Cuéntame un cuento...

...o una historia, o una anécdota... Simplemente algo que me haga reir, pensar, soñar o todo a la vez, si cabe ..Si quereis mandarme alguna de estas, hacedlo a pues80@hotmail.com..

miércoles, febrero 28

¿Cómo se forma un copo de nieve?

(Extraído de un texto de Elena Sanz en el Tercer Milenio del Heraldo de Aragón del 24 de enero de 2017)

Podemos resumir la formación de copos de nieve diciendo que surgen cuando el vapor de agua se congela en el aire alrededor de una partícula de polvo. Pero el proceso es mucho más complejo, tanto que es prácticamente imposible que se generen dos cristales de nieve exactamente iguales. El primero en afirmarlo fue Wilson Bentley, que a finales del siglo XIX, después de fotografiar 5.381 copos, no encontró ni un par de ellos idénticos. No solo por las diferencias entre los cristales hexagonales que forman los copos, sino porque ni siquiera los seis brazos de un mismo cristal son perfectamente simétricos. Las corrientes de viento y otras perturbaciones durante la formación del cristal provocan sutiles diferencias. Estudios posteriores han estimado que hay 1018 moléculas de agua en un copo de nieve, por lo que sus posibles combinaciones y ordenamientos son casi infinitas. No obstante, hay alguien que ha conseguido lo que parecía irrealizable. Después de 20 años estudiando con un microscopio los cristales de hielo en el Instituto Tecnológico de California, el físico Kenneth G. Libbrecht ha diseñado una técnica que permite producir dos cristales de nieve 'gemelos'. El secreto: colocarlos a un par de milímetros de separación y en idénticas condiciones de humedad, presión y temperatura.

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martes, febrero 27

¿Por qué la nieve es silenciosa?

(Extraído de un texto de Elena Sanz en el Tercer Milenio del Heraldo de Aragón del 24 de enero de 2017)

¿Por qué es tan silencioso un paisaje nevado y, sin embargo, una nevada sobre el mar resulta estruendosa para los animales marinos?

Nieve lisa y de un blanco insultante cubriendo los tejados, nieve algo más sucia en el suelo y las aceras, escarcha en los árboles, un limpio cielo azul, serenidad en las calles... Así podríamos describir un paisaje de invierno típico según el imaginario colectivo. Lo que pocos conocen es que el silencio de este escenario no se debe solo a que las nevadas invitan a los animales a hibernar y a los humanos a no salir a la calle. Además, la nieve produce calma porque absorbe los sonidos. "La nieve es porosa, y resulta tan eficaz absorbiendo el sonido como muchas fibras y espumas que se comercializan para automóviles y los sistemas de ventilación", explica David Herin, ingeniero de la Universidad de Kentucky (EE. UU.). En una escala del 0 al 1, una capa de 5 centímetros absorbe un 0,6 del rango de sonidos audibles.

¿Y qué sucede durante una nevada? A diferencia de la lluvia, la nieve no suena al caer sobre el suelo porque los copos de nieve tienen tan poca densidad que descienden muy despacio y tienden a amontonarse unos sobre otros en lugar de golpear el pavimento, como hacen las gotas de lluvia. Es decir, podemos pasar una tarde escuchando la lluvia caer, pero no la nieve.

La cosa varía si se produce una tormenta de nieve en el océano. Porque, aunque los humanos no lo perciban, para los animales marinos los copos generan un auténtico estruendo justo debajo de la superficie, según demostraron Lawrence A. Crum y sus colegas de la Universidad John Hopkins (EE. UU.). Ese ruido subsuperficial se debe a que, al precipitarse, los copos de nieve depositan una pequeña cantidad de aire justo debajo de la superficie. Y eso crea diminutas burbujas oscilantes y ruidosas, tan pequeñas y efímeras que no da tiempo a verlas. El chirrido que generan estas burbujas se sitúa en frecuencias de 50 a 200 kilohertzios, muy por encima del rango audible para el oído humano, pero bastante molesto para animales marinos como las marsopas. En total, Crum calcula que una nevada sobre el mar añade 30 decibelios a los niveles de ruido bajo el agua. Además de afectar a los habitantes del océano, el ruido puede confundir a los sonar que emplean los científicos para seguir el rastro de los peces y los mamíferos marinos en sus movimientos migratorios.

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lunes, febrero 26

Estos pelos siguen de moda: el musical ‘Hair’ cumple 50 años



(Un texto de Joseba Vázquez en el Heraldo de Aragón del 21 de octubre de 2017)

Se cumple medio siglo del estreno de 'Hair’, un musical rock transgresor que promulgaba el sexo libre. Nacido en los años más duros de la Guerra de Vietnam, se mantiene como emblema pacifista. 

