Cuéntame un cuento...

...o una historia, o una anécdota... Simplemente algo que me haga reir, pensar, soñar o todo a la vez, si cabe ..Si quereis mandarme alguna de estas, hacedlo a pues80@hotmail.com..

domingo, diciembre 31

La ratonera

(Leído no sé dónde)

Un ratón mirando por un agujero de la pared, ve al granjero y su esposa abrir un paquete. ¡Quedó aterrorizado al ver que era una trampa para ratones!... Fue corriendo al patio a advertirle a todos. ¡Hay una ratonera en casa!... ¡hay una ratonera!.
La gallina que estaba cacareando y escarbando le dice:
–"Disculpe Sr. ratón, yo entiendo que es un gran problema para usted, pero no me perjudica en nada". Entonces, fue hasta el cordero y le dice lo mismo:
-"Disculpe Sr. ratón pero no creo poder hacer algo más que pedir por usted en mis oraciones".
El ratón se dirigió a la vaca y ella le dijo:
–"Pero, ¿acaso estoy en peligro? ¡pienso que no! dijo la vaca".
El ratón volvió a la casa, preocupado y abatido para encarar a la ratonera del granjero. Aquella noche se oyó un gran barullo como el de la ratonera atrapando su víctima, la mujer corrió a ver ¡qué había atrapado!... En la oscuridad ella no vio que la ratonera atrapó la cola de una serpiente venenosa. La serpiente veloz mordió a la mujer, el granjero la llevó inmediatamente al hospital, ella volvió con fiebre alta. El granjero para reconfortarla le preparó una nutritiva sopa, agarró el cuchillo y fue a buscar el ingrediente principal: la gallina; como la mujer no mejoró los amigos y vecinos fueron a visitarlos, el granjero mató al cordero para alimentarlos, la mujer no mejoró y murió, el esposo vendió la vaca al matadero para ¡cubrir los gastos del funeral..!
La próxima vez que alguien te cuente su problema, y creas que no te afecta por que no es tuyo y no le prestes atención, piénsalo dos veces, el que no vive para servir no sirve para vivir. El mundo no anda mal por la maldad de los malos sino por la apatía de los buenos...Así que cuando alguien necesite de ti por sus problemas... ¡tiéndele la mano o dale una palabra de aliento!

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viernes, diciembre 29

Vuelve hacia atrás la vista, caminante

(De Miguel de Unamuno)

Vuelve hacia atrás la vista, caminante,
verás lo que te queda de camino;
desde el oriente de tu cuna el sino
ilumina tu marcha hacia adelante.
 
Es del pasado el porvenir semblante;
como se irá la vida así se vino;
cabe volver las riendas del destino
como se vuelve del revés un guante.
 
Lleva tu espalda reflejado el frente;
sube la niebla por el río arriba
y se resuelve encima de la fuente;
 
la lanzadera en su vaivén se aviva;
desnacerás un día de repente;
nunca sabrás dónde el misterio estriba.

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miércoles, diciembre 27

Lo que esconde la enigmática última frase de 'La vida de Brian'

(Un texto de Carlos Prieto en elconfidencial.com del 1 de abril de 2018)

Dicen que hoy no podría rodarse una comedia religiosa como la de los Monty Python porque ofendería a demasiada gente, pero no es que su rodaje en 1978 fuera precisamente fácil...
 
Brian, un pobre diablo al que confunden con Jesús de Nazaret, es crucificado junto a otros parias y delincuentes de la Judea del año 33 d. C. Pero al mal tiempo, buena cara: antes de morir, los crucificados se ponen a cantar 'Always Look on the Bright Side of Life' (Mira siempre el lado el lado bueno de la vida). He aquí el final de 'La vida de Brian', uno de los más celebrados de la historia del cine, aunque quizá a usted se le haya pasado desapercibido un pequeño detalle: al final de la canción, al borde de los títulos de crédito, el crucificado que lleva la voz cantante, dice una frase enigmática: "¿Quién crees que va a
pagar por ver esta basura? Se lo dije: 'Bernie, jamás recuperarás tu dinero'". ¿Quién demonios es Bernie?

