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lunes, octubre 31

Celebrar la muerte

(Un texto de Rafael Cerro en la revista Tiempo de Hoy del 28 de octubre)

No solo es Halloween ni todos los santos. El mundo está lleno de ritos y celebraciones para reconciliar a los vivos con los muertos.


La acepción más popular de escatológico en nuestro diccionario, que es la segunda, lo define como lo referente a los excrementos. Pero la primera afirma que la escatología es el conjunto de creencias y doctrinas referentes a la vida de ultratumba. La voz macabro designa a lo que participa de “la fealdad de la muerte y de la repulsión que esta suele causar”. Junto con los muertos, la Parca baja a la Tierra y convive con los vivos. En algunos lugares genera fiestas que la entienden como parte de la vida, no como su final. Las culturas americanas prehispánicas conciben la idea de la muerte como umbral, como un acontecimiento que no debe entenderse necesariamente como el final de un ciclo, sino como la continuación de este. Así es en la cultura andina aimara. Se entiende que el que fallece sencillamen te ha partido. Ese tránsito de la vida a la muerte es, a veces, un momento emblemático, un umbral que causa temor, pero también curiosidad o afinidad. En casi todas partes se han generado creencias en torno a la muerte que han logrado desarrollar ritos o tradiciones para venerarla, honrarla o espantarla, o incluso para burlarse de ella con determinados rituales.

Las primeras celebraciones nacieron hace más de 2.500 años: era el festival pagano de los celtas en celebración del año nuevo. El significado de la denominación provendría de la expresión inglesa All Hallow’s Eve, víspera de todos los santos, que habría derivado léxicamente en Halloween. Los celtas creían que la noche del 31 de octubre, finalizada la cosecha, los espíritus de los muertos vagaban por la Tierra. Inventaron conjuros para ahuyentar la cólera de los fallecidos que deambulaban, se cobijaron junto a hogueras sagradas e incluso se disfrazaron ellos mismos de muertos para camuflarse entre los espíritus. Los colonizadores irlandeses que llegaron a América en el siglo XVIII exportaron la leyenda de All Hallow’s Eve. Esta noche de las brujas, convertida en Halloween, ha hecho desde Estados Unidos el camino de vuelta hacia Europa y se celebra en casi todos los países de nuestro entorno. En Latinoamérica, la fiesta de los muertos es muy anterior a la colonización colombina y está marcada por el sincretismo o combinación de diferentes tradiciones. Entre las que aún se mantienen en varios países está la que sostiene que las almas vienen a la Tierra para traer con ellas la fertilidad de los campos. Precisamente en noviembre se inicia la época de la siembra en el altiplano.

La tradición religiosa mesoamericana sufrió transformaciones culturales con la llegada de los españoles, cuya conquista se fundamentó en la evangelización. Para fomentarla, los religiosos buscaron la destrucción de las antiguas creencias y de sus prácticas, que consideraban actos de idolatría. Así, las deidades de la muerte fueron destruidas. No lo fue el culto a los muertos, que en un ejercicio de sincretismo terminó reuniendo los conceptos y prácticas de las culturas de ambos lados del charco. México es el país con las celebraciones más famosas del día de los antepasados, que la Unesco ha declarado Patrimonio de la Humanidad. Hay allí rastros históricos de celebraciones que, en efecto, eran muy anteriores a la llegada de Colón. De ello se observan restos históricos en culturas como la purépecha, la maya o la totonaca.

En la era prehispánica era común la práctica de conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento. El llamado Día de muertos es una celebración mexicana que honra a los difuntos durante los días 1 y 2 de noviembre y que coincide por ello con las celebraciones católicas del Día de todos los Santos. Es una festividad no solamente mexicana sino centroamericana, que se celebra también en las comunidades de Estados Unidos en las que existe una gran población procedente de los países de esa zona. El festival que se convirtió en el Día de muertos era conmemorado el noveno mes del calendario solar de la cultura mexica, cerca del inicio de agosto, y era celebrado durante un mes completo. Las festividades eran presididas por la Dama de la muerte, la diosa Mictecacíhuatl. Las festividades eran dedicadas a la celebración de los niños y las vidas de parientes fallecidos.

