Cuéntame un cuento...

...o una historia, o una anécdota... Simplemente algo que me haga reir, pensar, soñar o todo a la vez, si cabe ..Si quereis mandarme alguna de estas, hacedlo a pues80@hotmail.com..

viernes, octubre 31

Donde habite el olvido

(De Luis Cernuda)

Donde habite el olvido,

En los vastos jardines sin aurora;

Donde yo sólo sea

Memoria de una piedra sepultada entre ortigas

Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje

Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,

Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,

No esconda como acero

En mi pecho su ala,

Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,

Sometiendo a otra vida su vida,

Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,

Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;

Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,

Disuelto en niebla, ausencia,

Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;

Donde habite el olvido.

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jueves, octubre 30

Curiosidades sobre sexo

(Copio un artículo publicado en Periodista Digital el 22 de octubre)

Son datos interesantes sobre el sexo, que usted nunca imaginó que fueran verdad:

1. De acuerdo con el Instituto Kinsey, la erección de pene más larga de la que se tenga registro midió 39 centímetros. La más corta, en cambio, fue registrada en tan solo 4.5 centímetros.

2. La fantasía sexual más común es el sexo oral.

3. Un 8 por ciento de las personas practica regularmente el sexo anal.

4. Un 60% de los hombres y 54% de las mujeres han tenido sexo ocasional de sólo una noche.

5. Las mujeres compran 4 de cada 10 condones vendidos.

6. En 1609, un doctor llamado Wecker encontró un cadáver con dos penes. Desde entonces, se han documentado 80 casos similares.

7. Los hombres dicen que el promedio de una erección mide 25 centímetros. Las mujeres afirman que es 10 centímetros.

8. Un orgasmo femenino es un poderoso analgésico debido a la liberación de endorfinas, por lo que los dolores de cabeza son un mal pretexto para no tener sexo.

9. 56% de los hombres han tenido sexo en el trabajo.

10. Entre el pueblo Mangaiano de Polinesia, las parejas de 18 años tienen relaciones sexuales en promedio tres veces por la noche, todas las noches, hasta que cumplen 30 años, cuando su promedio cae a sólo 14 veces por semana.

11. Una de cada tres personas ha tenido una aventura extramarital.

12. Un 62 % de las personas piensa que no hay nada malo con las relaciones extramaritales.

13. La velocidad máxima a la que viajan las sensaciones eróticas a través de la piel hacia el cerebro es de 230 kilómetros por hora.

14. Una pareja de recién casados demandó a la cadena hotelera Holliday Inn por 10 mil dólares, acusándola de haber causado traumas sexuales en su vida debido a que un empleado entró a su habitación sin avisar durante su noche de bodas.

15. Al menos 500 personas mueren en Estados Unidos de asfixia al intentar de reducir el flujo de oxígeno al cerebro para inducir un orgasmo más poderoso.

16. El Rey Eduardo VII de Inglaterra, que era extraordinariamente alto, mandó construir una tabla para poder tener relaciones sexuales cómodamente.

17. Un 29 por ciento de las mujeres llega virgen al matrimonio.

18. El promedio de las relaciones sexuales dura 39 minutos.

19. Un 58% de las personas acostumbra decir groserías durante el sexo.

20- El 22 % de las personas ha alquilado una película pornográfica al menos una vez.

21. Con la frecuencia promedio de relaciones sexuales, a un mexicano le costaría cuatro años probar cada una de las 529 posiciones descritas en el Kama Sutra

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miércoles, octubre 29

Una nota económica en la Roma clásica

(Un extracto de un artículo leído ayer en la bitácora de el Confidencial, y escrito por Carlos Sánchez)


Cuenta Montesquieu que César prohibió a los romanos guardar en sus casas más de sesenta sestercios. La ley nació con un objetivo: conciliar a los deudores con los acreedores, y buscaba obligar a los ricos a prestar a los pobres, toda vez que estaban obligados a poner a trabajar su dinero, lógicamente siempre que su patrimonio dinerario excediese de esa cantidad, que equivalía al salario mensual de un obrero de la época.


La medida no sólo favoreció a los más menesterosos de la sociedad romana, sino que, además, permitió que los pobres pudieran sufragar a los ricos pagando intereses sobre las sumas prestadas, lo que facilitó la libre circulación del dinero en la Roma de hace 2.000 años. Monstesquieu saludó la idea siglos después y llegó a la conclusión de que se trataba del mejor sistema para garantizar que el dinero circulase por las cañerías sociales y no se guardara bajo el colchón de los ricos.

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lunes, octubre 27

Sobre el tulipán

(Leído en Periodista Digital, el 21 de octubre. Aunque bastante redicho, es curioso ver lo que da de sí la historia de una flor)

Empezaremos por la Persia del siglo X que la adoró tal ídolo floral, plagó profusamente su famoso parai daza (paraíso terrenal o jardín), alfombras, arte, palacios y lugares de culto con su esplendor.

Seguiremos en la Turquía de Solimán El Magnífico, quien, subyugada por sus incandescencias sedosas y cimbreante porte de maniquí floral, rodeó su propietaria de lujos disparatados, infinitos cuidados y mimos a ultranza. Ni esmeraldas gigantes, ni perlas de sublime oriente, ni siquiera diamantes centelleantes: la joya más refulgente de su tesoro y corona fue esa flor.

Pasen, pasen y vean: prohibió comercializarla fuera de Constantinopla, en Topkapi la vigiló, tal amante celoso, una permanente guardia pretoriana para protegerla de los hurtos castigados por el exilio (peor que tortura o muerte en dicha época), catalogó sus variedades y reservó su plantación y disfrute a los aristocráticos jardines pudientes. Además, los coquetos sultanes, creando tendencia y figura de fashion victim, adornaron sus interiores y trajes de motivos a su gloria.

Cada primavera se le dedicaba una suntuosa fiesta, donde instalado en infinitos vasos de opálo, plata, oro o cristal, el tûlbend, símbolo del imperio otomano y calco vegetal de su turbante, podía verificar su extraordinario poder de convocatoria y baremo de seducción, piropeado por lo más granado de la sociedad imperante vestida con sus colores.

En la actualidad, la puntual celebración sigue viento en popa, con 23 millones de corolas eclosionando al tibio abril estambuleño, donde el moderno tulipán monta su propio festival, exhibiendo fina estampa y multicolor poderío cromático al personal fascinado por ese deslumbrante despliegue, exquisitas disposiciones florales y sofisticadas formas.

Derviches y fieles musulmanes, emocionados por la peculiar hermosura de ese astro de pétalos, lo llamaron lalêh, dado que en su modestia, la flor inclina su hermosa cabeza hacia su Creador. Siempre generoso, Allah le concedió igual número de letras que su Nombre y cincelarla al cerúleo cielo de sus mezquitas, vidrieras, columnas, paredes de bazares y palacios. Ya divino, el bulbo gozó de una connotación sagrada y mítica dimensión religiosa.

Capítulo romanticismo, la peculiar colocación de sus pétalos atrajo a los enamorados que les utilizaron para transmitir diminutos mensajes y expresar con su cromática, la intensidad de sus sentimientos: así que a tulipán amarillo, amor sin esperanza y vestido de rojo, pasión. De ahí derivó el primitivo código floral turco o selám.

Lógico, ¿no se murmuraba que era una reencarnación botánica de una princesa armenia, quien, desesperada por la ausencia de su novio, se precipitó desde los altos de un barranco? De su joven sangre brotó el primer tulipán rojo pasión, prueba de su amor incondicional. Celebrada por los poetas, citada en las Mil y Una Noches, por ende la coronaron flor nacional, título emblemático que la moderna Turquía sigue otorgándole y el Irán actual también.

Tampoco la gastronomía escapó a su influjo: sus bulbos marinados y laminados se consumieron como hoy día los pepinos en vinagre, en vino tinto los creyeron soberano contra el tortícolis, crudos cuajaron la leche, hervidos, tostados o reducidos en puré o sopa, llenaron más de un estómago hambriento con su sabor a castaña amarga y podrida.

