Cuéntame un cuento...

...o una historia, o una anécdota... Simplemente algo que me haga reir, pensar, soñar o todo a la vez, si cabe ..Si quereis mandarme alguna de estas, hacedlo a pues80@hotmail.com..

miércoles, junio 30

El esqueleto que volvió del siglo XVIII

(Un reportaje de R.C.L. en el Heraldo de Aragón del 25 de marzo de 2016)

La Hermandad de la Sangre de Cristo [recuperó en 2016] el Triunfo de la Vida sobre la Muerte, paso alegórico que cuenta con una talla antigua que se creía perdida.

«El paso del Triunfo de la Vida Sobre la Muerte es el único alegórico que ha existido en la Semana Santa de Zaragoza», cuenta Ignacio Navarro, hermano receptor de la Sangre de Cristo. Esta hermandad [sacó] en la […] procesión del Santo Entierro un paso de accidentada historia, pues acaba de recuperar su esqueleto original, que se creyó perdido y reapareció por sorpresa en San Cayetano.

«En el Barroco, el paso de la Muerte era muy importante. Como no había una imagen de la resurrección, se presentaba una alegoría de que la vida ha triunfado con la Muerte representada como un esqueleto sentado y meditativo, con la cabeza apoyada en una mano, como si estuviera triste», explica Navarro. En la historia de la hermandad zaragozana, este paso es de gran relevancia, porque fue el segundo que incorporó tras el famoso Cristo de la Cama, que fue el primero en procesionar en 1617.

Así, en el siglo XVIII se hizo el paso del Triunfo de la Vida sobre la Muerte, con un esqueleto de cuyo autor no se tiene hoy noticia y que fue «uno de los pocos que consiguió salvarse de la Guerra de la Independencia» contra los franceses, detalla Navarro. Aquella talla, de madera de pino policromada, fue sustituida posteriormente por otras dos, la más reciente, obra de Francisco de Borja.

«Entre 1910 y 1913 tuvo lugar la reforma de la Hermandad de la Sangre de Cristo y se encargó a Francisco de Borja el paso del Pecado y de la Redención, que se destruyó en 1981 al derrumbarse el techo del garaje Costa, donde se guardaban los pasos de la hermandad», rememora Navarro.

Entonces se pensó que también se había malogrado lo que quedaba del paso del siglo XVIII, pero «al parecer, el esqueleto estaba en un sitio más resguardado, no se perdió y fue trasladado a San Cayetano», que es donde ha reaparecido, cuenta Navarro. Según su descripción, se trata de «un esqueleto de autor anónimo, de madera de pino, que mediría alrededor de 1,65 si se pusiera de pie», pero que aparece sentado sobre un Calvario.

Lógicamente, la talla estaba deteriorada y ha requerido «una limpieza entera y la restitución de falanges en manos y pies, porque faltaban algunas», precisa Navarro, y agrega que la figura «fue bastante modificada, porque primero iba con una pierna más elevada que luego se le bajó».

La delicada tarea de restauración fue llevada a cabo por el restaurador del Museo Diocesano de Zaragoza.

Para acompañar la figura como merece, la Hermandad de la Sangre de Cristo ha escogido diversos objetos que permitan reconstruir el aspecto del paso original. Así, la característica guadaña que identifica a la Muerte es una de propiedad de la hermandad que ha procesionado en otros pasos. Los faroles serán «los mismos que salieron en la procesión del bicentenario» y la cruz, «una antigua que tenía la hermandad», dice Navarro.

Además, el paso va vestido con las faldas del antiguo del Cristo de la Cama y luce «un escudo también centenario espectacular, bordado en seda», describe el hermano. Lo único realmente nuevo que se verá en el Triunfo de la Vida sobre la Muerte es «el sudario y las flores».

Los zaragozanos podrán contemplar este paso hoy, Viernes Santo, en la procesión del Santo Entierro, precediendo al paso del Cristo de la Cama. «Nos hace mucha ilusión: no es recuperar un paso cualquiera, es el primero que tuvo la hermandad después del Cristo, y era la imagen más tradicional en el momento álgido del Barroco», asegura Navarro.

De hecho, no es el único en su género en la Semana Santa aragonesa. En Ateca, la Hermandad de la Virgen de la Soledad también cuenta con un Paso de la Muerte de estilo similar, en el que porta la guadaña un esqueleto humano auténtico que data de 1660.