Aunque se han convertido en un símbolo nacional y son enseñados a los niños en las escuelas del país, estos festejos no son propios de todos los mexicanos, pues existen muchas familias más apegadas a celebrar el Día de todos los Santos durante el 1 de noviembre, como se hace en otros países católicos. La influencia de Estados Unidos se evidencia en muchas zonas con la presencia de la fiesta conocida como Halloween, que es cada día más celebrada. De ahí también que exista entre los propios mexicanos una inquietud por preservar el Día de muertos como parte de su tradición sobre otras celebraciones parecidas. En Madrid hay un día mexicano de los muertos. El Museo de América, en colaboración con la Asociación Colonia Mexicana en Madrid, celebra cada año por estas fechas su tradicional altar de muertos, dedicado a un tema concreto en cada ocasión. En torno al altar se programa un ciclo completo de actividades sobre el país: hay demostraciones folclóricas, catas de tequila para calmar la sed del espíritu y degustaciones de los alimentos tradicionalmente utilizados como ofrenda en el altar de muertos.

Estas aras recuerdan a los familiares y amigos muertos. Antes de la llegada de los españoles, esa celebración se realizaba en el mes de agosto y coincidía con el final del ciclo agrícola del maíz, la calabaza, el garbanzo y el frijol, que habitualmente eran parte de la ofrenda. Eran y son momentos de reunión de todos los miembros de la familia, tanto los vivos como los que ya no lo están, de manera que fortalecen su identidad. Actualmente, la fotografía del ser querido ocupa el lugar principal del altar y en torno a ella se colocan sus objetos personales: los platillos con los alimentos que prefería, sus cosas predilectas, el tabaco y hasta una botella con el licor que más le gustaba. La idea es que el difunto pueda volver ese día a la casa y hay que atenderlo bien. También se colocan en el lugar algunas imágenes religiosas y otros objetos decorativos como flores, calaveritas de azúcar y el pan de muerto. Todas son parte de la tradición antigua, al igual que el copal y el incienso de olor penetrante que invaden el aire y le dan un olor más místico, más pagano o misterioso, haciéndonos creer que realmente los muertos pueden venir.

Los europeos añadieron a estos ofrecimientos algunas flores y velas de alto valor simbólico y los indígenas le agregaron el olor intenso del sahumerio, así como el agua para que las ánimas mitigasen su sed después de su largo recorrido. La ofrenda terminó convirtiéndose en un reflejo del sincretismo del viejo y el nuevo mundo. También añadieron panes ensartados en cañas. Los primeros simbolizan los cráneos de los enemigos vencidos; y las cañas, las varas donde estos se ensartaban.

En los altares infantiles se incluye el perrito izcuintle, que logra que las ánimas de los pequeños se sientan contentas al llegar al banquete. El perro ayuda a las almas a cruzar el caudaloso río Chiconauhuapan, que es el último paso para llegar al Mictlán, el nivel inferior de la tierra de los muertos en la mitología del lugar. Sobre todo ello, el retrato del recordado, que evoca al ánima que nos visitará. Debe quedar escondido de manera que solo pueda divisarse con un espejo, para dar a entender que el ser querido ya no existe... a pesar de que se le pueda ver. Las calaveras de azúcar son una alusión a la muerte siempre presente. Se puede incluir chocolate de agua. La tradición prehispánica dice que los invitados lo tomaban preparado con el agua que usaba el difunto para bañarse y se impregnaban así de su esencia. El licor es para que recuerde los grandes acontecimientos agradables de la vida del finado y él se decida así a visitar a los vivos, y hay un aguamanil por si quiere lavarse las manos después del largo viaje.

Halloween tuvo su origen en Irlanda y allí se encienden hogueras místicas. En las zonas rurales, los niños salen disfrazados a pedir dulces y se cuelga del marco de una puerta una manzana que los pequeños deben morder sin agarrarla. Los niños compiten por dulces contando chistes, narrando historias o cantando. Las mujeres pelan una manzana frente a un espejo iluminado por un candelabro y la leyenda cuenta que, si se pela la fruta y la monda queda formando una sola tira, el espejo mostrará la imagen del futuro esposo.

