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domingo, noviembre 30

¿Por qué Molina de Aragón no es aragonesa?



(Leído en un periódico universitario bisemanal)

Molina de Aragón es una ciudad que, a pesar de su nombre, se encuentra en la provincia de Guadalajara y pertenece a Castilla-La Mancha. A lo largo de su rica historia cambió varias veces entre los reinos de Aragón y Castilla.

Durante la Reconquista, fue tomada por el rey aragonés Alfonso I el Batallador cuyo heredero, su hermano Ramiro II, optó por ceder a Castilla sus tierras. Su repoblación se hizo desde la Corona de Castilla, aunque posteriormente la zona volvería a manos de los almorávides. Alrededor de 1139, las tierras fueron tomadas de nuevo por Manrique de Lara, que constituyó un Señorío independiente que durante los siglos XII y XIII fue engrandeciendo su territorio con diversas conquistas.

En 1369, el rey Enrique II de Castilla decide dar el Señorío al francés Duguesclin como recompensa por su ayuda en el fratricidio de Montiel. Sin embargo, los molineses no son partidarios del acuerdo y entregan la ciudad a Pedro IV de Aragón, que se hizo con el poder durante los seis años siguientes, siendo este periodo cuando cambia su nombre de Molina de los Caballeros a Molina de Aragón, el que todavía hoy conserva.

Retornó finalmente a manos castellanas en 1375, al ser entregado el señorío en la dote matrimonial de la infanta de Aragón Leonor en su boda con el infante y luego rey Juan I de Castilla. Tiempo después Isabel la Católica concede el privilegio de que Molina siempre pertenecerá a Castilla.

sábado, noviembre 29

Rolex: pioneros en casi todo



(Un texto de Andrés Moreno en el suplemento dominical de El Mundo del 19 de enero de 2014)

Cuando Hans Wilsdorf creó la firma en 1908, su objetivo no era desarrollar modelos de lujo, sino útiles. Visionario y misterioso, se adelantó con los relojes de pulsera o el sistema automático de cargo. Hoy sus creaciones son veneradas, como el último Daytona. 

Ninguna firma relojera ha merecido tanta bibliografía como Rolex. Muchos son los libros dedicados a su historia y modelos más famosos, tantos que su publicación se ha convertido en el principal negocio de varias editoriales especializadas. Sin embargo, es poco lo que sabemos de su fundador, el bávaro Hans Wilsdorf, férreo controlador de su intimidad y del cual aún hoy se siguen descubriendo pequeños secretos que hacen las delicias de los seguidores de la marca. Nació en 1881 en la ciudad de Kulmbach y pronto tuvo que buscarse la vida tras perder a sus padres con 12 años. Con la mayoría de edad recién cumplida partió a Suiza, donde descubrió el negocio de la relojería. El siguiente paso fue trasladarse a Londres. Allí conoció al que sería su futuro socio y cuñado (se casó con su hermana), Alfred Davis. Y con él formaría en 1905 la sociedad Wilsdorf & Davis, que tres años más tarde, en 1908, se convertiría en Rolex Watch Co.

Dos factores explican el éxito de Rolex en un mercado por entonces saturado de marcas relojeras procedentes de Suiza. Wilsdorf era un genio del marketing. La misma elección del nombre, escogido por ser corto y fácil de pronunciar en todos los idiomas, lo demuestra. Entendía el potencial de los medios de comunicación. En 1926 presentó la caja Oyster, la primera completamente hermética gracias a la inclusión de una corona atornillada que aún hoy se utiliza. Un año más tarde vio la oportunidad de dar a conocer mundialmente su producto poniendo en la muñeca de Mercedes Gleitze un reloj de su marca cuando ésta cruzó el Canal de la Mancha. La jugada se repetiría en 1953 con la primera ascensión al Everest y en 1960 con el récord de profundidad del batiscafo Trieste en la Fosa de las Marianas, en 1960.