Con el amanecer de la era de Acuario «la paz guiara a los planetas y el amor conducirá a las estrellas». Los cantantes, actores, dramaturgos y letristas estadounidenses James Rado y Gerome Ragni expusieron su declaración de intenciones ya en el tema de apertura de su libreto, la primera de las 27 melodías -algunas muy populares aún hoy- musicadas por el compositor canadiense Gait MacDermot y englobadas bajo el título de 'Hair' ('Pelo'). Aquello iba, entre más cosas, de proclama antibelicista en Los años en que Estados Unidos intensificó al extremo su intervención en la Guerra de Vietnam. Rado y Ragni comenzaron a trabajar en los textos y escenografía de 'la obra en 1964. «Éramos grandes amigos, teníamos una relación apasionada que dirigimos a la creación de esta pieza. Entonces había tanta emoción en las calles, en los parques y en las áreas 'hippies' que pensamos que sería maravilloso transmitir esa emoción al escenario», ha explicado Rado. Lo hicieron. Y con enorme éxito ininterrumpido durante casi cinco años.

Olvidado subtítulo

'Hair', con su casi olvidado subtitulo de 'El amor tribal americano', se estrenó el 17 de octubre de 1967 en el Public Theater neoyorquino, una sala de poco más de 200 asientos perteneciente al denominado off-Broadway, esos escenarios alejados del prestigio y presupuestos que iluminan a su hermano mayor, el circuito de Broadway. Pero el impacto de este musical rock, rompedor, transgresor y pionero que [ya tiene] medio siglo de vida, fue tal que seis meses más tarde ya se había hecho un hueco estelar en la gran avenida de Los espectáculos teatrales más prestigiosos. La obra debutó el 29 de abril de 1968 en el selecto Biltmore Theater, donde permaneció sin descanso hasta el 1 de julio de 1972, después de cumplimentar 1.750 representaciones, record de ese escenario. En el reparto participaron Los propios Rado y Ragni y también Diane Keaton, en un pequeño papel.

Acusado en su día de desprecio a la bandera de EE. UU., el musical ataca frontalmente los convencionalismos de la sociedad americana del momento, censura el consumismo y el belicismo y defiende la plena libertad, sobre todo la sexual. Amor tribal. Con los ecos de la Guerra de Vietnam de fondo, 'Hair' cuenta la historia de una 'tribu' de jóvenes inconformistas que queman las cartas de los reclutas llamados a filas, desafían los comportamientos racistas, afean las costumbres burguesas, exploran al máximo su identidad sexual y experimentan con la droga por excelencia de la época, el LSD. Principios de la contracultura 'hippie' y una colorista explosión de psicodelia. Numerosos impactos reunidos, especialmente porque en algunas escenas los actores y actrices exhibían desnudos integrales, lo que hizo que su representación fuera censurada los primeros años en algunos países. Desde luego, en España.

«Ese pelo largo es un símbolo de declaración de independencia individual y de ruptura con la sociedad para todos los jóvenes idealistas de entonces», resume la musicóloga Marta García Sarabia, autora del libro 'Jesucristo Superstar. Ópera rock. La pasión de Camilo Sesto', editado hace un año. El conocimiento sobre este segundo título permite a la experta realzar la trascendencia de 'Hair' en el universo de los musicales. «Innovó por completo. Se ha convertido en un auténtico clásico, en una obra de culto que inspiro otros muchos musicales rock a nivel mundial. 'Jesucristo superstar', que es una ópera icónica, bebe de su influencia estructural y musical. 'Hair' es totalmente pionera en todos los sentidos». Marta García va mas allá: «Introduce una clara proclama antibelicista. Sus canciones son himnos que calaron en los gustos de la juventud y la convierten en una obra no sólo atípica sino también atemporal». No hay mucha discusión sobre esto si se observa la frecuencia con que temas como 'Aquarius', 'Good morning starshine', el mismo 'Hair' o 'Let the sunshine in', la canción final, siguen escuchándose en emisoras de radio o pubs.

El salto al cine

Es muy similar la opinión de Íñigo Santamaría Ruiz de Azua, gran conocedor del género que [publicó en 2017] 'Desde al sur del Pacifico hasta más allá de la Luna', un recopilatorio de 1.600 páginas en tres volúmenes que documenta todas las producciones musicales estrenadas en España desde 1955 hasta 2012. «Además de incorporar al teatro un estilo musical muy próximo al que sonaba entonces en la radio, mostraba rebeldía en cuanto a la historia que contaba, las letras e incluso en la forma en que las contaba, con una estructura muy particular». Santamaría data la llegada de 'Hair' a España en junio de 1970, en la discoteca Picadilly de Madrid. «Que Daniel Bohr, un joven director de carrera meteórica, se arriesgara a ofrecer una adaptación en la clandestinidad en plena dictadura de Franco, que había prohibido su representación aquí, supuso un soplo de libertad; incrementó su carácter rompedor». Bohr empleó una pequeña artimaña para burlar la censura: un espectáculo que se presentara como producto de 'variedades' o 'revista' no precisaba fiscalización de la autoridad. «La tituló 'Picadilly's review' y coló». Pero solo momentáneamente. «Por desgracia, la censura acabo enterándose y clausuró el local», ilustra Santamaría.