A pesar de tal excelso trato, todo era poco para el ambicioso tulipán. Decidió dar el salto a la Europa decimoséptima, donde culto a la Diosa Flora y gabinetes de curiosidades conocían un auge desmedido sin, vaya escándalo, su distinguida presencia.

Para tal cometido, necesitó de un emisario trotamundo. Empleando campos y encantos a fondo, deslumbró en Andrinople a Ogier Augier Ghislain de Busbecq, embajador en Turquía de Fernando I de Habsbourg, Emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico. Fascinado por esa “flor de invierno gozando de los más excelsos cuidados", la describió en su obra “Itinera Constantiopolitanum et Amasianum”, llevó como oro en paño en 1554 unos de sus preciados bulbos a Viena, donde la noticia bomba aglutinó a la elite botánica imperante.

El herborista suizo Conrad Gesner asoció el tulipán al lirio rojo y la curiosidad exótica, ya con parentela exquisita y escoltada de mágicas leyendas orientales, hizo furor en la Corte Imperial, como en Venecia donde ciertos merchantes también poseían unos bulbos. De ahí pasó a Bélgica (1562), Inglaterra (1578) y Francia (1608). Fue en tierra gala, que mediante moda, clase alta y esnobismos, empezó su escandalosa carrera, desatando pasiones descomunales y primeras especulaciones. Así nacería la Tulipomanía.

Bajo el sol del Gran Siglo francés y de su monarquía absoluta, la diosa Flora estaba en voga. La "stravaganza" bucólica invadió el decorado de las casas aristocráticas: los "apartamentos" se pintaron de "violeta", "malva", "verde pistacho", "amarillo melocotón", las arabescas vegetales zurcaron techos, mobiliario, tapicería, porcelana, cristalería. Alfombras y tejidos se plagaron de motivos florales. Ropa de casa, cortinas, cojines, cabellos, cuerpos y maquillaje se perfumaron de polvos florales especiados. Tampoco escaparon a esa locura global manjares, tisanas, vinos y licores.

Toda una industría dedicada a ese novedoso arte grácil nació en la dulce Francia. Entre tanto canto a la Madre Naturaleza y fiestas galantes abarrotadas de apabullantes arreglos florales, el triunfante tulipán lució palmito prendido al escote de las más distinguidas damas, quienes, por su exotismo, lo apreciaron más que cualquier deslumbrante gema. Así imperaban los cánones capitalinos y ninguna señorita minímamente preocupada por el diktat de la moda salía a la calle sin su preceptivo ramillete.

Excesos de flores, artificiales o no, brotaron en zapatos, bajos de los vestidos, todo el vestido, camisones, camisas, velos, guantes, bolsos, largas cabelleras, moños, sombreros y carrozas. Su codificada selección y disposición respondían a una estrategia de coquetería focalizando una sola meta: exaltar los encantos femeninos y el preciado nácar de su tez. La atornasolada sedosidad del pétalo de tulipán prestándose idealmente a esa delicada tarea, París, a su turno, se rendió a su poder.

La mujer era flor animada entre las flores y los caballeros, uniéndose al colorista derroche perfumado, seguieron dicha moda precursora del sobrecargado rococo que Madame Pompadour y María Antonieta adorarían. Pronto se gastaron a espuertas absurdas sumas colosales en el tulipán, que cumplió con celo su función de icono lujoso en una fracción vanidosa de la sociedad, codiciando la posesión de selectos símbolos resaltando su privilegiado estatus mundano.

Hoy día, son islas y avionetas privadas, yate en Mónaco, jaguar a la puerta del Ritz, Vuitton, "Manolos", Dior o rolex exclusivos los “trofeos” que exhiben los súper ricos. En el siglo XVII, fueron gabinetes de curiosidades, libros, herbarios, mansiones enormes, jardines imponentes albergando carísimas colecciones de plantas singulares, tropeles de servidumbre para cuidarles y sobre todo la flora exótica, los máximos anhelos de la gente adinerada.

Y claro, ese “jamais vu” (jamás visto) tan rebuscado lo poseía de sobra el elegante tulipán. Hipnotizó por doquier y, dada su escasez, subió su cotización como la espuma.

Un sólo bulbo podía constituir la dote de una novia y lo llamaron atinadamente “Boda de mi Hija”, mientras otro se vendió al trueque contra una fábrica de cerveza. Se intercambiaron sumas desorbitadas para hacerse con esa carísima fantasía. Hacia 1615, cuando el nuevo juguete bulboso igualó el precio del diamante, arrancó de lleno la primera fiebre tulipomaníaca.

El fenómeno francés viajó a Flandes e invadió unas húmedas tierras septentrionales, cuyo clima resultaría ideal para su cultivo: el tranquillo Reino de los Países Bajos, inmerso en su Edad de Oro. No por mucho tiempo más: el tulipán, calentando raíces y look estrátegicamente cambiado, embrujó colectivamente a su rígida población, calvinista en su mayoría, recién liberada del yugo español e intelectualmente a años luces de los escándalosos lujos, frivolidades y caprichos católicos.

Según el autor, continuará...(y si lo leo, lo pegaré aquí)

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domingo, octubre 26

Catalina de Lancaster, reina de Castilla

(Leído en el suplemento Crónica del periódico El Mundo, el 12 de octubre de este año. Escrito por M. Teresa Alvárez)

Nunca se sabrá si fue la herencia genética materna o la paterna — tal vez las dos— la que llevó a Catalina de Lancaster a estar siempre convencida de haber nacido para recuperar la Corona de Castilla que había sido arrebatada a la familia de su madre. Lo cierto es que desde muy niña fue consciente de que un día habría de desempeñar tan importante misión. Nació en 1373. Sus padres eran Constanza —hija de Pedro I, rey de Castilla— y Juan de Gante —duque de Lancaster, hijo del rey Eduardo III de Inglaterra—. Así pues, Catalina, pertenecía a las dinastías de Borgoña y Plantagenet.

Desde muy pequeña, supo de la tragedia vivida por su familia materna. De cómo su abuelo, Pedro I, moría asesinado por su hermanastro, Enrique de Trastámara, que se había hecho con el trono castellano, su madre, Constanza, se vio obligada a exiliarse en Inglaterra.

Catalina asumió el odio de su familia a los Trastámaras y esperó confiada, presintiendo que en ella se personificaría la solución al problema dinástico que aún enfrentaba a muchos castellanos. El momento llegó en 1386. No era aquel un buen año para Castilla. Su rey, Juan I, hijo de Enrique de Trastámara, había sido derrotado y humillado contundentemente por los portugueses en Aljubarrota.

Juan I hubo de hacer frente, además, al ataque del duque de Lancaster que, desde Portugal, había penetrado en Galicia con ánimos de arrebatarle el trono. La contienda finalizó con el Tratado de Bayona, en julio de 1388. En él los duques de Lancaster renuncian a todos sus derechos a la Corona castellana a cambio de que su hija Catalina se casara con el heredero al trono castellano, Enrique, el hijo de Juan I. De esta forma se unían las dos ramas, la legítima y la bastarda, descendientes ambas de Alfonso XI. También en este acuerdo se decidió la creación de un nuevo título para los herederos al trono de Castilla.

Catalina y Enrique, tras su boda en la iglesia catedral de san Antolín de Palencia, en septiembre de 1388, fueron jurados como Príncipes de Asturias, los primeros, título que desde entonces llevarían los destinados a reinar en Castilla. Ambos eran Príncipes de Asturias por derecho propio. La suerte de ambos quedaba sellada de manera indisoluble:Enrique no podría acceder al trono si no le acompañaba Catalina y ésta no podría ser considerada heredera en solitario.

