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...o una historia, o una anécdota... Simplemente algo que me haga reir, pensar, soñar o todo a la vez, si cabe ..Si quereis mandarme alguna de estas, hacedlo a pues80@hotmail.com..

viernes, enero 31

Cremas con ácidos: la clave para una piel radiante

(Un texto de Laura Requejo en la revista Mujer de Hoy del 29 de septiembre de 2018)

Si quieres uno de esos rostros radiantes que brillan con luz propia, necesitas incluir los ácidos en tu rutina de belleza. Glicólico, láctico, hialurónico, azelaico... Te explicamos cómo, cuándo y por qué.

Qué son
Aunque su nombre intimida, los ácidos son ingredientes esenciales en la nueva cosmética regeneradora que promete pieles perfectas y rostros luminosos. No todos son iguales ni hacen lo mismo: los alfa-hidroxiácidos o AHA (entre los que se cuentan el glicólico y el láctico) y los beta-hidroxiácidos o BHA (salicílico) tienen un alto poder exfoliante a diferentes niveles. El azeláico y el ascórbico (la vitamina C) también, pero además son capaces de reparar manchas y marcas producidas por el acné. El hialurónico centra sus esfuerzos en la hidratación y el oleico es esencial para recuperar la capa lípida de la barrera de protección.

Para qué sirven
Los de efecto exfoliante rompen las uniones entre las células muertas que se acumulan en la superficie. Así hacen más fácil que se suelten y se eliminen. En realidad, este es un proceso que el organismo debería hacer por sí mismo cada 21 días. Pero, con la edad, la regeneración celular se hace más lenta. Los AHA y los BHA estimulan y aceleran todo ese ciclo. Los primeros son solubles en agua, aptos para todo tipo de pieles y actúan a mayor profundidad, con lo que, además de producir una renovación celular, activan la síntesis de colágeno. Los BHA son solubles en aceite y trabajan en el interior del poro, donde se deshacen de acumulaciones de sebo y células muertas. Su uso está mas dirigido a pieles con acné.

Por qué
Son la vía rápida para un rostro suave, perfecto y radiante. Al eliminar la irregularidades de la piel, su superficie se alisa y la luz incide de forma más directa. Eso es lo que da el aspecto de rostro luminoso. Con menos obstáculos todos los cosmétios que te apliques van a ser más efectivos.

Cuál elegir
El ácido glicólico es para todas las pieles, aunque las sensibles deben empezar con concentraciones bajas o con ácido láctico o mandélico. El salicílico es perfecto para granos y acné, y el azeláico, para rosáceas incipientes.

Para quién
Para los rostros apagados. Los encuentras formulados en sérums que actúan a lo largo del día, pero también en tónicos y líquidos que se usan con un disco de algodón después de la limpieza. Úsalos mejor por la noche porque algunos son irritantes y otros producen fotosensibilidad (hacen que tu piel reaccione con el sol) y pueden producir enrojecimientos o manchas.

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jueves, enero 30

Verduras y hortalizas: lo que ahora tiras puede curarte

(Un texto de A. Paris en la revista Mujer de Hoy del 29 de septiembre de 2018)

Las partes que desechamos en la cocina de nuestras verduras y hortalizas favoritas son ricas en principios activos beneficiosos para combatir los achaques. ¿Sabes cómo sacarles provecho?

Las terapias naturales nos llaman la atención. Según el barómetro elaborado en febrero por el CIS, más de la mitad de los españoles ya conoce los beneficios que aportan a su salud disciplinas como el yoga, la acupuntura o la meditación. Por supuesto, los remedios a base de plantas medicinales forman parte de ese listado y el 71% de los encuestados acude a ellas para problemas puntuales. Pero a todos se nos olvida que nuestra despensa también es una fuente de remedios saludables, y lo mejor de todo es que para aprovecharla no hace falta dejarse el presupuesto: basta con aprovechar la parte de las frutas y verduras que solemos desechar cuando cocinamos. ¿No te lo crees? Pues di adiós al despilfarro y descubre el poder de los remedios más naturales y ecológicos.

