Cuéntame un cuento...

...o una historia, o una anécdota... Simplemente algo que me haga reir, pensar, soñar o todo a la vez, si cabe ..Si quereis mandarme alguna de estas, hacedlo a pues80@hotmail.com..

domingo, octubre 31

Remordimiento de poetas I

(Este es de José Hierro)

Inútilmente fui
recorriendo senderos
entre mármoles.

Luz
de prodigiosa hondura.
(Toda la noche había
llovido. Al clarear
cesó la lluvia. Nubes
navegaban el cielo;
nubes blancas.)

Inútil
fue recorrer senderos,
buscar tu nombre. Inútil:
no lo hallé.
Y recé una oración
por ti -¿por ti o por mí?
Después te olvidé. Sean
los muertos los que entierran a sus muertos

II

Estaba
tan olvidado todo!
Pero esta noche...

¿Por qué será imposible
verte de nuevo, hablarte,
escucharte, tocarte,
ir -con los mismos cuerpos
y almas que tuvimos,
pero con más amor-
uno al lado del otro...
(Ilusión descuajada
del espacio y del tiempo
lo sé para mi daño.)

Yo te hablaría lo mismo que hablaría,
si yo fuese su dueño
mi verso: con palabras
de cada día, pero
bajo las que sonara
la corriente fluvial
de la ternura.
Como se hablan los hombres,
conteniendo las ganas
de llorar, de decirse
'te quiero'. Sin llorar
ni decirse 'te quiero',
que es cosa de mujeres.

Qué quedaría entonces
de ti, después de tantos
años bajo la tierra.
Dónde hallarte - pensé
aquel día. No estamos
jamás donde morimos
definitivamente,
sino donde morimos
día a día.

III

Pero esta noche...

Te abrazaría, créeme,
te besaría,
te daría calor,
te adoraría. Haría
algo que es más difícil:
tratar de comprenderte.

Y te comprendería
te comprendo ya, créelo.
Nos va enseñando tanto
la vida... Nos enseña
por qué un hombre ve rota
su voluntad, y sueña,
y vive solitario;
por qué va a la deriva
en el témpano errante
arrancado a la costa,
y se deja morir
mientras mira impasible
cómo se hunden los suyos,
la carne de su carne,
su hermoso mundo...

IV

Son líneas sin sentido
éstas que trazo.
Yo mismo no comprendo
qué es lo que dejo en ellas.
Acaso sea música
de mi alma, arrancada
de modo misterioso
por tu mano de muerto.

Tu mano viva.
Yo pensé en ella, pero
era una mano muerta,
una mano enterrada
la que yo perseguía.

Inútilmente fui
buscando aquella mano.
Se estaba convirtiendo
en festín de las flores.
En vaho tibio para
empeñar las estrellas.
En luz malva y errante
que da su son al alba.
Estaría mezclándose
con la tierra materna.
Se hacía mano viva:
lo que es ahora.

V

Te abrazaría, créeme.
Te daría calor.
Te comprendo ya. Entonces
no era tiempo. Fue un día
de septiembre, en Ciriego,
-un cementerio que oye
la mar- el año mil
novecientos cincuenta.

Cuando vivías, eras
un extraño. Aquel día
entre mármoles, fui
buscándote, tratando
de comprenderte. Sólo
esta noche, de modo
inesperado, al fin
he comprendido.

Tarde,
para mi daño

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viernes, octubre 29

Bangkok

(De Peluche)

Bangkok es el nombre abreviado de la capital de Tailandia. En realidad se llama "Krung Thep Mahanakhon Amon Rattanakosin Mahinthara Yuthaya Mahadilok Phop Noppharat Ratchathani Burirom Udomratchaniwet Mahasathan Amon Piman Awatan Sathit Sakkathattiya Witsanukam Prasit".

sábado, octubre 23

Espaguetis a la carbonara

(Leído en la columna de Caius Apicus en el Confidencial del 27 de julio)

Pocas recetas de pasta larga serán tan populares en el mundo como los spaghetti alla carbonara, quizá sólo superados en difusión por los clásicos spaghetti alla bolognese; esa popularidad hace que, un poco como ocurre con la paella en el caso español, abunden las interpretaciones más peregrinas de una receta sobre cuyo origen no están las cosas excesivamente claras.

Leyenda urbana: el plato habría nacido en la Roma de 1944, tras la llegada a la capital italiana de las tropas anglo-americanas. A alguien se le ocurrió condimentar la pasta con dos productos de los que contenían las raciones de los soldados americanos, huevos (en polvo) y bacon, ingredientes que, con alguna variación, siguen siendo los básicos en la receta actual. Las variaciones son que ya no se usan huevos en polvo, y que no se emplea bacon, sino preferentemente tocino de papada, sin ahumar, que los italianos llaman guanciale, aunque pueda utilizarse la clásica panceta.

Sucede que antes de la Segunda Guerra Mundial ya existían en Italia los spaghetti alla carbonara. Al parecer, la primera versión escrita de la receta es la que da, en su libro 'Cucina teorico-pratica', editado en 1837, el cavaliere Ippolito Cavalcanti, duque de Buonvicino y descendiente directo de aquel Guido Cavalcanti que compartía andanzas florentinas en el duecento -siglo XIII- con Dante Alighieri, cuando ambos se inventaban el llamado Dolce Stil Nuovo (Dulce Estilo Nuevo).


Muchos opinan que el nombre de carbonara procede de carbone (carbón), y de ahí deducen que sería una preparación clásica de los mineros de carbón de los Apeninos. El hecho es que el cocinero italiano afincado en Nueva York Alfredo Viazzi escribió que el nombre viene "del aspecto de polvo de carbón que tiene la pimienta negra molida y espolvoreada generosamente sobre la pasta". Hay, claro, más teorías; casi tantas como versiones más o menos heterodoxas de la receta.

Trataremos de explicar la más próxima a la versión actual; hoy, seguramente desde la liberación de Roma, la panceta, o el guanciale, es ingrediente fundamental. Hay que cortarla en dados o en bastoncitos y ponerla en una sartén, a fuego bajo. La receta original usaba como grasa de apoyo el strutto o manteca de cerdo; hoy se hace con mantequilla o con aceite de oliva, que, si gusta, puede aromatizarse previamente dorando en él un diente de ajo aplastado y retirándolo antes de incorporar la panceta. La grasa del tocino ha de quedar transparente y fundirse en parte, y lo magro quedará más o menos crujiente según guste al oficiante; hay que evitar que se seque, eso sí. Logrado el objetivo, la sartén se separa del fuego, al que volverá cuando falte un minuto para que la pasta esté cocida.

Por otra parte, en la sopera en la que se vayan a servir los espaguetis, si se opta por este sistema, se baten tres huevos (para cuatro raciones) con otros tantos puñados de queso rallado. Atención: muchas recetas indican parmesano. No: se usa un queso de oveja de al menos ocho meses de curación, el pecorino romano. Oveja, no vaca; aquí podríamos usar un manchego, tal vez un idiazábal sin ahumar... Hay que mezclar bien, salpimentando, para que el queso no forme grumos. En esta fase hay varias versiones: las de los que utilizan sólo las yemas, las de quienes añaden al batido un poco de agua de la cocción de la pasta y, más frecuente pero igualmente heterodoxa, la de los que sustituyen uno de los huevos por medio vaso de nata líquida.

Cómo hacerlo

Se cuece la pasta al dente, según arte; cuando está, se escurre y se vuelca sobre el tocino, mezclando bien; por último, todo ello se incorpora a la sopera, revolviendo bien para que el huevo se integre, pero con la suficiente rapidez como para que no llegue a cuajarse.

Y a la mesa. Si son ustedes partidarios de presentarlos ya servidos, distribuyan todo en cuencos o platos soperos; deberían estar calientes, al menos templados, pero no deben meterse en el horno, sino echar en ellos un poco de agua caliente que tirarán en cuanto los platos se templen. En todo caso, entre la mezcla final de pasta y tocino con el batido de huevos y el servicio no debe pasar más de un minuto.

Y ésta es, tal como se hace ahora, la famosa pasta del carbonero... o de los soldados aliados. Una receta sencilla, que no simple, pero que requiere cierta habilidad para que el punto de todos sus componentes sea perfecto. Si es así, es un plato muy rico, que se entiende muy bien con un vino blanco fermentado en barrica, pero sin crianza posterior en madera... aunque para gustos se elaboran vinos.

Lo que no sabemos es si Dante y su amigo Cavalcanti, que peregrinó a Compostela, llegaron a probar esta receta; en su época ya estaban disponibles en Italia todos sus ingredientes: pasta (recién llegada, eso sí), huevos, queso, pimienta... y, por supuesto, tocino, aunque éste no se incorporase al plato hasta el siglo XX.

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viernes, octubre 22

Alturas absolutamente relativas

(Leído en peluche, uno de mis clásicos)

El Everest es el punto más alto de la Tierra o no, dependiendo de cómo se mida.

El Chimborazo (6.267 m. Ecuador) es el punto más alejado del centro de la Tierra. El Everest (8.848 m) es el que más altura tiene desde el nivel del mar, pero se apoya en una meseta que ya mide por sí sola 3.600 metros. Así que la montaña más alta, en sentido estricto, es el volcán Mauna Loa (Hawai). Sobresale del mar 4.170 m., pero arranca a 5.500 m de profundidad bajo el océano, lo que sobrepasaría de largo los 9.000 m de altitud total.

jueves, octubre 21

Un tirón muscular

(Leído en el Magazine de El Mundo del 13 de junio de 2010)

En principio no tiene por qué ser grave, pero si no se trata adecuadamente, puede derivar en una lesión más grave. [...] El tratamiento que hay que aplicar para este tipo de agarrotamientos es la técnica conocida como RICE, por sus siglas en inglés:

- Reposo - Poner la extremidad en alto y en reposo
- Hielo - Colocar hielo durante no más de diez minutos
- Compresión - Colocar un vendaje compresivo
- Elevación - Elevar el miembro y aplicar alguna crema anti-inflamatoria

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miércoles, octubre 20

Los experimentos del profesor Pentland

(Un artículo de Carlos Salas en el suplemento económico dominical de El Mundo del 30 de mayo)

Alex Pentland y sus estudiantes del Massachusetts Institute of Technology (MIT) grabaron miles de horas de conversación de cientos de personas. Al final eran capaces de pronosticar, con un 95% de acierto, si una negociación iba a triunfar o fracasar; si había química en una pareja que se acababa de conocer o quién mentía mejor en el poker.

