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lunes, junio 30

Sumiller



(Un texto de Juan Barbacil en el suplemento gastronómico del Heraldo de Aragón del 29 de junio de 2013)

La Fundeu, Fundación del español urgente, está patrocinada por la Agencia Efe y BBVA y asesorada por la Real Academia Española, cuyo objetivo es colaborar con el buen uso del español en los medios de comunicación y en internet.

En una de su últimas recomendaciones decía la Fundeu que sumiller, en lugar del galicismo 'somelier', es la palabra recomendada para referirse al 'encargado de los vinos de un restaurante', según el Diccionario del español actual, de Seco, Andrés y Ramos.

Aun así, en la prensa se encuentran ejemplos como: «El somelier añade que aquí se cuenta con buena tierra y un gran clima para tener vinos de excelente calidad » o «Se contará con la presencia de expertos sommeliers y enólogos en catas guiadas». Lo apropiado habría sido escribir: «El sumiller añade que aquí se cuenta con buena tierra y un gran clima para tener vinos de excelente calidad» y «Se contará con la presencia de expertos sumilleres y enólogos en catas guiadas».

Como se ve, para formar el plural, se aconseja utilizar sumilleres y no sumillers. Asimismo, el Diccionario panhispánico de dudas desaconseja el uso de la forma españolizada 'somelier'. Desde hace años la Asociación de Sumilleres de Aragón, una de las más antiguas y activas de España, viene recomendando este uso correcto de la palabra y estuvo muy pendiente y apoyó realmente la inclusión de la correcta palabra en el diccionario de la RAE.

Los sumilleres son fundamentales en los restaurantes para la recomendación de vinos, espirituosos, cervezas y todo tipo de bebidas incluidas las aguas minerales. También, y así lo especifican en sus estudios, han de tener amplios conocimientos en cigarros, aperitivos y en la combinación de las recetas con sus respectivas bebidas. Con los ajustes económicos los sumilleres se ocupan igualmente de otras funciones que no son exactamente las suyas, salvo en grandes restaurantes que asumen un sueldo más en su plantilla. Los buenos empresarios saben que una buena gestión de la bodega y de sus compras puede hacer ganar más dinero a la empresa.

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domingo, junio 29

Tesla: la radio y los marcianos



(Leído en un reportaje de Miguel Ángel Sabadell en la revista Muy Interesante de agosto de 2012)







EI 21 de junio 1943 el Tribunal Supremo de EE.UU. declaró a Tesla, que había muerto seis meses antes, como verdadero inventor de la radio. Era un reconocimiento póstumo al hombre que en 1897 habla patentado un dispositivo para la transmisión sin hilos, tres años antes de que Guglielmo Marconi registrara el selector de frecuencias. Pese a ello, el italiano se llevó los honores: aunque Tesla pleiteó por sus derechos, este acabó perdiendo, y en 1909 la Academia Sueca dio el Nobel de Física a Marconi.





No fue el único campo en que chocaron ambos científicos. Mientras experimentaba en su laboratorio de Colorado Springs en 1899. Tesla detectó unas misteriosas señales que supuso provenían de Marte. En 1901 escribió en la revista Collier's Weekly el artículo “Hablando con los planetas" donde describía el sentimiento de haber sido el primero en escuchar el saludo de otra civilización; y en 1937 anunció que había desarrollado un aparato -sin dar detalles técnicos- para enviar energía “a través del espacio interestelar a cualquier distancia sin la más mínima dispersión”. Curiosamente, Marconi también afirmó haber recibido mensajes de extraterrestres y durante una travesía por el Atlántico trató de contactar con ellos mediante transmisión inalámbrica.


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sábado, junio 28

Tesla: para ver



Nikola Tesla. El hombre que iluminó el mundo
http://www.youtube.com/watch?v=E_Gm8hV5xuE&feature=fvwrel
Documental sobre el inventor serbio y sus logros.

El secreto de Nikola Tesla
http://www.youtube.com/watch?v=hsGFf4nXwos&feature=related
Film yugoslavo de 1980 subtitulado en castellano.
Fue dirigido por Krsto Papié y protagonizado por Petar Boiovié y Orson Welles.