El Santo Entierro, una procesión única

Fue, sin duda, uno de los argumentos que sirvieron para catalogar la Semana Santa zaragozana como de Interés Turístico Internacional. La llamada procesión general del Santo Entierro es la única del Viernes Santo en España en la que participan todas las cofradías de la ciudad.

Está documentada desde hace cuatro siglos (se sabe que, al menos, desde 1525, existía una gran devoción a un grupo escultórico del Entierro de Cristo) y tiene también el mérito de ser la más larga del país. Este año cuenta con algunas novedades interesantes y, también, con cambios de guión respecto al año pasado cuando el exconcejal Jerónimo Blasco decidió desplegar y alquilar sillas en la calle. Zaragoza en Común rechazó la idea, a pesar de que ver la procesión entera -sus 41 pasos- obliga a estar atento durante unas tres horas de reloj.

Las novedades más importantes hacen referencia al patrimonio, porque justo antes de que aparezca el Cristo de la Cama se podrá ver el paso de la Muerte, que ha recuperado la Sangre de Cristo y que hace 35 años que salía a las calles. Junto a la Virgen de Nuestra Señora de los Ángeles en su Tristeza, de la Crucifixión, es la otra nueva talla de esta Semana Santa.

Tan magna procesión ofrece bellas estampas en muy distintos puntos del recorrido, pero los expertos aconsejan seguirla cerca de las Murallas Romanas (desde el Torreón Fortea) y por las plazas del Pilar, la Seo y San Bruno.

4,1 kilómetros. El itinerario de la procesión es circular (con salida y regreso a Santa Isabel) y recorre a lo largo de más de 4 kilometros buena parte del Casco.

24 cofradías. Todas las congregaciones zaragozanas participan hoy en la procesión. Algunas saldrán del colegio notarial, otras de Santa Isabel y el resto, de las calles adyacentes.

El Cristo de la Cama, la pieza esencial. Los Sitios supusieron la pérdida de casi todo el patrimonio procesional que existía desde el siglo XVI. De los 14 pasos que formaban parte del Sanco Entierro solo se salvó uno: el Cristo de la Cama. La heroína Maria Blázquez se internó entre las ruinas del convento de San Francisco y rescató la venerada imagen, que aún presenta heridas de bayoneta. En 1813 la talla se ubicó en San Cayetano, donde permanece hasta ahora, y al año siguiente volvió a salir de nuevo la procesión.

2.600 tambores y bombos. Pero también timbales, cornetas, matracas… El acompañamiento musical de la procesión es potentísimo. Cada cofradía, con su estilo y peculiaridades diferentes, porta pasos y peanas, al tiempo que tañen los instrumentos con sus toques característicos.

150.000 espectadores en las calles. Aunque es complicado hacer un cálculo certero de cuánta gente presencia la procesión en las calles. la Junta de Cofradías acostumbra a cifrar en 150.000 los espectadores apostados a lo largo de todo el recorrido.

41 pasos y peanas. Tras la bandera de la Hermandad de la Sangre de Cristo, se suceden hasta 41 pasos en los que se narran todos los misterios del viacrucis.

180 minutos de duración. El tiempo que se invierte en ver la procesión entera es de unas tres horas. [En 2015] el Ayuntamiento alquiló sillas para verla más cómodamente.

Etiquetas: ,

martes, junio 29

El valor de las Academias

(Un texto de José Luis Merino Hernández -presidente de la Academia Aragonesa de Jurisprudencia y Legislación- en el Heraldo de Aragón del 2 de marzo de 2021)

Surgida del impulso ilustrado, la Academia Aragonesa de Jurisprudencia y Legislación tiene entre sus fines el estudio del Derecho civil o foral de Aragón.

Los ideales de la Ilustración francesa tuvieron su eco en España, entre otros, con la fundación de las Academias. Siguiendo el modelo francés, los Borbones Felipe V y Fernando VI fueron los monarcas que legitimaron la creación de la mayor parte de estas instituciones. Así, durante el reinado de Felipe V nació la Real Academia de la Lengua Española (RAE), en 1713, y la Real Academia de la Historia, en 1738. Y bajo el amparo de Fernando VI, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en 1752, y la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, en 1763. Todas ellas, de carácter estatal.