Lo llamativo del experimento de Pentland es que no se interesaba por los contenidos de esas conversaciones, sino por los gestos, el volumen de la voz, las modulaciones y el tiempo. Podían hacerlo con ejecutivos que hablasen serbocroata o chinos que hablasen en mandarín. Daba igual. Tras estudiar cómo se comunicaban las personas, los científicos del MIT acertaban casi siempre. Y aquí viene lo sorprendente: si Pentland era capaz de acertar sin valerse de los contenidos de las conversaciones, ¿significa eso que decimos tonterías?¿Que no vale la pena lo que hablamos?¿Que al final lo importante no es lo que decimos sino cómo lo decimos?

Exactamente eso dice Pentland. Lo importante no es lo que decimos sino cómo lo expresamos.

La Fundación Telefónica invitó a Pentland a explicar sus trabajos en una conferencia en Madrid. Durante su charla, Pentland tenía colgado sobre un pecho un aparato parecido a una pequeña cámara de fotos. Se llama sociómetro. Es un aparato que sirve para captar varias cosas: el tono y el volumen de voz de las personas, pero también los gestos y los movimientos de la cara. Tras mucho trabajo, el equipo de Pentland diseñó este aparato que recoge esa forma irracional de comunicarnos y que permite saber cómo acabará una relación(*).

Por ejemplo, el sociómetro se empleó para saber cómo iba a acabar la negociación salarial entre un grupo de directivos, y acertó en casi todos los casos. El sociómetro se empleó en las divertidas citas rápidas, en las que ellas están sentadas en una mesa y ellos van rotando y cambiando de mesa. Tienen un minuto para saber si la persona que tienen enfrente encaja con su perfil. Al final, hombres y mujeres entregan sus opiniones a una coordinadora, que, tras ver si hay empatía entre dos (tiene que ser coincidente), arregla una cita posterior ya más distendida. El sociómetro acertó en casi todas las ocasiones. Y no lo hizo estudiando el contenido de las cosas que se decían las parejas, sino captando miradas, gestos y tonos.

Cuando un europeo escucha por primera vez el invento de Pentland, piensa que es otra tontería norteamericana. E.E.U.U. es el país de los vendedores de pócimas extraordinarias. Lo hemos visto en esas películas del oeste donde llega al pueblo un hombre con una carreta donde se lee "La pócima quita-dolores del Dr. Strickland". Y luego, el hombre convoca al pueblo para que conozcan los resultados maravillosos de la pócima. Ahora lo vemos en la televisión con los vendedores de cremas antiarañazos del coche, o vibradores contra la grasa.

En E.E.U.U., estas cosas fascinan. En Europa no tanto."El europeo es más escéptico y por eso no se traga tan fácilmente esas fórmulas americanas de gestión que parecen tan maravillosas", me comentaba hace poco Doug McEnroe, un coach que acaba de presentar en España el libro "Cocinando liderazgo" (Deusto).

El sociómetro parece otra máquina maravillosa. Sin embargo, el experimento del Dr. Pentland, si es que podemos llamarlo así, tiene una profunda base científica. Mejor dicho, antropológica. Los seres humanos empleamos buena parte de nuestro tiempo en ponernos de acuerdo de forma gestual, o empleando la voz, las risas, el tono y el volumen. Para ponerse de acuerdo, dos personas acaban imitando sus gestos. Es cuando entran en funcionamiento las neuronas espejo.

Uno de los experimentos más simpáticos se puede encontrar en Youtube. Una madre hace cariños a su hijo de pocos meses. Le habla como hablamos a los niños de esa edad, subiendo y bajando el tono, y queriendo imitar su forma de expresarse. Ella y el bebé están en la misma longitud de onda. De repente, la madre le da la espalda y cuando vuelve la cara a su hijo esta vez está muy seria. El niño comienza el ritual de comunicación empleando los mismos gestos que antes han tenido tanto éxito, pero ve que la madre no responde. No le imita. El niño trata de sonreír para que ella sonría, habla para que ella hable, mueve las manos como antes. Ante tanta frustración, el niño rompe a llorar. Y en ese momento, la madre vuelve a la mímica que antes les ha hecho tan felices. (buscar en youtube "experimento cambio de cara").

Es decir, si dos personas quieren entrar en contacto y ponerse de acuerdo, empiezan a imitarse mutuamente hasta que coinciden en casi todo: la voz, la inclinación de la cabeza, las sonrisas. Lo hacen las parejas de enamorados en las mesas de los restaurantes, las madres con sus hijos, los comerciales con los clientes, o lo hacemos con nuestros jefes cuando les entendemos y estamos de acuerdo con ellos.

En la charla de Pentland me atreví a preguntarle por qué en su libro "Señales honestas" no menciona todo lo que se ha publicado hasta ahora sobre programación neurolingüística (PNL). Y respondió que no tenía nada que ver con eso. "Nosotros sólo nos enfocamos a registrar los gestos, el volumen y el tono", dijo. La PNL en cambio, se fija mucho en los significados de las palabras.

Pentland afirma que cuando estamos con los demás activamos el canal social. Es el entusiasmo con que contamos las cosas, los gestos, las vibraciones de la voz o nuestra forma de conectar lo que determina el éxito de una relación, sea personal, laboral o de negocios. Como dice Pentland: "Hay que dejar de ver a los grupos humanos como una colección de inteligencias individuales vinculadas por el lenguaje y comenzar a percibirlos como una inteligencia en red ligada por ancestrales mecanismos de señales.

(*) Se puede ver en mediateca.fundacion.telefonica.com

martes, octubre 19

Una política disparatada

(Un artículo de Bjorn Lomborg, estadístico y director del Copenhagen Consensus Center, en el suplemento dominical de El Mundo. Para pensar un poquito sobre lo que creemos y lo que nos cuentan)

Los dirigentes europeos tienen trabajo más que de sobra. La crisis financiera ha obligado a varias naciones a tomar medidas para incentivar sus economías y la UE se enfrenta al riesgo de verse superada por economías que crecen a un ritmo más rápido y que producen con mayor eficacia y costes más bajos. Uno de los pocos elementos para sentirse orgullosos es que nuestros políticos siguen comprometidos para llevar la iniciativa mundial en la respuesta al recalentamiento del planeta. Desgraciadamente, sus decisiones en el campo de la política del cambio climático no resisten un examen serio.

Las investigaciones más recientes ponen de manifiesto que la política 20/20/20, por la que la UE quiere reducir en el 2020 las emisiones de gases de efecto invernadero en un 20% respecto de los niveles de 1990 (y garantizar que hay un 20% de renovables en 2020), va a costar cientos de miles de millones, pero sólo va a producir unos beneficios ridículos. Sólo en España, los costes serán de más de 20.000 millones de euros al año por culpa de esta política profundamente equivocada.

Empleando los modelos más solventes, Richard Tol, un destacado economista experto en cambio climático, ha realizado un análisis de costes en relación con los beneficios tanto del objetivo europeo del 20/20/20 como de otro más exigente del 30%, defendido por la Comisión Europea.

Como Tol deja claro, cualquier plan de reducción de las emisiones de carbono a escala europea va a tener un efecto muy reducido por sí mismo en las emisiones y en las subidas de temperatura. Ése no es un argumento en contra del plan, pero sí una buena razón para asegurarse de que los números merezcan la pena.

La UE anunció recientemente que cumplir con su objetivo de emisiones costaría no más de 48.000 millones de euros al año, pero la cifra peca de un optimismo poco creíble. La media de los modelos económicos más solventes demuestra que, aun en el caso de que los políticos europeos hicieran exactamente lo que hay que hacer para mitigar las emisiones de carbono, alcanzar los objetivos propuestos tendría para los europeos un coste de 110.000 millones de euros al año como mínimo.

La realidad es que Europa no ha hecho más que empeorar su política del clima. La reducción de emisiones no se obtendrá con procedimientos más baratos, pero porque la UE ha introducido mucho papeleo burocrático de más, muchas complicaciones y muchas condiciones restrictivas, sobre todo con su insistencia en el objetivo de un 20% procedente de energías renovables.

Las fuentes verdes de energía, como la eólica o la solar, por populares que sean, siguen siendo más costosas que la sustitución del carbón por gas. Por ello, lo probable no es que el coste real de la política de la UE sea del orden de los 48.000 millones de euros o incluso de los 115.000 millones sino de 210.000 millones de euros al año. El coste para España va a ser de, por lo menos, 23.000 millones de euros al año.

Tol ha valorado los beneficios económicos netos de esta política mediante un cálculo de los perjuicios al medio ambiente que en conjunto nos permitiría evitar. A partir del cálculo admitido de que una tonelada de dióxido de carbono causa unos perjuicios de alrededor de siete dólares más o menos, ha llegado a la conclusión de que los beneficios totales de la política de la UE ascienden a tan sólo 7.000 millones de euros. En otras palabras, por cada euro que cuesta, es probable que la política de la UE no genere más que unos resultados de tres céntimos de euro.