Bolsitas de té usadas para tus ojos
Ya tienes claro el poder antioxidante del té verde y la gran cantidad de polifenoles que aportan a tu dieta. Lo que quizá no tengas en cuenta es que muchas de esas virtudes siguen presentes en las bolsitas de té usadas que desprecias después de hacerte tu infusión matutina. Es hora de aprovecharlas.

La receta: si tienes los ojos hinchados o rojos, prepara un té con dos bolsas, escúrrelas y ponte una en cada ojo durante 15 minutos. Sus taninos te ayudarán a rebajar la inflamación.

Un plus: si tienes fiebre, tómate un té poco cargado. Sus componentes te refrescarán y te ayudarán, además, si tienes revuelto el estómago.

Coles para tu estómago... y tu esguince
La familia de las coles ofrece múltiples ventajas para nuestra salud. Todas ellas son ricas en vitamina U, un micronutriente que ayuda a proteger nuestra mucosa intestinal, de hecho, es capaz de eliminar o disminuir la población de la Helicobacter pylori, una bacteria que, si prolifera, puede provocar úlceras en el estómago.

La receta: usa la parte central de la col (nervio central incluido) para hacerte un zumo con ayuda de la licuadora. Si bebes de 50 a 200 cc de este jugo a diario reforzarás la salud de tu estómago y disminuirás la población de Helicobacter.

Un plus: también puedes usar las hojas exteriores de una col blanca o verde (esas que ibas a desechar porque son demasiado duras para cocinarlas) para hacer un remedio antidolor si te has hecho daño en una rodilla o un esguince en el tobillo. Para ello retira el nervio central de algunas de esas hojas exteriores y aplástalas con un rodillo para extraer los ingredientes activos. Coloca este fluido encima de dos o cuatro hojas de col y ponlas sobre la articulación dolorida. Mantén las hojas en su sitio envolviéndolas con film transparente, pero sin apretar. Mantén así dos horas.

Alcachofa como cura détox
Para cocinar solemos emplear los corazones de alcachofa y despreciar las hojas exteriores. Pero incluso estas tienen mucho que ofrecer si queremos, por ejemplo, hacer una puesta a punto a nuestro hígado después de una temporada de excesos alimenticios. Sus buenos resultados derivan de que estas hojas contienen tres ácidos de efecto diurético: málico, cítrico y tartárico que aumentan la secreción de bilis.

La receta: sumerge 50 g de hojas exteriores durante 15 minutos en 1 litro de agua hirviendo. Puedes usar esta decocción para tu cura détox a razón de tres tazas al día durante una semana.

Un plus: si no te desagrada su sabor, otro remedio es secar las hojas exteriores y hacer una decocción con ellas que puedes conservar en la nevera. Si tomas de 10 a 50 cl diarios de este líquido, tus venas y arterias te lo agradecerán porque sirve para prevenir la arterosclerosis.

Puerro contra el dolor de garganta
Ya sea porque te has resfriado, te has quedado afónica o tienes faringitis la parte verde del puerro, que normalmente deshechas, será tu tabla de salvación.

La receta: cuece esta parte del puerro en agua, cuela el caldo resultante y bébelo tibio durante un par de días para recuperar la voz. Otro remedio eficaz es exprimir las hojas verdes para extraer el jugo y mezclar con dos cucharadas de miel pura. Toma una cucharadita tres veces al día durante un par de días.

Un plus: no solo en las hojas reside el poder del puerro, las raíces también cuentan. Si las colocas cocidas en una compresa junto a algunas semillas de pimienta negra y haces una cataplasma caliente con la mezcla la puedes usar sobre la garganta durante 30 minutos y calmar así el dolor. Aunque no lo parezca estas pequeñas raíces contienen moléculas que ayudan a descongestionar las vías respiratorias.