La historia del tal Bernie nos sirve para aclarar un malentendido sobre el emblemático filme de los Monty Python en estas fechas entrañables de Semana Santa: en un artículo reciente de este periódico, el senador del PSOE Tonchu Rodríguez dijo lo siguiente: "¿Los Monty Python tendrían que ir a la cárcel hoy? Porque 'La Vida de Brian' sería hoy delito".

El bienintencionado comentario de Rodríguez venía al hilo del actual 'boom' de la censura: antes uno se podía reír de cualquier cosa y ahora no es posible, venía a ser su lógica, como si cualquier tiempo pasado fuera mejor. Pero en el caso concreto de 'La vida de Brian' la analogía no se sostiene: rodada en 1978 y estrenada en 1979, estuvo rodeada de una gran polémica desde el principio y llegó a los cines de milagro.
 
La película se enfrentó a todos los dramas imaginables: desde problemas para encontrar financiación, a manifestaciones religiosas delante de los cines en EEUU, pasando por la prohibición de exhibirse en algunos pueblos del Reino Unido. Es posible que la censura esté arreciando, y que lo políticamente correcto y las personas dispuestas a ofenderse estén especialmente activos en 2018, pero estos fenómenos no son nuevos, como bien saben los Monty Python.

En la autobiografía de los Monty Python, publicada en Reino Unido en 2003 en forma de historia oral, los miembros del colectivo cómico cuentan al detalle la trastienda de 'La vida de Brian'. Los Python se plantearon primero hacer una película cómica sobre Jesucristo, pero se dieron cuenta de que no era buena idea… por poco: era mucho más gracioso hacer un filme sobre un tipo al que le confunden con Jesucristo.
 
"Jesucristo no es un personaje especialmente gracioso, uno no puede mofarse así como así de lo que dijo porque su discurso no estaba mal y no es un buen tema para el cachondeo. Fue entonces cuando a alguien se le ocurrió la historia del personaje a quien confunden con un Mesías y esa fue la chispa que nos faltaba", cuenta Eric Idle en el libro.

El filme, en definitiva, no iba a ser tanto una parodia de las enseñanzas de Jesús como de la alienación de alguno de sus seguidores. "La verdad es que no creo que nadie pueda mofarse de la vida de Jesús, no tiene ningún sentido. El absurdo no tiene que ver con las enseñanzas de los fundadores de la religión sino con lo que hicieron de ellas los que vinieron después", añade John Cleese.

Dado que el grupo estaba en su mayor momento de gloria, y que venía de estrenar con éxito en cines una disparatada comedia sobre el mito del Rey Arturo —'Los caballeros de la mesa cuadrada' (1975)—, no es raro que encontraran rápidamente financiación para 'La vida de Brian': EMI se encargaría de producirla. Acabada la preproducción, el equipo empezó a desplazarse a Túnez para iniciar el rodaje, pero pocas horas antes del arranque, EMI se echó atrás: temían que generara un gran escándalo religioso.

¿Que por qué EMI reaccionó a última hora pese a haber dado el visto bueno al proyecto? Porque a alguien se le ocurrió pasarle el guion al CEO de EMI, Bernard Delfont, que entró en pánico tras unas pocas páginas de lectura. Bernard Delfont es el "Bernie" al que hacen referencia los Monty Python en la última escena de 'La vida de Brian': "¿Quién crees que va a pagar por ver esta basura? 'Bernie, jamás recuperarás tu dinero'", se escuchaba, como si hubieran sido los Python los que recomendaron a Delfont que no invirtiera en el filme, o cómo dar una vuelta irónica a lo que en realidad ocurrió.

"A Delfont y compañía les entró miedo y se echaron atrás, cuando ya habíamos empezado a gastar el dinero que nos habían prometido", cuenta Eric Idle. "Delfont leyó el guion, pensó que era blasfemo y se rajó, dos días antes de la fecha de partida", afirma John Cleese.