Yo personalmente he sometido a simulación la política del 20/20/20 en lo que se conoce como el modelo RICE y he llegado a la conclusión de que, a finales de este siglo, esa política habrá rebajado la subida de la temperatura en sólo medio grado centígrado, aproximadamente, una reducción que quizás resulte excesivamente pequeña de medir.
Por menos de 10.000 millones de euros al año, la UE podría reducir a la mitad la incidencia de la malaria, proporcionar al 80% de los niños de todo el mundo que padecen desnutrición los micronutrientes que necesitan y salvar un millón de vidas de muerte por tuberculosis.

Los dirigentes europeos no deberían dar de lado su compromiso contra el cambio climático, pero en lugar de desperdiciar cientos de miles de millones de euros en una política inútil de reducción de emisiones, deberían invertir en la investigación y desarrollo de alternativas energéticas verdes.

Lo que Europa no debe hacer es seguir recorriendo un camino que no tiene sentido, ni en el plano financiero ni en el ecológico. Unos planes de reducción de las emisiones de carbono como los de la UE, caros y mal concebidos, no harán sino causar unos perjuicios económicos importantes y conflictos de orden político al propio tiempo que no contribuyen prácticamente en nada a disminuir el recalentamiento del planeta. Europa debe cambiar de rumbo.

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lunes, octubre 18

"The phoney war"

(Extraído de la Carta del Director de El Mundo del 27 de junio)

[...] Y si se trata de encontrar a un gobernante al que los acontecimientos le obligaron a rectificar, poniéndole en la desairada tesitura de hacer lo contrario de lo que venía predicando, el modelo no sería Roosevelt -tampoco, por supuesto, Churchill- sino Neville Chamberlain.

[...] ni Merkel, ni Sarkozy, ni Cameron habían dicho una semana antes de llevarla a cabo que no era necesaria una mayor reducción del déficit, ni menos aún habían alardeado con insistencia de que nunca abaratarían el despido. Quien sí hizo ese papelón fue Chamberlain, al tener que pasar en 24 horas de una similar obstinación en la política de apaciguamiento que había desembocado en el oprobio de Múnich, a la declaración de guerra a Alemania cuando a comienzos de septiembre de 1939 las tropas de la Wehrmacht invadieron Polonia. El aún líder del Partido Conservador se tragó todas sus palabras, nombró a Churchill primer lord del Almirantazgo -o sea ministro de Marina- y con el sentido de la responsabilidad propio de un acrisolado patricio de una vieja democracia, empuñó la batuta para interpretar una nueva sinfonía bélica. Pero pronto quedó patente que en el fondo de su corazón no creía en lo que hacía.

Un cuerpo expedicionario cruzó el Canal para respaldar la ofensiva francesa en el Sarre, destinada a obligar a los alemanes a distraer parte de las fuerzas dedicadas a la nueva violación de Polonia. Pero el ataque se detuvo tras haber penetrado tan sólo ocho kilómetros en territorio enemigo. Entre tanto, la RAF iniciaba sus misiones sobre suelo alemán… lanzando millones y millones de panfletos contra el régimen de Hitler, como únicos proyectiles. Su propósito era demostrar a los nazis cuán vulnerables eran, pero eso sólo sirvió para hacerles reforzar sus defensas antiaéreas, además de -como dijo un alto cargo militar- «suministrarles papel higiénico para varios años de guerra».

Empezaron llamándola la guerra del confeti y el senador americano William Borah terminó bautizándola The Phoney War, algo así como la guerra de pega. «Europa estaba pacíficamente en guerra», escribiría William Manchester, subrayando que la única baja británica en el continente fue un cabo que se hirió mientras limpiaba el arma. Aquello era una guerra sin guerra. Exactamente lo que más podía gustarle al archipacifista Chamberlain.

Aunque hubo episodios que impregnaron la pugna por la supremacía naval de un aura de misterio y aventura, como la incursión de un submarino alemán hasta la base de Scapa Flow o la persecución y hundimiento del acorazado de bolsillo Graf Spee ante la rada de Montevideo, durante ocho interminables y aburridos meses no ocurrió nada relevante en el teatro de operaciones terrestres. Mientras en el Reino Unido se suscitaba el debate sobre si debía mantenerse o no la prohibición de encender el alumbrado público por la noche -pues proliferaban los accidentes de tráfico en la oscuridad- y gran parte de los niños enviados preventivamente a Canadá regresaban a sus hogares, todos los esfuerzos de la mayor parte de los miembros de aquel supuesto gabinete de guerra se encaminaban a negociar la paz.

Sólo Churchill se salía de esa pauta, pero sus planes obtenían siempre un apoyo limitado y espasmódico por parte del primer ministro. Fue el caso de su propuesta de minar los accesos a los puertos noruegos para prevenir un desembarco alemán, adoptada a mediados de febrero, revocada 10 días después y a punto de ser implementada al fin a primeros de abril. Fue entonces cuando Chamberlain compareció ante el Parlamento y se jactó de que «su» declaración de guerra y el rearme auspiciado por «su» gobierno habían ejercido un efecto disuasorio sobre el Reich, hasta el extremo de poder afirmar que «una cosa está clara: Hitler ha perdido el autobús».

[...] Chamberlain intervino un jueves en los Comunes y el martes siguiente Hitler invadió Noruega como aperitivo de la Blitzkrieg que un mes después plancharía la Línea Maginot y le convertiría en amo de Francia. Fue entonces cuando el veterano líder liberal Lloyd George le explicó a Chamberlain que «lo mejor que podía hacer por el esfuerzo bélico» era presentar la dimisión para que alguien que creyera en una política de búsqueda de la victoria a cualquier precio -es decir Churchill- pudiera formar un gobierno de unidad nacional.

[...] una losa de oprobio equivalente a la que la confesión del mariscal Jodl en el juicio de Nüremberg supuso para la memoria de Chamberlain: «Si Alemania no se colapsó ya en el 39 fue sólo por la inactividad de las divisiones británicas y francesas durante la campaña de Polonia».

domingo, octubre 17

Insultando con estilo

(Una nota de Alberto Salcedo Ramos encontrada en litrasfalsas.com)

Dime a quién insultas y de qué manera lo haces, y te diré quién eres. Los seres humanos suelen ser despiadados a la hora de referirse a los demás, especialmente cuando se trata de sus colegas. Woody Allen lo dijo de manera brillante: “los poetas son como los mafiosos: solo se matan entre ellos”. Las ofensas a veces retratan a la persona agredida y, casi siempre, a la persona que insulta. Los insultos son un género decadente de la maledicencia. En los foros virtuales de los medios de comunicación, amparados en el anonimato que da el hecho de estar escondido con un seudónimo detrás de una pantalla, los lectores de hoy se vuelven francotiradores vulgares. Pero hubo un tiempo en que los insultos eran casi un arte, como se ve en esta breve antología:

Truman Capote (escritor) contra Mick Jagger (músico)
“Es tan sexy como un sapo orinando”.

Joan Rivers (actriz) contra Madonna (cantante)
“Es tan peluda. Cuando alzó sus brazos me pregunté si estaba Tina Turner en sus axilas”.

Otto Preminger (director de cine) contra Marilyn Monroe (actriz)
“Un vacío con pezones”.

George Bernard Shaw (escritor) contra Johannes Brahms (músico)
“Hay ciertos sacrificios que no deberían pedirse dos veces a ningún hombre, y uno de ellos es escuchar el Requiem de Brahms”.

Rex Reed (crítico de cine) contra Marlon Brando (actor)
“La mayor parte del tiempo habla como si tuviera la boca llena de papel higiénico húmedo”.

Samuel Butler (escritor) contra Thomas Carlyle (escritor)
“Hizo bien Dios en dejar que Carlyle y su mujer se casaran el uno con el otro, para hacer así solo dos miserables en vez de cuatro”.

Sterling Hayden (actor) contra Joan Crawford (actriz)
“No hay bastante dinero en Hollywood para obligarme a hacer otra película con Joan Crawford. Y que conste que me gusta el dinero”.

Tom Jenks (editor) contra Ernest Hemingway (escritor)
“Ser el editor de Hemingway fue como mantener un combate de lucha libre con Dios”.

Lyndon B. Johnson (ex presidente de Estados Unidos) contra Gerald Ford (expresidente de Estados Unidos).
“Gerry es tan corto que no podría mascar chicle y tirarse un pedo al mismo tiempo”.

Arnold Bennet (escritor) contra David Lloyd George (político británico)
“Lloyd George habló durante ciento diecisiete minutos, periodo en el cual solamente fue pillado una vez utilizando un argumento”.

George Clemenceau (político francés) contra David Lloyd George (político británico)
“¡ay, si yo pudiera orinar como él habla!”

Lyndon B. Johnson (ex presidente de Estados Unidos) contra John Edgar Hoover (ex director del FBI)
“Es mejor tener a ese individuo dentro de mi tienda meando hacia fuera, que fuera de mi tienda meando hacia dentro”.

Jonathan Hunt (periodista) contra Ronald Reagan (ex presidente de Estados Unidos)
“En un desastroso fuego producido en la biblioteca del presidente Reagan, se quemaron sus dos únicos libros. Y el desastre real es que no había terminado de colorear ninguno de los dos”.

sábado, octubre 16

Faetón y el carro de Helios

En la mitología griega Faetón o Faetonte (en griego antiguo ‘brillante’, ‘radiante’) era hijo de Helios (Febo, el ‘brillante’, un epíteto posteriormente asumido por Apolo), y de Climena, esposa de Mérope.