Hojas de zanahoria anticomezón
Las zanahorias de la huerta, con sus largas hojas, no solo son más bonitas, es que esas hojas pueden salvarnos cuando nuestra piel se queja. La parte superior de esta hortaliza también es rica en betacarotenos, un poderoso antioxidante, y posee vitaminas B1 y B6 con propiedades antiinflamatorias capaces de calmar el picor de la piel, especialmente el que ha sido provocado por una picadura de mosquito.

La receta: pica las hojas finamente y envuélvelas en un paño o una compresa muy fina para aplicar como una cataplasma sobre la piel irritada hasta 15 minutos tres veces al día.

Un plus: puedes probar las hojas de zanahoria como enjuague bucal para calmar el dolor de las aftas bucales añadiendo un puñado de hojas picadas en un vaso grande de agua y manteniendo la mezcla 30 segundos en la boca antes de escupir.

Hojas de hinojo contra la tos
Otras que suelen terminar en la basura pero que pueden salvarte el invierno. Tradicionalmente el hinojo se emplea para favorecer el apetito, pero también es un buen aliado para acabar con la tos de origen bronquial.

La receta: no puede ser más sencilla. Solo tienes que hacerte una tisana con ellas y la parte verde del hinojo picada.

Un plus: otra de las virtudes de la infusión de hinojo es que facilita la digestión y limita la formación de gas. Si deseas usarlas para este fin, infusiona durante 10 minutos un puñado de hojas y/o 2/3 tallos en 50 cl de agua. Puedes beber cinco tazas al día de este remedio.

Piel de limón y adiós a los hongos
¿Notas la piel de tus tobillos y talones más gruesa, amarillenta o descolorida? ¿Te pica entre los dedos de los pies? La piel del limón te puede ayudar a eliminar estos síntomas a la perfección y de manera sencilla.

La receta: escoge un limón orgánico, pélalo y frota el interior blanquecino directamente sobre el área afectada al menos un par de veces al día durante una semana. Más sencillo, imposible.

Un plus: la corteza del limón es rica en ácido cítrico, una sustancia que se encuentra en algunos productos antimicóticos de los que encuentras en la farmacia y limita la proliferación de varios tipos de hongos.

Hueso de aguacate en las articulaciones
No solo la carne del aguacate es rica en ácidos grasos buenos para tu salud, el hueso que solo usas para que el guacamole no se oxide y después desprecias, también.

La receta: retira la película marrón que envuelve dos huesos de aguacate antes de machacarlos en un mortero y coloca el resultado en una pequeña botella de vidrio. Después rellena la botella con 100 g de aceite de oliva (bio y de primera presión en frío) y deja macerar la mezcla tres o cuatro días al sol. Filtra el líquido resultante y agrega un par de gotas de vitamina E. El aceite resultante lo puedes usar para masajear contracturas o articulaciones dolorosas. La mezcla se mantiene unos tres meses si la conservas protegida de la luz y lejos del calor.

Un plus: el hueso de aguacate contiene muchos aminoácidos y antioxidantes (flavonoides) que tienen una acción antiinflamatoria y que no vale la pena desechar. Otra manera de aprovecharse de él es pelarlo, dejar que se seque al sol e incluirlo, rallado, en nuestras recetas.

Ajo para ayudarte con el colesterol
Se te han quedado secos en la alacena y ya iban camino del cubo de restos orgánicos, pero no deberían acabar ahí, sino en tu botiquín. Sus más de 75 compuestos de azufre diferentes actúan como antiagregante plaquetario, lo que le convierte en un aliado contra el colesterol.

La receta: si no te ves capaz de tomar dos dientes de ajo crudos al día o deseas utilizar esos ajos que ya no te sirven para cocinar te recomendamos que elabores jarabe de ajos. Para hacerlo necesitas 400 g de ajos machacados, 400 cc de vinagre y 400 cc de agua. Mezcla los ingredientes y déjalos macerar durante cuatro días agitando el envase tres veces al día. Al cuarto día incorpora a la mezcla una cuarta parte de glicerina y deja reposar un día más. Filtra el resultado a través de un paño limpio y agrega 250 g de miel pura. Toma una cucharada al día.