Pero, además, Wilsdorf fue un visionario. Él fue el primero en descubrir el futuro del reloj de pulsera en un tiempo aún dominado por los modelos de bolsillo. También fue pionero en desarrollar el sistema automático de carga en 1931. Concebía Rolex como una herramienta, alejado de la idea de lujo que se tenía entonces del reloj. Tenían que ser prácticos, precisos y fáciles de utilizar. Bajo este precepto se desarrollaron modelos que se han convertido en iconos de la relojería del siglo XX. En 1952 se presentó el primer Explorer, un año más tarde el Submariner y en 1954 el Milgauss (resistente a los campos magnéticos) y el GMT-Master, el primer reloj en indicar mediante agujas dos husos horarios diferentes.

Hans Wilsdorf murió en 1960 en Ginebra, la ciudad donde había trasladado la sede de la firma 40 años antes. Sin descendencia, dejó por escrito que el imperio relojero fuera gestionado por la fundación que llevaba su nombre. El organigrama de la empresa se ha mantenido desde entonces. Su sucesor, André Heiniger, fue fiel al trabajo del fundador, combinando el lanzamiento de nuevos modelos (Cosmograph en 1963, SeaDweller en 1966, Explorer II en 1971) con la presencia de Rolex en eventos mediáticos (como el Submariner en Doctor No, la primera película de James Bond) y escogiendo inteligentemente a los embajadores de la marca: Arnold Palmer, Paul Newman, Roger Federer...

La filosofía de Wilsdorf sigue presente en los aspectos cotidianos de Rolex, incluida la alergia a dar cualquier cifra (sigue operando como fundación y, al no disponer de socios o cotizar en Bolsa, no necesita hacer pública su facturación). Según datos publicados por el periodista austriaco Alexander Linz, Rolex produce unos 600.000 relojes al año, con unas ventas de 2.615 millones de euros. Por supuesto, la marca no da publicidad a estos números. Discreción ante todo.

viernes, noviembre 28

La primera ofrenda de flores



(Un texto leído en el especial del Heraldo de Aragón del 1 de junio de 2014) 

La Ofrenda de Flores, quizá el acto con mayor significado de las Fiestas del Pilar, tuvo un nacimiento modesto. Desde principios de los años 50 la Virgen, en su camarín, recibía flores el día 12 de octubre. Pero fue el concejal Manuel Rodeles, presidente de la Comisión de Festejos del Ayuntamiento, quien ese año decidió canalizar el rito y hacer algo parecido a lo que había contemplado con sus propios ojos un año antes: la Ofrenda a la Virgen de los Desamparados en Valencia.

En uno de los muros de la basílica, justo en el sitio donde años más tarde se instalaría el relieve de mármol blanco de Pablo Serrano, se dispuso un pequeño altar con una réplica de la imagen de la Virgen del Pilar. La Comisión de Festejos, para animar a la ciudadanía, compró 20.000 claveles y los repartió gratuitamente. El fervor popular hizo el resto. El martes, 14 de octubre de 1958 (en aquella época no se publicaba los lunes) HERALDO contaba:

«En el altar situado en el centro de la fachada principal de la basílica se había colocado una imagen monumental de Nuestra Señora, cuyo manto se fue llenando de flores llegadas de todas las regiones de España y tejidas con admirable habilidad por técnicos en esta tarea, que se mostraron verdaderos artistas. El manto y el altar quedaron rápidamente cubiertos. En el desfile, que fue presenciada por muchos miles de personas apiñadas en la plaza de las catedrales, llegaron en primer término los ramos de nuestras escuelas con primorosos cestos de flores. Después, muchas señoritas ataviadas con los trajes regionales de ceremonia más típicos subieron al altar de dos en dos para ir volcando sus canastillas y ramilletes de flores a los pies de la Virgen. Había en estos grupos representaciones de Castilla, Levante, Cataluña, Andalucía, Galicia, Vascongadas y Aragón, de las tres provincias y de todos los barrios de la ciudad. El desfile, verdaderamente animado, e interesante, causó una gran impresión en el público que lo presenciaba, considerándolo como uno de los festejos más acertados del programa del día principal de la fiestas. Puede decirse que participaron en la Ofrenda más de dos mil muchachas, bellísima presencia de todas las regiones de España en nuestras fiestas del Pilar».