Faetón alardeaba con sus amigos de que su padre era el dios-sol. Éstos se resistían a creerlo y Faetón terminó acudiendo a su padre Helios, quien juró por la laguna Estigia darle lo que pidiera. Faetón quiso conducir su carruaje (el sol) un día. Aunque Helios intentó disuadirle, Faetón se mantuvo inflexible. Cuando llegó el día, su inexperiencia le llevó a provocar una catástrofe. Faetón se dejó llevar por el pánico y perdió el control de los caballos blancos que tiraban del carro. Primero giró demasiado alto, de forma que la tierra se enfrió. Luego bajó demasiado, y la vegetación se secó y ardió, provocando el incendio de la Tierra y la casi eliminación del Universo. Faetón convirtió accidentalmente en desierto la mayor parte de África, quemando la piel de los etíopes hasta volverla negra. Finalmente, Zeus fue obligado a intervenir disparando su rayo contra el carro que cayó sobre la tierra convertido en bola de fuego, y Faetón se ahogó en el río Erídano (Po). Su amigo Cicno se apenó tanto que los dioses lo convirtieron en cisne. Sus hermanas, las Helíadas, también se apenaron y acudieron a llorar a su tumba, siendo transformadas en alisos o álamos, según Virgilio, convirtiéndose sus lágrimas en ámbar.

La moraleja de la historia es un añadido posterior. En las primeras referencias homéricas Faetón es simplemente otro nombre del propio Helios. La sustitución de éste por Apolo como dios-sol sucedió más tarde que esta leyenda.

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viernes, octubre 15

Tiempo de tomates cereza

(Un artículo de Caius Apicus en el Confidencial del 14 de septiembre)

Nacieron a la sombra de esa espina dorsal de América que son los Andes; eran pequeños, del tamaño de una cereza grande. Curiosamente, el tomate cereza, o tomate 'cherry', el auténtico ancestro del de tamaño convencional, llegó a nuestras mesas y mercados hace no muchos años como una novedad.
Llamaron la atención por su tamaño, que hizo que fuesen considerados más un elemento decorativo que un ingrediente con enjundia propia, un poco como ocurrió con los que los españoles trajeron de Nueva España en el siglo XVI. En esa época, el nuevo fruto importado de las Indias Occidentales recibió, en Europa, bellos nombres: los franceses le llamaron 'manzana de amor' ('pomme d'amour'), denominación que, sin duda, llevó a los alemanes a bautizarlo como 'Padarisdapfel' o manzana del Paraíso.
Esos nombres no se impusieron. Sí, en cambio, el que dieron los italianos a aquellos tomates, pequeños y amarillos: 'poma d'oro', manzana de oro; en italiano actual, el tomate es 'pomodoro'. Los españoles y los ingleses se limitaron a adaptar el impronunciable nombre que le daban los mexicas: 'tomatl', de donde surgió tomate y 'tomato'. Maticemos que para los mexicanos el tomate es el verde, ya que al rojo le llaman jitomate, de 'xitomatl', palabra que equivale a algo parecido a 'fruto con ombligo'.
Con el cultivo y los cruces de variedades, el fruto creció en tamaño y surgieron muchas variedades. Entre ellas el hoy apreciadísimo y feo 'raf', cuya temporada, de diciembre a mayo, hace que ya no podamos afirmar, como hasta hace pocos años, que los tomates, como las bicicletas de Fernán Gómez, son cosa del verano. El tomate 'raf', aunque se haya dicho, no es un híbrido, sino el resultado de sabios cruces... como el casi negro tomate 'kumato', que no es, para nada, un transgénico. Este verano, ignoro por qué, no he encontrado tomates de la calidad de los de otros años, aquellos compactos, pesados, con neto olor a tomate.
El tomate es uno de los casos más notorios de ventaja para quien lo cultiva: anda que no hay diferencia entre uno comprado en la plaza o la verdulería y otro recogido en la huerta o el jardín propios justo cuando está en su punto exacto. Pero sí que ha sido un verano de tomates cereza. Hace ya algunos años, cuando lo de pelar los de tamaño normal era una rareza que defendíamos sólo algunos que éramos tachados de maniáticos, fue la felizmente reaparecida junto a la 'milagreira' playa pontevedresa de A Lanzada Toñi Vicente quien me sorprendió con unos cereza pelados y rellenos de marisco que venían como 'tropezones' de un gazpacho. Ya no eran una decoración más o menos exótica, sino un elemento con vida propia. Esas son las cosas que dan el tono y que diferencian a un gran cocinero de los demás.
Hace unas semanas, el joven y prometedor cocinero Javier Olleros ('Culler de Pau', Reboredo, O Grove) usó en el menú que disfruté varios tipos de tomate miniatura: desde un llamado 'picota', que decoraba, en rodajas, una elegante ensalada de buey de mar, a unos diminutos, con un excelente bacalao con pil-pil de hierbas, que más deberían llamarse 'grosella' que 'cereza', por su mínimo tamaño. El 'picota', que no me recordó para nada la fruta homónima, es amarillo, pequeño, con una acidez casi cítrica: me gustó mucho, como adorno y como contrapunto de sabores.
Otro joven y buen cocinero gallego, Rafael Centeno ('Maruja Limón', Vigo), me puso una combinación que me pareció deliciosa: tomate cereza -aquí, sí- relleno de queso del Cebreiro, cuya acidez contrastaba agradablemente con el punto dulce del fruto; junto al que introducía otro contraste, éste de texturas, servía unos granos de maíz tostado -unos 'kikos', para entendernos- machacados sin llegar a pulverizarlos. El resultado era de lo más agradable. Y, por fin, el otro día, un cocinero de prestigio planetario, Sergi Arola, incluyó entre los aperitivos de un menú degustación unos tomates cereza rellenos de huevos -que son huevos, no huevas aunque se empeñe todo el mundo en ello- de trucha y con su parte superior cubierta de un caramelo de 'wasabi'. La combinación es perfecta, incluyendo el toque ardiente del aderezo hecho con esa variedad picante de rábano japonés, la explosión de los huevecillos en la boca, el punto apenas dulce del tomate... Para guardar en la memoria, desde luego.
Así que fue un verano de tomates, sí, pero de cereza. Me parece estupendo que haya quien sepa ver que son mucho más que un elemento decorativo, y sepa darles el tratamiento que hace que se conviertan en actores importantes, en alguno de los casos citados auténticos protagonistas. Hoy, estos antecesores de todos los tomates siguen creciendo, silvestres, en las cercanías de los Andes más tropicales... y en las mismísimas Galápagos. Los que compramos nosotros son, claro, cultivados por aquí cerca. Pero no olviden que apenas existen alimentos que no encierren en su interior cualidades que, como las notas que guardaba en sus cuerdas la polvorienta arpa de Bécquer, sólo esperan esa mano hábil que sepa mostrarlas.

jueves, octubre 14

Rent a white guy

(Una nota aparecida en el suplemento dominical del Heraldo de Aragón un domingo de este verano. El artículo, escrito por Mitch Moxley está extraído del número de julio y agosto de la revista The Atlantic)

El periodista canadiense Mitch Moxley - residente en China- publicó en un artículo titulado "Rent a white guy" se experiencia empresarial en el país oriental. Le ofrecieron mil dólares por una semana de "trabajo" en el control de calidad de una compañía americana con planta de producción en China y que desconocía completamente. ¿El problema? No requería experiencia ni conocimientos, simplemente ser blanco y tener un traje. Debía simular ser un hombre de negocios, con apariencia norteamericana o europea para que la compañía china mostrase una imagen más universal.

Y he aquí el artículo...

Confessions of a fake businessman from Beijing

Not long ago I was offered work as a quality-control expert with an American company in China I’d never heard of. No experience necessary—which was good, because I had none. I’d be paid $1,000 for a week, put up in a fancy hotel, and wined and dined in Dongying, an industrial city in Shandong province I’d also never heard of. The only requirements were a fair complexion and a suit.

“I call these things ‘White Guy in a Tie’ events,” a Canadian friend of a friend named Jake told me during the recruitment pitch he gave me in Beijing, where I live. “Basically, you put on a suit, shake some hands, and make some money. We’ll be in ‘quality control,’ but nobody’s gonna be doing any quality control. You in?”

I was.

And so I became a fake businessman in China, an often lucrative gig for underworked expatriates here. One friend, an American who works in film, was paid to represent a Canadian company and give a speech espousing a low-carbon future. Another was flown to Shanghai to act as a seasonal-gifts buyer. Recruiting fake businessmen is one way to create the image—particularly, the image of connection—that Chinese companies crave. My Chinese-language tutor, at first aghast about how much we were getting paid, put it this way: “Having foreigners in nice suits gives the company face.”

Six of us met at the Beijing airport, where Jake briefed us on the details. We were supposedly representing a California-based company that was building a facility in Dongying. Our responsibilities would include making daily trips to the construction site, attending a ribbon-cutting ceremony, and hobnobbing. During the ceremony, one of us would have to give a speech as the company’s director. That duty fell to my friend Ernie, who, in his late 30s, was the oldest of our group. His business cards had already been made.

Dongying was home to Sun Tzu, the author of The Art of War, and that’s just about all it has going for it. The landscape is dry and bleak, with factories in all directions. We were met at the airport by Ken, a young Canadian of Taiwanese extraction with a brush cut and leather jacket, whose company, we were told, had been subcontracted to manage the project.

The lobby at our hotel was dimly lit and smelled like bad seafood. “At least we have a nice view,” Ernie deadpanned as he opened the drapes in our room to reveal a scrap yard. A truck had been stripped for parts, and old tires were heaped into a pile. A dog yelped.

Ken drove us to the company’s temporary offices: small rooms with cement floors and metal walls arranged around a courtyard. We toured the facility, which built high-tech manufacturing equipment, then returned to the office and sat for hours. Across the courtyard, we could hear Ernie rehearsing his speech.

The next morning was the official ribbon-cutting ceremony. A stage and red carpet had been set up near the construction site. Pretty girls in red dragon-patterned dresses greeted visitors, and Chinese pop blared from loudspeakers. Down the street, police in yellow vests directed traffic. The mayor was there with other local dignitaries, and so were TV cameras and reporters. We stood in the front row wearing suits, safety vests, and hard hats. As we waited for the ceremony to begin, a foreman standing beside me barked at workers still visible on the construction site. They scurried behind the scaffolding.

“Are you the boss?” I asked him.

He looked at me quizzically. “You’re the boss.”