La tradición más cinematográfica, la de Estados Unidos, ya no se circunscribe a aquel país, pues ha colonizado medio mundo. En Halloween, los niños y jóvenes se disfrazan para la ocasión y pasean por las calles pidiendo dulces de puerta en puerta. Tras llamar pronuncian la frase “truco o trato”, que probablemente significa “dulce o travesura”. Si los adultos se niegan a darles caramelos, los chicos les gastarán una pequeña broma, como arrojar contra la puerta huevos o espuma de afeitar. Tanto en Irlanda como en el Reino Unido, desde el año 100 de nuestra era se mezclan dos fiestas: el festival Samhain y la festividad Pomona Day, dedicada a la diosa de los jardines y frutas. Estas celebraciones fueron las que dieron origen al Halloween actual. El Samhain significa “final de la cosecha” y se sigue celebrando el 31 de octubre, pues ese era el tiempo en que los antiguos celtas almacenaban provisiones y sacrificaban ganado para prepararse para el invierno. Los celtas creían que, durante la noche en la que celebraban esta festividad, los espíritus de los muertos volvían a visitar el mundo de los mortales. Por eso encendían grandes hogueras con las que ahuyentaban a los malos espíritus. En España, el 1 de noviembre es el día en el que se recuerda a quienes ya no están. Se visitan los cementerios llevándoles flores, con frecuencia crisantemos. En algunas localidades, la celebración de los muertos ha adquirido un carácter todavía más festivo; por eso, en las calles se celebran desfiles y también concursos de disfraces.

Las celebraciones están muy extendidas también en Asia. En India existe el rito de Mahalaya del 1 de noviembre, que consiste en rezar para invocar a los espíritus de sus antepasados. Es de gran importancia para la vida espiritual de los hindúes. En China, a primeros de abril se celebra el festival Brillante y resplandeciente, o Ching Ming. Se asean las tumbas y todos se reúnen a rendir homenaje a los fallecidos comiendo. Se quema dinero como símbolo de prosperidad y la gente se protege de los espíritus malignos colgando de sus puertas ramitas de sauce, que es símbolo de luz y enemigo de la oscuridad. Creen que, si no lo hacen, regresarán a otra existencia convertidos en perros amarillos.

En Tailandia se celebran procesiones con música y desfile de máscaras. Hay un festival budista que dura tres días y los jóvenes varones salen disfrazados de espíritus y fantasmas para gastar bromas a los aldeanos. En India, el rito marca el comienzo de un año de paz; se reza para invocar a los espíritus pasados. En Nepal, simboliza al fallecido una vaca a la que se le hacen fiestas y homenajes. En Japón, de las fachadas de las casas se cuelgan linternas para alumbrar el camino de los espíritus que vienen de visita. Una vez que el gran día ha pasado, las linternas se depositan en el río para que guíen las almas de vuelta al más allá. En Corea del Sur, la gente come junto a las tumbas y, desde luego, las relaciones sociales se prolongan más allá de la finitud. Allí hay realmente dos fechas especiales para el culto a los muertos, la fiesta del Solal o año nuevo chino, en el mes de febrero, y la fiesta de las cosechas o Chusok en el mes de septiembre. En estas dos festividades el lugar preponderante en la celebración lo ocupa la ofrenda y reverencia a los antepasados. En el caso del Solal, en casa se acomodan la comida y la bebida para los ancestros y frente a estas ofrendas se colocan las tablillas de los antepasados, que son de madera o piedra y llevan grabados los nombres de los difuntos de la familia. Son muy importantes porque se considera que el alma del finado pasa a través de estas tabletas al hogar para consumir los alimentos que se le ofrezcan. Durante ambas fiestas, el país entero se paraliza por cuatro días para que todos puedan atender sus obligaciones con los ancestros. La familia se reúne en extenso y las visitas entre miembros de la familia y amistades son muy frecuentes. Todos deben postrarse en reverencia frente al altar familiar para honrar a los muertos y después los jóvenes se postran frente a sus mayores, quienes les dan dinero después de ser reverenciados.