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viernes, junio 27

Nicola Tesla: una mente enchufada



(Un reportaje de Miguel Ángel Sabadell en la revista Muy Interesante de agosto de 2012)

Este científico genial inventó la corriente alterna, la radio, las bujías y otros muchos adelantos clave para el mundo moderno. A la vez, Nikola Tesla fue un tipo extravagante de vida controvertida que no supo sacar partido a su talento. 

Cada día, al encender la luz, silenciosamente homenajeamos a uno de los inventores más peculiares de la historia: Nikola Tesla, un hombre extravagante de casi dos metros de altura, porte de cigüeña y voz aguda nacido en 1856 en el pueblecito de Smiljan, situado en la actual Croacia y entonces perteneciente al Imperio austro-húngaro. Un lugar tan recóndito que, años más tarde, su colega y rival Thomas Edison llegó a preguntarle "si había comido alguna vez carne humana", según cuenta Margaret Cheney en la biografía Tesla, el genio al que le robaron la luz. Para este individuo singular, "el progreso del hombre depende vitalmente de la invención. Es el producto más importante de su cerebro creativo". Así lo dice en su autobiografía Mis inventos, publicada en español dentro del volumen Yo y la energía. Tesla era un enamorado de la electricidad y el magnetismo, y dedicó su vida a crear innovaciones en esos campos. La comunidad científica reconoció sus aportaciones al bautizar la unidad de intensidad de campo magnético con su apellido.

En el país natal de Tesla, el cuarto de cinco hermanos, las salidas profesionales se limitaban a la agricultura, e! ejército o la Iglesia. Durante generaciones, tanto la familia de su padre, Milutin, como la de su madre, Duka, originarios ambos de Serbia, habían enviado a sus hijos a servir a la patria o a Dios, y a sus hijas, a casarse con clérigos u oficiales. Milutin empezó de soldado y luego se hizo sacerdote ortodoxo, destino que vio idóneo para sus vástagos varones Daniel y Nikola.

Pero este dio muestras desde pequeño de que su futuro estaba en la ciencia: con cinco años ideó un molino de agua sin paletas, totalmente distinto a los que veía por el campo. Años más tarde se acordó de él cuando diseñó su turbina sin aspas. Otra de sus aficiones era desmontar y volver a montar los relojes de su abuelo; "siempre triunfé en lo primero, pero erraba en lo segundo", dijo en su autobiografía. Podría decirse que llevó una infancia feliz, aunque la catástrofe rondara a su alrededor: estuvo varias veces a punto de ahogarse, otra vez casi le hierven en una cuba de leche caliente y hasta estuvo en un tris de ser enterrado vivo. Sin embargo, la peor tragedia que sufrió fue el fallecimiento de su hermano mayor Daniel, con doce años, a causa de un misterioso accidente de equitación, aunque según algunas versiones habría caído por las escaleras de la bodega familiar - ¿quizá empujado por el benjamín, de lo que al parecer le acusó mientras agonizaba? - . Sea como fuere, esa muerte provocó pesadillas a Nikola durante el resto de su vida.

Por su carácter, gozó de una merecida fama de excéntrico. Por ejemplo, tenía una profunda aversión a los pendientes, sobre todo si eran de perlas. También le disgustaba el olor del alcanfor; contaba los pasos cuando caminaba; y calculaba mentalmente el volumen de los platos de sopa y de las tazas de café, de manera que si no adivinaba el resultado correcto el hecho de comer se le volvía desagradable, por lo que prefería hacerlo solo. Y decía que era incapaz de tocar el pelo de otras personas, salvo quizá si le obligaban "a punta de pistola".

Pero hay más. En momentos de excitación o de peligro, Tesla veía destellos en sus ojos que, según él, entorpecían la visión de objetos reales e interferían con sus pensamientos y acciones. Él creía que era un acto reflejo de su cerebro cuando estaba bajo estrés. Para conjurar el problema, desde muy joven se acostumbró a imaginar otros mundos y a hacer viajes con su mente con todo lujo de detalles. No sabía que esa terapia le serviría después para visualizar fácilmente sus inventos sin necesidad de hacer modelos, dibujos o experimentos. "Cuando tengo una idea la construyo en mi imaginación. La cambio, hago mejoras y opero el dispositivo en mi mente: Incluso sé si hay algo que no está bien ajustado". Su memoria fotográfica, que él decía haber heredado de su madre, como la capacidad de inventiva, explica en parte por qué le costaba trabajar con otros ingenieros, que obviamente sí necesitaban disponer de copias de los planos.