El musical pudo verse cinco años más tarde en Barcelona y Madrid, en inglés y bajo el titulo de 'Rock clásico de los 60', y ya en 1977 se estrenó la primera versión en castellano y con su nombre original. En España ha habido otras tres producciones posteriores, en 1989, en 1996 y la ultima en 2010, ésta dirigida por Daniel Angles.

'Hair' no precisaba altavoces para ser conocida, pero es una evidencia que la adaptación cinematográfica dirigida por Milos Forman y estrenada en 1979 le dio mayor relevancia mundial. El filme no aporta, por lógica, la interacción constante con el público que se vivía en el teatro, pero si le dota de un dramatismo épico mayor, especialmente en ese colofón que grita 'Deja que entre la luz del sol'. ¿Un mensaje idealista? Claro, aunque dice el psicólogo y científico canadiense Steven Pinker lo siguiente: «Nunca vamos a tener un mundo perfecto, pero no es romántico o ingenuo trabajar por uno mejor».

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domingo, febrero 25

El saqueo francés de Sevilla



(Un texto de Luis Reyes leído en la revista Tiempo del 6 de julio de 2012)

Sevilla, verano de 1812 - El mariscal Soult se retira con su ejército, tras dos años de ocupación en los que ha expoliado multitud de obras de arte.

La subasta era de órdago, la puja por la mal llamada Inmaculada Soult enfrentaba a pretendientes de peso: el zar Nicolás II, la reina Isabel II de España, la National Gallery de Londres y el Museo del Louvre. Como los franceses jugaban en su campo se quedaron con el trofeo, aunque les salió caro: 586.000 francos, que convertían al cuadro de altar que Murillo pintó para los Venerables en la pintura más costosa del museo parisino, la estrella mediática del Louvre en la época.

Eso fue en vísperas de que se proclamara el Segundo Imperio francés, con ocasión de la almoneda post mórtem de la colección de uno de los héroes del Primer Imperio, Nicolas-Jean de Dieu Soult, duque de Dalmacia, par de Francia, mariscal del Imperio a quien Napoleón llamaba “mon cousin” (“mi primo”), ministro de la Guerra con Luis XVIII, primer ministro con Luis-Felipe... un ladrón, un saqueador, un sinvergüenza desde el punto de vista español, que se aprovechó de su cargo de jefe del ejército francés invasor para robar en beneficio propio los tesoros artísticos de Sevilla.

Así se formó la fabulosa colección Soult subastada tras su muerte, que incluía un centenar de cuadros de los grandes maestros de la escuela sevillana, 15 murillos, otros tantos zurbaranes, 7 alonsocanos, además de pinturas de otros grandes maestros como Tiziano, Sebastiano del Piombo, Ribera o Van Dyck... En fin, un paradigma del saqueo del patrimonio cultural español durante la Guerra de Independencia, uno de esos agravios históricos que hacen que los españoles se enardezcan con una victoria frente a Francia más que frente a ninguna otra selección de fútbol.

El pillaje es algo implícito en la guerra, el botín siempre ha sido una de las más eficaces motivaciones del soldado, pero la era de las conquistas napoleónicas supuso una nueva forma de saqueo sistemático y organizado de tesoros artísticos de Europa que solo tiene parangón con lo que harían los nazis en la II Guerra Mundial. Cuando tras la derrota de Napoleón los vencedores obligaron a Francia a devolver el expolio, en el Museo del Louvre se inventariaron 5.000 obras de arte robadas. El general Álava, comisionado español, podría recuperar en el museo francés 284 cuadros y 108 objetos diversos, aunque los sacó “con violencia”.

Soberbia y codicia.

Pero esto era solo la parte oficial de la rapiña, la que había ido a parar a lo que llamaban Museo Napoleón, hoy Louvre, donde su director Vivant Denon pretendía crear un magno museo de la cultura occidental. Por lo menos tenía una proyección cultural, pública; lo peor era lo que habían robado para su beneficio particular los militares franceses, más escandaloso cuanto más alto estaban en la jerarquía castrense. Eso fue imposible de recuperar.

