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lunes, enero 30

Oficios raros de la ciencia: sopladores de vidrio científico

(Un texto de Cristina Lucio en El Mundo del 10 de agosto de 2018)

Se maneja con tal maestría junto al fuego que, cuando trabaja, José Enrique Mateu recuerda a un faquir. Sus dedos parecen no notar la cercanía de las llamas; se mueven con precisión, ágiles, en perfecta coordinación con el aire que poco a poco va dejando salir de su boca. En pocos minutos se produce la magia y surge, casi de la nada, un matraz que pronto usará un científico en el laboratorio.

Este madrileño es uno de los pocos sopladores de vidrio científico que sigue en activo en nuestro país. Desde su taller en la Universidad de Alcalá de Henares realiza prototipos de investigación, elabora piezas específicas y también repara mucho material, que, restaurado, puede volver a cumplir su función en las poyatas.

"Hay piezas que cuestan 200 euros si las compras. Nosotros las podemos hacer por un 20% y encima repararlas muchas veces porque son reciclables", comenta Mateu, que lamenta que su oficio no reciba ni la atención ni el apoyo que merece.

"Apenas quedan 17 sopladores de vidrio en las universidades y muchos de ellos están cerca de la edad de jubilación. No hay formación reglada y cada vez cierran más centros", dice, resignado. "Somos útiles y rentables, pero estamos olvidados".

La primera vez que pisó el taller, Mateu no sabía nada sobre el soplado de vidrio científico. Ni siquiera había oído hablar del oficio. Han pasado ya 26 años desde aquel día de 1992, pero asegura que no ha dejado de aprender acerca de una técnica que tiene mucho de artesanal.

"Acababa de terminar diseño gráfico y opté a varias becas en la Universidad. Lo que a mí me llamaba la atención era la fotografía científica, pero probé también en esto, sin saber muy bien en qué consistía. Me cogieron, pero tuve que empezar de cero. Y seguiré formándome toda la vida, porque aquí cada día es un reto". Sus manos son la prueba. Ha perdido la cuenta de las veces que se ha quemado o cortado con un vidrio que es más maleable y resistente que el convencional y se parece a la miel cuando se funde para ser soplado.

"Es un borosilicato que aguanta mucho mejor los contrastes de temperatura a los que se someten normalmente los ensayos en el laboratorio. Se funde a mayor temperatura, a unos 1.200 o 1.300ºC, gracias a una mezcla de gas propano y oxígeno", explica Mateu, que se confiesa enganchado a una labor que "da muchas satisfacciones cuando consigues acabar un encargo complicado".

En sus años de experiencia ha tenido que atender pedidos de lo más variopinto como un prototipo de 2x2 cm "para el que tuve que utilizar lentes especiales". Pero, sin duda, lo más curioso fue una comba hecha a partir de vidrio científico con la que todo el equipo participó en el programa 'Qué apostamos' en 1997 (en el minuto 1,57).

"Si oyes comba de vidrio te parece algo imposible. Pero hicimos un capilar de vidrio muy largo y, por las características del borosilicato, eso hizo que fuera muy flexible. Yo fui el encargado de saltar y demostramos que se podía hacer", recuerda Mateu.

Aunque no ganaron, las imágenes resultaron tan impactantes que les llevaron a Portugal para repetir la hazaña.

Por aquel entonces, en el taller trabajaban tres personas a tiempo completo. Hoy, a Mateu le acompaña Javier Lueches, que de momento está cubriendo una prejubilación pero aspira a consolidar su puesto en el futuro.

"Para mí, que haya cada vez menos sopladores refleja en cierta forma el interés que se tiene por la ciencia en España", subraya mientras prepara el horno donde se dará el toque final a las piezas del último encargo.

Material con el sello de la Universidad de Alcalá no hacen probetas u otros recipientes de precisión salen habitualmente del campus madrileño hacia otros centros de la Comunidad "incluso del CSIC, que ya no tiene talleres" y también hacia universidades e institutos de Castilla y León o CastillaLa Mancha, entre otros.

"Nos han pedido cosas hasta de Japón", remarca Mateu, aún sorprendido con el encargo de una investigadora que volvió al país nipón tras una estancia en Alcalá e hizo un pedido cuyo envío fue más caro que la elaboración. "Pero ella estaba contenta con nuestra forma de trabajar y no quería arriesgarse a cambiar los materiales", comenta orgulloso el técnico.