Tesla fue un niño superdotado. En el colegio aprendió inglés, francés, alemán e italiano, además de varias lenguas eslavas, y era brillante en matemáticas, aunque el dibujo no se le daba bien. Sus lecturas le hicieron soñar con que algún día iría a Estados Unidos a instalar enormes molinos de agua en las cataratas del Niágara. Completó sus estudios en el instituto de Karlovac, donde subió varios brotes de malaria que no impidieron que naciera su pasión por la electricidad bajo la influencia de su profesor de Física. Su mala racha en cuestiones de salud se prolongó con una epidemia de cólera que asolaba la región. Tesla contrajo la enfermedad y pasó nueve meses en cama. En su familia creían que se iba a morir.

Sin embargo, sobrevivió, y en 1875 ingresó en la Escuela Politécnica de la Universidad de Graz (Austria). Durante un año vivió de una beca de la Autoridad Militar Fronteriza. Allí se dedicó compulsivamente a estudiarlo todo hasta la extenuación. Leyó la obra completa de Voltaire, cien tomos en letra pequeña que devoró sin parar hasta el final. En su segundo año, con ayuda de su profesor de Ingeniería Eléctrica, el señor Poeschl, Tesla empezó a pensar en otra solución para los motores de corriente continua, y sugirió que funcionarían mejor con un conmutador y corriente alterna. Poco podía imaginar que este hecho anodino iba a cambiar la civilización.

En 1880 se mudó a Budapest para trabajar en la compañía de telégrafos y teléfonos, y en menos de un año fue nombrado jefe de electricistas. Allí desarrolló un dispositivo que algunos consideran el primer altavoz de la historia, pero al inquieto joven el estado austrohúngaro se le quedaba pequeño. En 1882 marchó a París para trabajar en la filial europea de la Continental Edison Company, propiedad del famoso inventor y hombre de negocios Thomas Alva Edison. En su taller desarrolló el motor de corriente alterna usando campos magnéticos rotatorios. Más que nunca, Tesla vio en ese sistema el futuro eléctrico de la humanidad. Dos años más tarde, cruzó el AtIántico para entrevistarse con Edison. Llevaba una carta de recomendación de su jefe en Europa, Charles Batchelor, que decía, "Conozco a dos grandes hombres y usted es uno de ellos; este joven es el otro". Justo cuando Tesla entraba al despacho de Edison, este se enfrentaba a un problema. Había que reparar la dinamo del barco Oregon y no tenía ningún ingeniero disponible, así que envió al recién llegado.

El genial inventor de origen serbio arregló la avería esa misma tarde, y, al encontrarse con el gran jefe, escuchó cómo este les decía a sus ayudantes: "Es endemoniadamente bueno". Su brillantez iba unida a su tenacidad: trabajaba de 15 a 20 horas diarias y, como Edison, era capaz de aguantar sin dormir durante dos o tres días, totalmente despejado. Eran dos superpersonalidades contrapuestas: Tesla, culto y refinado, hablaba con suavidad en varios idiomas y le apasionaba la ciencia; y el empresario inventor era desvergonzado, rústico y desdeñaba las teorías científicas; si no daban dinero, no tenían valor para él.

El choque era inevitable. Según Tesla, Edison le ofreció 50.000 $ por rediseñar el motor eléctrico, cosa que hizo tras un año de esfuerzo. Cuando fue a reclamar la recompensa, su todavía jefe replicó, "No has entendido e! sentido del humor norteamericano". Sintiéndose estafado, el joven presentó su renuncia. Entonces, "Edison le ofreció un aumento de 10 dólares sobre su salario de 18 a la semana. Tesla cogió su bombín Y se marchó”, escribe Cheney.