Siete meses después, en Chusok, se vuelve a agasajar a los antepasados. Estos son parte integral del clan, pues el vínculo familiar no se disuelve con la muerte. Las decisiones importantes, como las bodas, las mudanzas o la elección de colegio, se les consultan a los antepasados, que no pueden ser engañados. La tradición budista establece que cuando una persona muere se recurra a la “corte de los muertos”. Es un edificio situado a un lado del principal en cada monasterio budista. En él hay una estatua de Buda rodeada por diez grandes estatuas que representan a los diez reyes del más allá, que juzgarán al fallecido. El culto a los muertos se instauró con el fin de saldar una deuda e impedir que vuelvan, pues resultaría terrorífico que regresaran. En esta vivencia oriental, todo el culto y la ofrenda es un constante “regresa”, un continuo “tú sigues perteneciendo a este lado”.

Cabe señalar también que las prácticas rituales y las representaciones sociales en derredor de la muerte sirven para afrontar la dureza de la separación física. Es una necesidad psicológica innegable y también una forma de despedir al muerto poco a poco, de desapegarse paulatinamente de él. Dado que la muerte es un acontecimiento desconcertante, definitivo, doloroso, confuso y conflictivo, psicológicamente morir implica un proceso para recuperar la cotidianeidad de los vivos. Por eso son tan útiles los rituales: porque ayudan a reconstruir la realidad sin el muerto, a asumir la ausencia reconstruyendo la presencia. La muerte es un proceso social y lo individual involucra a todo el colectivo y lo incita a asumir la partida del muerto, en necesaria confrontación con la propia muerte.

La última tradición macabra de Europa es la procesión que cada Semana Santa se celebra en el municipio gerundense de Verges. Una danza de la muerte con antorchas conservada desde la Edad Media, época en la que se asociaba a las epidemias de peste negra. Diez esqueletos recorren las calles bailando una elaboradísima danza al son de un timbal para recordarnos que la Parca no perdona a nadie. Y que los muertos son seres sociales que nunca dejan de formar parte del colectivo.

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martes, octubre 25

El dragón de plata

La ola más larga del mundo sólo se produce una vez al año (por estas fechas), concretamente el décimo octavo día del octavo mes del calendario lunar. Conocida como  “Silver Dragon”, este fénomeno se forma en la desembocadura del río Qiantiang con la bahía china de Hangzhou. Por la acción gravitatoria de la luna,  la fuerza centrífuga de la Tierra y la peculiar forma de embudo de la desembocadura del río, la marea alta entra en la bahía de unos 100 km de ancho, chocando contra el río Qiantang que baja en dirección contraria. 

Este choque genera una gran ola que atrae a miles de turistas en cada temporada, remonta 89 kms el río y produce una ola que puede llegar a alcanzar casi los nueve metros de altura y viaja a 40 km/h.

La ola del río Qiantang suele tener entre 2 y 4 metros de altura y tiene tal tamaño, anchura y velocidad que pone en peligro a las embarcaciones y puertos de las riberas. Tal es así, que hasta 2011 nadie se había aventurado a surfearla.

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miércoles, octubre 19

El avispado inventor de las rebajas



(Un texto de Antonio Corbillón en el Heraldo de Aragón del 11 de enero de 2015)

Se llamaba Fred Lazarus y su modelo fue copiado por Galerías Preciados y El Corte Inglés. «El que quiera picar, que pique», fue su reclamo en España hace 75 años. 

Los rostros pegados al escaparate esperando el 'pistoletazo' de apertura. Las carreras por llegar primero a las escaleras mecánicas… El ritual de las rebajas debe mucho a Fred Lazarus Jr., que cambió la forma en que los humanos se acercaron a gastarse su dinero a las tiendas tras entender que el 'crack' de 1929 había trastocado la economía para siempre.

Todas las grandes cadenas de ropa del mundo tienen un origen humilde. También los Lazarus, una familia de emigrantes prusianos, que convirtieron al planeta en un gran centro comercial desde unos minúsculos almacenes en Columbus (Ohio, EE. UU.). Pero sus mejores alumnos fueron españoles. No se entendería el rito de las rebajas sin unos y otros. En el caso nacional, coinciden con sus bodas de platino. En enero de 1940, Galerías Preciados lanzaba su primera campaña en su tienda con vistas a las calles Carretas, Preciados, Carmen y Rompelanzas de Madrid. 'El que quiera picar, que pique', decía su reclamo.