Un plus: El ajo contiene alilcisteína, un aminoácido que ayuda a despegar la mucosidad de los bronquios, por lo que el remedio sirve tanto para cuidar tus niveles de colesterol como para la tos.

Con tus propias manos
En lugar de tirar las huesos de cereza te ofrecemos otra opción: que los guardes hasta reunir un kilo y, entonces, te confecciones una bolsa de calor artesanal y 100% natural. Una vez tengas todos los huesos ponlos en una cacerola, agrega una cucharada de sal y 1/3 de vaso de vinagre. Lleva a ebullición de ocho a 15 minutos. Después enjuaga de nuevo los huesos, que ya estarán desinfectados, y déjalos secar al sol durante dos días. Entonces mételos en una bolsa de tela y cuando la necesites porque, por ejemplo, tienes tortícolis, caliéntala brevemente en el microondas antes de aplicarla en el lugar donde te duele.

Una cura de belleza
¿Te han regalado rosas y se están secando? Pues aprovecha la oportunidad para hacer una buena provisión de remedios naturales gracias a esos pétalos marchitos. Por ejemplo, la infusión de 30 g de pétalos de rosa (sumergidos durante cinco minutos en agua muy caliente) sirve como tratamiento para las bolsas de los ojos si empapas un par de gasas estériles en esa solución y las colocas en los párpados.

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miércoles, enero 29

El último fusilado en Francia


(Un texto de Luis Reyes en la revista Tiempo del 15 de marzo de 2016)

Fort d’Ivry, 11 de marzo de 1963. El coronel Bastien-Thiry es pasado por las armas por el atentado contra De Gaulle.

El firme estaba mojado por la lluvia, pero el Citroën DS-19 rodaba a 110 kilómetros por hora (velocidad alta en la época) por la CN 306, rumbo a la base aérea de Villacoublay. Le precedían dos motoristas y le seguía otro automóvil idéntico con la escolta; no llevaba distintivos y no estaba blindado. Le faltaba poco para alcanzar su destino cuando comenzaron las ráfagas de ametralladora.

El pasajero junto al chófer gritó: “¡Al suelo padre!”. En el asiento de atrás, un hombre de casi dos metros se dobló como pudo, cubriendo con su corpachón a la mujer que le acompañaba. Las balas silbaron sobre ellos, el Citroën recibió 14 impactos, algunos se clavaron en los respaldos, el cristal trasero saltó hecho añicos aunque milagrosamente nadie fue alcanzado. Las ruedas del Citroën reventaron, pero el conductor obedeció la orden del copiloto: “¡Acelere!”. Logró esquivar una furgoneta surgida de la nada que intentó embestirle y a toda velocidad pudo llegar a Villacoublay, donde los militares vieron con horror surgir de aquel colador al presidente de la República.

Hay que decir que el chófer, Francis Marroux, era un antiguo maquis reconvertido en gendarme (equivalente francés a guardia civil), y ya había superado con igual sangre fría otro atentado hacía menos de un año. El copiloto, el único que habló durante el ataque, estaba acostumbrado a dar órdenes, era el coronel Alain de Boissieu, ayudante de campo y yerno del presidente. Y los pasajeros eran, obviamente, el general De Gaulle y su esposa, Yvonne de Gaulle.

El general estaba indignado. Él era militar de carrera y sabía que el enemigo te dispara, pero había visto la muerte muy cerca de su esposa y eso no se podía consentir. Hay que respetar a las damas… Él, por ejemplo, respetaba tanto a su mujer que jamás se atrevió a tutearla. Charles de Gaulle era un caballero chapado a la antigua, tenía principios firmes, creía en la patria, la religión y la familia. Como hombre de honor que era, ¡ay de quien deshonrase esos valores! Puesto que además tenía mal carácter, no comprendía las debilidades, era tremendamente soberbio y bastante rencoroso, podía ser despiadado con sus adversarios.

