La verdadera historia de Rita La Cantaora, la artista jerezana detrás del refrán popular
(Un texto leído en El Español el 26 de mayo de 2020)
Nació en Jerez de la Frontera pero su talento rápidamente la llevó a los cafés más famosos de Madrid.
El nombre de *Rita La Cantaora* es más conocido por el refrán
popular que por su talento artístico. Expresiones como "Lo va a hacer Rita
la Cantaora", "Va a ir Rita La Cantaora" o demás variantes del dicho popular se han impuesto en el refranero español pero pocos conocen
su origen.
Rita Giménez García nació en Jerez de la frontera en 1859. Desde
muy joven, Rita destacó por su talento para el cante y el baile
flamenco. Empezó cantando coplas en su tierra natal pero pronto se fue a
Madrid,
para cantar junto a los más reputados artistas en los cafés de la
capital.
Entre 1884 y 1895, Rita compartió escenario con artistas como como
José Barea, Juana la Macarrona o las Borriqueras. Las malagueñas y las soleares era su especialidad y pronto las revistas y las
publicaciones
de la época empezaron a dedicarle sus espacios. La revista El
Enano le brindaba en 1885 unos versos en los que destacaba su belleza y su
gracia cantando, con estas palabras: "Del pueblo andaluz señora, todo el
elogio merece, que su mirar enamora, que una rosa que florece, es
Rita La Cantaora".
Su fama fue creciendo a finales del siglo XIX y principios del XX.
De ella se decía que le apasionaba tanto lo que hacía que jamás
rechazaba una actuación, sin importar lo que le pagaban por ella y su
nombre
aparecía en un sinfín de carteles. Muchas veces, si el público se
lo pedía, se arrancaba a cantar o a bailar sin pedir nada a cambio.
En esta su faceta de cantaora infatigable, devota del cante y del
baile flamenco más allá del dinero que pudiera proporcionarle, parece
estar el origen del dicho popular. Una de las explicaciones sugiere que
nació de sus propios compañeros que, cuando no querían actuar en algún café
o teatro, recomendaban a Rita La Cantaora, porque ella siempre
aceptaba las actuaciones. Otra teoría, sin embargo, señala que la
expresión surgió por parte de los que le tenían cierta envidia y que, cuando
no estaban de acuerdo con el pago por sus actuaciones contestaban con
la frase “Que lo haga Rita La Cantaora” en tono despectivo.
La verdad es que su pasión no le generó fortuna, pese a su
talento. Rita vivió casi toda su vida en el barrio humilde de Carabanchel
Alto, tras conocer y hacerse amiga del bailaor Patricio el Feo con el
que se fue a vivir. Allí conoció al volquetero Manuel González Flores,
quien fue su marido. Este era viudo y tenía una hija y cuatro nietos.
Sin descendencia propia, cuando Manuel falleció de forma súbita en
1930, Rita se hizo cargo de ellos y dedicó el resto de su vida a cuidar
de la familia.
Su última actuación sobre un escenario fue en 1934, a los 75
años, cuando su amigo Fosforito la invitó a un festival solidario en el madrileño Café de Magallanes en beneficio de un compañero que lo
estaba
pasando mal.
Al año siguiente habría de recordar esta actuación en una
entrevista, con las siguientes palabras: "No se me orviará mientras viva. Tos
los viejos reuníos. ¡Aquello! Ahora no hay más que buena vose y
fandanguillos, cosa fina, pero na... Se acabó la sabiduría der
cante y del baile" (sic).
En la que fue última entrevista, para /Estampa/, bajo el titular
"Rita La Cantaora vive olvidada en Carabanchel Alto", la periodista
Luisa Carnes lamentaba que la artista hubiese caído en el olvido: "de
tan
famosa llegó a ser para la nueva generación sólo un refrán",
escribió. En ese momento, Rita vivía lejos de los escenarios y dedicada a
sus nietos. "He vivío como una reina y ahora soy más probe que las
ratas"
(sic), decía la cantante.
"Tuve a mi vera a muchos hombres, que me hubieran elevao... y me
casé con un vorquetero de Carabanché. ¡La via! *Si uno supera er fin
que le aguarda en eya, ya viviría de otro mo*" (sic), contaba la cataora,
antes de arrancarse con una de sus coplas. "Males que acarrea er tiempo,
quién pudiera penetrarlos, para ponerle remedio, ante que viviera er
daño".
En 1936, con el inicio de la Guerra Civil, las autoridades
evacuaron a los habitantes de Carabanchel a Zorita del Maestrazgo, un pueblo
de Castellón donde vivió sus últimos días hasta que murió, de una
asistolia, el 29 de junio de 1937 a los 78 años.
Etiquetas: Ayudando a Supereñe (y a sus amigos guiris), Culturilla general
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