Sin embargo, y sobre todo en el ámbito de lo jurídico, el fenómeno no tardó en llegar a los territorios españoles con Derecho civil propio, especialmente Aragón y Cataluña. Por Real Acuerdo de Felipe V, de 21 de agosto de 1733, se creaba la Academia Jurídico Práctica de Zaragoza, antecedente histórico de la actual Academia Aragonesa de Jurisprudencia y Legislación (AAJL). Su objetivo principal era tratar de mantener los estudios y el conocimiento del Derecho foral aragonés, especialmente a partir del anquilosamiento que le habían provocado los Decretos de Nueva Planta, del propio Felipe V, de 1707 y 1711. Decretos que suprimían las Cortes

de Aragón, con lo que el Derecho aragonés solo podía mantenerse en su normativa histórica, sin adaptarse a la cambiante realidad social con nuevas leyes.

De forma similar a su primera andadura histórica, actualmente la AAJL, según sus estatutos, tiene como fines principales «el estudio, la investigación, promoción y difusión del Derecho civil o foral aragonés». Y ello, a través de cursos, conferencias, emisión de informes y dictámenes, convocatoria de premios, discursos, mesas redondas y cualesquiera otras actividades que sirvan para el conocimiento, promoción y difusión del Derecho foral aragonés.

Sin perjuicio de su carácter abierto a la ciudadanía en general, la AAJL trata de cumplir una importante labor entre los profesionales del Derecho (jueces, notarios, registradores, abogados, procuradores), quienes pueden encontrar en la institución académica la ayuda científico-jurídica que precisan en su cotidiana actividad profesional. En unos momentos en los que la complejidad del mundo legislativo resta el necesario sosiego para una permanente formación jurídica, a los profesionales del Derecho puede resultarles de gran utilidad la existencia de una institución como la AAJL.

Y lo que aquí se dice de la clase jurídica, puede igualmente predicarse de los profesionales de la Medicina, las Ciencias, las Bellas Artes o la Farmacia, cuyas respectivas academias asentadas en Aragón cumplen ese importante papel de complementar el conocimiento científico de sus respectivos profesionales.

Etiquetas:

lunes, junio 28

Flema británica

 (Leído en el XLSemanal del 1 de febrero de 2015)

La contención, el humor, la ropa masculina a medidá, la puntualidad... Lo british es muy particular. En ' Pompa y circunstancia. Diccionario sentimental de la cultura inglesa' (editorial Fórcola), Ignacio Peyró explica y analiza la idiosincrasia de lo británico. Las curiosidades abundan. 

El emperador de los coches. El motor —casi mudo—de los Rolls-Royce se pensó para no asustar a los caballos. Dicen que, cuando un Rolls va a 100 km/h, desde el interior solo se escucha el tictac del reloj. La estatuilla delantera, bautizada como «el espíritu del éxtasis», reproduce los rasgos de Eleanor Velasco, hija de australiano y española. Pero el comprador puede elegir la figurilla que quiera: los de la reina, por ejemplo, lucen la imagen de san Jorge. 

El paraguas, siempre cerrado. Hasta el siglo XVIII solo las mujeres utilizaban sombrilla o parasol. Fue un británico el primero en romper las normas y cubrirse de la lluvia con un paraguas. Se mofaron de él. Después se convirtió en símbolo del caballero. Siempre negro y siempre cerrado. «Un verdadero gentleman jamás desenrollaría o se serviría de su paraguas en público», sentenció el coronel Wintle. 

Cabinas de teléfono antiniebla. Iban a ser grises, pero se pasó al color rojo para que se vieran bien los días de niebla. Hubo municipios que se sublevaron ante semejante atrevimiento. También los autobuses de dos pisos nacieron con finalidad práctica: cabían más pasajeros.

Etiquetas:

domingo, junio 27

Un 'apellido' para 72 pueblos aragoneses

(Un artículo de Mariano García en el Heraldo de Aragón del 29 de enero de 2017)

Se han cumplido 100 años del decreto ley que cambió el nombre de cientos de municipios, a instancias de la Sociedad Geográfica, para evitar confusiones.