"El presidente de EMI le echó un vistazo al guion, que hasta entonces no le habían enseñado y le pareció ofensivo. 'No vamos a financiarlo de ninguna manera', dijo. Fue un golpe durísimo porque ya había gente en Túnez, gran parte del dinero ya se había consignado y nos dijeron que iban a cancelarlo, sin más. ¿Qué iba a pasar con la gente que ya se había desplazado? ¿Y al plató de Túnez?", añade Graham Chapman.

En otras palabras: el proyecto estuvo más muerto que vivo durante unos días, con los Python a punto de tirar la toalla, hasta que apareció una inesperada hada madrina: George Harrison, exmiembro de los Beatles y máximo fan de los Monty Python. "George era un incondicional de los Python y consiguió el dinero en un abrir y cerrar de ojos", asegura Graham Chapman.

El tercer Beatle hipotecó su casa y pagó íntegramente el filme: 4 millones de libras. "Fue extraordinario. La financió el solo; porque quería verla. Debió ser la entrada para el cine más cara de la historia, Dios le bendiga", afirma Eric Idle.

"La reacción de EMI nos acabó de convencer de la necesidad de rodar la película. Parecía que de ciertas materias no pudiera hablarse siquiera, y esa era precisamente la actitud ignorante e irreflexiva que tratábamos de denunciar. La acusación de blasfemia, que siempre caía, era la que más gracia nos hacía. Recuerdo varias reuniones de los Python en las que discutíamos a fondo la diferencia entre los conceptos de blasfemia y herejía, afirma Michael Palin.

Los cómicos llegan a conclusiones teológicas interesantes en el libro sobre el potencial blasfemo del filme: "No veo blasfemia o herejía por ninguna parte. La virtud que sí veo es que da a entender con gran sagacidad que, diga lo que diga el fundador de una religión, en menos de dos minutos todo el mundo lo está reinterpretando en función de sus propias necesidades espirituales", cuenta John Cleese.

"La película no es blasfema, es herética. No es blasfema porque interpreta los Evangelios y la historia que cuentan son Palabra de Dios: para comprender la película uno tiene que creer hasta cierto punto en la Biblia, conocer sus enseñanzas y entenderlas. Sin embargo, es herética, porque se burla de la interpretación canónica de los Evangelios. Básicamente, la herejía se opone al dogma de la Iglesia, no a la fe", afirma Terry Jones.

Pero la turbamulta no estaba para matices religiosos: 'La vida de Brian' se estrenó en medio de un gran escándalo. Autoridades locales inglesas prohibieron su exhibición sin necesidad de ver una sola imagen. En efecto, estábamos ante una profecía autocumplida: las protestas contra la película iban a superar en surrealismo a las escenas del filme. "La primera manifestación fue la de la Asociación de Rabinos de Nueva York, que se quejaban del uso del manto ritual de plegaria judío en la escena de la lapidación. Evidentemente, nosotros ni siquiera sabíamos qué era un manto de plegaria", cuenta Eric Idle.

"Luego los cristianos tomaron el relevo, pues pensaron que la película se burlaba de ellos, y no les faltaba razón. De hecho, se burlaba de todos aquellos que un buen día se invistieron de autoridad y dijeron que hablaban por boca de Dios, y fue esa misma gente la que por fortuna salió a la calle y se identificó con el objeto de toda la burla que podía haber en 'La vida de Brian', un detalle que no dejamos de agradecer. En un primer momento hubo amenazas de muerte y todos íbamos a ser ajusticiados, pero pasó el tiempo, y bueno, aquí estamos", razona Terry Jones.

Efecto Streisand
El escándalo generó incluso esa cosa tan siglo XXI llamada efecto Streisand. "Ni siquiera tuvimos que publicitar la película porque se convirtió en noticia y empezó a salir en el telediario. Cristo aparece en dos ocasiones: la primera es la Natividad y la segunda, el Sermón de la Montaña. En ningún momento se niega Su existencia. Lo único que se cuestiona es el poder de la Iglesia, eso es todo. Es una película muy protestante, una crítica contra la gente que interpreta, que dice hablar por boca de Dios y que mata por Dios, práctica aún en boga. La gente se siente muy amenazada cuando alguien cuestiona el sistema de creencias establecido, porque para ellos ese sistema es un asidero y no toleran que nadie lo ponga en tela de juicio", asegura Eric Idle.