La Ofrenda se consolidó muy pronto como un acto central de las fiestas, hasta el punto de que en 1964 se creó otra, la de Frutos, organizada por las casas regionales. Y al año siguiente fue declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional. Apenas cambió en mucho tiempo, tan solo las flores dejaron de ser aportadas por el Ayuntamiento y cada participante pasó a pagarlas de su bolsillo. Se programaron pequeñas actuaciones folclóricas y, sobre todo, y ante el creciente número de público que participaba en ella, se introdujeron mejoras para intentar mantenerla dentro de un orden.

La 'revolución' llegó a finales de los 90. Fue en 1998 cuando el cineasta Bigas Luna, gran conocedor de la fiesta y de la ciudad -todos los años participaban en la Ofrenda su mujer y su hija-, animó a cambiar la ubicación de la Virgen para que la ceremonia ganara espectacularidad.

La idea era sencilla: consistía en situar a la Virgen sobre una gran columna en el centro de la plaza del Pilar, frente a la puerta oeste de la basílica y ante la fuente de la Hispanidad. Así se ganaba amplitud para los espectadores, los participantes y el propio manto de la Virgen, que ya no tenía la limitación de la fachada de la basílica. Para ello, hubo que diseñar una malla metálica que rodeara la Virgen y que se iba rellenando con los ramos que entregaban los participantes.

Esta nueva disposición se reveló muy pronto como todo un éxito porque, además de ganar más espacio para las flores, permitía la creación de un nuevo itinerario de entrada. Además del tradicional, que llegaba por la calle de Alfonso I, se podía utilizar otro, que transcurría por el puente de Piedra/calle de Don Jaime l. De los 2.000 participantes de la primera Ofrenda de Flores se había pasado a los 400.000, y ello había hecho que el acto durase más de nueve horas. La nueva disposición, además, permite a los participantes abandonar la plaza con mayor rapidez.

La imagen de la Virgen mide más de tres metros de altura, incluyendo la corona y el manto, y unos 15 la estructura total. La virgen se eleva sobre un andamiaje troncopiramidal de 6 cuerpos, que pesa en torno a 40 toneladas dado que está compuesto por piezas estándar de hierro y otros materiales resistentes. El anclaje de la estructura, del manto y de la Virgen se han diseñado a prueba del cierzo más fuerte. El andamiaje se empieza a montar dos días antes para evitar imprevistos de última hora.

El manto tradicionalmente está tejido con claveles y gladiolos blancos, y sobre él luce una cruz de Lorena (cruz roja de doble barra) confeccionada con claveles rojos. Pocos conocen su significado: es el símbolo mundial de la lucha antituberculosa y está ligado a la Ofrenda desde 1960, cuando un enfermo que se encontraba ingresado en el Sanatorio Antituberculoso decidió enviar una cruz floral de este tipo a la ceremonia. En la actualidad es una asociación integrada por personal del hospital Royo Villanova quien se encarga de cumplir con la tradición.

Aún se han introducido más mejoras. El año pasado, por ejemplo, se habilitó una escalera (55 peldaños) que permitía subir hasta el primer nivel del manto para hacerse fotografías con la imagen. También, desde hace unos años, los ciudadanos de todo el mundo pueden enviar sms para colocar flores virtuales a los pies de la Virgen. Y seguramente aguardan nuevos cambios en el futuro. Pero, con todo, la Ofrenda sigue fiel al espíritu que siempre ha tenido: el de una fiesta religiosa y social en la que los aragoneses, unidos, se sienten partícipes de un sentimiento común.