No fue fácil la vida de la primera Princesa de Asturias. Seis años mayor que su marido, tuvo que esperar varios años para consumar el matrimonio. La muerte de su suegro Juan I, en 1390, cuando su marido Enrique contaba 11 años, sumió al reino en el caos. Catalina tuvo oportunidad entonces de ser testigo de las disputas, de los graves enfrentamientos entre los nobles y personajes con representación en el reino que peleaban por ampliar sus parcelas de poder, no respetando las últimas disposiciones del difunto monarca, respecto a quienes tendrían que asesorar al futuro rey durante su minoría de edad. Fueron tres años terribles en los que se produjeron graves acontecimientos, como el horrible progrom que en Sevilla destruyó la judería llevando a la muerte a cientos de judíos.

Catalina tendría también que soportar la animadversión de muchos parientes de su marido que no deseaban verla en el trono. Y llevar con paciencia los comentarios y leyendas malintencionadas que pretendían justificar el asesinato de su abuelo, el rey Pedro I.

Por suerte, su matrimonio fue armonioso. Enrique siempre confió en ella, como lo demuestra el hecho de que Catalina actuara a veces en nombre de él, algo insólito en la corte castellana. Y cuando fue proclamado rey, al alcanzar la mayoría de edad, Enrique decidió asociar al trono a Catalina en calidad de reina consorte. El amor no fue inexistente entre ellos como lo prueba esta carta: «Reyna: yo el Rey vos enbio mucho saludar como aquella que amo como a mi corazón. Fao vos saber que yo, considerando el estado en que vos agora estades, et por que tengades ay con vos quien vos faga todo placer e vos quite de algunos enojos, he acordado enviiar por donna Teresa, priora del monasterio de Santo Domingo el real de Toledo para la enviar a vos que este conbusco, porque es tal persona con la que vos abredes mucho placer mas que con otra persona alguna, et que vos fara todavía quantos servicios e placeres ella pudiere».

«...El estado en que vos agora estades...». Catalina, por fin estaba embarazada. Deseosa como estaba de tener hijos, por lo que ello significaba en todos los sentidos, tardó más de siete años en concebir. Desde el momento en que nace el ansiado varón ya no existe para ella más que un objetivo en la vida: conseguir que nadie arrebate el trono a su hijo. Oportunidad tuvo de demostrarlo, porque Catalina hubo de afrontar, junto con su cuñado, el infante Fernando, la regencia del reino, ya que su marido, el rey Enrique III, falleció el día de Navidad de 1406. Tenía 27 años, su hijo y heredero aún no había cumplido los dos.

Fue una regencia complicada en la que Catalina ganó la primera baza, consiguiendo que todos aceptaran su decisión de permanecer al lado de su hijo hasta que éste cumpliera cinco años. Sin duda, la presencia de Catalina en Castilla favoreció las relaciones con Inglaterra y también con Portugal. Era una situación lógica pues dos hermanastros suyos reinaban en ambos países. En Portugal, Felipa de Lacanster; en Inglaterra, Enrique IV.

Los franceses ya no eran aliados excluyentes e incondicionales de Castilla. Catalina influyó para que, sin romper con Francia —que siempre había sido la aliada de los Trastámaras—, se introdujesen algunas modificaciones en el tratado habitual con los franceses. La innovación, que se plasmó en el nuevo acuerdo, era la posibilidad de que Castilla pudiera concertar treguas con Inglaterra para que los barcos castellanos consiguiesen navegar sin sobresaltos a Inglaterra y Flandes, libres del siempre acechante peligro de los piratas.

POR LA PAZ. Catalina valoraba más la paz que la guerra. Supo perder y renunciar a muchos proyectos y afinidades cuando existía un interés político superior. Por ejemplo, apoyó a su cuñado para que consiguiera la corona de Aragón —cuando su hijo también podía aspirar a ella— y se puso bajo la obediencia del papa Martín V, que ponía fin al Cisma de la Iglesia, aun cuando su afecto era para el papa Luna, Benedicto XIII, encerrado en Peñíscola.

Sus contemporáneos fueron muy críticos con ella. Catalina siguió determinadas pautas de comportamiento que hoy, sin duda, calificaríamos de interesantes, pero que los prohombres de la época llevaron terriblemente mal. El político y escritor Fernán Pérez de Guzmán escribía: «Confusión y vergüenza para Castilla, que los grandes, prelados y caballeros, cuyos antecesores pusieron freno con buena y justa osadía a sus desordenadas voluntades por provecho del Reino... se sometan ahora a la voluntad de una liviana y pobre mujer». En este texto, Pérez Guzmán se refiere a Leonor López de Córdoba, autora de la primera autobiografía que se conoce en lengua castellana y que ocupó un lugar importante al lado de la soberana. Y es que Catalina se atrevió a rodearse de algunas mujeres distinguiéndolas con su confianza y valorando sus opiniones sobre los temas de gobierno.

Los últimos 15 años de su vida hubo de soportar una molesta y crónica enfermedad. Después del segundo parto, se vio afectada por la perlesía. Cuentan las crónicas, y en eso sí que son explícitas, que Catalina de Lancaster era muy dada a la comida y a la bebida y que engordó de forma exagerada. En Generaciones y semblanzas Pérez de Guzmán dice: «Fue esta reina alta de cuerpo e muy gruesa; blanca e colorada e ruvia. En el talle e meneo del cuerpo tanto parecía onbre como muger (...)».

EL HIJO VARÓN. Catalina murió unos meses antes de que el heredero, el príncipe don Juan —quien reinaría con el nombre de Juan II—, alcanzara la mayoría de edad. Era su único hijo varón, en quien había puesto todas sus esperanzas, la culminación de su misión en la Historia. Juan II, quien reinó 25 años, no heredó de su madre el compromiso dinástico del que ella siempre hizo gala. En la Historia ha quedado una frase suya que refleja un poco sus sentimientos: «Naciera yo hijo de un labrador y fuera fraile del Abrojo, que no rey de Castilla».

Sin embargo sí podemos afirmar que fueron las descendientes femeninas de Catalina de Lancaster quienes supieron dar buena cuenta de la genética recibida. Primero su hija, doña María, reina de Aragón, que durante 26 años estuvo al frente del Gobierno mientras su marido Alfonso V se ocupaba de las posesiones en Italia, dejó constancia del buen hacer de las mujeres en el trono. Años más tarde una nieta, Isabel, se convertiría en la reina por antonomasia de toda la historia de España, y una de las más conocidas de Europa. De ella diría cuatro siglos más tarde, Simone de Beauvoir: «No era ni hembra ni varón: era soberana».

Existen muchos textos en la Historia en los que se alude a que en el aspecto físico de la reina Isabel la Católica se podían observar los rasgos de su ascendencia inglesa. Es cierto, pero habría que puntualizar que se parecía a su abuela, a la reina Catalina de Lancaster, la primera Princesa de Asturias, una desconocida y excelente reina regente.

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viernes, octubre 24

Leyes absurdas, o curiosas, aunque simpáticas

(Este texto es un refrito de varias fuentes, incluyendo smithdude.wordpress.com, la bitácora de "Noticias interesantes", varios mensajes de correo y la página http://www.dumblaws.com/. No se hasta que punto son ciertas, pero la mayoría suenan a que se han olvidado de derogarlas...)

En E.E.U.U.

En Kentucky es obligatorio por ley a bañarse al menos una vez al año. (Como diría un colega, "haga falta o no")

Un juez de Los Angeles sentenció que "un ciudadano puede estornudar con inmunidad en su propia casa, aunque esté en posesión de una habilidad inusual y excepcional en ese campo en particular".

En Atlanta va contra la ley atar una jirafa a un poste del teléfono o a una farola.

Carmel, Nueva York, tiene una ordenanza que prohíbe a los hombres llevar chaquetas y pantalones que no vayan a juego. Recordemos que en Carmel fue alcalde Clint Eastwood, no se si fue el quien establecio la ordenanza...

