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martes, octubre 14

Una historia sobre Marie Curie

(Leído -y extraído - de Historias de la ciencia, una de esas bitácoras deliciosas que no hay que perderse)

"Nuestra historia empieza la triste y lluviosa mañana del 19 de abril de 1906. Un hombre llamado Louis Manin conducía un coche de caballos. Se paró para dejar pasar un tranvía y arrancó a paso lento. De repente, vio aparecer un hombre de negro por delante de su caballo izquierdo. Pareció resbalar sobre el húmedo asfalto y se agarró al animal, que se encabritó. Manin levantó instintivamente el freno con una mano mientras tiraba de las riendas con la otra. Enredado en los arreos de los caballos, obstaculizado por el paraguas que llevaba y por sus propias piernas cayó entre los dos animales y entre las ruedas delanteras del pesado vehículo. La rueda trasera izquierda trituró la cabeza de aquel hombre de negro.

Ese hombre de negro era Pierre Curie. Un testigo contó que el cráneo le había estallado en miles de fragmentos. El gentío, viendo la escena y la sangre, comenzó a maltratar a Manin, que tuvo que ser protegido por la policía. No obstante, tres testigos que lo habían visto todo dijeron que no había tenido culpa alguna. Ningún cochero quiso recoger el cadáver ensangrentado por no manchar los asientos y tuvo que ser transportado en camilla.

Cinco años más tarde, el 4 de noviembre de 1911, el diario Le Journal publicaba en su primera página el siguiente titular: Una Historia de amor: Madame Curie y el profesor Langevin. La noticia comenzaba: Los fuegos del radio acaban de encender un fuego en el corazón de uno de los científicos que estudian tan devotamente su acción; y la esposa e hijos de este científico están llorando. Y así relataba de qué manera Marie Curie, en nombre del radio, había roto una familia con cuatro hijos.

No era el único medio que informaba de la noticia. El diario Le Figaro publicaba una caricatura en la que se veía una joven con un escote impresionante y trenzas voladoras que frívolamente llevaba un sombrero en forma de la cúpula de la Academia de las Ciencias Francesas. El Excelsior publicaba un estudio científico en el que el objeto de estudio era Marie Curie e incluía dos fotos de aire policial en que se veía a una mujer cansada, descabellada, de mirada fija, peligrosa y pervertida.

Durante días, la prensa nacional e internacional se centró en los detalles. Incluso, se llegó a especular si el vínculo ya existía antes de la muerte de Pierre Curie y si, en realidad, Pierre se habría suicidado por ese motivo (y por ello os he explicado anteriormente la muerte de Pierre).

Paul Langevin era 4 años menor que Marie y había trabajado con Pierre. No tenía una vida feliz con su familia. Su mujer nunca le había perdonado no entrar en la industria que les hubiera reportado más fortuna. Había alquilado un apartamento a diez minutos a pie del laboratorio de Marie. Ésta, que necesitaba compañía y pensaba que podía mantener una relación privada con Paul, le visitaba a menudo. Lo demás ya podéis sospechar cómo funcionó. Aunque recibió el soporte de familia y amistades, que intentaron que no saliesen a la luz las pruebas de los hechos, el 23 de noviembre, L’Oeuvre publicó algunos de los fragmentos de la correspondencia Curie-Langevin con el titular Los escándalos de la Sorbona.

La procedencia de las cartas es confusa. Todo apunta a que la esposa de Langevin puso un detective privado para que robara la correspondencia de su despacho. El editor de L’Oeuvre, un ultraconservador, arregló los textos para inculparlos sin dejar ningún género de duda. Los biógrafos dan por sentado que esas cartas eran realmente de Marie por las consideraciones taxativas y por el estilo categórico.

En esas cartas, Langevin explica que las noches que pasa con su mujer son atroces y no duerme más de tres o cuatro horas. Marie le recomienda trabajar hasta tarde y levantarse temprano, así como le dice que compartir cama no le dejará descansar. En una de las cartas más largas le dice que no deje embarazada a su mujer.

La respuesta de Marie fue clara: Considero abominables todas las intromisiones de la prensa en mi vida privada.

Fue criticada por una ciudadanía, sobre todo, conservadora y nacionalista. Tenía el pecado de ser polaca y, sobre todo, de ser mujer. Dicha ciudadanía la acusó de traidora, de monstruo egoísta: la gran Francia privada de sus hijos por una judía polaca. Defensores y detractores empezaron a rondar por su casa. Incluso le tiraron piedras a las ventanas; le gritaban por la calles acusándola de destructora de familias, de prostituta, de tentación judía. Los periodistas llegaron a hostigar a sus hijas Iréne y Eve, de 14 y 7 años.

Y es que en el siglo XIX había prosperado en Francia un nuevo valor absoluto para las mujeres: la Esposa, la Familia. El Código Civil y el de las convenciones ensalzaban el verdadero modelo femenino, el de la Mujer Honesta, la Madre. Y claro, Marie Curie no era más que una extranjera que se divertía con los maridos de otras mujeres.

En uno de los artículos más cáusticos, el periodista Gustave Téry etiquetó a Langevin de “pueblerino y cobarde”. A causa del deshonor, el físico retó al periodista a un duelo. Durante el mismo, dicho periodista levantó su pistola y se retiró alegando que no se podía matar a un hombre tan valioso para la patria.