¿Qué tienen en común Plasencia del Monte y Lobera de Onsella? Pues, entre otras muchas cosas, que ambas recibieron el nombre oficial en el mismo momento, hace poco más de 100 años. Se ha cumplido una centuria, sin que casi nadie haya caído en la cuenta, del decreto del Gobierno por el que se adjudicaba 'apellido' legal a 575 pueblos españoles (72 de ellos aragoneses). El decreto, con fecha del 27 de junio de 1916 y que fue publicado el 2 de julio en la 'Gaceta de Madrid', daba forma a una propuesta de la Real Sociedad Geográfica para poner fin a confusiones. Porque, cuando en un estudio o publicación se mencionaba a Tarazona, lo lógico era que el interlocutor pensara en la localidad aragonesa. Pero tan Tarazona era el municipio acariciado por la brisa del Moncayo como el que atraviesa el río Valdemembra en Albacete. Y este recibió el 'apellido': 'de la Mancha'.

Algunos nombres eran especialmente propensos a la confusión. Así, había municipios llamados Villarreal en Álava, Albacete, Guipúzcoa, Huesca y Zaragoza. «El decreto de 1916 buscaba ordenar la situación y supuso el mayor número de cambios simultáneos de nombre de los municipios -señala María Luisa Gavín, jefa del área de Estadísticas Sociodemográficas del Instituto Aragonés de Estadística-. Pero ese intento de poner orden no afectó a las entidades de población. Así, mantuvieron su denominación tanto el conocido municipio de Biescas como el núcleo de población que se llama igual y pertenece al municipio Valle de Bardají. Algunos de los municipios que cambiaron el nombre en 1916 desaparecieron y el Instituto Nacional de Estadística no les dio código como tales en el Censo de 1970. Pero la mayoría han llegado a la actualidad».

Accidentes geográficos

María Luisa Gavín, junto a María José Laplana y José María Campo, publicó en 2005 el libro 'Catálogo de pueblos y municipios de Aragón. Estadística de población y nomenclaturas toponímicas entre 1900 y 2004'. El objeto de estudio era mucho más amplio que el decreto de 1916, pero sus cambios aparecían referenciados.

Y algunos no fueron pequeños. Clarés empezó a ser 'de Ribota'; Senés, 'de Alcubierre'; Monforte, `de Moyuela'... Los criterios para decidir quién añadía 'apellido' a su nombre y quién no, no parecen claros. Se prefirieron 'apellidos' que tuvieran que ver con otros topónimos o con accidentes geográficos (de la Sierra, del Campo, del Castillo, de Albarracín, de Tena...). Hubo algún caso en el que el decreto vino a acabar con una doble denominación y, así, se declaró oficial el nombre de Caudé, frente a Caudete, que también se usaba, y el de La Portellada frente a La Portillada. Y hubo algún caso en el que a un municipio se le dio un segundo apellido. Villanueva del Rebollar, en Teruel, pasó a llamarse Villanueva del Rehollar de la Sierra para diferenciarse del municipio homónimo en Palencia.

Los cambios

Con el decreto de 1916, 23 pueblos de Zaragoza, 21 de Huesca y 28 de Teruel obtuvieron un ‘apellido'. Además, se fijaron los nombres de Caudé y La Portellada (Teruel). Los cambios fueron:

Zaragoza

Alberite de San Juan, Alconchel de Ariza, Alhama de Aragón, Belmonte de Peregil, Cabañas de Ebro, Campillo de Aragón, Clarés de Ribota, Cuarte de Huerva, Herrera de los Navarros, Langa del Castillo, Lobera de Onsella, Lucena de Jalón, Malpica de Arba, María de Huerva, Mesones de lsuela, Pozuelo de Aragón, Rueda de Jalón, Sali

Ilas de Jalón, Salvatierra de Escar, Vera de Moncayo, Villalba de Perejil, Villamayor de Gállego, Villarreal de Huerva.

Huesca

Alins del Monte, Benavente de Aragón, Caserras del Castillo, Cornudella de Baliers, Foradada de Toscar, Orna de Gállego, Piedrafita de Jaca, Plasencia del Monte, Purroy de la Solana, Roda de Isábena, Sallent de Gállego, San Juan de Plan, Santa Cruz de la Serós, Senés de Alcubierre, Tabernas de Isuela. Toledo de Lanata, Torralba de Aragón, Tramacastilla de Tena, Used y Bara, Villarreal de la Canal, Yebra de Basa.

