(Un reportaje de Ginés Donaire en
el suplemento de viajes de El País del 13 de noviembre de 2021)
Tres comunidades y cuatro
provincias vertebran la ruta que alumbró san Juan de la Cruz hace cinco siglos
por un territorio fascinante de montañas y valles.
Recorremos unos 150 kilómetros en
seis etapas en pleno otoño, cuando el Camino sanjuanista alcanza su plenitud
por el cromatismo de los paisajes. De Boas de Segura (Jaén) a Caravaca (Región
de Murcia), con un alto en la albaceteña Nerpio. El itinerario es una
encrucijada de influencias levantinas, andaluzas y también manchegas.
No es una ruta mística, ni
tampoco una peregrinación. Es el camino en sí mismo, un viaje hacia el interior
de España siguiendo la huella de san Juan de la Cruz, el carmelita que en el
siglo XVI iluminó este gran sendero lleno de naturaleza que en otoño se
convierte en un festival de colores por la inmensidad de sus paisajes. Ocho
municipios, cuatro provincias y tres comunidades autónomas vertebran el Camino
de san Juan de la Cruz, el particular Camino de Santiago del sur de España que
ahora se ha puesto en valor turístico para deleite de los muchos andariegos
—acepción propia de Santa Teresa con la que se conoce a estos senderistas— que
ya se atreven a emular al santo y poeta universal.
"Mi Amado las montañas / los
valles solitarios nemorosos, / las ínsulas extrañas, / los ríos sonorosos, / el
silbo de los aires amorosos", escribió san Juan de la Cruz en una de sus
estrofas del afamado Cántico espiritual (1578). Era una de las muchas
semblanzas que el carmelita hizo de una ruta, majestuosa y desconocida a la
vez, que realizó al menos en siete ocasiones sin más compañía que la de su
burra y la de otro fraile. Un camino que es una encrucijada de influencias
levantinas, andaluzas y manchegas, pero con una personalidad, tradición e
historia en común. Historiadores y geógrafos coinciden en reconocer a este
territorio como, el epicentro de la comarca natural de la sierra de Segura.
Nada que ver con la división administrativa del territorio que trazó Javier de
Burgos en 1833 sin tener en cuenta sus vínculos históricos. Así, Beas de Segura,
que pertenecía a la provincia de La Mancha, pasó a Jaén; la sierra de Segura
del viejo Reino de Murcia se repartió entre Jaén, Albacete y Murcia (que son la
esencia del camino sanjuanista); mientras que la incorporación plena de
Caravaca y Moratalla a Murcia no se produjo hasta 1874.
El origen de esa comunidad humana
habría que retrotraerlo a la Oróspeda de los romanos, en las fuentes del Betis
y del Táder, a la montaña de Tudmir en época islámica. La Reconquista supuso la
incorporación de esta zona a Castilla, formando parte del Reino de Murcia pero
bajo la administración de la Orden de Santiago, cuya principal función era la
defensa de la frontera contra el islam. La Orden de Santiago marcaría, con una
especie de soberanía política, económica y religiosa excepcional, un carácter
propio y diferenciado de otros territorios vecinos hasta el siglo XIX.
Ya en el siglo XVIII, el ministro
Ensenada, para potenciar la marina de guerra y abastecer a los astilleros,
crearía la Provincia Marítima de Segura de la Sierra (1748-1833). Empezaron las
talas masivas, el ajorro o arrastre por tierra y una especie de pastoreo
flotante de maderadas de grandes pinos (los salgareños eran los más apreciados
por su esbelta rectitud) que los gancheros llevaban por los cauces de los ríos
Segura y Guadalquivir para sacarlos a la orilla, en Calasparra por una cuenca,
y Córdoba y Sevilla por la otra, hasta acabar en Cartagena o Cádiz. La
extracción masiva no se interrumpió al desaparecer la Provincia Marítima y
siguió surtiendo de vigas al entibado de las minas y de travesaños a los
ferrocarriles.