Actually, Ernie was the boss. After a brief introduction, “Director” Ernie delivered his speech before the hundred or so people in attendance. He boasted about the company’s long list of international clients and emphasized how happy we were to be working on such an important project. When the speech was over, confetti blasted over the stage, fireworks popped above the dusty field beside us, and Ernie posed for a photo with the mayor.

For the next few days, we sat in the office swatting flies and reading magazines, purportedly high-level employees of a U.S. company that, I later discovered, didn’t really exist. We were so important, in fact, that two of the guys were hired to stay for eight months (to be fair, they actually then received quality-control training).

“Lots happening,” Ken told me. “We need people for a week every month. It’ll be better next time, too. We’ll have new offices.” He paused before adding: “Bring a computer. You can watch movies all day.”

miércoles, octubre 13

Fabricando tequila

(De un número del año pasado de la revista Paisajes en el tren, que Renfe regala a sus pasajeros)

Fabricar tequila es un trbajo muy meticuloso que se inicia con la selección de hijuelos de agave tequilana weber, variedad azul que se planta en la zona protegida. El ciclo de esta planta es de diez años; cuando está lista para aportar las mejores mieles. Comienza entonces la jima, es decir, el corte de las hojas a ras de la base para dejar solamente el corazón. El peso medio de una cabeza está entre cuarenta y sesenta kilos. Estas cabezas de agave son cocidas con vapor de agua a presión, ya sea en los tradicionales hornos de mampostería o en autoclaves. Así se convierte la inulina (un tipo de glucosa) en fructosa y sacarosa, azúcares fácilmente fermentables.

Después, el agave se translada a los molinos, se corta en pequeños pedazos y se aplica agua a presión para extraer los jugos, que se transportan a las tinas de formulación (para la elaboración del tequila) o a las de fermentación (para el tequila 100% agave). La formulación consiste en mezclar el néctar del agave -un mínimo del 51%-, con un preparado de otras mieles, para después fermentarlas. La fermentación es una etapa muy importante, pues se transforman los azúcares en alcohol etílico. El tiempo de fermentación varía en función de la temperatura ambiental, pudiendo tardar más de 24 horas.

El último paso es la destilación, donde se separan los desechos de los productos de riqueza alcohólica. Para obtener tequila se realizan dos destilaciones: de la primera, llamada destrozamiento, se obtiene el llamado tequila ordinario; de la segunda, llamada rectificación, se obtiene el tequila blanco, un producto de mayor pureza.

martes, octubre 12

Hefesto

(No tengo ni idea de dónde lo he sacado)

La mitología griega cuenta que Hefesto, dios del fuego y la forja, no tuvo padre. Su nacimiento es misterioso y según distintos autores, su madre, Hera, lo alumbró sin contacto sexual con su pareja, el gran dios Zeus, en un acto de “autogamia” divina y como venganza por las continuas golferías e infidelidades de su marido. La diosa demostraba así que no necesitaba a dios u hombre alguno para dejar descendencia aunque para entonces ya tenía tres hijos de su consorte: Ares, Hebe e Ilitía. Hefesto era además de lisiado muy feo, incluso para su madre. La diosa no aguantó el producto de su autoreproducción y lo arrojó del Olimpo violentamente.

Difícil destino el del protagonista de este mito. Sin padre y despreciado por su cruel progenitora, nada más y nada menos que ¡la diosa del matrimonio y de las mujeres casadas! Posteriormente fue servidor y bufón de los dioses del Olimpo. Zeus le entregó como mujer a la pasional Afrodita, diosa no muy partidaria de la castidad y fidelidad dentro de la pareja. De hecho, el belicoso y demente Ares se acostaba continuamente con ella y le hizo varios hijos: Harmonía, Deimo (Pánico) y Fobo (Miedo).

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lunes, octubre 11

Un hijo, un padre, unos estudios, una historia

(De la columna de Carlos Salas en el suplemento económico de El Mundo el pasado 5 de septiembre)

[...] Un amigo me citó el siguiente caso. Se trataba de un chico de pueblo, hijo de un médico. Desde muy niño, el chaval era una bestia: le encantaba lanzar piedras a sus amigos, asaltar viñas, robar melocotones y, por supuesto, romper cristales y faroles. El padre le daba soberbias palizas, pero el chico no se enderezaba. El chico era un grafitero. Embadurnaba tapias con la misma facilidad que pintaba cualquier pared, fachada o puerta. El padre repudiaba esta manía. Y en casa, en lugar de estudiar, el chico pasaba el tiempo haciendo garabatos y pintando tonterías, un friki de los comics, pues creaba batallas fantásticas con corazas, caballos y guerreros como las del Señor de los Anillos.

Para no pecar de injustos, los padres mostraron los dibujos del chico a un experto que respondió: "¡Vaya mamarracho!". Entonces, los padres preguntaron: "¿De veras no tiene aptitudes para el arte?". "Ninguna", respondió el otro. "Es un pintamonas". El chico volvió a su casa aplanado.

Fue entonces cuando el padre tomó la decisión de que estudiaría medicina cuando fuera mayor. Pero en la escuela, el chico resultó ser muy mediocre. Se escapaba, hacía novillos y a veces pasaba varios días en el monte sin aparecer ni por la escuela ni por su casa. El padre, que era un hombre antiguo, le daba más palizas con todo lo que tenía a mano: con vergajos, con alicates, con palos.

En la escuela, el chaval hacía caricaturas y las pasaba a los compañeros, que se reían a gusto. Pero los maestros lo repudiaban, y como era una escuela muy atrasada, encerraban al niño en el cuarto oscuro para intimidarle. ¿Y saben lo que hacía? Se ponía a pintar, usando la habitación como una cámara oscura pues entraban hilos de luz que formaban figuras al revés en el techo.

El padre seguía con la convicción de que su hijo estudiase medicina, pero éste discutía diciendo que eso sería perder tiempo y dinero, porque sólo le gustaba pintar, fuera en cuadernos o grafitis, pero sólo pintar. El padre intentó disuadirle refiriéndole la cantidad de artistas que habían fracasado: Beethoven y Mozart acabaron siendo "derrotados y mugrientos organistas de villorrio". Era más práctico estudiar idiomas y aprender medicina que ser artista, dijo.

Lo llevó a un colegio religioso para que hiciera el bachillerato pero advirtió a los curas que su hijo era "corto". Así lo dijo. "No le exijan lecciones al pie de la letra porque es corto", me contó mi amigo. El padre añadió que el chico tenía problemas de expresión y no sabía explicarse muy bien.

Sobra decir que no hubo piedad cuando el padre se dio la vuelta. El chico fue abochornado en público delante de sus compañeros, castigado y humillado. La única forma que tenía de evadirse era pintar y dibujar. Se convirtió en un chaval huraño, pues su otra afición era dar paseos y excursiones en solitario.

Por más que lo intentaban, los curas no eran capaces de meter la gramática en la cabeza del chico. Como era un internado y el chico era un mendrugo, los profesores decidieron castigarle con la pena del ayuno. Los correazos no servían. Pero el chico reaccionó con violencia: se dió con furia a enredar, a hablar en clase, a tramar burlas, a desafiar a los profesores. "Como ya se sentía un apestado", me contó mi amigo, "le daba lo mismo que le castigasen un poco más. Ya tenía la piel muy dura".

Lo encerraban en una especie de celda, pero el chico aprendía la forma de violar la cerradura. Lo llevaban a otra celda, y se escaba por la ventana, trepando por la pared.

En vacaciones, cuando regresó a su pueblo, el chaval no mejoró. Se dedicó al boxeo con los amigos, y, un día, en su tiempo libre fabricó un cañón de madera, lo reforzó con alambre y hojalata, y lo ensayó contra la puerta de un cercado. El estampido dejó un enorme boquete. El labriego lo denunció a la policía y el chico acabó en la cárcel. Pasó tres noches acompañado de pulgas, chinches y piojos. El padre no movió un dedo. "Pero el chico no mejoró", me dijo mi amigo, "porque al salir, se dedicó a las armas de fuego: le encantaban la pólvora, las escopetas y los fusiles". Un delincuente.

Los padres le cambiaron de colegio pero al ver que no tenía aptitudes, le metieron en una peluquería, y luego en una zapatería. Pero en sus tiempos libres, se emborrachaba e iba de juerga, y se enfrentaba a la policía. Le tenían fichado.

"Por fin, el chico logró matricularse en una academia de esas de dibujo y pintura que anuncian por ahí", dijo mi amigo. Fue muy avispado pues acababa antes que nadie los esbozos. El profesor tuvo que prestarle más modelos, y reconoció que era el discípulo más brillante que había pasado por la academia.

"Pero los designios de su padre eran inviolables". Dijo mi amigo. "Al terminar el bachillerato, el chico se dedicó a la medicina y se sumió en una profunda decepción. Presionado por el padre, hizo oposiciones para ganar cátedras en la universidad, pero fracasaba una y otra vez".

Me imaginé el final. Un médico mediocre que acabaría su vida malhumorado y despreciado. Por culpa del padre. Sentí curiosidad por saber cómo se llamaba aquel personaje que pudo ser un gran pintor:
"Ramón", respondió mi amigo.
"¿Y de apellido?".
"Ese es el apellido. Su nombre de pila era Santiago. Quizá lo conozcas: Santiago Ramón y Cajal. Le dieron un premio nobel en medicina. Ha sido el mayor científico español".

domingo, octubre 10

Recordando a Arquímedes

(Extraído de un artículo de Pablo Jaúregui en El Mundo del 14 de febrero de este año)

La primera vez que se gritó «¡Eureka!», que en griego significa ¡lo he encontrado!, surgió ante un problema práctico. Arquímedes recibió el encargo de averiguar si una corona era de oro puro. ¿Cómo saberlo sin dañar la joya? El sabio halló la solución metido en una bañera, hecho infrecuente pues no tenía el saludable hábito de asearse. Cuando Arquímedes culminó su hazaña científica en el improvisado laboratorio de su bañera, la alegría del descubrimiento le llevó al éxtasis. Hasta tal punto que salió disparado del agua y empezó a correr desnudo por las calles de Siracusa como un demente, intoxicado por la borrachera de su propia genialidad. Y fue entonces, en medio de aquel desenfrenado arrebato de locura, cuando pegó el histórico grito que hoy, en el mundo del siglo XXI, sigue simbolizando el progreso triunfal de la ciencia: «¡Eureka!» (en griego: «¡lo he encontrado!»).

