenciales del metro madrileño que se han perdido en los últimos años: la integración con varios sistemas de transporte como el Cercanías.

“A principios de los ochenta, se amplía hasta Laguna y da cobertura a los barrios del paseo de Extremadura, lo que permite la conexión con la línea de Cercanías de Móstoles”, explica. El aparente desvío circular atiende a un criterio de oportunidad que permitía conectar con la C5, que unía municipios del extrarradio como Móstoles y Alcorcón. El círculo de la línea 6 se cerró en 1995 con el tramo Laguna-Ciudad Universitaria.

Dado el mallado de Madrid, ¿no sería necesaria otra circular, de igual manera que a la M30 le sucedieron la M40 y la M50? “Eso no es nada nuevo, eso está planteado desde el Plan Regional de Estrategia Territorial en Madrid, de los noventa, una circular exterior que atravesaría tanto Atocha como Chamartín y que pasaría por Vallecas y por Arturo Soria”, apunta Barqueros.

En 1979, el metro es nacionalizado por el Estado y pasa a ser gestionado por el ayuntamiento y la Diputación. En 1986, se entrega al ayuntamiento y la comunidad, que es único gestor desde 2011.

Madrid no tiene solo una línea circular, sino dos: la línea 12, el conocido como MetroSur (o Lentosur, segun a quién se le pregunte), proyectado por el Gobierno popular e inaugurado en 2003, que une municipios del sur de Madrid como Alcorcón, Móstoles, Fuenlabrada o Getafe. “Nace de una oportunidad y de un conflicto político”, señala el editor. Se descartaron alternativas como la de unir el sur de Madrid a través del ferrocarril militar de Cuatro Vientos o el cierre de la C5 por la zona sur, que conectaría Móstoles y Fuenlabrada.

“No había masa crítica para una línea de esas características. Se ve en los trenes que circulan, pequeños, con intervalos amplios. En su momento, fue un hito para conectar municipios que tendrían una conexión de transporte mal cubierta. Pero tiene un uso y una demanda cuestionables”, opina Barqueros.

Otra cosa son MetroNorte (hacia Alcobendas y San Sebastián de los Reyes) y MetroEste (hacia Coslada y San Fernando), que nacen de una problemática competencial en la que la Comunidad gestiona el metro mientras que el Cercanías es administrado por el Consorcio Regional de Transportes. “Hasta 2003, se buscaba una coordinación en la conectividad, y MetroNorte es lo contrario, no hay más que ver cómo esquiva constantemente el Cercanías en San Sebastián”, añade. “MetroEste es una solución singular, se generó un proyecto que llegaba hasta Jarama pero se llevó al Hospital del Henares con estudios técnicos cuestionables, y ha terminado siendo una línea con cierres constantes porque no se estudió suficientemente bien el trazado. Es una línea bien planteada salvo el tramo final, entre San Fernando y el hospital”.

Es un ‘adagio’ que suele enarbolar el partido en el Gobierno para ser matizado por la oposición: Madrid tiene uno de los mejores metros del mundo. ¿De verdad? “Es un muy buen metro si hacemos abstracción de los problemas de mallado, en especial de la línea 6 hacia afuera, que se podría solucionar con una línea como la planteada en 1994, con una conectividad como la de la 6 pero mayor”, valora Barqueros. “Uno de los problemas es la movilidad transversal, que está condicionada por esa red que te obliga a entrar en el perímetro de la M30 para ir de Vallecas a Moratalaz, que te manda a Pacífico para ir a Sáenz de Baranda”.

Es el círculo vicioso de los 60 minutos que los madrileños conocen bien. Es decir, que cualquier desplazamiento entre dos puntos de Madrid un poco lejanos suele exigir al menos una hora: “Eso está causado tanto por la falta de mallado como por la incapacidad de dar un sistema totalmente integrado, en el que el usuario pueda elegir su medio de transporte sin que se tenga que parar a pensar si se tiene que comprar otro billete”.

Eso y operar de forma conjunta los transbordos de las líneas 7, 9 y 10. En la 9, “no hay inconveniente técnico para que los trenes que vienen de Paco de Lucía no continúen hasta Arganda”. También la conectividad con MetroSur, como ya se ha planteado a través de la línea 3. “Tenemos varias redes superpuestas, hasta que no tengamos un único sistema tarifario, es uno de los grandes condicionantes”. Barqueros tiene dudas respecto a la actual ampliación de la línea 11, con el espíritu de ser una pseudocircular: “No he visto el estudio: la demanda lleva analizada muchos años en la parte sur y central, pero la parte de Ciudad Lineal hacia arriba no la termino de ver. Hay un solapamiento en Valdebebas, con aeropuerto y Atocha, y una doble conexión con la línea 4 (en Arturo Soria y Mar de Cristal), algo no muy habitual”.