La ley de Chicago prohibe comer en un lugar que está ardiendo.

Los peatones del Distrito de Columbia que salten sobre los coches en movimiento para evitar que los atropellen, y golpeen el coche al caer, son responsables de cualquier daño inflingido al vehículo.

Las peleas entre perros y gatos están prohibidas por decreto en Barber, Carolina del Norte.

Ley de Kentucky: "Ninguna mujer deber aparecer en traje de baño en ningún aeropuerto de este Estado a menos que sea escoltada por dos oficiales o a menos que vaya armada con una porra. Las disposiciones de este decreto no serán aplicadas a mujeres que pesen menos de 90 libras (aprox. 40kg.) o más de 200 libras (aprox. 90 kg.), ni serán aplicadas a yeguas".

En Marshalltown, Iowa, los caballos tienen prohibido comer bocas de incendio.

Según la ley del estado de Idaho es ilegal que un hombre le regale a su amada una caja de bombones que pese menos de 50 libras (aprox. 23 kg).

En Blythe, California, una ordenanza declara que una persona debe poseer al menos dos vacas parapoder llevar botas de cowboy en público.

En Columbia, Pennsylvania, va contra la ley que un piloto haga cosquillas a una estudiante de pilotaje bajo la barbilla con un plumero para atraer su atención.

En Corning, Iowa, es un delito menor que un hombre pida a su mujer que monte en cualquier vehículo a motor.

En Denver es ilegal prestar la aspiradora al vecino. (algún legislador escaldado con la experiencia, seguro).

En Devon, Connecticut, es ilegal andar hacia atrás tras la puesta del sol.

En Greene, Nueva York, es ilegal comer cacahuetes y andar hacia atrás por las aceras cuando hay un concierto.

En Lexington, Kentucky, es ilegal llevar un cucurucho de helado en el bolsillo.

En Menphis, Tennesee, es ilegal que una mujer conduzca un coche a menos que haya un hombre ya sea corriendo o andando delante de ella agitando una bandera roja para avisar a los motoristas y peatones que se acercan.

En Pocataligo, Georgia, es un delito que una mujer de mas de 200 libras (aprox. 90 kg.) en pantalon corto pilote o vaya en avión.

En Pocatello, Idaho, una ley que se remonta a 1912 decreta que "llevar armas ocultas esta prohibido, a menos que se exhiban publicamente".

En Seattle, Washington, es ilegal llevar un arma oculta que mida mas de seis pies (aprox, 1'8 metros) de largo.

En Tulsa, Oklahoma, va contra la ley abrir una botella de soda sin la supervisión de un ingeniero con título.

Va contra la ley que un monstruo entre en los limites de Urbana, Illinois.

Es ilegal decir "Oh, Boy" en Jonesboro, Georgia.

Según la ley de Texas, cuando dos trenes se juntan en un cruce de vías, ambos deben parar completamente, y ninguno debe seguir adelante hasta que el otro se haya ido.

Es ilegal en Wilbur, Washington, montar un caballo feo.

La ley de Kansas obliga a los peatones que crucen las autopistas por la noche a que lleven luces de cola.

La ley de Kirkland, Illinois, prohíbe a las abejas volar sobre el pueblo o por cualquiera de sus calles.

A los menores de Kansas City, Missouri, no se les permite comprar pistolas de juguete; sin embargo pueden comprarlas de verdad.

La ley de New Hampshire prohíbe dar golpecitos con los pies o mover la cabeza o de cualquier forma seguir el ritmo a la música en una taberna, restaurante o cafetería.

La ley de Texas prohíbe poseer unas tenazas.

En las leyes de Arkansas hay una que dispone que el río de Arkansas no puede crecer más alto que el puente de Main Street de Little Rock.

El Distrito de Columbia tiene una ley que prohíbe ejercer presión sobre un globo y de esta forma provocar un sonido agudo por la calle.

La ley del Estado de Pennsylvania prohíbe cantar en la ducha.

Hay una ley del Estado de Massachusetts obligando a los perros a llevar las patas traseras atadas durante el mes de abril.

La ley de Virginia prohíbe tener una bañera en casa; debe estar en el jardín.

En el resto del mundo

Si anda en una noche de suerte porque en un típico pub inglés coquetea ligeramente con una bella chica, está todo bien, pero si la invita luego a acostarse juntos, toma un mal camino. Quien en Inglaterra le pide a una mujer desconocida tener sexo incurre en un delito llamado “molestia nacional”. El castigo: hasta 130 euros o tres meses de cárcel. Sera cuestion de esperar a que ella tome la iniciativa...

En varios estados de Estados Unidos es difícil acceder a un condón, es más, en Connecticut está prohibido usarlos, y en Wisconsin se vende como mercancía tránsfuga que se saca de debajo del mesón. Una ley increíble de Indiana prohíbe sólo a las mujeres comprarlos.

Si conoce a una polinésica hermosa en Hawaii y que es menor de 18 años, y siente aprecio por los padres de la chica, no tenga sexo con ella. A usted no le pasará nada, pero a sus “suegros” sí: deberán realizar trabajos comunitarios durante tres años por… haber educado a su hija de manera demasiado liberal.

En China, usted puede mirar tranquilamente a una mujer desnuda, pero si se dedica a observar con insistencia sus pies desnudos, se expone a varios días en la cárcel.

En Suecia, si atrapa en los brazos del amor a una escandinava y quiere fotografiarse junto a ella completamente desnudos en las máquinas automáticas, no lo haga, cometerá una falta. En cambio, si se fotografía desnudo sólo de la mitad para arriba o para abajo, es totalmente legal.

En las calles de Rusia debe tener cuidado de no besarse en la boca con su pareja. Está prohibido. Los lesgisladores que elaboraron la ley estiman que esas intensas demostraciones pueden conducir peligrosamente a manifestaciones de más alta temperatura. Si la policía lo pilla, le cursarán una “multa por ósculo indebido”. El costo no está fijado.

En Israel, si en el hotel se le ocurre ver los canales pornográficos corre peligro, siempre y cuando lo descubran. A comienzos de año (¿de cual? Los peligros del copia y pega) se promulgó una ley que castiga con cárcel de hasta tres años a quien mire películas de sexo en el cable o vía satélite.

En Estonia está absolutamente prohibido jugar al ajedrez durante el acto amatorio. Ahora, ante tan extravagante ley, la pregunta es quién lo ha intentado.

Insólito: en la capital de Hungría, Budapest, sólo puede hacer el amor con la luz apagada. Quien la tenga encendida aunque sea en su propio hogar, recibirá una multa. No faltará el pícaro latinoamericano que usará velas o gozará al calor de la chimenea: también será castigado con dinero.

En Palermo, la capital de la región-isla de Sicilia Italia, hay una curiosa ley. En sus playas, las mujeres tienen autorización para desnudarse completamente si les dan ganas. El hombre, no. El artículo legal dice claramente: “La anatomía masculina puede ser obscena, incluso sin quererlo”.

Ademas, en las playas de la ciudad italiana de Tropea, en el sur de la península. La legislación dice: “A ninguna mujer que sea gorda, fea o poco atractiva se le permitirá mostrarse desnuda en la playa”. A continuación se entrega el argumento: “Este derecho lo tienen sólo las mujeres jóvenes cuya belleza permita glorificar el cuerpo femenino”.

Sin irnos del tema, hace unos meses "The Times" publicó una lista con las 25 leyes mas absurdas del mundo:

* 1. Si aparece una ballena muerta en las costas británicas, la cabeza es del rey. Sin embargo, la cola pertenece a la reina en el caso de que necesite los huesos para su corsé.

* 2. En Bahrein, un doctor puede examinar los genitales de una mujer, pero tiene terminantemente prohibido mirar a ellos directamente durante el examen, y sólo puede ver su reflejo en un espejo.