Teruel

Aguilar de Alfambra, Arcos de las Salinas, Belmonte de Mezquín, Camarena de la Sierra, Cañizar del Olivar, Cascante del Río, Caudé, Ferreruela de Huerva, Frías de Albarracín, Jarque de la Val, Linares de Mora, Monforte de Moyuela, Monteagudo del Castillo, Monterde de Albarracín, Montoro de Mezquita, Navarrete del Río, Palomar de Arroyos, Peñarroya de Tastavins, Perales del Alfambra, Piedrahita y el Colladico, La Portellada, La Rambla de Martín, Segura de los Baños, Toril y Masegoso, Torremocha de Jiloca, Torres de Albarracín, Valverde y Collados, Veguillas de la Sierra, ViIlahermosa del Campo, Villanueva del Rebollar de la Sierra.

El incierto arte de la toponimia

La toponimia no es ciencia exacta. Hay nombres que cuan y otros que no, y localidades que van cambiando el suyo. Así, Belmonte, en la provincia de Zaragoza, seguramente deba su nombre a una derivación de 'bello monte'. El decreto de 1916 lo cambió, al establecer que «Belmonte, partido de Calatayud, se llamará Belmonte de Peregil» (sic). Con ello debía aludir al río Perejiles, afluente del Jalón, que pasa por allí. Pero a partir de 1920 fue Belmonte de Calatayud, y desde 1985, Belmonte Gracián, en recuerdo del poeta latino, nacido allí. «En Aragón no ha habido muchos cambios recientes -señala María Luisa Gavín-. En comunidades autónomas con dos lenguas oficiales, sí han sido más numerosos. Es el ayuntamiento de cada municipio quien debe proponer y aprobar en pleno el cambio, y luego se comunica al Instituto Nacional de Estadística y al Registro. Normalmente no hay problemas. En 2014, por ejemplo, Torla, en Huesca, pasó a ser Torla-Ordesa, y en 2011 Veracruz, en la misma provincia, pasó a llamarse Beranuy».

Etiquetas: ,

sábado, junio 26

Falacias en la serie ‘Carlos, rey emperador'

(La columna de Guillermo Fatás en el Heraldo de Aragón del 11 de octubre de 2015)

Las series históricas emitidas por TVE sobre la historia de España en la época de formación de la nación histórica incluyen falsedades difícilmente justificables.

Debo consolar a la criatura que escribe esto en la red: «Me ha dado penita la muerte del cardenal Cisneros. Qué rabia cuando queman, sin ni siquiera abrirlo, su testamento con los consejos al joven Carlos. Tantos desvelos para mantener unida la Corona de Castilla y te pagan así». El testamento del cardenal fue escrito en tres veces, entre los años 1512 y 1517, fecha de su muerte. Y nadie lo quemó. Su quema es un intragable invento de la serie sobre Carlos I que está emitiendo TVE. El testamento ni siquiera tiene el aspecto con que la película engaña al público: no es un mero folio doblado y sellado con lacre, sino un librito en vitela, que mide 225 x 335 x 15 mm. Lleva la firma de Cisneros, va precedido de un escrito papal, y está guardado en el Archivo Histórico Nacional de Alcalá de Henares, donde puede verse sin más que la autorización oportuna. Está entero, con sus treinta y nueve cláusulas y dos codicilos posteriores que lo perfeccionan. Y no contiene consejos a Carlos I.

Memeces absurdas

Es una absurda memez, y no la única, de esta serie, cara y cuidada en otros aspectos, como lo fue su precedente, dedicada a Isabel de Castilla. En esta, los reyes recibían todo el tiempo el anacrónico tratamiento de 'majestad' y se llamaba pertinazmente 'eminencia' a quien no era cardenal (sin contar con que ese tratamiento a los cardenales es del siglo XVII, no del XV). Si Cisneros no pasaba de ‘ilustrísimo y reverendísimo', el arzobispo Carrillo, uno de los malos de la serie anterior, no hubo de ser más. Las ficciones históricas pueden fabular, pero no deben incluir hechos contrarios a la verdad documentada. Una cosa es suplir lo que se ignora o adornar lo que se sabe y otra, mentir a sabiendas. No es de recibo presentar a Fernando de Aragón soltando denuestos contra el médico hebreo Cresques Abiatar, que remedió, en dos operaciones sucesivas la doble ceguera del anciano rey Juan II de Aragón y Navarra, padre de Fernando. El cirujano, que vivía en Lérida, además de sus conocimientos de oftalmología y de su extraordinaria habilidad manual, consultó la disposición de la bóveda celeste, como hacían casi todos en su tiempo, empezando por los monarcas cristianos. No obstante, Fernando dice airadamente a su padre: «Vais a poner vuestra salud en manos de un judío y sus supersticiones». Un abuso culposo del guion.