Es curiosa la forma de pensar de algunas personas: no puede matar a un hombre “tan valioso para la patria”, pero sí hacer todo lo posible por acabar con su reputación y su carrera como científico entrometiéndose en su vida privada.

No fue el único duelo. Aun así, nunca hubo muertos en ellos. La esposa de Langevin consiguió lo que buscaba: herir a Marie Curie y denunciar su comportamiento. Langevin y su esposa se separaron y tres años después se reconciliaron, aunque siempre tuvo relaciones extramatrimoniales. Más tarde llegó a tener un hijo ilegítimo con una estudiante. Tiempo después, llamó al laboratorio de Marie Curie y le pidió trabajo. Marie se lo dio.

Svante Arrhenius era entonces un miembro de la Academia Sueca que había defendido la candidatura de Marie Curie para su segundo Nobel. Le escribió una carta en nombre del comité sugiriendo que no aceptara el premio hasta que se demostrara que las acusaciones que se le imputaban no eran ciertas. Particularmente, decía que: Si la Academia hubiera pensado que las cartas en cuestión eran auténticas, no os habría, con toda probabilidad, otorgado el premio…

La respuesta de Marie, como siempre, fue contundente:

La decisión que me aconsejan que tome sería un error. De hecho, el premio se me ha otorgado por el descubrimiento del radio y el polonio. Creo que no hay conexión alguna entre mi trabajo científico y mi vida privada… No puedo aceptar la idea que las calumnias y difamaciones de la vida privada puedan influir en el valor de la investigación científica. Estoy segura de que muchas personas comparten esta opinión. Me sabe muy mal que no piensen Uds. de esta manera.

Y, actuando en su línea, fue a la ceremonia a la que la acompañaron su hermana Bronia y su hija Iréne, que entonces tenía 14 años. El rey Gustavo le dio el premio y nadie entró en cuestiones personales. Rígida en su discurso, describió los trabajos científicos de otros en el campo de la radiactividad, incluyendo el de su marido, pero dejando claro que el mérito del galardón se le daba a ella.

Dejó la modestia en casa y remarcó al comité que el aislamiento del radio como elemento puro lo había hecho sola y que la identificación del mismo había servido a personas como Rutherford y Soddy poder desarrollar su teoría de la transmutación atómica. Y para rematar la faena, les recordó las palabras de Lord Kelvin: si no se puede medir en números lo que se está investigando, el conocimiento sobre el objeto investigado se torna poco preciso.

Y dejó ir eso ante un auditorio masculino que la había cuestionado en la autoridad sobre su obra por ser mujer y tener vida privada.

Aun así, nuestra heroína no era de piedra y quedó muy afectada por toda la situación. De hecho, entró en una depresión severa. Sus cuadernos donde anotaba los detalles técnicos, y la fecha, tienen un vacío de un año entero. Incluso, consideró suicidarse. Ingresó en una clínica con su apellido de soltera, Madame Sklodowska y prohibió a su hija enviarle cartas como Madame Curie, preocupada por no ser merecedora del ilustre nombre de su marido y buscando esconderse de la prensa.

¿Y cómo se vengó del mal papel que le hicieron los franceses, ahora que tanto la habían herido? Pues bien, el dinero que sacó de su segundo Nobel lo donó a Francia para hacer frente a la Primera Guerra Mundial al igual que el gramo de radio que consiguió unir tras un trabajo durísimo al Instituto de Radio de Francia. Al estallar la guerra, estudió anatomía, se sacó el carné de conducir y se fue al frente con su hija Iréne. Gracias a ellas (a las dos) y a todas las enfermeras que pudieron formar se hicieron más de un millón de radiografías a heridos de guerra.

Una reacción poco común, ¿verdad?

A su hija Eva le escribió: Constituye una fuente de decepción el hecho de hacer que todos los intereses de la propia vida dependan de sentimientos tan tormentosos como el amor.

Marie Curie y Paul Langevin no siguieron adelante con su relación, aunque los nietos de ambos, Hélène y Michel, se casaron eventualmente. Marie Curie no tuvo más romances en su vida.

Para finalizar, os dejo con unas palabras, una vez más extraordinarias, de esta mujer:

¿Cuál es el interés de esta Sociedad? ¿No debe ser el de favorecer el nacimiento de las vocaciones científicas? ¿Estamos tan sobrados de ellas que podemos sacrificar las que se le van a ofrecer? Creo más bien que el conjunto de las aptitudes exigidas por una verdadera vocación científica es una cosa infinitamente preciosa y delicada, un tesoro raro, que es criminal y absurdo dejar perder, y sobre todo algo por lo que hay que velar con toda solicitud a fin de darle todas las probabilidades para que se desarrolle."

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1 Comments:

At 6:46 p. m., Blogger Cándida said...

Leí la biografIa de Marie curie hace muchísimos años, recuerdo que me impactó mucho entonces, la fortaleza, el empuje, la fuerza de voluntad de esa mujer. Como fue hace muchísimos años :) no recuerdo si esa biografía se metía mucho en el terreno personal.
Aprender a estar solo, a cambiar de rumbo cuando lo que te acompaña en tu vida (personas incluidas) deja de tener sentido, agredeciendo lo que hasta entonces te ha dado, pero con la libertad de cambiarlo si uno quiere. Quizás esas pérdidas se llevan mejor cuando se está con alguien en libertad, cuando no hay un sentimiento asociado de posesión del otro. Mmmmmmm qué cosas digo a estas horas de la tarde ¿no? :)

 

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