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jueves, noviembre 27

La fregona: una batalla legal



(Un texto de J.F. Losilla Eixarch leído en el especial del Heraldo de Aragón del 1 de junio de 2014)

La autoría de la invención de la fregona ha sido motivo de una prolongada disputa entre las familias de Manuel Jalón Corominas y de Emilio Bellvis Montesano. Sin embargo, el 1 de abril de 2009 la Sección 5ª de la Audiencia provincial de Zaragoza dictó sentencia firme que señalaba que «sin negar que el Sr. Bellvis realizara una invención en el sector de los “fregasuelos”, sin embargo, quien inventó el artefacto denominado ‘fregona’ fue el Sr. Jalón». De esta forma desestimaba el recurso presentado por Emilio Bellvis Martín y Manuel Bellvis González (hijo y nieto de Emilio Bellvis Montesano) contra la sentencia del Juzgado de lo Mercantil nº 1 de Zaragoza de 6 de noviembre de 2008, en la que se declaraba que Manuel Jalón era el inventor de la fregona. El 17 de abril de 2013 la misma Audiencia condenó a los Bellvis a una multa. La familia Bellvis, sin embargo, siempre ha defendido que son ellos los verdaderos inventores.  

miércoles, noviembre 26

La fregona, una aportación universal



(Un texto de J.F. Losilla Eixarch leído en el especial del Heraldo de Aragón del 1 de junio de 2014)

En los 60, Manuel Jalón cambió la vida y los hábitos en los hogares de España y de decenas de países con el escurridor fregona. Un producto que cosechó unas ventas millonarias. Este ingeniero aeronáutico también contribuyó decisivamente en la creación de la jeringuilla desechable. 

Manuel Jalón Corominas 0925- 2011) es el ejemplo […] de […] vitalidad creativa. Nacido en Logroño pero radicado en Zaragoza desde muy joven, ha pasado a la historia por ser el inventor de la fregona. Un objeto cotidiano y, en apariencia sencillo, que ha contribuido a mejorar la calidad de vida de millones de personas en todo el mundo.

Su biografía resulta apasionante por su admirable capacidad de trabajo y de creación. Su padre, capitán del Ejército, falleció en la Guerra Civil, un hecho que le obligó a madurar y a contribuir al sostén de su madre y de sus cuatro hermanos. Dejó atrás abruptamente las travesuras para ponerse los pantalones de adulto responsable. Había vivido gran parte de su infancia en el campo y la naturaleza supuso un estímulo muy beneficioso. Pero la familia se vio forzada a instalarse en el Madrid de la posguerra. Tiempos de carestía y de racionamiento.

Jalón se matriculó en Ingeniería Aeronáutica gracias a unas becas que presentaban unas condiciones muy duras. «No podía permitirse el lujo de suspender porque se acabarían sus aspiraciones. Dedicó muchas horas a los estudios y logró ser de los primeros de su promoción», rememora su hijo Manuel. En 1955 se desplazó a Estados Unidos para realizar un curso para el mantenimiento de los primeros aviones a reacción, los F-86. Este acontecimiento alteró su guión vital, situándolo en Zaragoza. Durante una década dirigió el taller de estas aeronaves en la Base Aérea. Escrupuloso y tenaz, consiguió unos niveles de seguridad incluso superiores a los americanos.

«Vivía en la Residencia de oficiales de Aviación, que estaba en el número 4 del paseo Calvo Sotelo (actual Gran Vía). Por las mañanas se dedicaba a la aviación y las tardes las dedicaba a sus proyectos. Tenía en mente que quería inventar y fabricar algo. Al principio valoraba centrarse en el ámbito del Ejército, pero un amigo le convenció para que no lo hiciera. Fue entonces cuando recordó los lavasuelos que había visto en los hangares de EE. UU. y se propuso aplicarlos en el ámbito doméstico», explica Manuel.