Por suerte, su reputación como genio de la electricidad ya era conocida, y un grupo de inversores -entre ellos James D. Carmen, que sería su aliado durante más de veinte años- le apoyó para crear la Tesla Electric light & Manufacturing, en 1886. Primero lanzó una lámpara de arco más sencilla, económica y segura que las que había en el mercado, y después siguió patentando dispositivos que para Edison eran inútiles. Este veía a Tesla como un poeta de la ciencia, con ideas "magníficas pero nada prácticas". Pronto uno y otro se iban a enfrentar cara a cara en las llamadas guerras de la corriente.

La electricidad puede conducirse mediante corriente continua (CC) o alterna (CA). En la primera, los electrones fluyen permanentemente en un solo sentido; en la segunda, oscilan y cambian de sentido 50 o 60 veces por segundo. ¿Cuál usar en el alumbrado? Edison era partidario de la continua, en parte porque este sistema funcionaba desde que Alessandro Volta inventara la pila en 1800 y se había probado en diversos motores, mientras que hasta entonces nadie había construido un motor eficaz con la alterna.

Tesla era consciente de que la idea de Edison de alimentar las bombillas de todo EE.UU. con corriente continua era problemática. El principal inconveniente de las instalaciones eléctricas son las pérdidas por el efecto Joule: la fricción de los electrones con los átomos de metal al avanzar por el cable hace que se pierda voltaje en forma de calor -ese es el principio de las estufas eléctricas-. Por eso, el mejor sistema para llevar electricidad a largas distancias es usar altos voltajes -de ahí que tengamos líneas de alta tensión desde las plantas generadoras de energía hasta las ciudades-, y la CA los soporta mejor. Si usáramos CC, habría que poner una planta generadora cada seis metros. A pesar de todo, probablemente habría ganado Edison, si no fuera porque unos años antes, en 1882, Tesla dio en un parque de Budapest un paso crucial hacia un generador de CA al concebir un campo magnético rotatorio como producto de dos o más corrientes alternas desfasadas.

Las cartas estaban repartidas y Tesla iba consiguiendo adeptos. Entre los más influyentes se contaba A. K. Brown, director de la Western Union Telegraph Company, que, aunque no tenía ni idea de los vericuetos de la tecnología, estaba muy interesado en la nueva idea de! inventor europeo y en el futuro al que podría conducir. Así que en abril de 1887 apoyó la creación de la Tesla Electric Company para el desarrollo de un sistema de CA que alumbrara toda la nación norteamericana.

Por entonces operaban diversas compañías de electricidad, cada una con sus propios sistemas y componentes. Una de ellas era la Westinghouse Electric & Manufacturing Company, propiedad del inventor del freno de aire comprimido para los trenes, George Westinghouse. Nacido en Nueva York en 1846, fue autor de 261 patentes y creó 70 compañías; además, se le considera el primer empresario que dio libre la mitad del sábado a sus empleados (1871). Creó unos fondos de pensiones para sus obreros, a principios de siglo XX, e introdujo las vacaciones pagadas. Y, como Tesla y Edison, dormía cuatro o cinco horas diarias. Westinghouse construyó el primer sistema comercial de corriente alterna en Búfalo (Nueva York), en noviembre de 1886; un año después ya tenía más de 30 plantas funcionando en todo el país. Su más poderoso rival era Edison, pero las cosas no podían ir mejor para la CA. En 1887, Tesla había registrado en forma de 40 patentes la tecnología que necesitaba Westinghouse. Cuando se conocieron, surgió el flechazo y firmaron un contrato: Nikola recibirla 60.000 dólares por ellas y 2,50 dólares por cada caballo de vapor de electricidad vendido.

Edison temía al tándem que se había formado y se propuso acabar con el negocio de la CA, aun recurriendo a estratagemas torticeras. Primero lanzó una campaña de desprestigio mediante folletos donde hablaba de los peligros mortales de este sistema eléctrico. Por una de esas casualidades de la vida, algunos animales domésticos pertenecientes a personas que vivían cerca del laboratorio de Edison, en West Orange (Nueva Jersey), empezaron a desaparecer, y este decidió aprovecharse de ello.