Superado el susto inicial, el filme fue encontrando su camino, su público y su lugar en la historia cómica del cine. Por encontrar hasta encontró su lugar como —no se lo pierdan— herramienta teológica...

"A mí me preocupaba un poco que nos descalificaran sin más, y allí terminara la historia: que la película se considerara una ordinariez de pésimo gusto y se descartara de antemano. Fue muy deprimente enterarnos de que varias autoridades locales habían prohibido su exhibición. En el momento del estreno la gente de Swansea, por ejemplo, no pudo ver la película porque a los concejales no les había gustado. Pero poco a poco se giró la tortilla y recuerdo que un día el párroco de la iglesia de St. John's Wood, en Londres, dijo en su sermón: 'Podemos aprender de esta película, hay en ella muchas cosas relevantes y de gran importancia para un cristiano practicante, como la pregunta sobre qué creemos, por qué lo creemos y a quién creemos'. La gente empezaba a ver que la película tenía su enjundia intelectual, aparte de sus virtudes cómicas. Las protestas que suscitó inicialmente eran inevitables y al final redundaron en nuestro provecho. La película no fue rechazada de plano, como nos habíamos temido", asegura Michael Palin en la biografía.

Para rematar en lo más alto, dos anécdotas que merece la pena resaltar sobre la última escena del filme:

1) John Cleese: "Cuando rodamos la escena de la crucifixión muchos de nosotros estábamos muy enfermos, lo que no dejaba de tener su gracia. 'Por si no bastaba con esta gripe de mierda, ahora van a crucificarnos', pensaba".

2) Eric Idle: "No teníamos ni idea de cómo acabar la película. 'Tiene que acabar con una canción', les dije, y todos coincidimos en que sería graciosísimo acabar con un número musical cantado desde la cruz. 'Uno muy alegre', añadí. Se me ocurrió que podía ser una canción silbada, algo inocente y alegre como de Disney, y con una parte silbada. Me fui directo a casa y allí la compuse. Luego fui a recoger a mi hijo a la salida del colegio y se la canté… 'Always Look on the Bright Side' fue un exitazo, pero en la tele no podían poner la escena en la que cantábamos, porque las cruces estaban prohibidas. Si la hubiéramos
cantado desde la horca no habrían tenido ninguna objeción, pero la cruz no, ni hablar".

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martes, diciembre 26

Ava Gardner y España

(Leído en el muro de Facebook de Gozarte el 24 de diciembre)

En 1922 nació Ava Gardner (que odiaba que la llamaran "el animal más bello del mundo"). Nada hacía presuponer que aquella chiquilla nacida en una familia pobre del Sur pudiera llegar a convertirse en una estrella, pero la realidad siempre supera a la ficción. Un día fue a Nueva York a visitar a su hermana, que se había casado con un fotógrafo que, al verla tan guapa, le hizo unas fotos. Las colgó en el escaparate de su tienda de la Quinta Avenida, pasó por allí uno que decía que era cazatalentos de la Metro Goldwin Mayer (que en realidad solo quería ligar con la chica) y el cuñado decidió mandarlas a una productora. Poco después firmaba un contrato por siete años.
 
Años después vino a España a rodar "Pandora y el holandés errante" y se enamoró de nuestro país, con el que estableció una intensa relación llena de alcohol y de hombres, de toros y de hombres, de fiesta y de hombres... Es famosa la anécdota (probablemente apócrifa) en la que después de haberse acostado con Luis Miguel Dominguín este se levantó de la cama y empezó a vestirse. Ava le preguntó que a dónde iba, y él le contestó: "¿Dónde voy a ir? A contarlo". Pero aún me gusta más lo que contaba el Fary, que siempre decía que fue el único español que estuvo en su cama sin conseguir nada, porque una noche, cuando iba con su taxi "apatrullando la ciudad" la recogió borracha como una cuba y tuvo que subirla hasta la cama.