"Siempre intentamos cumplir con todo lo que nos piden, pero a veces es técnicamente imposible", se disculpa. "El vidrio es muy versátil, pero esto tampoco es Lourdes."

Lo suyo viene de familia su padre también fue soplador de vidrio científico; por eso, no tuvo que empezar de cero cuando se puso tras los sopletes. "Mi padre tenía un pequeño taller en el garaje, así que llevo practicando desde que tenía 15 años", señala Lueches, que ha cumplido 34 y echa de menos que, como sucede en Alemania o Francia, en nuestro país –donde quedan poco más de una docena de sopladores de vidrio científico también exista una formación reglada que permita aprender el oficio.

"Tiene mucho de artístico este trabajo, hay que tener un cierto sentido estético para conseguir que las piezas queden bien", añade, rodeado no sólo de matraces, líneas de vacío o schlenks, sino también de finas figuritas con forma de oso o de cisne, que hace a veces, para afinar algunas destrezas.

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sábado, enero 28

Oficios raros: ‘piroecólogos’, quemadores de bosques que evitan incendios

(Un texto de Raquel Díaz en El Mundo del 31 de agosto de 2018)

Parecen enemigos pero la relación de amor-odio entre el bosque y el fuego existe desde hace más de 300 millones de años, cuando los primeros árboles comenzaron a poblar la Tierra. Marc Castellnou es consciente de ello. Al frente de la unidad de análisis del Grupo de Refuerzo de Actuaciones Forestales (GRAF) del cuerpo de Bomberos de la Generalitat de Cataluña, es uno de los mayores expertos en ecología y gestión del fuego de todo el mundo.

Precisamente, de esa polaridad entre los beneficios y la capacidad destructiva del fuego surge la piroecología. Como el propio Castellnou explica, "no hay una profesión de piroecólogo propiamente dicha; existen equipos formados por gestores forestales y personas que trabajan en la ecología del fuego, que realizan su trabajo desde el ámbito científico en centros de investigación".

Armado con una antorcha de goteo, Marc acude a las denominadas quemas prescritas controladas que se han planificado esa semana. El resto de herramientas que lleva no difiere de las utilizadas para acudir a apagar un incendio: una unidad móvil de bomberos y agua para extinción. La única diferencia radica en la formación de estos profesionales.

Al contrario que los retenes forestales que acuden a las extinciones, el personal que realiza las quemas tiene formación en ecología del fuego. "Se van introduciendo conceptos de ecología forestal en la formación de bomberos", explica Castellnou. A pesar de que las quemas controladas se hacen desde hace más de dos décadas, "el programa en Cataluña aún es experimental; ocupa poca superficie y sobre todo, busca la prevención de incendios, por lo que en los próximos 10 o 15 años va a tener que dar un salto", relata.

En estos 20 años de campañas, la visión sobre el fuego ha cambiado. Se comienza a comprender que el bosque lleva milenios evolucionando con la gestión humana. El campo pasó de servir para la caza y para la recolección, a ser utilizado principalmente para alimentar al ganado. "Entre los siglos XIX y XX, España tenía un 4% de superficie forestal, ahora está por encima del 40%", subraya Castellnou. Este gran aumento se ha debido, sobre todo, al abandono rural y el aumento de la explotación forestal.

Marc culpa precisamente al sector que explota los bosques de fomentar la visión negativa que prevalece en la sociedad sobre el fuego. "Si se prohíbe su uso, se agrava el problema", declara tajante. "Ahora debemos ayudar al bosque a evolucionar para adaptarse al cambio climático; de la noche a la mañana no va a ser capaz de hacer el cambio. Hemos humanizado el bosque", agrega.

Según sostiene este inspector de bomberos, los incendios de media o baja intensidad tienen un rol ecológico, limpian el ecosistema, abren espacios a especies más resistentes, eliminan materia muerta y reciclan nutrientes. "El fuego es una perturbación natural más, como las nevadas o las plagas, que permite que la parte más débil muera y deje espacio a una nueva generación más adaptada. Al intentar interferir, desconociendo toda esta ecología del ecosistema, podemos alterarlo", argumenta.