Un chispazo providencial sobre el que trabajó durante varios años. Innovó en modelos ya existentes de lavasuelos de prensa y de rodillos, uno de los cuales era de uso industrial y todavía hoy en día es el despachado por Walmart para todo el planeta.

Paralelamente, en 1958 promueve en Zaragoza la empresa Manufacturas Rodex, que será la plataforma adecuada para plasmar todos los diseños. Le acompañaron en esta aventura unos 20 socios. «Mi padre confeccionó el plan económico, contactó con los proveedores, solicitó financiación y buscó el taller en el que fabricar todos los productos», prosigue Manuel.

Pero su obra cumbre estaba por llegar. Fue el escurridor fregona, un modelo que se mantiene vigente en nuestros días y que se ha exportado a decenas de países. «Aplicó sus conocimientos en aeronáutica en muchos detalles. Las paredes del cubo no son verticales, sino ligeramente curvas. Eso aumenta enormemente la resistencia y requiere menos material, lo cual redunda en un ahorro de costes. Es ligero, manejable y con un precio asequible para todos los hogares», revela.

Paradójicamente, el éxito no fue automático. Hubo que aguardar hasta 1964 para que se popularizara. «No resulta sencillo vender algo que no existe, que la gente no reclama porque lo desconoce. En la España de los años 50 y principios de los 60 se tenía asumido que se fregaba de rodillas. Cambiar esos hábitos requirió medios y mucha imaginación», relata.

El zaragozano Enrique Falcón, el primer comercial de Rodex, fue el encargado de realizar demostraciones en las tiendas de todo el país. No quedaba otro remedio que exhibir las bondades de la nueva fregona sobre el terreno, en el cara a cara con potenciales clientes. «La mujer de Enrique Falcón tuvo el privilegio de ser la primera persona en utilizar la fregona, cuando estaba en fase de pruebas. Además, su hijo José María, que era muy simpático, solía acompañar a su padre en las visitas a los comerciantes», añade.

Las campañas de márquetin alentadas por Jalón no terminaban ahí. Era un fijo en la Feria de Muestras de Zaragoza, pegando en el suelo unas huellas que conducían al puesto de Rodex. También utilizó el escaparate de las vueltas ciclistas, cambiando el tradicional coche escoba por el coche fregona, que se detenía en cada una de las poblaciones del recorrido. Pionero en lo que se denomina márquetin de guerrilla, adquirió del Ejército una partida de pequeños paracaídas hechos de seda, los personalizó con el logo de su compañía y los lanzó en una feria en Barcelona. Eran recogidos por los asistentes al evento, que utilizaban la seda para confeccionar prendas. Un método infalible para penetrar en el mercado y en la mente del público.

La lógica se impuso y la fregona pasó a ser un integrante más en los hogares. Levantó a la mujer del suelo, erradicando enfermedades que afectaban a las rodillas, las manos y la columna vertebral. «Recibimos cartas entrañables dándonos gracias por el invento. Por ejemplo, escribió la gobernanta de un hospital que explicaba que para las limpiadoras había sido un grandísimo avance en la recuperación de su feminidad y porque dejarían de estar estigmatizadas socialmente. Hasta entonces las manos les olían a lejía. Un cura contó que se animaba a fregar en la iglesia. Fue una manera de que los hombres se involucraran en las tareas domésticas», comparte Manuel Jalón hijo. También surgieron quejas en tono jocoso: «Algunos amigos de mi padre lamentaban que con la fregona ya no se podía ver las piernas bonitas de las limpiadoras del Sepu o de Galerías. Bromas al margen, lo auténticamente importante es que poco a poco se venció la resistencia al cambio».

La capacidad emprendedora de Jalón, nombrado hijo adoptivo de Zaragoza en 1992, no murió aquí. A mediados de los 90, lideró un nuevo proyecto. Fabersanitas, con base en Fraga.