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lunes, diciembre 25

Michael Faraday, ciencia al calor de una vela navideña

(Un texto de Miguel Barral en bbvaopenmind.com del 18 de diciembre de 2020)

En el Londres de mediados del siglo XIX, uno de los eventos más importantes y esperados de las Navidades eran las “Conferencias navideñas”, las charlas de divulgación científica con las que Michael Faraday ponía la ciencia al alcance de todos los (maravillados y asombrados) públicos. Lo hacía en la Royal Institution, desde que en 1825 fue nombrado director del laboratorio de esta organización científica. Él mismo ejerció de maestro de ceremonias de estas multitudinarias actividades en 19 ocasiones, entre las que destaca su más famosa y recordada charla, la de las Navidades de 1848, titulada La historia química de una vela.  

Aunque las Conferencias navideñas comenzaron en 1825, su origen se remonta a algunos años antes. Concretamente a 1800, cuando el ilustre científico y aristócrata Benjamin Thomson (el conde Rumford), junto a otros destacados científicos británicos, fundaron la Royal Institution. Su objetivo era difundir el conocimiento y los nuevos inventos e innovaciones mecánicas, así como enseñar la ciencia y su aplicación en la vida diaria a través de charlas, conferencias y demostraciones experimentales. 

Faraday entra en escena

En el año 1816 Michael Faraday pronunciaba su primera charla, tres años después de haber comenzado trabajar en la Royal Institution como ayudante de laboratorio, de la mano de su “padrino”, el químico inglés Humphry Davy. En 1821 ascendía al puesto de superintendente del Laboratorio de la Royal Institution, que pasó a dirigir finalmente en 1825.

Hasta ese momento, los asistentes a las conferencias eran fundamentalmente nobles, aristócratas, prósperos empresarios, comerciantes y otros miembros de la pujante burguesía. Seguramente motivado por su propio origen y vida, desde su nuevo cargo, Faraday puso en marcha las Conferencias navideñas, entendidas como charlas para acercar la ciencia de una forma excitante, sorprendente y atractiva –ahora sí— a toda la sociedad y sobre todo a los más jóvenes.

Así, arrancó su más famosa charla navideña, La historia química de una vela (1848), anunciando a la entregada audiencia que “no hay una ley bajo la cual se gobierne ninguna parte del universo que no entre en juego y no sea tocada en estos fenómenos”. Faraday deleitó a los asistentes al describir las reacciones químicas que se ponían en juego con el simple gesto de encender una vela. Al mismo tiempo, acompañó su discurso con efectistas experimentos, como disponer una cuchara en la parte más alejada de la llama y acto seguido retirarla y exhibirla tiznada para demostrar que cuando la combustión no era completa se producía hollín, que no eran más que partículas diminutas de grafito impurificado.   

Tras la retirada de Faraday, las Conferencias navideñas continuaron siendo una cita tan inexcusable como fija para la juventud londinense durante las fiestas, solo interrumpida durante los años que duró la II Guerra Mundial. Antes de ese parón forzoso, en 1936 y casi de forma simultánea al comienzo de la programación televisiva en Gran Bretaña, la BBC las incluyó en sus emisiones. Esto las convierte en uno de los primeros shows emitidos por televisión y también en uno de los más veteranos programas que permanecen en antena, ya que desde entonces se han seguido emitiendo con cierta regularidad (desde 1966 ya todos los años). 

Esta cobertura las convirtió en uno de los programas navideños favoritos de los jóvenes —y no tan jóvenes— británicos. A esto también ha contribuido que, a lo largo de estos años, han sido protagonizados por actores tan destacados como Carl Sagan o el naturalista David Attenborough.

 

 

Problema 1: Tú la llevas… encendida

 

A cada uno de los espectadores que asisten a la multitudinaria charla de Faraday se les hace entrega de una vela en la entrada. En un momento dado, y como parte del show, el físico se mezcla con el público portando una vela que prende. Con ella comienza a encender las velas de los presentes al tiempo que les invita a que hagan lo mismo: que vayan encendiendo las velas de sus vecinos y que cada persona que tenga una vela encendida busque a alguien que aún no la tenga. Así hasta que todos los presentes tengan velas encendidas, lo que se consigue tras 4 minutos y medio. 