Tras su derrota en Bailén, en julio de 1808, los franceses huyeron de casi toda España, pero cuando Napoleón tomó Madrid, la Junta Suprema Central se refugió en Sevilla, convertida así en capital de la España resistente durante un año. Sin embargo, a principios de 1810 Sevilla fue ocupada por un ejército francés mandado por el mariscal Soult.

Soult fue un típico producto de la Revolución Francesa y su secuela, el bonapartismo, una época turbulenta que permitía a los más audaces salir de la nada y llegar literalmente a reyes. Soult en particular era uno de aquellos soldados que llevaban en la mochila un bastón de mariscal, según la célebre frase de Napoleón. Se había alistado como soldado raso a los 16 años, y le costó seis ascender a sargento, pero a partir de ahí su carrera fue meteórica. ¡Tres años después era general! Considerado uno de los pocos generales capaces de dirigir un ejército por su cuenta, sin la tutela de Napoleón, este le nombró mariscal del Imperio, el máximo grado del ejército francés.

Veterano de Austerlitz, de Jena y Eylau, las más gloriosas victorias del emperador, este le encomendó la conquista de Portugal en 1809. Inmediatamente, mostrando un oportunismo aprendido del propio Napoleón, hizo de la campaña un negocio privado, cuyo objetivo era convertirse en rey de Portugal, de ahí el apodo que le pusieron, le Roy Nicolas (el rey Nicolás). No era un sueño ni una tontería, otros generales napoleónicos lograron coronas, lo malo es que Soult supeditó la ofensiva militar a sus maniobras políticas, y al final perdió la campaña y se quedó sin trono.

Con esa reciente frustración llegó Soult a Sevilla, y para restaurar su ego herido comenzó a acaparar una colección digna de un príncipe. “El interés del mariscal Soult por la pintura responde, al menos al inicio, a su necesidad de consolidar su imagen de poder, así como a su valor económico”, señala Ignacio Cano Rivero en el catálogo de la exposición sobre Murillo que acaba de abrir el Prado, donde se han reunido las principales obras robadas por Soult. Es decir, le movía la soberbia y la codicia, una actitud típica de los invasores franceses, que los harían odiosos incluso para muchos de los que admiraban el progreso que significaba la Francia posrevolucionaria.

Incluso las medidas modernizadoras y liberalizadoras del reinado de José Bonaparte –que para empezar otorgó una forma de Constitución y abolió la Inquisición- perdían su atractivo por la práctica diaria del ocupante militar que sostenía a ese rey mucho más progresista que los Borbones. Un ejemplo de ello fue el decreto de creación de un Museo de Pinturas, antecedente directo del Prado, que en sí era una magnífica idea, pues suponía poner al alcance del público interesado las colecciones reales o de los conventos.

En la Sevilla ocupada por Soult, una ciudad llena de tesoros pictóricos por el pasado esplendor de la escuela sevillana, eso se tradujo en un elaborado plan de expolio. El director de Bellas Artes nombrado por el rey José era un marchante francés poco escrupuloso llamado Quilliet, que debía enviar al proyectado museo las obras “de los conventos suprimidos o de que pueda disponer el gobierno”.

Sistema mafioso.

Quilliet, buen conocedor de lo que había en Sevilla, donde ya había hecho negocios, reunió en el Real Alcázar todas las obras que despertaban su interés o su codicia, 999 en total. Unas fueron para el Museo de Pinturas español, otras para el Museo Napoleón, otras simplemente desaparecieron y entraron en el circuito del comercio de arte clandestino, y muchas fueron al botín del mariscal Soult. La depredación del patrimonio artístico español llegó a un punto que José I, que era un monarca bienintencionado, tuvo que dictar un decreto prohibiendo que salieran pinturas de España.

Soult no se conformó con las pinturas oficialmente requisadas de iglesias y conventos que tenía a su alcance en el Real Alcázar. En las mansiones sevillanas había pinturas que fueron a parar a la colección Soult por el sistema mafioso. El omnipotente jefe de la ocupación militar, cuando veía un cuadro que envidiaba, hacía una oferta de compra. Pagaba un precio irrisorio, pero ¿quién se atrevería a decirle que no? Sus robos quedaban así inmediatamente blanqueados por un contrato legal de compraventa.

Años después, instalado en su fortuna, cuando enseñaba su colección a las visitas, les explicaba que eran regalos de los vencidos en agradecimiento a su clemencia, un cinismo propio de aquel oportunista capaz de ocupar altos cargos en tres regímenes antagónicos como fueron el Imperio napoleónico, la Restauración borbónica y la monarquía burguesa de Luis Felipe. La desfachatez llegaba al límite cuando explicaba ante un murillo que el cuadro tenía el valor añadido de haber salvado una vida. Quería decir que amenazó con fusilar a su dueño si no se lo vendía, y el dueño cedió.

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