Desde su llegada al poder para “salvar a Francia” por segunda vez, en 1958, su enemigo principal era la Organización del Ejército Secreto (OAS), un potente grupo armado opuesto a la independencia de Argelia, formado por militares y pied noirs (colonos franceses). Había empezado aterrorizando a los independentistas argelinos, pero luego pasó a asesinar a franceses traidores, aquellos dispuestos a abandonar Argelia. Entre ellos, el presidente De Gaulle, que con su larga visión de estadista había comprendido que el colonialismo era insostenible.

Cinco veces atentaron contra su vida, pero De Gaulle no se amilanó. Si había sido el único francés capaz de enfrentarse a Hitler en 1940, un puñado de extremistas no iba a poder con él. Les respondió con todo el poderío del Estado, pero también con sus mismas armas criminales. Por un lado creó una jurisdicción militar excepcional para reprimir la subversión; por otro, organizó unas células anti-OAS, les Barbouzes (los barbas postizas), 300 elementos dispuestos a todo que ponían bombas, secuestraban, torturaban y asesinaban a miembros o simpatizantes de la OAS, y dio carta blanca a los servicios especiales para actuar fuera de las fronteras, de modo que la OAS se quedó sin santuarios en los países vecinos.

Brillante ingeniero.

El organizador de los atentados era uno de los cerebros más brillantes del ejército, el teniente coronel Bastien-Thiry. De familia noble y católica, Jean-Marie Bastien-Thiry estudió en el centro más prestigioso de Francia, l’École Polytechnique, antes de ingresar en el Ejército del Aire como ingeniero aeronáutico. Era el genio francés en el diseño de misiles, pero tras su fachada de científico había un hombre de radicales convicciones ideológicas, que justificaba el asesinato del presidente de la República recurriendo a Santo Tomás de Aquino y la teoría del tiranicidio.

Bastien-Thiry, que usaba el nombre clave Didier, no pertenecía a la OAS, sino al Vieil État-Major, una organización clandestina mucho más elitista, como indica su nombre, de la que hasta hoy día no se sabe casi nada. La OAS sería simplemente su instrumento para el tiranicidio, la infantería que daría el callo, mientras que Didier era el general, el estratega. En un detalle de sofisticación bautizó la operación Charlotte Corday, en memoria de la tiranicida de la Revolución Francesa, la republicana moderada que asesinó a Marat.

El comando ejecutor era de 12 hombres, la mayoría militares, incluido un joven oficial con uno de los apellidos más nobles de Francia, Condé, y tres exilados húngaros que habían combatido a los rusos en 1956. Tenían ametralladoras, metralletas y explosivos, y usaron una furgoneta, una camioneta y un turismo. Bastien-Thiry no participó en el tiroteo, estaba adelantado en la carretera y simplemente avisó de la llegada del convoy presidencial.

Tras el atentado, Didier volvió a su vida normal y se fue en misión oficial a Inglaterra, pero la OAS estaba muy infiltrada por los servicios secretos, en 15 días habían detenido a casi todos los participantes y, a su vuelta de Inglaterra, a Bastien-Thiry.

En enero del 63 comenzó en el Fuerte de Vincennes el consejo de guerra, aunque con un grave hándicap jurídico: el Tribunal Militar de Justicia creado por De Gaulle había sido declarado ilegal por el Consejo de Estado, por contravenir los principios generales del Derecho al ser sus sentencias sin apelación. Pero el general De Gaulle no admitía que viniesen unos constitucionalistas a enmendarle la plana, dictó una nueva ley y mantuvo al tribunal para el juicio.