Podemos aprender del metro de París su mallado, del de Londres su sistema tarifario, pero estamos muy lejos de la austeridad del metro romano. El de Madrid ha sido el modelo para muchos metros urbanos en Sudamérica o Asia, especialmente a nivel de coste, por su sistema estandarizado de construcción, pero hay dos cosas en las que los viajeros madrileños se seguirán confundiendo. Por un lado, la ausencia de ramales, que hace que los metros siempre vayan del mismo punto A al mismo punto B, lo que tanto les confunde cuando viajamos a otro país. Por otro, el sentido de circulación por la izquierda, al revés que en el resto del mundo, que lleva a los madrileños a coger el sentido opuesto con demasiada frecuencia. Con una excepción: en la línea 6, todos los caminos llevan a Laguna.

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miércoles, junio 18

La verdadera historia de Rita La Cantaora, la artista jerezana detrás del refrán popular

(Un texto leído en El Español el 26 de mayo de 2020)

Nació en Jerez de la Frontera pero su talento rápidamente la llevó a los cafés más famosos de Madrid.

El nombre de *Rita La Cantaora* es más conocido por el refrán popular que por su talento artístico. Expresiones como "Lo va a hacer Rita la Cantaora", "Va a ir Rita La Cantaora" o demás variantes del dicho popular se han impuesto en el refranero español pero pocos conocen su origen.

Rita Giménez García nació en Jerez de la frontera en 1859. Desde muy joven, Rita destacó por su talento para el cante y el baile flamenco. Empezó cantando coplas en su tierra natal pero pronto se fue a Madrid,
para cantar junto a los más reputados artistas en los cafés de la capital.

Entre 1884 y 1895, Rita compartió escenario con artistas como como José Barea, Juana la Macarrona o las Borriqueras. Las malagueñas y las soleares era su especialidad y pronto las revistas y las publicaciones
de la época empezaron a dedicarle sus espacios. La revista El Enano le brindaba en 1885 unos versos en los que destacaba su belleza y su gracia cantando, con estas palabras: "Del pueblo andaluz señora, todo el
elogio merece, que su mirar enamora, que una rosa que florece, es Rita La Cantaora".

Su fama fue creciendo a finales del siglo XIX y principios del XX. De ella se decía que le apasionaba tanto lo que hacía que jamás rechazaba una actuación, sin importar lo que le pagaban por ella y su nombre
aparecía en un sinfín de carteles. Muchas veces, si el público se lo pedía, se arrancaba a cantar o a bailar sin pedir nada a cambio.

En esta su faceta de cantaora infatigable, devota del cante y del baile flamenco más allá del dinero que pudiera proporcionarle, parece estar el origen del dicho popular. Una de las explicaciones sugiere que nació de sus propios compañeros que, cuando no querían actuar en algún café o teatro, recomendaban a Rita La Cantaora, porque ella siempre aceptaba las actuaciones. Otra teoría, sin embargo, señala que la expresión surgió por parte de los que le tenían cierta envidia y que, cuando no estaban de acuerdo con el pago por sus actuaciones contestaban con la frase “Que lo haga Rita La Cantaora” en tono despectivo.

La verdad es que su pasión no le generó fortuna, pese a su talento. Rita vivió casi toda su vida en el barrio humilde de Carabanchel Alto, tras conocer y hacerse amiga del bailaor Patricio el Feo con el que se fue a vivir. Allí conoció al volquetero Manuel González Flores, quien fue su marido. Este era viudo y tenía una hija y cuatro nietos. Sin descendencia propia, cuando Manuel falleció de forma súbita en 1930, Rita se hizo cargo de ellos y dedicó el resto de su vida a cuidar de la familia.

Su última actuación sobre un escenario fue en 1934, a los 75 años, cuando su amigo Fosforito la invitó a un festival solidario en el madrileño Café de Magallanes en beneficio de un compañero que lo estaba
pasando mal.

Al año siguiente habría de recordar esta actuación en una entrevista, con las siguientes palabras: "No se me orviará mientras viva. Tos los viejos reuníos. ¡Aquello! Ahora no hay más que buena vose y
fandanguillos, cosa fina, pero na... Se acabó la sabiduría der cante y del baile" (sic).

En la que fue última entrevista, para /Estampa/, bajo el titular "Rita La Cantaora vive olvidada en Carabanchel Alto", la periodista Luisa Carnes lamentaba que la artista hubiese caído en el olvido: "de tan
famosa llegó a ser para la nueva generación sólo un refrán", escribió. En ese momento, Rita vivía lejos de los escenarios y dedicada a sus nietos. "He vivío como una reina y ahora soy más probe que las ratas"
(sic), decía la cantante.

"Tuve a mi vera a muchos hombres, que me hubieran elevao... y me casé con un vorquetero de Carabanché. ¡La via! *Si uno supera er fin que le aguarda en eya, ya viviría de otro mo*" (sic), contaba la cataora, antes de arrancarse con una de sus coplas. "Males que acarrea er tiempo, quién pudiera penetrarlos, para ponerle remedio, ante que viviera er daño".

En 1936, con el inicio de la Guerra Civil, las autoridades evacuaron a los habitantes de Carabanchel a Zorita del Maestrazgo, un pueblo de Castellón donde vivió sus últimos días hasta que murió, de una
asistolia, el 29 de junio de 1937 a los 78 años.

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