* 3. En Londres es ilegal montar en un taxi si se tiene la peste.

* 4. En Vermont (Estados Unidos) , las mujeres necesitan un permiso firmado de sus maridos para usar dentadura postiza.

* 5. En la ciudad estadounidense de Boulder, Colorado, es ilegal matar un pájaro dentro de los límites de la ciudad, así como ser el dueño de una mascota (legalmente, los ciudadanos sólo son “supervisores” de éstas).

* 6. En la ciudad de York (Inglaterra), es legal asesinar a un escocés dentro de las antiguas murallas, pero sólo si él lleva un arco y flechas.

* 7. En Chester (Inglaterra), los galeses no pueden entrar a la ciudad antes de la salida del sol, y no pueden permanecer en ella una vez se ha puesto.

* 8. En Kentucky (EEUU), es ilegal llevar armas ocultas que excedan de los dos metros de largo.

* 9. En Florida (EEUU), las mujeres solteras que salten en paracaídas los domingos pueden ser encarceladas.

* 10. En el Reino Unido, un hombre que se siente obligado a orinar en público puede hacerlo siempre y cuando apunte hacia la rueda de su vehículo y mantenga su mano derecha apoyada en él.

* 11. En El Salvador, los conductores ebrios pueden ser castigados con la muerte ante un pelotón de fusilamiento.

* 12. Está permitido pasear un rebaño de ovejas a lo largo del Puente de Londres sin tener que pagar peaje, lo mismo que ocurre con los gansos en Cheapside.

* 13. En el Reino Unido, los hombres menores de 14 deben practicar diariamente el tiro con arco.

* 14. En Indonesia, la masturbación está penada con la decapitación.

* 15. En Miami, es ilegal pasearse por la comisaría de Policía en monopatín.

* 16. En Lancashire (Inglaterra) , si un policía te para en la orilla del mar, está prohibido que incites a un perro a ladrar.

* 17. En el Reino Unido, una embarazada puede orinar donde quiera, incluso en un casco de policía.

* 18. Los barcos de la Armada Real Británica que entran al Puerto de Londres deben proporcionar un barril de ron a los encargados de la Torre de Londres.

* 19. En Ohio (EEUU), es ilegal tener un pez borracho.

* 20. En Alabama (EEUU) , es ilegal vendar los ojos a una persona mientras conduce su vehículo.

* 21. En el Reino Unido, es ilegal no contarle al cobrador de impuestos lo que no quieres que sepa. Sin embargo, puedes ocultarle lo que no te importaría que supiese.

* 22. En Francia, es ilegal poner de nombre a un cerdo Napoleón.

* 23. En el Reino Unido, se considera un acto de traición poner al revés un sello de correos en el que aparece una imagen de la monarquía británica.

* 24. Es ilegal morir en el Parlamento británico.

* 25. Va contra la ley que un taxi transporte cadáveres o perros rabiosos en Londres.

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jueves, octubre 23

Un general "pacífista"

(Breve historia del general McClellan, extraída de la carta del director publicada en El Mundo -Pedro J. Ramirez- el pasado 12 de octubre...)

[...] George B. McClellan, joven prodigio de West Point en 1850, observador norteamericano en la guerra de Crimea, ingeniero jefe y vicepresidente de una compañía de ferrocarriles a los 30 años y número dos del escalafón del Ejército a los 34, reunía todas las cualidades imaginables como organizador, líder carismático y estratega para ser un gran jefe militar, menos una: no era combativo o, para ser más explícitos, eludía la batalla con la misma contumacia con que los gatos
huyen del agua escaldada.

Tras los primeros reveses sufridos por el Norte en la Guerra de Secesión, el presidente Lincoln recurrió a McClellan para poner en pie el que pronto sería conocido como Ejército del Potomac. En cuestión de semanas, el recién nombrado desarrolló una actividad frenética reclutando, formando y entrenando hasta hacer de una chusma un disciplinado conjunto de soldados y de un aluvión de caóticas aportaciones una máquina de guerra.

Le apodaban el pequeño Napoleón no sólo por su baja estatura sino también por su tendencia a mimetizar muchos de los tics -mano embaulada en la guerrera incluida- del ya legendario corso. Según el corresponsal del Times de Londres, McClellan entró en Washington como el providencial «hombre a caballo» destinado a salvar la maltrecha Unión. El mismo se lo
escribía a su esposa: «No te puedes imaginar cómo se les ilumina la cara a todos cuando me muevo entre ellos. Creo que me adoran. Dios ha puesto un gran trabajo en mis manos».

Era cierto que sus dotes pedagógicas y su aire de competencia, seguridad y autoestima le ganaron pronto una aureola casi mítica entre sus hombres, pero a la vez fue quedando patente que tan impresionante arquero jamás disparaba sus flechas. Pese a acumular también el mando
supremo del ejército yanqui, McClellan nunca lanzaba una ofensiva digna de tal nombre, pretextando siempre que las tropas sudistas le sobrepasaban en número y que su deber era preservar las vidas de sus soldados.

Cuando Lincoln empezó a impacientarse y comentó que tenía la sensación de que ese «magnífico ingeniero» era un «especialista en máquinas inmóviles», McClellan la emprendió con el presidente, refiriéndose a él en privado como «el macaco bien intencionado» o «el gorila primigenio» e incluso sometiéndole a desplantes como el de la noche en que el primer mandatario y su secretario de Estado William Seward se presentaron en su casa para despachar asuntos urgentes, siendo informados primero de que «el señor aún no ha llegado» y más de media hora después de que «el señor ya se ha acostado».

En varias ocasiones McClellan anunció a Lincoln su decisión de ponerse en marcha, obedeciendo las órdenes del Gobierno, pero siempre encontraba excusas para abortar la maniobra o darle una intensidad muy limitada. Poco a poco, Lincoln fue dándose cuenta de que con aquel «auriga
perezoso» no ganaría la contienda. En una ocasión, comoquiera que el general reclamara caballos de refresco para lanzar la anhelada ofensiva, el presidente explotó: «¿Quiere decirme, general McClellan, qué es lo que han hecho sus caballos desde la batalla de Antietam que justifique
su cansancio?».

En su biografía novelada del presidente emancipador, Gore Vidal describe el momento en que la paciencia de Lincoln se agota y toma su gran decisión, tras visitar el campamento del Ejército en compañía de su amigo el congresista por Illinois Elihu Washburne:

«-¿Sabes qué es todo esto?- Lincoln señaló las hileras de tiendas que llegaban casi hasta donde llegaba la vista.

-Supongo que el Ejército del Potomac.

-No, hermano Washburne. La guardia personal del general McClellan.

-Entonces, ¿no tiene arreglo?

-Para nuestros fines, no. Tiene buenas cualidades. Es un excelente organizador. Pero no puede pelear.»

El 7 de noviembre de 1862, cuando al fin el Ejército del Potomac empezaba a cruzar parsimoniosamente el río que le había dado su nombre, Lincoln destituyó a McClellan. Los hechos demostraron que fue la premisa imprescindible para cambiar el curso de la contienda, pero muchos de sus contemporáneos no lograron entender el ocaso de tan rutilante estrella.
Incluso el que terminaría ocupando sucesivamente el puesto de ambos -primero como general en jefe, después como presidente-, el esforzado y curtido en mil avatares Ulysses S. Grant, definiría el desencuentro entre Lincoln y McClellan como «el gran misterio de nuestra guerra civil».

De acuerdo con las memorias de su secretario y confidente John Hay, Lincoln creía que «retrasándolo todo con pequeños pretextos de que quería esto y lo otro, McClellan estaba practicando un doble juego porque no quería dañar al enemigo». El tiempo no tardó en avalar esa teoría, pues McClellan fue dos años después el candidato del Partido Demócrata a la presidencia con un programa cuyo primer punto era negociar la paz y la reunificación con el Sur, renunciando a la emancipación de los esclavos. Los triunfos militares de los sucesores de McClellan premiaron la tenacidad de Lincoln en defensa de sus convicciones y el viejo Abe ganó en todos los estados menos en Delaware, Kentucky y New Jersey.