Aunque el Camino de san Juan de
la Cruz (caminodesanjuandelacruz.org) se diseñó hace cuatro años entre Beas de
Segura, en Jaén, y Caravaca de la Cruz, en la Región de Murcia, ya se tramita
una ampliación hasta Villanueva del Arzobispo, lo que eleva la extensión de la
ruta a unos 180 kilómetros. Allí, en el monasterio del Calvario, el carmelita
pasó sus primeros tiempos en Andalucía. Entre una loma de olivos de la sierra
de Las Villas, con el bello municipio jiennense de Iznatoraf haciendo de vigía,
se conservan, a duras penas, los restos de este monasterio junto a un gran
pilar y una hermosa fuente. En Villanueva, la señalización del camino
sanjuanista se inicia en la puerta de la umbría de la parroquia de San Andrés y
se prolonga hasta el santuario de la Virgen de la Fuensanta, donde el caminante
encuentra otra estatua del místico y, en su torreón, la celda donde estuvo
alojado este poeta del Renacimiento español durante su estancia en el lugar.
Son muchos los autores, entre
ellos el filósofo Domingo Henares, quienes sostienen que san Juan de la Cruz no
escribió su obra cumbre, el Cántico espiritual, entre las inhóspitas
paredes de una cárcel conventual de Toledo, sino en los campos y lugares
habitados más apacibles de Jaén, en especial en el camino entre Villanueva del
Arzobispo y Beas de Segura.
Beas de Segura - Hornos de
Segura (24,4 kilómetros)
La primera etapa del camino
oficial la iniciamos en Beas de Segura, donde san Juan de la Cruz permaneció
varios años al abrigo del convento carmelita fundado por santa Teresa de Jesús
en 1575. Dos gigantes de la espiritualidad que son el principal argumento del
espacio expositivo La villa de Beas. El siglo XVI y la mística.
A las puertas de ese convento,
junto a las esculturas de estos dos ilustres personajes, emprendemos el camino guiados
por el club de senderistas El Camino, un grupo de amigos que se conocieron hace
siete años haciendo el Camino de Santiago y que ahora se esfuerzan por divulgar
el itinerario sanjuanista que en estos primeros tramos se encuentra ya
perfectamente señalizado. Una etapa muy exigente por sus grandes desniveles y
fuertes pendientes, como la del camino de La Parrilla, que alterna pistas
forestales y sendas entre pinos y encinas. Más adelanté, el trazado se empina y
zigzaguea entre grandes peñascos para alcanzar su mayor altitud en las Cumbres
de Beas, a 1.291 metros.
Las sierras jiennenses de Las
Villas y de Segura emergen entre las impresionantes vistas que ofrece este
sendero, que en un buen tramo coincide con el cordel de la trashumancia del
ganado que cada otoño ve transitar por estas veredas a miles de ovejas y cabras
cuando dejan las zonas más gélidas de Segura en busca de pastos más cálidos en
Sierra Morena. En primavera harán el camino a la inversa. Y también se
entrecruza con esta primera etapa el sendero GR 247 Bosques del Sur, que, con
478 kilómetros señalizados, es la más larga ruta senderista circular de España,
y que gira en torno al mayor espacio protegido del país: el parque natural
Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas.
Esta primera parte concluye tras
un descenso que nos llevará a caminar en paralelo al pantano del Tranco
(recomendable un paseo en su barco solar; tranco.es) y teniendo en el horizonte
la imponente silueta del pueblo de Hornos de Segura, un gran peñasco coronado
por el castillo que conserva el tipismo de villa medieval.
Hornos de Segura – Pontones
(22,7 kilómetros)
Esta etapa se adentra en lo más
profundo de la sierra de Segura, una zona de gran riqueza paisajística entre
pistas, sendas y caminos de herradura en buen estado. En sus primeros pasos
circunda algunas de las numerosas aldeas que, como La Platera, sobreviven al
paso del tiempo, y por otras cortijadas ya abandonadas, como La Agracea, que
simbolizan la expropiación forzosa que sufrieron más de 2.000 vecinos tras la
declaración del Coto Nacional de Caza en la segunda mitad del pasado siglo.