Más de 2.200 años después, es muy difícil establecer cuánto hay de leyenda y cuánto de realidad en los supuestos orígenes de la apoteósica exclamación que proclamó Arquímedes aquel día, al descubrir el principio que lleva su nombre: «todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje vertical y hacia arriba igual al peso del fluido desalojado».

Lo más probable, como en el caso de la manzana de Newton, es que la historia se haya inflado y exagerado a lo largo de los siglos, pero en todo caso refleja -si no en la letra, al menos en el espíritu- la extraordinaria imaginación y creatividad del que muchos consideran el matemático más grande de todos los tiempos. Al fin y al cabo, la ciencia, como cualquier otra actividad humana, también necesita mitos idealizados para inspirarse, y no cabe duda de que aquel primer «¡Eureka!», aunque tenga algo de fábula, ha iluminado y sigue iluminando el camino a todos aquéllos que buscan la verdad con las herramientas de la razón.

No deja de resultar paradójico que el hallazgo más famoso de Arquímedes le pillara justamente en la bañera. Y es que el gran sabio de Siracusa, un puerto marítimo de Sicilia que en aquella época era una colonia de la Antigua Grecia, tenía fama de lavarse muy poco, debido a su dedicación obsesiva a las ecuaciones y las raíces cuadradas.

Cuenta Plutarco que, con frecuencia, la dejadez de este genio despistado en cuestiones de higiene personal era tan grave que sus sirvientes no tenían más remedio que obligarle a bañarse contra su voluntad. Pero incluso cuando ya no tenía más remedio que dedicarse a estos menesteres, también aprovechaba aquellos momentos para seguir garabateando fórmulas y figuras geométricas, utilizando su propio cuerpo enjabonado a modo de pizarra. Según el célebre historiador griego, a Arquímedes lo que más le apasionaba era abandonarse, en una especie de trance, a «aquellas especulaciones más puras en las que no puede haber referencia a las vulgares necesidades de la vida».

Sin embargo, el primer histórico «¡Eureka!» no surgió a raíz de una reflexión teórica alejada de la vida cotidiana, sino de un problema eminentemente práctico. Por mucho que a Arquímedes le gustara ante todo volar por los cielos especulativos de la matemática pura, a veces le llovían encargos que no tenía más remedio que cumplir, aunque le parecieran banalidades pedestres. En el caso que nos concierne, todo empezó cuando Hierón II, el tirano que entonces gobernaba Siracusa, le pidió al ilustre sabio que comprobara si una corona que le habían fabricado estaba compuesta de oro puro, o si un orfebre deshonesto le había dado gato por liebre, agregando plata u otros metales menos preciosos.

Arquímedes se encontró entonces ante un reto considerable, ya que el problema debía resolverse sin dañar la corona, y por lo tanto no podía fundirla para analizar sus componentes. Durante días, le dio mil vueltas en la cabeza, pero no conseguía dar con la solución, hasta que decidió darse su mítico baño para relajarse. Y como andaba, como siempre, ensimismado en sus pensamientos, no se dio cuenta de que había llenado la bañera hasta el borde, así que al meterse dentro, parte del agua se salió fuera. Fue entonces cuando tuvo el momento Eureka en el que se le iluminó la bombilla del conocimiento, al deducir que el volumen de cualquier cuerpo sumergido en agua era igual al volumen de agua desplazada.

Gracias a este hallazgo, Arquímedes pudo superar el desafío que le lanzó el rey de Siracusa: primero introdujo la corona en agua y midió el volumen de líquido desplazado, y después hizo lo mismo con un peso igual en oro puro. Así comprobó que el volumen de agua desbordada no era idéntico, y demostró que el orfebre, como sospechaba Hierón II desde el principio, había engañado al monarca al introducir otros metales.

El primer «¡Eureka!» de la Historia, por lo tanto, tuvo una primera consecuencia práctica que resultó ser letal. Al parecer, según algunas versiones del episodio, el timo demostrado por Arquímedes le costó la vida al artesano fraudulento, que fue ejecutado de inmediato por intentar engañar nada más y nada menos que al rey. Pero para el sabio matemático, lo más importante fue que el encargo de la corona le sirvió para demostrar un principio general sobre los cuerpos flotantes que con el tiempo ha resultado fundamental para el desarrollo de sistemas de navegación y tecnologías hidráulicas.

Sin embargo, como siempre ocurre con este tipo de historias legendarias, muchos han puesto en duda que la anécdota sea realmente cierta. De hecho, aunque el episodio lo contó en detalle el arquitecto y escritor romano Vitrubio, el propio Arquímedes no hizo ninguna mención en sus trabajos conocidos ni a la corona de oro, ni a la bañera, ni al mítico grito de «¡Eureka!».

Además, son muchos los que cuestionan que el método descrito en la historia para demostrar el fraude de la corona realmente fuera factible, ya que hubiera requerido un nivel de exactitud extremo para medir el volumen de agua desplazada. Es más probable que, en realidad, Arquímedes no sumergiera directamente la corona y el oro puro en agua, sino que colocara las muestras en una balanza que se hubiera inclinado en una dirección u otra dependiendo del volumen de agua desplazada por cada una de ellas.

Pero quizás todo esto sea, como dirían los ingleses, to spoil a good story with facts (es decir, estropear una buena historia con datos). Al final, independientemente de cuál fuera exactamente la realidad detrás del mito, el legendario «¡Eureka!» de Arquímedes en la bañera ha perdurado en la memoria colectiva de la Humanidad como un símbolo de astucia y sagacidad científica frente a los problemas aparentemente más irresolubles.

No hay que olvidar, además, que entre sus conciudadanos de Siracusa, Arquímedes ya fue una auténtica leyenda viva, no tanto por sus trabajos teóricos de matemática pura, sino sobre todo por las espectaculares máquinas bélicas que desarrolló a partir de sus ideas para defender a su pueblo del asedio al que le sometieron los romanos.

El ingenio del sabio matemático no sólo permitió la construcción de impresionantes catapultas de una eficacia mortal apabullante, sino de inventos como la llamada «garra de Arquímedes». Este aparato, conocido también como el «agitador de barcos», consistía en una especie de grúa con un gancho de metal, que permitía levantar un barco enemigo fuera del agua, zarandearlo y hundirlo.

Pero sin duda el artefacto militar más famoso de Arquímedes fue el «rayo de calor», una serie de espejos utilizados para concentrar la luz solar sobre un barco para incendiarlo, aplicando a gran escala el mismo mecanismo que el niño que achicharra a una hormiga con una lupa. Según el historiador del siglo II, Luciano de Samosata, durante el sitio de Siracusa (213-211 a. C.), Arquímedes repelió un ataque llevado a cabo por los soldados romanos con fuego generado mediante esta técnica.

Sin embargo, al igual que en el caso de la mítica bañera, la credibilidad de esta historia ha sido puesta en duda desde el Renacimiento, y algunas figuras ilustres como René Descartes la rechazaron como falsa. Pero al menos en dos ocasiones, la viabilidad del «rayo de calor» ha quedado demostrada en experimentos realizados por científicos modernos.

En 1973, el científico griego Ioannis Sakkas instaló 70 espejos con una cubierta de cobre en la base naval de Skaramangas, en las afueras de Atenas, y los dirigió contra una maqueta de madera de un barco de guerra romano a una distancia de 50 metros. El buque ardió en llamas en cuestión de segundos.

Posteriormente, en 2005, un grupo de estudiantes del Instituto Tecnológico de Massachussetts volvió a reproducir el mismo experimento, en este caso con 127 espejos cuadrados enfocados sobre una maqueta de un barco de madera a una distancia de 30 metros. De nuevo, el sistema logró incendiar parte del barco, demostrando su eficacia.

Pero por si esto fuera poco, el ingenio de Arquímedes para diseñar máquinas no se limitó únicamente al ámbito militar. El sabio de Siracusa también se hizo célebre por otros inventos de gran impacto como su tornillo hidráulico, un mecanismo que sigue usándose hoy para bombear líquidos y sólidos semifluidos en minas y otras instalaciones, o un computador mecánico a base de engranajes que servía para localizar las posiciones de los astros.

Además, aunque no fue el propio Arquímedes el inventor de la palanca, sí fue suya la primera explicación rigurosa del principio que entra en juego al accionarla, y según Plutarco, su dominio de este mecanismo le permitió desarrollar un sistema que permitía arrastrar enormes embarcaciones por la playa, sin apenas esfuerzo, mediante una combinación de poleas. Éste es el origen de otra de las frases míticas que se le atribuyen: «Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo».

Pero quizás sea el episodio de su dramática muerte lo que mejor retrata la figura de este sabio, que hasta el último aliento se mantuvo fiel a los principios de una vida consagrada a la búsqueda del conocimiento. Arquímedes se encontraba estudiando un diagrama matemático cuando Siracusa fue tomada por las tropas romanas bajo el mando de Marco Claudio Marcelo tras dos años de asedio (al final, ni las catapultas ni las garras del matemático pudieron con la apisonadora de Roma). En ese momento, un legionario le ordenó que fuera a presentarse ante el general romano, pero Arquímedes, en vez de obedecer, adoptó una postura de insumisión intelectual, decidió continuar con la resolución de sus ecuaciones, y ya sólo tuvo tiempo de pronunciar sus últimas palabras: Noli turbare circulos meos («No molestes mis círculos»), justo antes de que la espada del soldado acabara con su vida.