Las quemas prescritas persiguen la reintroducción del fuego con esta finalidad para equilibrar la dinámica de paisaje. "Teniendo en cuenta que los bosques españoles, nacidos hace un siglo, no están adaptados a las condiciones climáticas actuales, es evidente que necesitan renovarse", explica el inspector de bomberos.

Además, no sólo los árboles componen un ecosistema forestal, también forman parte de él el pasto, la fauna y el matorral. Asimismo, necesita grandes herbívoros salvajes que realicen una función reguladora natural pastando.

Teniendo en cuenta la climatología actual, los bosques más fríos y húmedos deberían desplazarse hacia el norte, cediendo extensión a los más áridos. Para adaptarse a esta tendencia, propone cambiar también el calendario de las campañas de quemas. Así, las programadas para primavera pasarían a acercarse más al verano y las de invierno, al otoño.

Una actividad que se extiende por España

El equipo forestal catalán fue de los primeros en realizar quemas prescritas en España. Actualmente, trabajan en Pirineos y en la zona mediterránea, investigando desde hace dos décadas el papel del fuego en los ecosistemas. A pesar de no haber realizado quemas de grandes extensiones, «la conclusión es muy positiva y varias investigaciones evidencian el aspecto beneficioso del fuego en cuanto al aumento de la diversidad del bosque», señala Castellnou. En otras comunidades como Madrid, este mismo año se han comenzado a realizar pruebas, al igual que en Galicia. Por su parte, Castilla La Mancha es la comunidad más avanzada en cuanto a pruebas y formación, mientras que en Andalucía se cumple dos años desde la creación de los primeros equipos de quemas controladas.

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jueves, enero 26

Oficios raros: halconeros que protegen antenas

(Un texto de Teresa Guerrero en El Mundo del 17 de agosto de 2018)

Abre el maletero del coche y ahí están los hermanos Doncel, Cherokee y Segundo Pía. Son halcones gerifaltes y tienen dos años. En el vehículo también viaja Turia, un águila americana de cinco años. Para que estén tranquilas les han puesto una caperuza de cuero en los ojos. Estas cuatro rapaces son parte de la cuadrilla de vigilantes de la NASA madrileña. Su inesperada misión: mantener las antenas a salvo de las aves que intentan anidar en ellas. "Lo normal es que cada uno de nosotros traiga dos rapaces", dice Antonio Pérez Sáez, uno de los tres halconeros que habitualmente trabaja en las instalaciones que la agencia espacial de EEUU tiene en Robledo de Chavela.

En esta localidad madrileña, la NASA ha instalado uno de los tres complejos de comunicaciones de su Red del Espacio Profundo (Deep Space Network, DSN, en inglés). La antena que en 1969 transmitió las palabras de Neil Armstrong en la Luna también está aquí. Convertida en una icónica pieza de la historia espacial, ya no se utiliza pero sigue en el mismo recinto al aire libre por el que están repartidas las gigantescas parábolas con las que los ingenieros se comunican con las naves, enviándoles instrucciones y recibiendo sus datos. EEUU y Australia albergan los otros dos complejos de esta red mundial que permite mantener comunicación constante con todas las sondas.

Estas antenas de inmaculado color blanco (el diámetro de algunas es mayor que el de la Plaza de Toros de las Ventas) llevan en sus entrañas tecnología punta que hace posible la exploración del Sistema Solar, todo un símbolo de lo que el hombre puede conseguir que, sin embargo, se ha encontrado con un inesperado enemigo: los pájaros que anidan en ellas y las dejan perdidas de excrementos.

"Sus eyecciones son muy ácidas y corroen las antenas", explica Antonio Pérez Alonso-Geta, halconero y padre de Pérez Sáez. "Primero viene una, luego cinco y después cinco mil. Para las aves, una antena es una plataforma maravillosa. Son muy altas así que es un buen lugar para poner el nido porque está a salvo de los depredadores".