Pagaba 25 centavos a los chavales del barrio que le trajeran perros y gatos callejeros y los colocaba sobre una plancha conectada a un generador de CA ante la mirada atónita de periodistas y curiosos. Allí mismo los electrocutaba, y lanzaba el mensaje de que las personas podían correr la misma suerte y, si no tenían cuidado, serían westinghousenizados. Incluso compró subrepticiamente las licencias de tres patentes de CA de Tesla, y convenció a los responsables de la cárcel de Sing Sing, en Nueva York, para que ejecutaran a los reos mediante electrocución en lugar de ahorcarlos. Edison fabricó la primera silla eléctrica en 1890, pero sus ingenieros calcularon mal el voltaje y William Kemmler, el preso que la inauguró, tuvo que soportar varias tandas de descargas.

Por su parte, en 1892 y 1893 Tesla se dedicó a dar conferencias por Europa y América que le convirtieron en el científico más famoso de la época. Con aparatos diseñados por él mismo, se propuso demostrar que la CA se podía controlar sin peligro y se sometía a una tensión de dos millones de voltios basta que aparecía una aureola de luz a su alrededor. Entonces explicaba que las CA de alto voltaje y frecuencia fluyen por la superficie de la piel sin causar daños. Ante una fascinada audiencia, Tesla lanzaba chispas por la punta de los dedos, encendía bombillas y derretía metales al dejar pasar la corriente por su cuerpo, y cuando los chasqueaba producía una bola de fuego que sostenía en la mano sin quemarse, al tiempo que hablaba de los misterios de la electricidad y el magnetismo.

Pero el gran éxito llegó con la Exposición Universal de Chicago de 1893, que eligió la CA para iluminar la atracción principal del pabellón el Mundo del Mañana. Gracias a eso, Westinghouse logró el contrato para construir dos generadores de corriente alterna en las cataratas del Niágara con patentes de Tesla, que vio así cumplido su sueño infantil. Lo malo es que a veces se puede morir de éxito, como le sucedió a Westinghouse. Éste, al crecer tan rápido la demanda de CA, casi entra en quiebra por la obligación de pagar a Tesla 2,5 dólares por caballo de vapor. Pero el genial inventor no quiso convertirse en uno de los hombres más ricos del mundo si eso implicaba arruinar al empresario que había creído en él cuando el resto del mundo le ridiculizaba. Así que con gran generosidad renunció a sus regalías, si bien recibió 216.600 dólares por destruir el contrato que le ligaba a sus patentes.

Podía haber ganado millones, pero eso no estaba en la cabeza de Tesla, quien primero en Nueva York y luego en su laboratorio de Colorado Springs, en el estado de Colorado, desarrolló inventos cruciales, como el radar o la radio que algún día llevarían la información sin cables por todo el globo. El genial científico murió el 7 de enero de 1943, solo y arruinado, en la habitación 3327 del New Yorker Hotel. Nunca se casó. A su funeral asistieron más de 2.000 personas, y varios premios Nobel portaron el féretro. Sus cenizas están guardadas en una urna esférica, su objeto geométrico favorito, en el Museo Nikola Tesla de Belgrado.

La aureola que rodea su figura surge del gusto por la gente capaz de enfrentarse al poder, en este caso al establishment científico-industrial. Pero también a los rumores sobre sus experimentos secretos en Colorado Springs, donde durante 1899 había investigado con un rayo desintegrador -él hablaba de un arma de telefuerza-. Además, al poco de morir, todos sus documentos y aparatos fueron incautados por la policía de aduanas, a pesar de que Tesla tenia nacionalidad norteamericana desde 1891. Más tarde, sus archivos fueron declarados secretos por el Gobierno. Por todo esto, el inventor se ha convertido en un icono de la cultura geek y de los fanáticos de la tecnología, que adoran su carisma y su personalidad excéntrica.

Parte de sus papeles fueron publicados en 1978 por el Museo Nikola Tesla como Notas de Colorado Springs, pero, según descubrió Margaret Cheney, bastantes documentos permanecen guardados en la biblioteca "de una conocida agencia de investigación para la defensa" , solo accesible al personal de inteligencia. ¿Qué esconden? Solo unos pocos lo saben.

Nota:
32 km fue la longitud de la primera transmisión de electricidad a distancia. Se envió en 1896 desde la central hidroeléctrica de! Niágara a la ciudad de Búfalo mediante el sistema de corriente alterna de Tesla.

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