Hoy, el legado intelectual del sabio de Siracusa se refleja en la inscripción de la prestigiosa medalla Fields, considerada el Nobel de las Matemáticas, que muestra la cabeza de Arquímedes junto a su lema: Transire suum pectus mundoque potiri (Supérate a ti mismo y domina el mundo).

Por todo ello, el «¡Eureka!» de Arquímedes, y su vida de sabio volcado en comprender la realidad a través de la investigación, ha abierto el camino y ha servido de ejemplo para muchos otros «¡eurekas!» posteriores -desde Galileo y Darwin, hasta Edison y Einstein-, y seguirá haciéndolo para los muchos hallazgos revolucionarios que sin duda todavía están por llegar.

sábado, octubre 9

Pasado

(Hoy es mi cumpleaños y no lo llevo excesivamente bien, así que esta frase le viene al pelo)

"The past is never dead. It's not even past."
William Faulkner

viernes, octubre 8

Cócteles con historia: 'blue lagoon'

(Un artículo de Xavier Agulló leído este verano en el suplemento veraniego de El Mundo)

[...] Pionero de los combinados con colores extravagantes, fue creado en 1972 por Andy MacElhone (hijo del celebérrimo Harry MacElhone, creador del Harry's Bar de París, la primera coctelería europea -1919) en el local de su padre.

Es un cóctel descaradamente veraniego, con una apariencia que quiere emular las cristalinas aguas azules de una laguna...

Aunque el blue lagoon fue el primero en estallar en azules, este color lo podemos lograr en diferentes fórmulas, todas ellas incorporando el curaçao azul, licor elaborado con la piel de la pequeña naranja amarga de la isla de Curaçao, en el Caribe. Entre ellos, el martini bikini, con ginebra, licor de melocotón y curaçao; el blue tequila, que se presenta en dos capas, abajo la azul; el into the blue, con ron y zumo de pomelo; el Ritz fizz, con amaretto, zumo de lima, y champán; el whisky & blue, con whisky de malta y zumo de lima; el blue Monday, con vodka y cointreau; el blue hawaian, con ron, zumo de piña y leche de coco...

Para quién no le guste el azul (es un color que, en el contexto alimentario, ha sido siempre tabú), Gotarda propone una variación llamada balalaika o beso cosaco, que substituye el curaçao por azul por el triple sec. Al final, la composición es la misma. Y el efecto también.

La receta del bar Ideal, en Barcelona: 1/3 de zumo de limón, 1/3 de curaçao azul, 1/3 de vodka, hielo pilé, 1 rodaja de naranja, 1 rodaja de limón, 2 guindas rojas, Seven Up (opcional).
Preparar en coctelera. Poner seis cubitos de hielo y añadir todos los ingredientes líquidos y batir. Servir en vaso pilé donde previamente habremos puesto el hielo, las rodajas y las guindas. Acabar, si se desea, con Seven Up.

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jueves, octubre 7

Algunas extrañas profesiones

(Leído en la bitácora de Carlos Salas a principio de septiembre) ¿Te imaginas ganarte la vida probando comida para gatos? ¿O ver los traseros de miles de pollos para saber su género? Estos son algunos de los trabajos más raros del mundo. Algunos divertidos, otros, sencillamente desagradables.

Cazador de platillos volantes


No es broma: has sido seleccionado para trabajar en una compañía que se dedica a cazar platillos voladores. Los llaman ufólogos (UFO, en inglés Unknow Flying Object, objeto volador no identificado u OVNI). La historia, los testimonios, las páginas webs, recopilación de fotos sospechosas... Hay empresas e incluso gobiernos que tienen a su servicio ufólogos profesionales que realizan estas labores. Abstenerse frikis que han visto demasiadas veces "La guerra de las galaxias".


Catador de piensos


Sin duda uno de los empleos más raros debe ser el de probador de comida de animales. Si les queremos tanto, ¿dejaríamos que comieran cualquier cosa? No, claro. Así que muchas empresas fabricantes de comidas para perros, gatos, conejos y otros bípedos plumados o cuadrúpedos peludos, tienen en su departamento de I+D a un probador de, ¿cómo decirlo?, galletas de tuétano o latas de extrañas carnes. Ideal para estudiantes hambrientos.


Olores y olores


En EEUU, país del chicle, cualquier compañía se juega su futuro si inventa una goma de mascar que huela mal. Porque desde jugadores de béisbol hasta actores se pasan la vida mascando estas gominolas inacabables. Para asegurarse de que su olor gusta a los demás, hay empleados que se pasan el día mascando nuevos sabores y expulsando su aliento a otros empleados. Si no lo aguantan, se descarta el nuevo modelo. Hablando de mal olor, hay otro trabajo relacionado con ello que se denomina patoecologista. Son las personas encargadas de examinar las heces fosilizadas que tienen miles o millones de años de antigüedad, y que fueron depositadas en la madre tierra por animales que ya no existen.


¿Gallo o gallina?


De entre los trabajos más raros y mejor pagados del mundo está el de sexador de pollos. En España el record lo tiene un chino que es capaz de determinar en menos de un segundo de qué sexo es un pollito. ¿Y por qué es tan importante? Para separar las futuras gallinas de los futuros gallos. ¿Y por qué le pagan tanto? Porque cuando son pequeños, no se distingue a simple vista de qué género son. Se pierde mucho tiempo averiguándolo y por eso muchas empresas que crían estas aves pagan a especialistas para que lo distingan.


El mundo de las abejas


También dedicados a bichos voladores, los productores de abeja reina son muy cotizados. Es como vender a la madre de las criaturas. Producir una abeja reina es algo reservado a los arcanos naturales y a estos especialistas. No hay granja abejil que prescinda de ellos y de ellas. Las abejas reinas son enormes y cuando empiezan a crecer ya no se pueden mover del panal.


Cuidado con tu hígado


Y si te gusta el whisky a lo mejor tu trabajo está en Escocia. Allí te puedes ganar la vida probando whiskys y haciendo que los demás aprecien el fruto de los 'highlands'. Dicen que es uno de los trabajos más divertidos del mundo, pero llega un momento en que el hígado demanda cierto cuidado.


Un hueco en el mundo del cine


Si te gustan las películas de miedo y asustabas a tus hermanitos encerrándote en el armario, a lo mejor eres la persona ideal para trabajar como especialista en efectos especiales. Hollywood los demanda sin tregua. Y el cine español, ahora con tanta película de miedo y casquería, están dando alas a estos personales que meten millones de bichos en la tripa de una actriz, las hacen gritar con arañas voladoras o hacen llover gusanos malignos. También relacionado con el cine está el especialista en efectos sonoros. En EEUU se le llama 'foley artist', porque quien lo inventó se llamaba Foley. Consiste en crear sonidos raros golpeando sartenes o pasta dentífrica, producir extrañas vibraciones con percusiones nunca imaginadas. Es cuestión de tener buen oído e imaginación.


Calentador de camas


Este servicio se ofrece en el hotel Holiday Inn Kensington Forum, de Londres. Se trata de un traje térmico especial que se colocan algunos empleados del hotel para calentar las camas de sus huéspedes.


El pulidor de monedas


En el hotel Westin St. Francis, de San Francisco (E.E.U.U.), todavía existe uno de los empleos más antiguos y extraños: el pulidor de monedas. Este trabajo - explican desde hoteles.com- tiene su origen en 1935, cuando el director del hotel se dió cuenta de que los guantes blancos de las señoras que se alojaban en su hotel se ensuciaban al tocar las monedas, por lo que las hacía limpiar todos los días. La tradición dura hasta hoy.


El ahuyentador de palomas


En Jaipur, La India, la plaza de Rambagh Palace está siempre llena de palomas, por lo que el hotel ha contratado dos personas para ahuyentarlas sin hacerles ningún daño: corren hacia ella y las espantan.


El cuentacuentos de buenas noches


El Andaz Hotel, de Londres, ofrece la posibilidad de contratar a un empleado que lea un cuento de buenas noches. Eso sí, los clientes deben ir en pijama.

miércoles, octubre 6

Polisemia

(Otra de cambalache)

Alfonso Blanco-Rivas cuenta la historia de Venus, una empresa asturiana dedicada a la fabricación de azulejos. Su dueño se llama Marciano. Un buen día, ese hombre llamó a un nuevo proveedor de arcilla y le dijo:

Buenas, soy Marciano, desde Venus, y llamo porque tengo problemas con la tierra.

Le colgaron el teléfono. Es un buen ejemplo del efecto cómico que puede producir la polisemia de algunas palabras.

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martes, octubre 5

Famous royal mistresses

(Extracted from the Daily Expat Telegraph, which always shows up some nice image galleries)

Hortense Mancini was the daughter of an Italian aristocrat who became Charles II's mistress in 1675. A well-known cross-dresser, she famously enjoyed lesbian dalliances with Anne Lennard, Countess of Sussex and the poet Aphra Behn - which may have contributed to her eventual downfall from the King's favour.

Lillie Langtry, nicknamed "The Jersey Lily", was a Victorian actress who became the lover of Edward VII. The king met her after deliberately contriving for them to be seated next to each other at a dinner party. Conveniently enough, Langtry's husband happened to be placed at the
opposite end of the table

Mary Robinson was an actress, poet and novelist, known in her time as the "English Sappho". Geoge IV fell in love with her after seeing her onstage in 1779, but later broke off the affair - after which her career was destroyed. The government is said to have paid her five thousand
pounds to return the King's love letters.

Carolina Otero, also known as La Belle Otero, was a Spanish dancer and courtesan. One of the most famous women in Europe, she was involved not only with Edward VII but with Albert I of Monaco as well as several members of the Russian royal family. The cupolas of the Hotel Carlton in Cannes are said to be have been based on her breasts.