Pero a pesar del protagonismo que se atribuye a Fred Lazarus, la intrahistoria del concepto 'rebajas' se parece al debate sobre si primero fue el huevo o la gallina. Los americanos tienen la 'patente' pero los franceses reivindican el 'invento'. Aristide Boucicaut fundó en París en 1852 Le Bon Marché con la venta de saldos en junio y octubre y unas promociones en enero, que todavía llaman en Francia el 'mes blanco'. El dinamismo de Boucicaut cruzo el Atlántico y enraizó en Nueva York. Cuando la Gran Depresión atrancó los almacenes de todas las tiendas, cuatro empresarios encabezados y presididos por Fred Lazarus Jr. crearon la Federal Department Stores Inc. (algo así como la Sociedad de Tiendas del Estado). No fue suficiente porque nadie tenía un triste dólar para gastar. Así que, entrados los años treinta, Fred lanzó un primer mensaje que ahora parece conde- nado a la eternidad: «Compre ahora y ya pagará más adelante».

La idea fue un exitazo pero los almacenes no acababan de renovarse, por lo que ideó unas fechas concretas de precios bajos. Así nacieron las rebajas. El encantamiento comercial de Lazarus le llevó incluso a cambiar la fecha al corazoncito americano en el almanaque. Convenció al presidente Roosevelt de que estableciera el Día de Acción de Gracias siempre en el cuarto jueves de noviembre para ganarle días a la Navidad. Es el día antes del Black Friday (viernes negro), otra treta comercial de Lazarus que ahora se impone en España. Cuando este pionero falleció en 1973, acumulaba méritos suficientes para un honorífico Nobel del Comercio. Creó las primeras líneas de crédito al consumo, las rebajas, el viernes negro y la campaña navideña. Y lo ofrecía en su cadena de tiendas, las primeras dotadas de escaleras mecánicas y aire acondicionado. Todo para que el cliente pasara más tiempo dentro con lo que aumentaba la probabilidad de que gastara más.

ESPAÑA, LA MÁS APLICADA

«La entrada en tropel de los posibles compradores tiene características de invasión», resumía el Nodo aquella primera campaña de rebajas de Galerías Preciados en enero de 1940. Pero aquella España posbélica vivía de espaldas al mundo. ¿Cómo estaba tan al día en marketing comercial? La respuesta llegó desde La Habana. Medio siglo antes tres asturianos crearon los almacenes El Encanto. En la etapa previa al castrismo, supieron copiar y mejorar las técnicas americanas hasta el punto de que en los años cincuenta El Encanto competía con los grandes almacenes yanquis (sobre todo los de Lazarus) en toda América. Crearon los departamentos por secciones, el escaparatismo, las comisiones a los vendedores. John Wayne o María Félix eran clientes de El Encanto. Tyrone Power protagonizó sus anuncios. Albert Einstein quiso comprar allí su primer sombrero Panamá.

Esa ascensión imparable la promovió la segunda generación de asturianos al mando de los almacenes. Allí estaban Pepín Fernández y su primo César Rodríguez. El modelo iniciático parisino y la efectividad neoyorquina fueron completadas con el 'guante de seda' de aquellos indianos. Pepín regresó a España en 1934 y creó en Madrid Sederías Carretas. Nueve años después llamó a aquella esquina Galerías Preciados. César hizo lo mismo y compró junto a su sobrino, también retomado de Cuba, Ramón Areces, la sastrería madrileña El Corte Inglés.

Fue Pepín el que lanzó aquella primera campaña en enero de 1940. Los años venideros contemplaron la rivalidad en España de los antiguos socios en Cuba. Competían por los mejores eslóganes o los rostros de los famosos anunciando la campaña. Galerías parecía más ágil pero El Corte Inglés se quedó con todo al comprar a su vecino en 1995. De aquel Encanto cubano solo queda una asociación de exempleados con sede en Miami. «Las rebajas ya no son como antes, ahora es todo más normal», asegura Ana Zalba, clienta que protagonizó un anunció después de hacerse tres años seguidos (2002 a 2004) con la primera prenda rebajada en El Corte Inglés. Quizás quiso decir que ahora todo el año parecen rebajas.