En el ascenso decimos adiós al
olivar y damos la bienvenida a un rico bosque mediterráneo con ejemplares de
cornicabras y madroños, disfrutando del hermoso ecosistema serrano y el azul
del pantano en lo hondo. Tras atravesar las aldeas de Montalvo y Casas de
Carrasco llegamos a Pontones, la localidad que en junio de 1975 se fusionó con
Santiago de la Espada alumbrando el municipio de Santiago-Pontones. A cinco
kilómetros, en la aldea de Fuente Segura, nace el río Segura, que aparece como
un surgente que mana agua bajo una gran roca. Su cauce discurre por las
provincias de Jaén, Albacete, Murcia y Alicante (desemboca en Guardamar del
Segura) y toda su cuenca la riegan afluentes como el Zumeta, el Taibilla, el
arroyo de Letur, el de Benizar o el mismo río Tus.
Pontones-Santiago de la
Espada (21 kilómetros)
"Pastores, los que fuerdes /
allá por las majadas al otero: / si por ventura vierdes / aquel que yo más
quiero, / decidle que adolezco, peno y muero", son otros de los versos del
Cántico espiritual de san Juan de la Cruz.
Este tramo transcurre
íntegramente por tierras a más de 1.300 metros de altitud. Lo hace a través de
una senda paralela al río Segura con excelentes vistas sobre un valle donde las
aguas se encajan entre bosques de ribera y con la Cueva del Agua (junto a la
aldea de Poyotello) como uno de sus principales reclamos. Es quizá el lugar de
mayor concentración de ganado, que se caracteriza por el uso extensivo y la
trashumancia de la oveja segureña, una raza autóctona propia de los montes y
altiplanicies del sureste. Por eso el paisaje está repleto de testimonios de
esta actividad, como las tinás (cobertizo para el ganado), el tornajo
(abrevadero en un tronco acanalado), el lavadero o el descansadero. La cañada,
de 75 metros de ancho, el cordel (37,5) y la vereda (21) han sido los caminos
tradicionales del ganado. Y la misma localidad de Santiago de la Espada tuvo un
origen pastoril en 1525, con un primer asentamiento de pastores llamado El
Hornillo. Un nombre que le vino dado porque era alrededor de un hornillo donde
los ganaderos cocían el pan durante sus estancias. En el centro urbano, junto
al Ayuntamiento, se encuentra la posada donde se hospedaba san Juan de la Cruz,
que conserva casi intacta la balconada original de finales del siglo XVI.
Santiago de la Espada -
Nerpio (32,2 kilómetros)
Junto al puente del río Zumeta,
por donde transcurre el camino sanjuanista, el grupo de teatro aficionado
Artemix sorprende con una escenificación de la vida de san Juan de la Cruz y su
encuentro con santa Teresa de Jesús, con los hábitos prestados por los propios
carmelitas —algunos de ellos intactos desde el siglo XVI—. Es su contribución a
la divulgación de un camino que los lugareños quieren ahora explotar
turísticamente.
En la vega del Zumeta, entre
huertas y labranzas, parte el sendero que nos conduce a Nerpio, en la provincia
de Albacete. Poco más allá el río se encaja entre montañas y aparece el hermoso
cañón del Zumeta, cerca del viejo camino de herradura con muros de contención
de piedra seca en vaguadas y taludes. El pico de esta etapa se alcanza en la
sierra de Huebras (1.575 metros), pero muy cerca de allí se otea un amplio horizonte
del valle y lejanas sierras al sur como las Cabras, la Guillimona, la Sagra o
Castril, estas últimas parte de la incursión que hace la ruta en la provincia
de Granada.