Estorba mucho a la comprensión de los hechos que se presente a Carlos I, recién llegado a sus reinos españoles, con un dominio absoluto del castellano, lengua que desconocía casi del todo, al revés que su hermano menor, Fernando. No fue esta ignorancia un factor secundario en los recelos que suscitó, pero el hecho no ha querido ni aun darse a entender con la simulación de un acento extranjero.

Debe, en fin, entenderse como una ligereza, que incluye una clara falta de respeto al público, la fórmula que jura el joven rey ante las Cortes castellanas y que nunca fue requerida de ningún monarca, ni en Castilla ni en Aragón, de donde se la suponía originaria: «Nos, que valemos tanto como vos, os hacemos nuestro rey y señor siempre que guardéis nuestros fueros y libertades y si no, no», enuncia un prócer en la filmación. A lo que Carlos responde sencillamente: «Juro».

El Fuero de Sobrárbe

El texto del Fuero de Sobrarbe es una invención, de la cruz a la raya, del cronista aragonés Jerónimo Blancas, en el siglo XVI. Lo compuso con retales tomados de fuentes anteriores (Viana, Sagarra) y es asunto bien estudiado y conocido tanto fuera (Giesey, 1968) como dentro de casa (G. Colás, 2013). Blancas daba por bueno tal juramento en el siglo IX y lo escribía en romance, y no en latín, «para conservar su enérgica gravedad». Según la traducción de Blancas por Manuel Lasala en 1868, «se tiene entre nosotros por tradición antigua y derivada de los primitivos tiempos, que nuestros mayores, en el acto de alzar rey, procuraban refrenar la soberbia que naturalmente inspira tan alta dignidad, dirigiéndosele en estos o semejantes términos: 'Nos tan buenos como vos e que podemos más que vos, tomamos a vos por rey: con que haya siempre entre vos y nos uno que mande más que vos' (el justicia)».

Este ridículo exceso no puede ser tomado por gazapo, sino como ligereza dos veces irrespetuosa con la verdad: el texto es falso; y, de ser cierto, Carlos no hubiera podido jurar de ese modo en Castilla. Esta clase de licencias no obedece al ahorro de dinero, ni a la mejora dramática. Colar a los espectadores tales falsificaciones es cosa de frivolidad, comodidad o capricho, lo que acerca la serie ‘histórica' a la patraña. Es difícil justificar tantos descuidos en producciones brillantes y costosas, que siguen muchas personas interesadas en la historia de España.

Que abunden los asesores bien retribuidos es una agravante para estas descaradas faltas emboscadas en el guion.

Etiquetas:

viernes, junio 25

Jorge Luis Borges, el tamaño del olvido

 (La columna de Raúl Rivero en El Mundo del 4 de marzo de 2018)

Con todo el andamiaje de su universalidad, la hondura y el poder de su filosofía, sus viajes, el dominio de varios idiomas y su renombre como uno de los autores más importantes del siglo XX, Jorge Luis Borges (Buenos aires, 1899-Ginebra, 1986) fue un hombre que se sintió siempre solitario, leyendo en la biblioteca de su padre en el barrio de Palermo y con el patio y el aljibe de aquella casa municipal de la calle Serrano como dos presencias permanentes en su poesía y en su vida.

«Si tuviera que señalar el hecho capital de mi vida, diría la biblioteca de mi padre. En realidad, creo no haber salido nunca de esa biblioteca. Es como si todavía la estuviera viendo», así lo dejó escrito cuando tenía más de 70 años.

Sus ensayos, su obra narrativa y su poesía conforman un mundo particular donde la fantasía, la realidad y la metafísica proponen una visión misteriosa y cautivadora a la que no siempre se puede llegar, pero la búsqueda de la claridad para las confusiones tiene también un rango de aventura y de sobresalto que pone al lector en otra dimensión de la telaraña.