Desde entonces la figura histórica de McClellan ha ido forjándose como una especie de paradigma del hombre público que no cree en lo que hace y que por eso, en el mejor de los casos, lo hace sólo a medias. [...]

La noche en que McClellan les dejó plantados en el vestíbulo de su casa, Lincoln contuvo la indignación de Seward ante tal grosería, fijando con claridad sus prioridades: «Con tal de que nos condujera al éxito, sería capaz de llevar la brida del caballo de este hombre». [...]

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miércoles, octubre 22

Tonterías de economistas

(Leído en Libertad Digital ya hace un tiempo)

"Contaba el economista francés Frédéric Bastiat (1801-50) que Robinson Crusoe y Viernes estaban aserrando tablas en la isla cuando flotó hasta la playa la madera proveniente de algún barco naufragado. “¡Dumping!” (competencia desleal) dijo Robinson.

Entonces comenzaron a discutir sobre si convenía aprovechar las tablas o devolverlas al mar porque si las tomaban se quedarían sin el trabajo de aserrar sus propios árboles. Decidieron devolverlas al mar para evitar el desempleo. "

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lunes, octubre 20

La princesa y el guisante

¿Quién no conoce ese cuento en el que el sistema para detectar a una verdadera princesa era la capacidad de detectar un guisante bajo 20 colchones?

Pues bien, lei en Peluche que Séneca decía de los auténticos sibaritas -los naturales de la ciudad italiana de Síbaris- que dormían sobre colchones de pétalos de rosas.

A tanto llegaba su "delicadeza" que se habla de un vecino llamado Mintríadades que se quejaba frecuentemente de molestas irritaciones en su piel producidas porque alguno de los pétalos de su colchón estaba arrugado.

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sábado, octubre 18

Limpiando la basura espacial

(Recibido en el boletín de la fundación Madri+d el 16 de octubre)

El término «desechos espaciales», también llamados «desechos orbitales» o «basura espacial», hace referencia a los objetos artificiales en órbita que ya no son útiles. Entre los más curiosos se encuentran objetos perdidos como una cámara de fotos, una llave inglesa y un cepillo de dientes, y otros desperdicios desechados por los cosmonautas. Debido a la ubicación en el espacio en la que se soltaron, casi todos estos objetos vuelven a entrar en la atmósfera en un periodo corto de
tiempo y no contribuyen al problema de los desechos espaciales. En cambio, las explosiones de las fases superiores de cohetes sí plantean graves problemas al generar unas cien toneladas de fragmentos que permanecen en una órbita baja.

Además de estos fragmentos, los satélites redundantes, los objetos pertenecientes a satélites (como tornillos) y los cuerpos de cohetes ya utilizados, permanecen en órbita y son una auténtica amenaza para las naves y satélites en funcionamiento. Muchas piezas pequeñas viajan a velocidades de hasta diez kilómetros por segundo y podrían provocar verdaderos daños, lo que a su vez crearía más desechos (esto se conoce como el síndrome de Kessler).

Los desechos espaciales suponen uno de los peligros más grandes a los que se enfrentan las misiones espaciales, incluida la programada para hoy, pero finalmente pospuesta, que tenía como destino el telescopio espacial Hubble. El telescopio, que se encuentra a casi seiscientos kilómetros de altura, está situado en un entorno donde hay bastantes desperdicios, y existe el riesgo de que la misión de mantenimiento sufra un impacto que podría ser catastrófico. Por esta razón se han tomado medidas para mitigar el peligro. La Estación Espacial Internacional, debido al riesgo real de colisión al que se enfrenta, ha sido reforzada para que pueda soportar el impacto a gran velocidad de estos objetos.

Planear la limpieza de los desechos es una tarea complicada, puesto que su número aumenta constantemente, debido al lanzamiento de nuevos cohetes y a las colisiones entre los objetos que ya existen. Para elaborar un plan efectivo, los científicos deben identificar los objetos que suponen un mayor riesgo de colisión.

Rebecca Newland de la Universidad de Southampton (Reino Unido), junto con un equipo dirigido por el Dr. Hugh Lewis, creó un modelo de red matemático que clasifica los objetos de acuerdo con el riesgo que suponen, lo que permitiría seleccionarlos para su posible retirada de la órbita. Los investigadores investigaron la forma de averiguar cuántos posibles vínculos tiene cada objeto con otros objetos.

«El espacio en el que se mueven los desechos espaciales puede representarse como una red en la que los desperdicios estarían vinculados si hay posibilidad de colisión entre ellos», aclaró la Sra.
Newland. «Una vez formada la red, ésta puede analizarse para identificar los objetos más importantes para su estructura global.» Según dijo, «para destruir una red de desperdicios, habría que identificar y retirar los objetos clave, de la misma forma que si se eliminaran enrutadores que sirven muchas conexiones se podría "mutilar" Internet». La Sra. Newland explicó que el modelo de red ejecuta simulaciones para predecir entornos espaciales futuros basándose en estadísticas extraídas de bases de datos de objetos en órbita como las que mantienen la NASA y la Agencia Espacial Europea. «Tenemos intención de seguir desarrollando la herramienta para añadirle más detalles sobre los objetos, como su masa, dato muy importante», declaró. «El modelo crea hoy por hoy predicciones estadísticas del medio espacial para los próximos doscientos años. Si le suministramos más información, sobre todo la relativa a la masa de los residuos, e información más actualizada sobre la localización de los objetos, el modelo es capaz de realizar mejores predicciones.»

Esta nueva herramienta, presentada por el Dr. Lewis durante el 59° Congreso Internacional de Astronáutica celebrado la semana pasada, tiene potencial para frenar la producción de desechos espaciales, lo que en la práctica reduciría el riesgo que representan para las naves y los astronautas.

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viernes, octubre 17

Patatas

(Un artículo de Martín Ferrand en el XLSemanal)

Suele atribuírsele a Antoine-Augustin Parmentier el mérito de haber popularizado en Europa el consumo de la patata y así es en verdad. Pero hay más. La patata, alimento fundamental en la América andina, vino a España a principios del XVI; pero ni el hambre, que era cosa común entre nosotros, estimuló su uso culinario.

Quedó como rareza vegetal y, en algunos lugares de Castilla, especialmente en Burgos, sirvió como alimento para el ganado. Parmentier, que ya tenía en su haber la creación, en París, de una escuela de panadería, de la que arranca el prestigio del pan francés, fomentó, como todo el mundo sabe, el cultivo del tubérculo que redimió la hambruna que padeció el Viejo Continente en el último tercio del XVIII; pero su exitoso intento no hubiera funcionado sin la ayuda del rey de Francia Luis XVI.

El pueblo llano, al considerarlas como fruto prohibido, arrasó los patatales sembrados por Parmentier con la precisa intención de que así fuera; pero la nobleza, y especialmente los intelectuales de la época, siguieron despreciando la humilde patata. El rey Luis tuvo ahí un gesto que no le valdría después para evitar que la Revolución lo llevara a la guillotina: hizo lucir en su atuendo una flor de patata de oro y pedrería. Su efecto propagandístico fue prodigioso.

Hoy no sabríamos, ni podríamos, comer sin patatas. Merecen mención especial las que, en forma de marmita de bonito, el guiso cántabro al que algunos llaman sorropotún y es hermano gemelo del marmitako vasco, elaboran en El Regajal de la Cruz (Barrio Sovilla, 70. San Felices de Buelna, Cantabria), un hermosísimo, recóndito y nuevo restaurante que `pilota´ Javier Undabarrena.
Manuel Martín Ferrand

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jueves, octubre 16

Unas cuantas supersticiones rusas

(Leído el lunes en la bitácora "crónicas desde Europa", de El Mundo. Escrito por Daniel Utrilla)

-"¿En qué mejilla tienes la pestaña?", me preguntan sin venir a cuento en un café de Moscú [porque las supersticiones rusas siempre nos explotan en la cara a los extranjeros, dejándonos con esa expresión abobada como de Alicia en país de las maravillas que los foráneos tantas veces componemos en Rusia].