Para evitar que las heces interfieran con las naves que están en Júpiter o Marte, usan un técnica que denominan gestión de fauna: "El objetivo es que los animales estén en su sitio y las instalaciones tecnológicas, libres de elementos extraños. Para conseguirlo usamos halcones, que son enemigos naturales de las aves y las asustan y disuaden de que estén en la zona. Aquí lo implantó Félix Rodríguez de la Fuente", dice Pérez Alonso-Geta, que colaboró con el naturalista hasta su muerte. "Hay que demostrarles que los halcones pueden matarlas, aunque no lleguen a hacerlo la mayoría de las veces. No se trata de destruir una población sino de ordenar el territorio porque al final terminan prefiriendo la antena al árbol. Y hay que quitarles esa querencia".

A su esposa, la también bióloga Amparo Sáez, la conoció precisamente cuando trabajaba con Rodríguez de la Fuente. Con ella fundó en 1992 la empresa que se hizo con el contrato para mantener alejadas a las aves de las antenas de la NASA. Una veintena de personas, entre ellas sus cinco hijos, trabajan en ella. "Yo estudié Administración y Dirección de Empresas pero, al ser mi padre cetrero, estoy con las rapaces desde pequeñito", recuerda Antonio Pérez Sáez.

Accidentes de aviación

 

"Hay muchas instalaciones que las aves van tomando y al final acaban provocando molestias. En los aeropuertos son especialmente peligrosas; ocupan las pistas y provocan accidentes. Y el año pasado, por ejemplo, se estrellaron dos avionetas por chocar con buitres. En Robledo causan daños económicos e interferencias en las señales de las antenas", asegura Pérez Alonso-Geta.

"En esta zona en concreto hay olivar. Por un lado, dejan al agricultor sin aceituna y en las antenas, los excrementos, que manchan mucho porque son muy negros, grandes y aceitosos", añade su hijo.

Los halcones son casi un miembro más de sus familias. "Venimos cada día con ellos y nos los llevamos a dormir a casa. Tienen que estar contigo todo el día y tienes que educarlos", relata el halconero, que compara el adiestramiento de estas rapaces con el de los perros guía o el de los perros policía. "No son una mascota, tienen que hacer un trabajo muy concreto y no se pueden equivocar".

Para comer, les dan pollo o carne de ave del supermercado. Unos 80 gramos al día. Y de vez en cuando, cazan: "El halcón ahuyenta pero también sabe matar, es capaz de hacerlo y las aves tienen que saberlo. Si no, te toman el pelo. Es utópico vivir del 'Que viene el lobo'", dice Pérez Alonso-Geta. "La diferencia es que estos halcones cazan por profesión y no por necesidad. Un ejemplar de campo necesita unas 200 presas al año y los nuestros quizás cogen ocho al año. En los aeropuertos, más".

"Causa problemas cualquier ave a la que le dé por venir", pero el principal enemigo es el estornino pinto, que es migrador, y el estornino negro, que es sedentario. "Es gregario y vienen en bandos grandes, pero mancha más un águila imperial que 30 estorninos". También son muy molestas las palomas, las grajillas y la cigüeña blanca: "Al igual que se sube a los campanarios, si las dejaras anidarían aquí. Hemos llegado a quitar un nido de la catedral de Salamanca de 2.000 kilos que había construido durante muchos años, aunque aquí nunca hemos llegado a tener problemas con las cigüeñas porque ha habido más control".

De la luna a Madrid

"Las antenas se limpian a diario, con escoba y trapo, y cada seis u ocho años se pintan", explica Federico Martín, responsable de Infraestructuras de este complejo de la NASA, que empezó a funcionar en 1964 (bajo el nombre de Robledo 1) para ocuparse del espacio profundo. "Casi simultáneamente se construyó Robledo 2 en Fresnedillas de la Oliva. Desde allí se seguían las misiones Apolo", recuerda el ingeniero. El problema con las aves no surgió de un día para otro: "Al principio se hacía ruido para evitar que anidaran y no fue hasta finales de la década de los 90 cuando se contrató un servicio de halconeros".

En el centro de la red DSN de Australia están empezando a tener este mismo problema porque el paisaje es muy similar. "Están en un parque natural y con frecuencia nos llaman para ver cómo lo solucionamos nosotros. De momento están usando métodos acústicos", dice Martín. En California, añade, no tienen ese problema por la extrema aridez del Desierto de Mojave que no invita a las aves a instalarse allí.

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