 

Si cada persona tarda 30 segundos desde que se enciende su vela hasta que enciende la de un vecino, ¿cuántas personas, incluyendo a Faraday, han asistido a la charla?

 

Problema 2: Una charla a dos velas

 

Justo antes de comenzar su esperada disertación, Faraday enciende dos velas de igual tamaño pero distinto grosor. La más gruesa dura 4 horas, antes de consumirse por completo; la más delgada, una hora menos. Cuando la charla termina, ambas velas siguen encendidas y la delgada tiene exactamente la mitad de la altura de la gruesa. ¿Cuánto tiempo ha durado la charla?

 

Problema 3: El Experimento o Problema de la vela

Retomando la (más) famosa Conferencia navideña de Faraday, uno de los experimentos que no puso en juego fue el conocido como “Problema de la vela” —que no fue presentado hasta casi un siglo después, en 1945. 

 

El problema en cuestión, un experimento o acertijo, fue ideado por el psicólogo alemán Karl Duncker y consiste en encender la vela de tal manera que no toque la mesa ni derrame cera sobre ella, empleando solo los elementos dispuestos sobre la misma: una caja de cerillas y una caja de chinchetas.

 

El reto pone en juego la creatividad del que lo enfrenta —así como su dependencia de la fijación funcional. Y aunque hay una solución “oficial” o estándar, en realidad se trata de un problema “abierto” que puede tener otras posibles e imaginativas soluciones.

 

Soluciones

 

Problema 1:

A los 30 segundos hay 2 velas encendidas (la de Faraday y la de su vecino). Como ambos encienden la de otra persona, a los 60 segundos hay 4, y a los 90 ya habrá 8. Es decir, cada 30 segundos, el número de velas encendidas se duplica. 4 minutos y medio son 270 segundos, o 9 veces 30 segundos. 

Entonces 2x2x2x2x2x2x2x2x2 =29 = 512 personas

Problema 2:

Siendo la altura de ambas velas L cm, la velocidad a la que se consume la gruesa es L/4 cm/hora y la delgada L/3 cm/hora.

Si la charla dura T horas, la vela gruesa se habrá consumido en T x L/4 y la en delgada TxL/3. Entonces la altura del trozo que queda por consumir en uno y otro caso es la altura total menos el tramo consumido: L-TxL/4 y L-TxL/3. 

Y como al finalizar la charla, la segunda tiene la mitad de la altura de la primera, entonces: L-TxL/4 =  2x(L-TxL/3); L(1-T/4) = 2L(1-T/3); (1-T/4) = 2(1-T/3); (4-T)/4 = 2(3-T)/3; 12-3T=24-8T; 5T = 12; T =12/5 =2,4 =2horas y 24 minutos.    

Problema 3:

La solución oficial pasa por entender que los elementos que nos dan pueden ser utilizados de diversas maneras: la caja de chinchetas no solo es capaz de almacenarlas —he aquí la dependencia funcional—, sino que puede ser clavada a la pared para colocar la vela sobre ella y completar el objetivo.

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domingo, diciembre 24

La cena de Nochebuena en Aragón: ritos y costumbres

(Un reportaje de Ángel González Vera en el Heraldo de Aragón del 16 de diciembre de 2017)

La tradición mandaba comer cosas ricas poco habituales en la dieta diaria y comerlas en las mayores cantidades posibles.

Acudiendo a manifestaciones realizadas por el profesor Antonio Beltrán en los años en los que preparaba la publicación del 'Gran libro de la cocina aragonesa', podemos abrir este artículo con su afirmación de que la proverbial frugalidad de los aragoneses era pura necesidad. Eran sus escasos ingresos los que le obligaban a comer con parquedad, aprovechando todas las partes comestibles de cada alimento, hecho que motiva la existencia de un sinfín de guisos y platos aragoneses prodigio de economía doméstica e ingenio culinario. Las chiretas, las tortetas elaboradas con la sangre del cerdo y harina, las migas, los crespillos, las farinetas y el muy singular guiso elaborado con las colas de las ovejas rabonas, conocido como `Espárragos montañeses', que uno de nuestros más insignes cocineros, Teodoro Bardají, sirvió a la Tubau, destacada artista española, con tal éxito que tuvo que incluirlas en su menú durante el resto de jornadas que la señora estuvo hospedada en el hotel donde Bardají trabajaba de cocinero, son un buen ejemplo de ello.