- (Silencio). - "Digo que en cuál de las dos mejillas tienes la pestaña", insiste mi interlocutora. -"En la de la izquierda", respondo con la fingida naturalidad de quien acaba de encajar una profunda cornada cultural y simula que no sangra. - "¡Acertaste!", exclama la moscovita, que pesca con sus dedos la pestaña caída sobre mi mejilla, me ordena que cierre la mano y posa la pestaña encima de mi puño cerrado antes de sugerir: "Pide un deseo y sopla". [Hago lo que me dice sin rechistar: a estas alturas del sortilegio no hay nada peor que volverse atrás]. - "¿Qué deseo has pedido?", pregunta curiosa. - "No sé... ¿Que se acabe la crisis?" - "No hombre, no, ¡Cosas pequeñas!", se enfada.

Según la tradición popular rusa, si la pestaña sale volando el deseo se cumplirá, pero si se queda pegada en el puño (que todo es posible en el mundo físico) este complejo procedimiento no habrá servido absolutamente para nada. Por si acaso, se recomienda a los 'brókers' que estos días se desojen buscando las pestañas (aunque sean quemadas) de sus compañeros de parqué... Hace unos meses ya publicamos en este mismo blog un 'recetario ruso contra la mala suerte'. Sin embargo, como el número de supersticiones reveladas aumenta, sobre todo aquellas relacionadas con el bolsillo (que son las más socorridas en tiempos de crisis), me permito hacer un nuevo inventario.

En primer lugar, no se le ocurra matar una araña en casa: para los rusos, los arácnidos domésticos son anunciadores de riqueza (así las cosas, se recomienda a los bancos que no limpien las telarañas de sus cajas fuertes).

Tampoco silbe dentro de casa (en la ducha tampoco) si quiere evitar que le roben. Además, según la creencia popular, si al descolgar el teléfono uno no reconoce la voz de su interlocutor, eso significará que la persona no identificada será rica.

Ojo, que esta es importante: si le regala una cartera a un familiar, amigo o conocido hágalo con una moneda o un billete dentro, pues de esa manera conseguirá que el destinatario nunca se quede sin blanca (el tamaño de la cartera no influye en el resultado, así que no vaya regalando por ahí sacos de correos a sus prestamistas).

También aseguran los rusos que no conviene entregar dinero a nadie por la noche, lo que nos podría conducir irremediablemente al ocaso financiero y a la pobreza: si por alguna razón de peso debemos dar un dinero (la mafia rusa no se anda con chiquitas), entonces conviene no entregarlo en mano, si no dejarlo sobre la mesa para que el destinatario lo recoja.

Ojo: si le pica la mano derecha, es que el dinero está a punto de llamar a su puerta. Si por el contrario le pica la izquierda, será usted el que afloje la faltriquera y entregará dinero en mano a alguien (procure no hacerlo de noche como ya hemos indicado antes).

En Moscú (donde las bolsas han tenido que interrumpir varias veces sus sesiones durante esta semana negra) seguro que más de un operador bursátil habrá escupido tres veces por el hombro izquierdo durante las sesiones, pues se trata del conjuro más popular en este país contra la mala suerte y motivo de desazón para las señoras de la limpieza de toda Rusia. Pero volviendo a la bolsa (a la de la basura), muchos rusos coinciden en afirmar que sacar la basura después de la puesta del sol conlleva una bancarrota segura. ¿A qué hora sacarán la basura en el edificio de Wall Street?

Se me olvidaba la mejor: si una cagarruta de pájaro le cae encima, piénseselo dos veces antes de 'cagarse' usted en nadie, por favor. En Rusia dicha condecoración fecal es la señal celestial inequívoca de que el dinero o el maná (en una suma sin especificar y sin intereses) está a punto de lloverle encima. Una auténtica gripe aviar con diarrea es lo que necesita el Ibex 35...

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miércoles, octubre 15

Moliendo, molienda, molicie

Del verbo moler, por supuesto...

Molienda es la acción de moler, especialmente el grano; o la cantidad de caña de azúcar, trigo, aceituna, chocolate, etc., que se muele de una vez. También puede ser la temporada que dura la operación de moler la aceituna o la caña de azúcar.

http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=molienda

Lo que está claro es que no tiene nada que ver con molicie, que es la blandura de las cosas al tacto.

http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=molicie

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martes, octubre 14

Una historia sobre Marie Curie

(Leído -y extraído - de Historias de la ciencia, una de esas bitácoras deliciosas que no hay que perderse)

"Nuestra historia empieza la triste y lluviosa mañana del 19 de abril de 1906. Un hombre llamado Louis Manin conducía un coche de caballos. Se paró para dejar pasar un tranvía y arrancó a paso lento. De repente, vio aparecer un hombre de negro por delante de su caballo izquierdo. Pareció resbalar sobre el húmedo asfalto y se agarró al animal, que se encabritó. Manin levantó instintivamente el freno con una mano mientras tiraba de las riendas con la otra. Enredado en los arreos de los caballos, obstaculizado por el paraguas que llevaba y por sus propias piernas cayó entre los dos animales y entre las ruedas delanteras del pesado vehículo. La rueda trasera izquierda trituró la cabeza de aquel hombre de negro.

Ese hombre de negro era Pierre Curie. Un testigo contó que el cráneo le había estallado en miles de fragmentos. El gentío, viendo la escena y la sangre, comenzó a maltratar a Manin, que tuvo que ser protegido por la policía. No obstante, tres testigos que lo habían visto todo dijeron que no había tenido culpa alguna. Ningún cochero quiso recoger el cadáver ensangrentado por no manchar los asientos y tuvo que ser transportado en camilla.

Cinco años más tarde, el 4 de noviembre de 1911, el diario Le Journal publicaba en su primera página el siguiente titular: Una Historia de amor: Madame Curie y el profesor Langevin. La noticia comenzaba: Los fuegos del radio acaban de encender un fuego en el corazón de uno de los científicos que estudian tan devotamente su acción; y la esposa e hijos de este científico están llorando. Y así relataba de qué manera Marie Curie, en nombre del radio, había roto una familia con cuatro hijos.

No era el único medio que informaba de la noticia. El diario Le Figaro publicaba una caricatura en la que se veía una joven con un escote impresionante y trenzas voladoras que frívolamente llevaba un sombrero en forma de la cúpula de la Academia de las Ciencias Francesas. El Excelsior publicaba un estudio científico en el que el objeto de estudio era Marie Curie e incluía dos fotos de aire policial en que se veía a una mujer cansada, descabellada, de mirada fija, peligrosa y pervertida.

Durante días, la prensa nacional e internacional se centró en los detalles. Incluso, se llegó a especular si el vínculo ya existía antes de la muerte de Pierre Curie y si, en realidad, Pierre se habría suicidado por ese motivo (y por ello os he explicado anteriormente la muerte de Pierre).

Paul Langevin era 4 años menor que Marie y había trabajado con Pierre. No tenía una vida feliz con su familia. Su mujer nunca le había perdonado no entrar en la industria que les hubiera reportado más fortuna. Había alquilado un apartamento a diez minutos a pie del laboratorio de Marie. Ésta, que necesitaba compañía y pensaba que podía mantener una relación privada con Paul, le visitaba a menudo. Lo demás ya podéis sospechar cómo funcionó. Aunque recibió el soporte de familia y amistades, que intentaron que no saliesen a la luz las pruebas de los hechos, el 23 de noviembre, L’Oeuvre publicó algunos de los fragmentos de la correspondencia Curie-Langevin con el titular Los escándalos de la Sorbona.