A Castilla-La Mancha se entra en
cuanto se toma el desvío hacia Nerpio, al dejar la carretera A317. La bienvenida
al viajero se la da el hermoso valle del río Taibilla y llama la atención la
estampa tan singular de la aldea de Las Quinterías, bajo un gran abrigo rocoso
que por momentos emula al cañón del Colorado. A Nerpio llegaremos tras una
parada previa en la pedanía de Pedro Andrés, donde sobresale la silueta del
castillo santiaguista de Taibilla conocido como el guardián de la frontera, y
siguiendo la deliciosa, ruta de los nogales centenarios, que adquieren en otoño
todo su esplendor cromático y paisajístico. Pedro Andrés es también un buen
lugar para disfrutar de la gastronomía de esta ruta sanjuanista. Platos como el
potaje carmelitano, las migas de harina, el ajoharina, el ajo modorro,
atascaburras, olla gitana, ajo pringue o la sopa castellana son los más señeros
de la cocina tradicional de esta inmensa comarca.
Nerpio-El Sabinar (21,1
kilómetros)
El paisaje de Nerpio es
grandioso. La alternancia de grandes sierras y montañas (se llegan a alcanzar
los 2.000 metros en la sierra de las Cabras) con valles y barrancos ofrecen una
continua sorpresa al andariego. En este municipio albaceteño, donde confluyen
los ríos Taibilla y Acedas, destaca su puente de piedra realizado en el año
1903; una joya de ingeniería.
Entre Nerpio y la localidad de
Moratalla se encuentra una de las mayores concentraciones de abrigos de arte
rupestre, sobresaliendo por su importancia el de Solana de las Covachas (para
visitarlas, hay que reservar; 967 43 81 70). Se trata de un conjunto de
pinturas en multitud de cavidades rocosas —la mayoría de estilo levantino y
también esquemático neolítico— que forman parte del arte rupestre del arco
mediterráneo en la península Ibérica que en 1998 fue declarado por la Unesco
patrimonio mundial. La etapa concluye en la pedanía de El Sabinar, a la que se
llega por una llanura entre almendros, plantas aromáticas y otros ejemplares
recios y vetustos de sabina albar, en su emplazamiento ibérico más meridional.
El Sabinar-Caravaca de la
Cruz (36 kilómetros)
La última (o primera, según se
mire) etapa del camino es la más larga, pero también la más suave. Discurre en buena
parte por el amplio y llano Campo de San Juan, rodeado de altas sierras, con
suaves ondulaciones entre el cereal, la lavanda, apriscos y el sonido .de
esquilas de ganado. Cerca queda el curso alto del río Alhárabe que nos guiará
desde el embalse de La Risca hasta la aldea del mismo nombre. El Collado de la
Cruz, de algo más de 1.100 metros de altitud, es la última dificultad que hay
que afrontar antes de divisar Caravaca, sin duda uno de los municipios donde la
huella de san Juan de la Cruz queda más patente.
La localidad murciana nos recibe
con la escultura del santo andariego, obra de Rafael Pi Belda (1986). A escasos
metros se encuentra el monasterio de Nuestra Señora del Carmen de los
Carmelitas Descalzos, fundado por san Juan de la Cruz en 1587, hoy convertido
en hospedería rural (hospederiacaravaca.org). También conviene visitar la Casa
de san Juan de la Cruz, donde se alojaron los frailes en 1586 mientras se
adecuaba el que sería el convento de Nuestra Señora del Carmen; y la antigua
iglesia de la Compañía de Jesús, actualmente un gran espacio cultural que
alberga un gran lienzo del carmelita realizado por el pintor jiennense Santiago
Ydáñez.
Como resume Pascual Gil Almeda,
prior de los Carmelitas Descalzos en Caravaca y principal artífice de la puesta
en valor turístico de esta ruta: "Este es un camino con una originalidad
propia que no debe perder su identidad y que sirve para descubrir la
universalidad de un personaje como san Juan de la Cruz, uno de los pilares de
la mística occidental".
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