Elizabeth Conyngham was the mistress of George IV. The daugher of a self-made banker, she was never fully accepted into polite society, but remained close to the King until his death in 1830. A well-known beauty, she may also have been the lover of Tsar Nicholas I.

Louise de Kérouaille, an ancestor of Diana, Princess of Wales, was born in France in 1649. She was sent to England by the French court to seduce Charles II, and was suspected of being a spy for most of the time she spent as his mistress. The diarist John Evelyn was scandalised by her,
describing her as a "young wanton...for the most part in her undress all day".

Barbara Villiers, one of Charles II's lovers, was as famous for her bad moods as her beauty, held huge influence over the King. "Pretty, witty Nell Gwynn", as Samuel Pepys famously dubbed her, was another mistress of Charles II. She grew up in poverty, and is said to have made her
living as a young woman hawking oranges around theatres. She later became an actress.

Wallis Simpson was the mistress and later wife of King Edward VIII. Their relationship caused a constitutional crisis when he stepped down from the throne in order to marry her in 1936. Madonna is currently directing a film about her life.

There is probably no more famous mistress than Anne Boleyn, for whom Henry VIII divorced his first wife, Catherine of Aragon, and broke away from the Church of England. A Venetian ambassador in 1532 said "she was not one of the handsomest women in the world," but admitted she had "black and beautiful eyes". Some claim she had six fingers on one hand.

Henrietta Howard, Countess of Suffolk and mistress of King George II, was born in 1689. Her marriage to Charles Howard, a violent gambler, was unhappy, and he eventually made a financial deal with the King in exchange for allowing her to be his mistress.

Alice Keppel was the mistress of King Edward VII. She met the 56-year-old monarch at the age of 29 and became his lover within just a few weeks. Historian Victoria Glendinning has described her as having "the sexual morals of an alley cat". Alice Keppel's great-grandaughter is of course, Camilla, Duchess of Cornwall, long-term lover - and now wife - of the Prince of Wales.

lunes, octubre 4

Hermanos pero no 'primos'

(Una frase de pitágoras especialmente dedicada a una amiga muy especial)

"Ayuda a tus semejantes a levantar su carga, pero no te consideres obligado a llevársela"

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domingo, octubre 3

Astronomía forense

(Aunque a primera vista el concepto pueda parecer extraño, el 3 de junio lei esta nota sobre el tema en Fogonazos. Sencillamente alucinante la variedad de intereses y actividades que pueden atraer a las personas)

Desde hace más de diez años, el físico de la Universidad Estatal de Texas, Donald Olson, se dedica a practicar lo que él denomina como "astronomía forense", una disciplina que consiste en investigar los cielos que aparecen en distintas obras literarias o pinturas y tratar de identificar qué astros son los que en ellos aparecen.

Su última investigación partió de unos maravillosos versos de Walt Whitman, pertenecientes a su poema "Año de Meteoros", incluido en "Hojas de Hierba" en los que el poeta describe un "cometa que surgió repentinamente y ardiendo por el norte" y una "extraña y gigante procesión de meteoritos que pasaba, deslumbrante, por encima de nuestras cabezas".

Intrigado por el fenómeno, Olson comenzó a investigar y llegó a determinar que se trataba de un meteorito de pastoreo (que atraviesa la atmósfera de forma horizontal y se vuelve a marchar) y a establecer con precisión la fecha en que Whitman pudo contemplarlo desde las costas de
Nueva York: el 20 de julio de 1860. Ese mismo día, un pintor local llamado Federich Church contempló la escena que después reflejaría en el cuadro que encabeza esta entrada y en el que se aprecia con claridad las mismas bolas de fuego que Whitman describe en su poema.

Una larga procesión de bolas de fuego atravesó el cielo la noche del 20 de julio de 1860, la imagen se quedó grabada en la retina de varios artistas, entre ellos la de Walt Whitman que le dedicó un poema titulado "Año de Meteoros 1859-1860", publicado en su famosa colección Hojas de
hierba.

Ésta es la teoría que sostiene el físico de la Universidad Estatal de Texas, Donald Olson, quien ha dedicado parte de su carrera a examinar obras de arte que contengan referencias a fenómenos celestes. Su último trabajo, dedicado a la "musa" de Whitman, acaban de ser publicados en Sky & Telescope.

En el poema, Whitman describe una "extraña y gigante procesión de meteoritos que pasaba, deslumbrante, por encima de nuestras cabezas". Fueron muchos los fenómenos que barajaron los investigadores hasta dar con la verdadera fuente de inspiración del escritor. En un primer
momento pensaron que podía haber sido la tormenta de meteoros Leónidas de 1833 o las Leónidas de 1858 o la bola de fuego de 1859. Sin embargo, las fechas en los dos primeros casos no cuadraban con la obra del poeta y en el caso de la bola de fuego el fenómeno sucedió durante el día, mientras que el escritor describe el momento en la noche.

Hallaron la respuesta gracias a otro artista, en este caso un pintor: Federic Church, de la Escuela de Hudson River en Nueva York. El autor cuenta con una obra titulada "El Meteoro 1860" que recoge con gran exactitud la escena descrita por Whitman: una procesión de bolas de fuego viajando en sentido horizontal. Tras una investigación, el equipo de Olson descubrió que la pintura recoge un fenómeno que se produjo el 20 de julio de 1860 al que se denominó un 'meteorito de pastoreo'.

Ésta no es la primera vez que Olson descubre el fenómenos celeste que ha inspirado a un artista. El científico ha puesto sus conocimientos al servicio del arte para desvelar qué había detrás de 'la luna llena' de Vincent van Gogh, de las fotografías de Ansel Adams o de los cielos de Edvard Munch.

Extracto del poema "Año de Meteoros 1859-1860" de Walt Whitman:

"No me olvido de cantar acerca de cómo se movía [el barco] rápidamente y rodeada de decenas de miles de pequeñas naves, / Ni del cometa que surgió repentinamente y ardiendo por el norte, / Ni de la extraña y gigante procesión de meteoritos que pasaba, deslumbrante, por encima de nuestras cabezas, / Sólo por un momento, sólo por un momento guió a sus bolas de luz extraterrestre sobre nuestras cabezas, y después se fue / De ello, e irregular como lo eran ellas, canto, con sus destellos, que iluminarían estos cantos. / ¡Oh año salpicado del mal y del bien – año de profecías! / ¡Año de extraños y pasajeros cometas y meteoritos! / Y mientras me muevo rápidamente entre vosotros, destinado a caer y a ser olvidado rápidamente, ¿qué es este canto? / ¿Qué soy yo sino uno más de tus meteoritos?"

Pero no es la primera vez que Olson sorprende con sus incursiones histórico-astronómicas. En un estudio anterior, por ejemplo, se interesó por la misteriosa estrella que aparece en un cuadro de Van Gogh, "Casa blanca de noche". Después de una larga investigación, su equipo consiguió localizar la casa original en la localidad de Auvers, establecer la fecha en que el pintor contempló el astro y determinar que se trataba del planeta Venus, que el 16 de junio de 1890 brillaba
justamente en la misma posición.

En otro estudio publicado en la revista Sky & Telescope, Olson y sus colegas publicaron que, en su famoso cuadro de El Grito, el pintor noruego Edvard Munch se inspiró en las nubes de polvo y gas que la brutal erupción del volcán Krakatoa lanzó a la atmósfera en 1883. Algún tiempo después también describió el enigma de otro cuadro de Munch en el que el reflejo de la luna no aparecía y estableció el fenómeno óptico que podía estar detrás del cuadro.

En un trabajo de 1998 se atrevió a aventurar que la estrella mencionada en el primer acto de la obra "Hamlet" es una supernova que pudo verse durante 1572 y que Shakespeare debió de contemplar durante su infancia.

sábado, octubre 2

De hombres y bosques

(Leído en cambalache... Solamente para reflexionar un rato)

Si un hombre pasea por los bosques, por amor a ellos, la mitad de cada día,corre el riesgo de que le consideren un holgazán; pero si se pasa todo el día especulando, cortando esos bosques y dejando la tierra desnuda antes de tiempo, se le aprecia como ciudadano laborioso y emprendedor. ¡Como si el único interés de una ciudad por sus bosques fuera talarlos! (Henry D. Thoreau)

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viernes, octubre 1

Un plus de energía

(Publicado en el mujer de hoy del 29 de mayo)

Según la medicina tradicional china, estos alimentos dan un plus de energía...

Champiñones
Sirven de tónico en general. Tienen un alto porcentaje de vitaminas.

Zumo de zanahoria
Las raíces y tubérculos refuerzan las funciones digestivas y la producción de energía. Si tomas un zumo de zanahoria endulzado con un poco de miel, cada mañana conseguirás vitalidad, y de paso cuidarás tu piel y tus ojos.

Yema de huevo cruda
Es un medicamento muy común en la medicina tradicional china, un aliado del descanso. Se utiliza para combatir la ansiedad y el insomnio.

Plátano
Maduro, sirve para rehidratar el cuerpo, especialmente los intestinos y los pulmones. Como medicina está especialmente recomendado en casos de tos seca (si lo cueces al vapor con un poco de azúcar) y para la sed (comido en crudo).

Aceite de sésamo
Posee una buena cantidad de ácido linoleico, un remedio anticolesterol y numerosos antioxidantes naturales.

Pera
Su combinación de sabores dulces y ácidos ayuda a equilibrar los líquidos de nuestro organismo, y además calma la sed.

Pato
Está clasificado por la medicina tradicional china en la categoría de alimentos hidratantes. La hidratación es necesaria para un correcto rendimiento físico e intelectual.

Miel
Refuerza el sistema digestivo. Para disfrutar de sus beneficios hay que consumirla en pequeñas cantidades, cruda o diluida en un líquido caliente.

Nueces
Contienen glutatión, un antioxidante natural que aumenta las células inmunes.