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jueves, octubre 13

Conejos de corral



(Un texto de Alberto Serrano Dolader en el Heraldo de Aragón del 23 de noviembre de 2014)

Hoy ya nadie cría conejos en casa, pero hace en unas décadas rara era la familia de pueblo que no lo hacía. Costaba poco esfuerzo y garantizaba despensa. No siempre se los recluía en jaulas y no era extraño que correteasen sueltos por el corral.

En el Sobrarbe oscense para evitar que las ratas entrasen en tan tentador recinto colocaban en la puerta un cráneo de burro (así lo documentó Severino Pallaruelo). Además, era conveniente que por el mismo local revoloteasen unas cuantas palomas para evitar que los conejos enfermaran de peste, según conseja de la veterinaria popular.

En Tarazona, las ramas de chopo que adornaban el arco de San Juan en los días de su fiesta acababan el ciclo corno alimento de los conejos domésticos, de eso me informó Víctor Azagra. Palacín Latorre, erudito de esta faceta de la etnografía, escribió en la revista de la Asociación de Amigos del Serrablo: «Los conejos quedan protegidos durante un año de enfermedades, cortando en primavera una rama gruesa de pino a la que se quitan todas las ramas laterales y colocándola en el conejar. Al comerse los animales la corteza, "se hacen un saneamiento muy fuerte", que les permite vencer toda enfermedad”.

Siglos atrás, se llevaba una pata de conejo en el bolsillo para esquivar los encantamientos (si esa pata era la derecha aliviaba los dolores reumáticos y los calambres). Lo cuentan Candón y Bonnet en el libro de Anaya «!Toquemos madera!», un diccionario de las supersticiones españolas donde añaden: «Se dice que los niños recién nacidos tendrán buena suerte y estarán protegidos de los malos espíritus si se les toca con la pata de un conejo. Si la pata de conejo se pone debajo de la almohada, les previene contra los accidentes. Se cree que poner una pata de conejo sobre la mesa trae buena suerte en el juego».

Rafael Andolz recogió en el Alto Aragón tradiciones médico-mágicas: «Para descomposiciones fuertes y dolores de vientre, se despelleja un conejo en vivo y la piel se le enrolla en el vientre del enfermo (Tramacastilla, Monesma). En Monzón, para aliviar dolores, especialmente cólicos de vejiga y riñón, se aplica sobre el vientre un conejo abierto en canal, en vivo, fajando todo lo fuerte que se aguante. También lo hacían en Ejep y en Robres para las pulmonías. Y muy parecido en Villacarli: se refrota por el pecho y la espalda la piel de un conejo por la parte inferior cuando está recién muerto».

En la Alta Ribagorza estaban convencidos de que si los conejos se apareaban en noche de luna llena tendrían carnadas muy numerosas. Por cierto, en Caspe al macho que cubría a las conejas se le llamaba 'matacán'. Y, mira por donde, he vuelto a nombrar a mi pueblo en un artículo. Será porque pienso como Julio Verne: «No se nace en un lugar para después no sentir nada ante ese sitio donde uno ha sido acunado por la mano de una madre. Las fibras del ser humano no pueden estar gastadas hasta el punto de que ni una sola vibre todavía cuando uno de estos recuerdos la toca» (El archipiélago en llamas, 1884).

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lunes, octubre 10

Fiestas del Pilar, 400 años de fiesta municipal



(Un texto de Mariano García en el Heraldo de Aragón del 5 de octubre de 2013)

El 12 de octubre es fiesta 'municipal' de Zaragoza desde hace 400 años. Así lo acaba de dictaminar una comisión de expertos que ha estado trabajando en los últimos días para comprobar si el dato que aparece en distintas fuentes es cierto: que en 1613 el concejo de la ciudad decidió sumarse oficialmente a la celebración religiosa que se venía haciendo desde tiempos inmemoriales el 12 de octubre.

La comisión ha estado integrada por los historiadores Guillermo Redondo y José Antonio Armillas; la directora del archivo municipal, Elena Rivas; el canónigo archivero del cabildo, Isidoro Miguel; y el jefe del Servicio de Patrimonio Cultural del Ayuntamiento de Zaragoza, Antonio Mostalac.