Esta frugalidad en el comer y en el beber, el pueblo llano la compensaba saciándose con alimentos más suculentos que los del yantar diario, en las ocasiones en las que se celebraban acontecimientos familiares o fiestas eclesiásticas como la que aquí nos ocupa, la víspera de la Natividad del Señor, la Nochebuena, comiendo, o mejor, devorando hasta hartarse. El consejo del pobre, 'antes reventar que sobre' o `a lo que vale dinero, pásale el dedo', ha hecho que no sea fácil determinar con precisión o método lo que los aragoneses solían comer en la noche previa a la Navidad. Los productos han variado y varían con las modas, los lugares y la facilidad de conseguirlas, predominando, eso sí, la siguiente norma: comer cosas ricas y poco habituales en la dieta diaria, y comerlas en las cantidades más grandes posibles.

LA TRADICIÓN. No obstante, podemos citar unos cuantos productos que desde un relativo escaso número de años, se consideran los más tradicionales y adecuados en la cena de Navidad: el cardo, el apio, algún tipo de sopa elaborada con carne de pollo o gallina y los pescados -fundamentalmente el besugo o el salmón- y ello por el hecho de no ser alimentos habituales a lo largo del año, su transporte hasta los mercados locales de nuestros pueblos resultaba difícil. Recordemos la famosa y documentada hazaña de los habitantes del pueblo de Alagón, que en las proximidades de la Navidad interceptaron y se apoderaron de un cargamento de salmones que venían desde Navarra acondicionados por las nieves fáciles de encontrar en aquella época del año en el camino, para suministro de las despensas de las más nobles familias zaragozanas. Enterado del hecho el corregidor del Rey, determinó por aplicar un ejemplar escarmiento a los autores del delito obligándoles a pagar un doblón por cada salmón robado. En investigaciones no lejanas se encontraron fincas grabas con censos destinados a devolver el préstamo al que algunas familias tuvieron que acudir para pagar la multa.

FINAL DE LA CENA. Sustitutivo del pescado o como tercer plato de la cena aparecía el pavo, en las casas pudientes aderezado con trufas, costumbre más francesa que española, pues a pesar de la fertilidad que las tierras aragonesas mostraban con este hongo, la prohibición de consumirlo impuesta por la Inquisición había dejado prácticamente en el olvido la singularidad y calidad gastronómica de este complemento culinario. Más usual era servir capones o pulardas y en las mesas más humildes junto con uno de los platos más representativos de nuestra cocina, él pollo a la chilindrón.

Los postres y dulces eran quizás la parte más importante de la cena, pues debían de aglutinar a los asistentes en la tertulia y los cánticos navideños hasta antes y después de la misa del gallo. En el Alto Aragón se consumían las empanadas y empanadones de calabaza o espinacas endulzadas con azúcar, pasas o miel. El turrón es, sin duda, uno de los principales componentes de las comidas de Navidad. De su origen morisco aún conservamos los componentes y las formas en su elaboración. Se considera típicamente aragonés el guirlache, elaborado con almendra, azúcar y miel, aunque en el siglo XIX ya se consumían el blando y el duro procedente de tierras alicantinas.

Un producto particularmente curioso eran las obleas, muy consumidas en tiempos pasados y que podemos considerar antecedentes de las neulas, pastas que más en Cataluña que en Aragón son golosina navideña.

Nuevamente es el doctor Beltrán el que nos ha dejado constancia de este villancico que se cantaba en Lécera para la Navidad:

Y dice Melchor / castañitas, pestiños, sonajas / almendras, confites / pasas y turrón.