Duró poco más de un mes y Bastien-Thiry aprovechó para hacer una gran pieza oratoria en la que desarrollaba su ideología, aunque a la hora de la verdad negó que pretendiera asesinar al tirano y afirmó que solo quería secuestrarlo para “someterlo a juicio”. No le valió, fue sentenciado a muerte junto a otros dos acusados. El presidente De Gaulle conmutó la pena capital de estos, pero no la de Bastien-Thiry, argumentando que se había disparado contra mujeres, se había disparado contra niños –el coche de una familia numerosa fue alcanzado por las balas– y encima el responsable supremo, Bastien-Thiry, no había tenido el valor de estar en primera línea junto a sus soldados cuando empezaron los tiros. El general insistió en el último argumento, no quería solamente ejecutar al hombre que había puesto en peligro la vida de Madame de Gaulle, sino humillarle llamándole cobarde.

Bastien-Thiry fue fusilado al amanecer –el último fusilamiento en Francia– con un rosario en las manos, como un mártir cristiano. Posteriormente De Gaulle, en uno de sus característicos sarcasmos, diría: “Los franceses necesitan mártires… Yo podría haberles dado uno de esos generales estúpidos que juegan a la pelota en la prisión de Tulle [los cuatro generales unidos a la OAS] pero les di a Bastien-Thiry. Lo convertirán en un mártir. Se lo merece.”

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martes, enero 28

Barba Azul


(Un texto de Luis Reyes leído en la revista Tiempo del 24 de febrero de 2017)

Versalles, 25 de febrero de 1922. Es guillotinado Landru, asesino de viudas ricas a las que proponía matrimonio.

Charles Perrault ha pasado a la Historia como autor de Caperucita roja y Pulgarcito, La bella durmiente y La Cenicienta. En realidad lo que hizo fue codificar y editar Cuentos de la madre Oca, ocho relatos del acervo popular, de la narrativa oral que pasaba de abuelos a nietos. Entre ellos hay sin embargo uno que contrasta con los demás por su falta de elementos fantásticos, por su crudeza naturalista. Es Barba Azul, crónica de un asesino en serie de mujeres.

Las raíces del mito de Barba Azul son ancestrales, y su versión más famosa es, desde luego, las Mil y una noches, aunque Perrault tenía ejemplos más cercanos. El más antiguo era un personaje de las leyendas bretonas altomedievales, el conde Conomor el Maldito, que asesinaba a sus esposas cuando se quedaban embarazadas, una forma radical de eliminar a los hijos que podrían desplazarlo al crecer. Entre las víctimas estaba Santa Trifina, virtuosa dama de la nobleza que frecuentaba la abadía de Rhuys, fundada por San Gildas. Conomor la degolló al saberla encinta, aunque San Gildas la resucitó para que diese a luz a su hijo. El niño, Tremeur, se crió con el santo en la abadía de Rhuys, pero un día se encontró en el campo con su padre, que adivinando quien era también lo degolló. Las imágenes de San Tremeur en las iglesias de Bretaña le representan decapitado y portando en la mano su propia cabeza. El folclore bretón ajustaría las cuentas al malvado Conomor, que aparece como un hombre-lobo.

Sin embargo el Barba Azul legendario no puede compararse al auténtico que nos ofreció la crónica de sucesos francesa ya en el siglo XX, Henri Desiré Landru. Cien, doscientas, trescientas, nadie sabe el número de mujeres que asesinó. La Policía calculaba entre 117 y 293 víctimas, pero fue a la guillotina solamente por el asesinato de once… Las que tenía apuntadas en su agenda.

La Gran Guerra había revalorizado mucho a los hombres vivos y en una pieza. La carnicería en los campos de Europa supuso la muerte de ocho millones y medio de varones jóvenes, un millón y cuarto de ellos franceses, además de otros tantos mutilados o con la salud quebrantada, de modo que cuando apareció en Le Journal un anuncio que decía: “Viudo, dos hijos, 43 años, solvente, afectuoso, serio y en ascenso social desea conocer a viuda con deseos matrimoniales”, centenares de mujeres le escribieron.