[…] Según diversas fuentes -desde la Wikipedia hasta la 'Historia de la Virgen del Pilar' de Francisco Gutiérrez Lasanta-, el 10 de octubre de 1613 el Concejo de Zaragoza acordó celebrar oficialmente la fiesta de la Virgen del Pilar en la fecha del 12 de octubre, vinculándose a la celebración litúrgica y religiosa que se realizaba en esa fecha desde principios del siglo XII.

Pero el dato, repetido con frecuencia en todo tipo de publicaciones, no tenía constatación documental. De hecho, el acuerdo no aparece reflejado en los 'Libros de Actos Comunes de los jurados, capítulo y consejo de la Ciudad de Zaragoza', por lo que algunos historiadores dudaban de su certeza.

Ha sido un manuscrito, en gran parte inédito, el que ha dado la clave de la investigación. Se conserva en el archivo municipal de Zaragoza y es un 'Memorial de las cossas ordinarias que deven hazer los jurados de Çaragoça en cada uno de los messes del año, hecha por mi Martín Español, su secretario».

«Una vez examinados los documentos que hacían referencia al caso y que se guardan en los archivos municipal y del Pilar, nos inclinamos a pensar que sí se pueden conmemorar los 400 años de la declaración, pese a que no esté recogido ese acuerdo en los 'Libros de Actos Comunes', -que sería la fuente de primera mano», relata el historiador Guillermo Redondo.

El documento en cuestión es un resumen de los actos a los que acudían los jurados de la ciudad. Y en él se dice que era costumbre en Zaragoza celebrar todos los 12 de octubre la aparición de la Virgen del Pilar a Santiago, y que a la celebración acudían los jurados de la ciudad, que acabaron acordando «guardar y celebrar la dicha Fiesta», y hacerlo perpetuamente y con «proçesión general», vestidos con sus mejores ropas.

El problema es que el documento tiene algún dato discordante, e incluso asegura que la celebración se hizo el 15 de mayo.

«La redacción es un poco confusa, pero es que la mayoría de los documentos del siglo XVII lo son -subraya Redondo-. Ha sido investigando un poco en torno a la figura de quien lo escribió cuando hemos concedido verosimilitud a lo que cuenta. En aquella época se iba, al notario casi para cualquier cosa, y pensando que si el acuerdo no aparecía en las actas podría haberse recogido en un protocolo notarial, hemos visto que Martín Español, además de secretario municipal, era notario en la ciudad. Por lo que estaba acostumbrado a hacer relatos fieles de cosas. Y cesó en su actividad en 1617, en una época en la que los notarios solo dejaban de trabajar cuando fallecían. Así que el documento es necesariamente anterior a esa fecha, es decir, bastante cercano en el tiempo al momento en que el Concejo debió tomar la decisión».

Además, en el archivo del Pilarse conserva copia de una carta enviada a Roma y en la que al parecer se da cuenta del acuerdo adoptado por la ciudad de Zaragoza.

En aquel momento los canónigos de la Seo y del Pilar estaban enfrentados y luchaban por mantener los privilegios sociales de sus respectivos templos, lo que explica una afirmación del manuscrito en el sentido de que la fiesta de 1613 se hizo «sin procession por los pleitos que hay entre las Yglesias del Asseo y el Pilar», aunque según se asegura más adelante, «despues se ha guardado cada año la dicha Fiesta y voto en toda la ciudad con mucha puntualidad». Los expertos reunidos por el Ayuntamiento de Zaragoza han concedido credibilidad al dato de que en 1613 el Concejo convertía el 12 de octubre en una ‘fiesta oficial’, vinculándose de forma definitiva a los actos religiosos y litúrgicos que ya se venían celebrando desde antiguo. Así, se ha puesto fecha a la conmemoración desde el punto de vista municipal, y este año se conmemorará el cuarto centenario de la declaración.

Además, en ese mismo año de 1613, la Sagrada Rota Romana, en una de sus decisiones, autorizaba la forma en la que se tenía que desarrollar la procesión del 12 de octubre y la revestía de gran solemnidad.

Un informe del secretario Martín Español
El documento clave en la investigación ha sido un manuscrito, inédito en gran parte, que se conserva en el Archivo Municipal de Zaragoza. Se trata del 'Memorial de las cosas ordinarias que deven hazer los Jurados de Çaragoça en cada uno de los messes del año hecha por mi Martín Español, su secretario'.