Y estos salmos del Alto Aragón se recitaban al tiempo de estigmatizar el tronco o tronca con las tres cruces que el amo de la casa trazaba con el vino del porrón. La tronca era un grueso leño que en las casas del Pirineo se encendía la noche de Navidad, manteniendo ardiente el calibo hasta la Candelaria o incluso hasta el equinoccio de primavera, con el fin de ahuyentar los males que, como de todos es sabido, entraban por la chimenea o por la puerta de la casa, también sacralizada con las cruces. Buen tizón, buen vino, buena casa, buena brasa/ Dios bendiga a todos los que vivimos en esta casa. Era costumbre en Nochebuena que los niños pegasen golpes a la tronca para que cayesen dulces, pilongas, higos secos, pasas y almendras, que la abuela o el abuelo sacaba disimuladamente de un capazo vecino.

Entrados en los años cincuenta y sesenta del pasado siglo, encontramos que en los hogares aragoneses se continuaba degustando prácticamente los mismos manjares y guisos que comían los antepasados, lo que nos permite decir que la cena de Navidad de hace 70 años consistía fundamentalmente en cardo, o sopa roya, besugo, pularda, capón y de postre turrones y frutos secos, con el fin de facilitar el buen beber y mejor cantar, así como higos, pasas, dulces y golosinas.

Y a propósito de beber y cantar, decir que salvo el tradicional ponche o poncho del Alto Aragón, elaborado para consumirlo junto a la tronca de Navidad, con vino tinto en el que se han cocido a fuego lento, sin ebullición, trozos de manzana, higos secos, membrillos asados al horno, orejones de melocotón, pasas, canela, azúcar y licor de anís, quemando parte del alcohol antes de consumirlo, no encontramos una bebida típica que distinga las cenas navideñas aragonesas. Vinos tintos, blancos y claretes en la cena y vinos dulces y licores en los postres. Los champanes, cavas, espumosos y sidras dulces o secas se convierten en bebidas casi exclusivamente navideñas en muchos hogares aragoneses des de hace relativamente poco tiempo.

MÁS VARIEDAD. Hoy nos encontramos que en las cenas navideñas se ha introducido el marisco y un surtido mucho más amplio de pescados, así como los fiambres de cerdo o ternera, y el ternasco. Los turrones han multiplicado sus sabores, texturas y especialidades dejando el guirlache paso a los mazapanes, pastas de chocolate y otras muchas variantes, como el tronco de Navidad realizado con bizcocho de chocolate y nata, y decorado como un tronco de árbol, recuerdo de la tronca de la que antes hablábamos.

Es digno resaltar como cada vez es mayor el número de familias que se reúnen a celebrar la cena de Navidad, la más hogareña sin duda de todo el año, en un restaurante.

'Fiesta donde se pasa, la Navidad en casa' era un dicho muy extendido en el Alto Aragón, pero es seguramente el deseo de que todos participen por igual de la cena y la compañía de familiares y amigos sin que ninguna o ninguno tenga que entrar y salir del comedor para los obligados servicios de mesa y mantel, lo que está prodigando esta nueva costumbre.

TRES CURIOSIDADES

Villancicos. No se tiene noticia de la existencia de villancicos (canción de villanos, o sea, del pueblo) propiamente aragoneses, solamente se cita el que se cantaba en 1966 con aire de jota: 'De esplendor se visten los aires'.

Calendario. En el año 1350 Pedro IV Rey de Aragón emitió una pragmática por la que se determinaba que el año que hasta la fecha comenzaba 'ab encarnacione', es decir, el 21 de marzo (equinoccio de primavera), lo hiciese en la Natividad, es decir, el 21 de diciembre, solsticio de invierno. Posteriormente, Felipe II estableció que el inicio del año fuese a primeros de enero.

Tragones. Tenemos noticia de una cena de Navidad, en el año 1267, en la que se dio buena cuenta, no sabemos entre cuantos comensales, de: 31 carneros, 350 huevos, 30 pares de conejos, 36 parel de capones, 5 pares de ocas, 12 pares de perdices, 5 cuarterones de pan, 228 cuartos de vino, 10 sueldos para oblea, curiosa nota sobre la composición de la única parte dulce de la cena.

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