Borges tradujo a Oscar Wilde a los diez años. Estudió en Argentina y luego en Suiza. En 1919, viajó a España y vivió en Barcelona y en Palma de Mallorca. Colaboró con el movimiento ultraísta y conoció a escritores como Ramón Gómez de la Serna, Valle Inclán y Gerardo Diego.

Algunos de los libros más importantes de Borges son, en poesía, Fervor de Buenos Aires, Luna de enfrente, El otro, el mismo, Para las seis cuerdas, Elogio de la sombra y La moneda de hierro. En cuento hay que mencionar Historia universal de la infamia, Ficciones, El Aleph, El informe de Brodie, El libro de arena y Memorias de Shakespeare. En ensayo están Inquisiciones, El tamaño de mi esperanza, El idioma de los argentinos y Evaristo Carriego.

A lo largo de muchos años estuvo en las candidaturas del Premio Nobel. Nunca se lo dieron. Borges entró al asunto con esta frase definitiva: «Yo siempre seré el futuro Nobel. Debe ser una tradición escandinava».

Etiquetas:

jueves, junio 24

De Vulcano a San Juan: la noche mágica

 (Un texto de Manuel Mandianes en El Mundo del 24 de junio de 2015)

La mayoría de los pueblos antiguos celebraban el solsticio de verano, el día de Hefesto (el que brilla de día). Tántalo, Dédalo, Ícaro, Vulcano (para los romanos) son diferentes nombres de Hefesto, de una manera u otra, todos relacionados con el fuego y con el sol. En el mundo cristianizado es el día de San Juan, Precursor del Gran Sol, Cristo. El gallo, símbolo solar por la hora de su canto, es también el símbolo de Hefesto. Es la noche del amor, del fuego, del agua y de las plantas. Es una noche mágica.

Hefesto, el dios herrero, nació cojo y su madre, Hera, por eso lo arrojó al Océano. No pudo volver al Olimpo, de donde lo había arrojado su madre hasta que Dioniso lo emborrachó y lo llevó hasta allí montado en una mula convirtiéndose en objeto de mofa de todos los dioses. Hefesto se vengó enviando un trono de oro que él había construido a su madre, quien, al sentarse, quedó atada a él y sólo la dejó libre cuando se le permitió casarse con Afrodita, nacida del caos de la espuma, en el lugar en donde habían arrojado los testículos de Hefesto. Atenea lo rechazó, aquel eyaculó en un muslo de ella. Del semen caído en la tierra nació Erectonio, representado en muchas partes por una serpiente por su vinculación con la tierra, a quien Atenea guardó en una cesta sagrada y llegó a ser rey de Atenas. Los otros dioses se reían de él porque era cojo y porque Afrodita le ponía con frecuencia los cuernos. Este es el origen de que esta noche sea considerada la noche del amor. 

Muchos pueblos, a la hora del nacimiento del sol, esa mañana echaban grandes discos o ruedas, gasteroquiros en griego, encendidas a rodar por las colinas, que serían como mesas de tres patas hechas por el herrero Hefesto, «para saludar a Apolo», según dicen autores clásicos. Ciertos pueblos de Centro Europa, hacia los años 80 del siglo pasado, han tratado de recuperar esta tradición. Nunca se perdió la tradición de encender hogueras, que solían hacerse en altozanos visibles desde puntos lejanos para llamar la atención. Modernamente siguen encendiéndose en los cruces de dos calles de las ciudades. Las gentes de hoy, como sus antepasados, siguen saltando por encima del fuego al tiempo que piden secretamente deseos. Son fiestas purificadoras, el fuego lo purifica todo. Se arrojan al fuego diarios, ropas, muebles viejos para limpiar la memoria y no dejar rastro de lo que estorbaba. En España, el fuego de San Juan más conocido y famoso es el de San Pedro Manrique (Soria) en donde los habitantes recorren, pies descalzos, una ristra de brasas sin quemarse.

«Las grandes fiestas quieren vísperas», se dice. Las fiestas importantes contaminan, colorean las fechas anteriores y posteriores a ella. En Galicia, como en otros lugares de Europa, los campesinos, la última noche de abril, encendían fuegos en la plaza del pueblo y salían con hachones encendidos a recorrer los sembrados, a los que arrojaban las ceniza para proteger y fecundar las cosechas. Luego regresaban a la plaza del pueblo y danzaban hasta altas horas de la madrugada. Por todo esto se dice que esta noche es la noche del fuego. Hefesto es el dios de los volcanes y del fuego, y una especie de hechicero. Muchos le confunden con Prometeo, quien robó el fuego a los dioses para entregárselo a la humanidad y su padre lo amarró con cadenas a las rocas del Cáucaso y un cuerpo le desgarraba el hígado que se regeneraba sin fin para que su tormento durara siempre.