El manuscrito carece de fecha, pero los especialistas lo datan en la primera mitad del siglo XVI. En concreto, sobre el año 1613, Martín Español dice;

«A doce de octubre se celebra en cada un año en esta Ciudad la dedicaçion de la Yglesia de nra. Sra. del Pilar en memoria de la Aparición de la Serenisima Reyna del Cielo al Glorioso Apostol Santiago estando en esta çiudad en la orilla del Rio Ebro de noche con sus discipulos en el mesmo lugar y parte donde oy esta la sagrada imagen del Pilar, y de algunos años a esta parte han acostumbra perpetuado yr los jurados a la dicha iglesia en dicho dia y fiesta por haverselo pedido los canonigos della, y por los muchos y malos nublados de piedra y nieblas que continuavan los mas años, tomo devoción el Regimiento de esta ciudad de guardar y celebrar la dicha Fiesta, y a 8 de mayo de 1613 el Capitulo y Consejo hizo voto de guardarla perpetuamente, en toda la ciudad como se guardan las otras fiestas colendas y hazer proçession general a la dicha iglesia del Pilar y que en dicho dia asistan en ella los Jurados con sus gramayas en en el officio Divino, y asi se començo a hazer dicha fiesta por la Çiudad a 15 de dicho mes de mayo y año 1613 que fue dia de los santos combertidos aunque sin proçession por los pleitos que hay entre las Yglesias del Asseo y el Pilar, y despues se ha guardado cada año la dicha Fiesta y voto en toda la çiudad con mucha puntualidad».

Una misa y una procesión como origen de todo 
Eliseo Serrano es uno de los historiadores que ha dedicado mayores esfuerzos a estudiar las fiestas zaragozanas. Autor de libros como 'Tradiciones festivas zaragozanas' (1981) o 'Fiestas-públicas en Aragón en la Edad Moderna' (1995), subraya que el 12 de octubre fue, a lo largo de todo siglo XVII, una celebración fundamentalmente religiosa.

«Había una procesión y una misa, y nada más –asegurá-. Las fiestas del Pilar, tal y como las conocemos hoy, fueron desarrollándose y enriqueciéndose a lo largo de los años, y principalmente en torno a hitos que se fueron sucediendo con el tiempo».

Con un origen muy antiguo y estrictamente religioso, el primero de esos hitos que ayudó a que la celebración fuera creciendo en importancia sería el nombramiento de la Virgen del Pilar como patrona de la ciudad, que llegó en 1642, después de los de San Valero y Santa Engracia. Luego llegaría el nombramiento de patrona del Reino de Aragón (1678). Los elementos profanos se fueron añadiendo principalmente a lo largo del siglo XVIII. «Fue en esa centuria cuando se incorporaron los carros adornados, la comparsa de gigantes y cabezudos o la famosa mojiganga... Sí que a finales del XVII ya había toros, que se hacían en la plaza del mercado o en la ribera del Ebro, y algunos años, hasta fuegos artificiales en las islas del Ebro».

Las fiestas empezaron a ser 'grandes' en 1723, tras la concesión papal del oficio litúrgico propio por la aparición de la ' Virgen. Y en el XIX llegó otro de esos hitos importantes, cuando el papa Pío VII declaró en 1807 que el 12 de octubre fuera fiesta en todo el reino.

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jueves, octubre 6

Entremeses

(Extraído de un texto de Alejandro Toquero en el suplemento gastronómico del Heraldo de Aragón del 1 de octubre)

[...] De hecho, el término entremés es un galicismo proveniente de entremet o entremets, es decir, bocados para servir entre plato y plato; también llamados entretenimientos, que limpian el paladar del sabor del plato anterior y lo preparan para el siguiente, además de amenizar la espera. [...]

En Francia, estos entretenimientos solían servirse durante la Edad Media en las comidas de los nobles y de las clases más pudientes. [...] se trataba de grandes elaboraciones culinarias que normalmente se convertían en entretenimientos visuales, artísticos, incluso con detalles no comestibles.

El término entremés también define un acto teatral cómico dramático de corta duración, que se realizaba en los descansos de obras más largas o sainetes que se representaban en los banquetes de la Edad Media. [...]

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