Vulgar estafador

El anuncio decía la verdad a medias, porque todo fraude tiene que ir rodeado de verdades. Henri Desiré Landru tenía la edad y los hijos que decía, era ciertamente afectuoso y se tomaba muy en serio su “trabajo”. Pero ni estaba viudo ni era solvente, aunque esperaba ascender socialmente desvalijando a sus víctimas. Había sido un estafador de poca monta hasta la guerra, hacía chanchullos de toda clase porque su sueldo de oficinista no le daba para sostener a su familia, y porque le gustaba vivir bien, vestir bien. Era en realidad un dandi, tenía una planta y una elegancia que no delataban sus humildes orígenes, y desde luego resultaba seductor para las mujeres, con su cuidada barba que compensaba su calvicie.

En 1909 encontró un vivero para un estafador, los anuncios de relaciones en la prensa. Respondió al de Mme Izoret, una viuda rica que cándidamente ofrecía su patrimonio al caballero que se convirtiese en alivio de su soledad. Landru se comprometió formalmente con ella, le sacó 20.000 francos y desapareció, pero Mme Izoret le denunció y fue condenado a tres años. Era la tercera vez que visitaba la cárcel, había intentado incluso suicidarse en prisión, aunque quizá fuera una farsa para que los psiquiatras recomendaran su libertad. Lo que no fue una farsa fue el suicidio de su padre, honrado trabajador abochornado por el desaprensivo hijo. En todo caso Landru decidió dar un giro a su carrera: las viudas acomodadas serían sus víctimas pero había que evitar que, despechadas, le denunciasen. Había que matarlas.

Quizá no se hubiera decidido si no hubiese estallado la Gran Guerra, pero enseguida la vida dejó de tener valor, los periódicos traían listas de miles de víctimas a diario (el promedio fue de 6.046 muertos cada día de contienda). ¿Qué importancia tenía añadir de vez en cuando una mujer insatisfecha a la lista? Esa fue la justificación moral que esgrimió el moderno Barba Azul.

Landru escogió entre las muchas respuestas a su primer anuncio a una viuda bastante atractiva que tenía 39 años y 5.000 francos. También tenía, por desgracia, un hijo de 17 años, de modo que el primer crimen probado de Landru fue doble. Descuartizó a la madre y al hijo y quemó sus restos en la chimenea. Era enero de 1915, quinto mes de la Gran Guerra. Tras alquilar varias viviendas con distintos nombres encontró en Gambais, cerca de París, su lugar ideal, una casita con amplio jardín que bautizó L’Ermitage. El horno del jardín era muy práctico para eliminar cadáveres.

Un día el alcalde de Gambais recibió una carta de una señora indagando por una amiga desaparecida, que mantenía relaciones con M. Dupont, de Gambais. Al poco recibió otra en los mismos términos de una hermana preocupada, aunque esta vez era un tal M. Frémyet. Escamado, puso en contacto a las dos familias, que descubrieron que los dos caballeros eran el mismo, y acudieron a la Policía. Pero Dupont-Frémyet había desaparecido sin dejar rastro.

Sin embargo la diosa Fortuna había abandonado a Landru. La amiga de una de las desaparecidas se lo cruzó cuando salía de una tienda en la elegante Rue de Rivoli. La Policía acudió a esa tienda, donde tenían las señas del caballero al que debían llevar sus compras. Y así fue detenido Landru en la casa de una amante joven y soltera, la bella Fernande Segret, “artista lírica de cabaret”, con la que se gastaba los ahorros de las viudas. La Policía encontró en L’Ermitage 295 huesos humanos semicalcinados, kilo y medio de cenizas y 47 dientes de oro. Lo suficiente para mandarlo a la guillotina.

La fascinación que Landru ejerció sobre el público daría lugar a una obra maestra del cine, Monsieur Verdoux (1947), dirigida y protagonizada por Charles Chaplin, que por una vez quiso hacer de malo de la película.

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