El agua, como el fuego, es purificadora, lo lleva todo por delante y lo renueva todo causando antes el caos. En muchos pueblos, cercanos al mar, la gente salía a tomar el primer baño del año y daban paseos en barca a partir de las 12 de la noche. En los pueblos del interior las gentes subían a los picos más altos para ver nacer el sol; en los del mar salían a verlo nacer sobre el mar. Los gallegos salían a bañarse en nueve olas a la playa de la Lanzada. Hefesto, que al nacer fue arrojado al Océano por su madre, purificó de la culpa de homicidio a Pélope en el océano. Cuando Aquiles iba, tuvo que atravesar un río para vengar la muerte de su amigo Aquiles, el dios fluvial furioso se lanzó contra él, pero Hefesto secó las aguas con una llama abrasadora. «Las purpúreas ondas del río que las celestiales lluvias alimentaban se mantenían levantadas y arrastraban a Aquiles... Hefesto apagó la abrasadora llama y las olas retrocedieron a la hermosa corriente. Y tan pronto como el Janto fue vencido, él y Hefesto dejaron de luchar» (Ilíada, 21).

Los pescadores de muchos mares creen que esa noche, a las tres de la madrugada, pasa San Juan bendiciendo las aguas y que por eso ese día no hay catástrofes que lamentar en el mar. En La Limia (Orense) se cree que la noche de San Juan tocan las campanas de Antioquia, ciudad sumergida bajo las aguas de la Laguna de Antela. La ciudad quedó sumergida porque un día pasó por allí la Virgen y fue casa por casa pidiendo una taza de caldo para el niño Jesús, que se moría de hambre. Nadie le dio ni los buenos días sino con la puerta en las narices. El toque de esa noche les recuerda, como le recordó el canto del gallo a San Pedro, su pecado para que se arrepientan.

También se cree que esta noche infunde a las hierbas y las aguas virtudes especiales y sus efectos se multiplican. Por eso se hace acopio de ellas para todo el año. Los romanos salían al campo para recoger la verbena. Esta madrugada, los gallegos como otros muchos pueblos, salían con sus animales para coger el rocío y recolectar las hierbas recomendadas, y plantaban en las cuatro puntas de la cuadrícula del sembrado de lino cuatro ramas de saúco talladas esa misma mañana para proteger el sembrado del ataque maléfico de cualquier persona, bicho o peste. Cuando tenían algún mal de la piel, por ejemplo la sarna, las personas se echaban desnudas a rodar por una pendiente. Recogían ramos de laurel, de saúco y de romero que guardaban todo el año como el ramo de Domingo de Ramos. Los árboles que se cortaban y plantaban en la plaza del pueblo el 1 de mayo y las alfombras de flores con que se cubren las calles por donde va a pasar el Santísimo el día del Corpus son contaminaciones de estas fiestas de Hefesto.

Esta noche se siguen encendiendo fuegos y hogueras y haciendo rituales en las playas, y recogiendo hierbas de un extremo al otro de la península Ibérica, pero ya no como homenaje a Hefesto sino para celebrar el nacimiento del Precursor del Gran Sol de los cristianos, Jesús. La mayoría de los que esta noche salen a la calle a encender una hoguera o a bañarse a la playa no piensan ni en Hefesto ni en el nacimiento del Bautista, sino en pasar un rato divertido. El cristianismo escogió días señalados en calendarios cuyas ceremonias, ritos, celebraciones pudieran por analogía, semejanza, convertirse y adaptarse al nuevo mensaje.

El resultado es un conjunto híbrido de creencias y costumbres que llegan hasta nosotros desde la noche de los tiempos bautizadas con los nombres de cada momento. Aún aquellos ritos que llevan a cabo ciertos grupos tratando de resucitar cultos antiguos al sol o a alguna otra deidad no pasan de ser actos folclóricos vacíos de cualquier significado religioso. Son costumbres que se practican en fechas determinadas pero despojadas totalmente de su sentido de culto original.

 

 

Etiquetas: ,