La procedencia de las cartas es confusa. Todo apunta a que la esposa de Langevin puso un detective privado para que robara la correspondencia de su despacho. El editor de L’Oeuvre, un ultraconservador, arregló los textos para inculparlos sin dejar ningún género de duda. Los biógrafos dan por sentado que esas cartas eran realmente de Marie por las consideraciones taxativas y por el estilo categórico.

En esas cartas, Langevin explica que las noches que pasa con su mujer son atroces y no duerme más de tres o cuatro horas. Marie le recomienda trabajar hasta tarde y levantarse temprano, así como le dice que compartir cama no le dejará descansar. En una de las cartas más largas le dice que no deje embarazada a su mujer.

La respuesta de Marie fue clara: Considero abominables todas las intromisiones de la prensa en mi vida privada.

Fue criticada por una ciudadanía, sobre todo, conservadora y nacionalista. Tenía el pecado de ser polaca y, sobre todo, de ser mujer. Dicha ciudadanía la acusó de traidora, de monstruo egoísta: la gran Francia privada de sus hijos por una judía polaca. Defensores y detractores empezaron a rondar por su casa. Incluso le tiraron piedras a las ventanas; le gritaban por la calles acusándola de destructora de familias, de prostituta, de tentación judía. Los periodistas llegaron a hostigar a sus hijas Iréne y Eve, de 14 y 7 años.

Y es que en el siglo XIX había prosperado en Francia un nuevo valor absoluto para las mujeres: la Esposa, la Familia. El Código Civil y el de las convenciones ensalzaban el verdadero modelo femenino, el de la Mujer Honesta, la Madre. Y claro, Marie Curie no era más que una extranjera que se divertía con los maridos de otras mujeres.

En uno de los artículos más cáusticos, el periodista Gustave Téry etiquetó a Langevin de “pueblerino y cobarde”. A causa del deshonor, el físico retó al periodista a un duelo. Durante el mismo, dicho periodista levantó su pistola y se retiró alegando que no se podía matar a un hombre tan valioso para la patria.

Es curiosa la forma de pensar de algunas personas: no puede matar a un hombre “tan valioso para la patria”, pero sí hacer todo lo posible por acabar con su reputación y su carrera como científico entrometiéndose en su vida privada.

No fue el único duelo. Aun así, nunca hubo muertos en ellos. La esposa de Langevin consiguió lo que buscaba: herir a Marie Curie y denunciar su comportamiento. Langevin y su esposa se separaron y tres años después se reconciliaron, aunque siempre tuvo relaciones extramatrimoniales. Más tarde llegó a tener un hijo ilegítimo con una estudiante. Tiempo después, llamó al laboratorio de Marie Curie y le pidió trabajo. Marie se lo dio.

Svante Arrhenius era entonces un miembro de la Academia Sueca que había defendido la candidatura de Marie Curie para su segundo Nobel. Le escribió una carta en nombre del comité sugiriendo que no aceptara el premio hasta que se demostrara que las acusaciones que se le imputaban no eran ciertas. Particularmente, decía que: Si la Academia hubiera pensado que las cartas en cuestión eran auténticas, no os habría, con toda probabilidad, otorgado el premio…

La respuesta de Marie, como siempre, fue contundente:

La decisión que me aconsejan que tome sería un error. De hecho, el premio se me ha otorgado por el descubrimiento del radio y el polonio. Creo que no hay conexión alguna entre mi trabajo científico y mi vida privada… No puedo aceptar la idea que las calumnias y difamaciones de la vida privada puedan influir en el valor de la investigación científica. Estoy segura de que muchas personas comparten esta opinión. Me sabe muy mal que no piensen Uds. de esta manera.

Y, actuando en su línea, fue a la ceremonia a la que la acompañaron su hermana Bronia y su hija Iréne, que entonces tenía 14 años. El rey Gustavo le dio el premio y nadie entró en cuestiones personales. Rígida en su discurso, describió los trabajos científicos de otros en el campo de la radiactividad, incluyendo el de su marido, pero dejando claro que el mérito del galardón se le daba a ella.

Dejó la modestia en casa y remarcó al comité que el aislamiento del radio como elemento puro lo había hecho sola y que la identificación del mismo había servido a personas como Rutherford y Soddy poder desarrollar su teoría de la transmutación atómica. Y para rematar la faena, les recordó las palabras de Lord Kelvin: si no se puede medir en números lo que se está investigando, el conocimiento sobre el objeto investigado se torna poco preciso.

Y dejó ir eso ante un auditorio masculino que la había cuestionado en la autoridad sobre su obra por ser mujer y tener vida privada.

Aun así, nuestra heroína no era de piedra y quedó muy afectada por toda la situación. De hecho, entró en una depresión severa. Sus cuadernos donde anotaba los detalles técnicos, y la fecha, tienen un vacío de un año entero. Incluso, consideró suicidarse. Ingresó en una clínica con su apellido de soltera, Madame Sklodowska y prohibió a su hija enviarle cartas como Madame Curie, preocupada por no ser merecedora del ilustre nombre de su marido y buscando esconderse de la prensa.

¿Y cómo se vengó del mal papel que le hicieron los franceses, ahora que tanto la habían herido? Pues bien, el dinero que sacó de su segundo Nobel lo donó a Francia para hacer frente a la Primera Guerra Mundial al igual que el gramo de radio que consiguió unir tras un trabajo durísimo al Instituto de Radio de Francia. Al estallar la guerra, estudió anatomía, se sacó el carné de conducir y se fue al frente con su hija Iréne. Gracias a ellas (a las dos) y a todas las enfermeras que pudieron formar se hicieron más de un millón de radiografías a heridos de guerra.

Una reacción poco común, ¿verdad?

A su hija Eva le escribió: Constituye una fuente de decepción el hecho de hacer que todos los intereses de la propia vida dependan de sentimientos tan tormentosos como el amor.

Marie Curie y Paul Langevin no siguieron adelante con su relación, aunque los nietos de ambos, Hélène y Michel, se casaron eventualmente. Marie Curie no tuvo más romances en su vida.

Para finalizar, os dejo con unas palabras, una vez más extraordinarias, de esta mujer:

¿Cuál es el interés de esta Sociedad? ¿No debe ser el de favorecer el nacimiento de las vocaciones científicas? ¿Estamos tan sobrados de ellas que podemos sacrificar las que se le van a ofrecer? Creo más bien que el conjunto de las aptitudes exigidas por una verdadera vocación científica es una cosa infinitamente preciosa y delicada, un tesoro raro, que es criminal y absurdo dejar perder, y sobre todo algo por lo que hay que velar con toda solicitud a fin de darle todas las probabilidades para que se desarrolle."

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lunes, octubre 13

Fútbol sobre barro

Una vez derretida la nieve que cubre al país todo el año, Finlandia se convierte en el referente mundial del 'fútbol barro'. Esta modalidad deportiva se originó en las ciénagas de Finlandia y comenzaron a practicarla unos esquiadores de fondo que se entrenaban en las marismas en los meses de verano. El primer torneo se celebró en 1997 y contó con la presencia de 13 equipos, como un deporte minoritario, aunque ha acabado convirtiéndose en una de las imágenes inexcusables de cada verano. Más de 200 equipos participaron en el último ‘Campeonato del Mundo de Fútbol sobre barro’ celebrado en Vuorisuo, Ukkohalla, Hyrynsalmi, Finlandia.

A primera vista, es un deporte para gente poco pulcra y con una gran voluntad. Para jugar sólo se necesita un terreno cubierto por una capa de barro de al menos 30 centímetros de espesor, dos equipos formados cada uno por 6 jugadores y muchos metros de papel celo. Según parece, uno de los encantos para los espectadores es el regocijo ante el fondo de pocilga donde se arrastran los jugadores, los mejores de lo cuales consiguen un cerdito como premio.

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