Cuéntame un cuento...

...o una historia, o una anécdota... Simplemente algo que me haga reir, pensar, soñar o todo a la vez, si cabe ..Si quereis mandarme alguna de estas, hacedlo a pues80@hotmail.com..

lunes, junio 2

Completed vs finished

For English Language Lovers. What is the difference between 'Completed' and 'Finished'? 

No dictionary has been able to define the difference between 'Complete' and 'Finished.' But in a linguistic conference in England, Sun Sherman, an Indian American, was the clever winner. 

His response: When you marry the right woman, you are 'Complete.' If you marry the wrong woman, you are 'Finished.' And when the right woman catches you with the wrong woman, you are 'Completely Finished.' His answer received a five minute standing ovation.

Etiquetas: ,

miércoles, mayo 21

Algunas frases de Nietzsche

(Un texto de Sarah Romero leído en muy interesante.com el 20 de agosto de 2020)

En su brillante pero relativamente breve carrera, apenas 55 años, Friedrich Nietzsche publicó numerosas obras importantes de filosofía, como El crepúsculo de los ídolos y Así habló Zaratustra. En la última década de su vida, sufrió de locura y murió el 25 de agosto de 1900. Sus escritos sobre la individualidad y la moralidad en la civilización contemporánea influyeron en muchos de los principales pensadores y escritores del siglo XX.

Nietzsche fue nombrado profesor de clásicos en la Universidad de Basilea en 1869, a la edad de 24 años. Enseñó allí, y en una escuela primaria asociada, durante diez años. Tras esta etapa, pasó diez años más como escritor errante en Francia, Italia y Suiza antes de colapsar en Turín. Durante la década restante de su vida estuvo irremediablemente loco.

El período de Basilea de Nietzsche fue relativamente feliz y pacífico, y arroja una luz interesante sobre su pensamiento en conjunto, incluidos los temas más célebres de su obra posterior: El hombre, el superhombre y la muerte de Dios. Su relación con el compositorreformador Richard Wagner fue bastante intensa durante estos años. El padre de Nietzsche había muerto cuando él solo tenía cuatro años, y quizás sea significativo que Wagner tuviera exactamente la misma edad que el padre de Nietzsche.

Repasamos algunas de sus mejores citas:

"Los monos son demasiado buenos para que el hombre pueda descender de ellos".

"Toda convicción es una cárcel".

"Solamente aquel que construye el futuro tiene derecho a juzgar el pasado".

"El destino de los hombres está hecho de momentos felices, toda la vida los tiene, pero no de épocas felices".

"Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los 'cómos'".

"El mundo real es mucho más pequeño que el mundo de la imaginación".

"El pensador sabe considerar las cosas más sencillas de lo que son".

"Cuando se tienen muchas cosas que meter en él, el día tiene cien bolsillos".

"Lo que no te mata, te hace más fuerte".

"La palabra más soez y la carta más grosera son más educadas que el silencio".

"El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo".

"La mentira más común es aquella con la que las personas se engañan a sí mismas".

"La intelectualidad se mide no por la inteligencia, sino por las dosis de humor que es capaz de utilizar".

"El hombre tiene más carácter cuando persigue su temperamento, su instinto".

"La edad de casarse siempre nos llega antes que el enamoramiento".

"La política divide a las personas en dos grupos: los instrumentos y en segundo, los enemigos".

"Toda persona temerosa no sabe lo que es estar sola. Detrás de su sombra siempre hay un enemigo".

"La boca puede mentir, pero la mueca del momento revela la verdad".

"El camino a todo lo grandioso pasa por guardar silencio".

"Las personas que brindan su plena confianza creen por ello tener derecho al de los demás".

"Entre particulares la locura no es frecuente. Grupos, partidos y pueblos, es la norma".

Etiquetas:

martes, mayo 20

Dresde, el sueño ardiente del 'carnicero' Arthur Harris

(Un artículo de Alberto Rojas en El Mundo del 14 de febrero de 2020)

El mariscal del Aire británico trató de desgastar al Tercer Reich con la destrucción de ciudades enteras para minar la moral alemana aunque estas no tuvieran valor militar. Jamás se arrepintió.

La destrucción de la ciudad de Dresde en febrero de 1945, hace ahora 75 años, no fue un accidente. Formó parte de una estrategia meditada, estudiada y defendida por mandos militares aliados al frente de los que estaba el mariscal del aire británico Arthur 'el carnicero' Harris, su máximo promotor. Con lógica frecuencia se enumeran los pavorosos crímenes de guerra provocados por los nazis, sus esbirros en Europa y la élite militar del Japón imperial, que hacían necesaria la victoria en la Segunda Guerra Mundial, pero se pasa de puntillas sobre los excesos injustificables de los ganadores.

Dresde representa quizá el episodio más tangible (no el único) de asesinato en masa de civiles indefensos que aún no ha recibido una disculpa por parte de sus perpetradores. Sí ha sucedido en el caso de Hiroshima y Nagasaki con presidentes de EEUU. Pero nadie ha pedido perdón por Dresde.

Vamos al contexto. En 1942, con la Europa continental en manos del Tercer Reich, poco podían hacer los aliados para tratar de combatir a los nazis en el continente. Tras el blitz alemán sobre el Reino Unido de 1940, los aliados pusieron en marcha una estrategia para desgastar a los alemanes en su propia retaguardia. El mariscal del Aire Arthur Harris propuso el bombardeo nocturno (y, por tanto, impreciso) no sólo de las zonas fabriles del enemigo, sino también de las ciudades donde vivían los obreros que trabajaban en esas fábricas, igual que los nazis habían hecho antes con ciudades británicas como Coventry. Con esa práctica pensaba conseguir dos objetivos: uno, ralentizar la producción armamentística. Y dos, minar la moral de la población alemana.

Ambos objetivos no sólo no se consiguieron, sino que se logró el efecto contrario. Los nazis trasladaron sus fábricas a zonas más seguras a veces a sótanos y búnkeres antiaéreos, mientras que su ministro de Armamento, Albert Speer, logró alargar la guerra al menos un año más con su planificación y el trabajo esclavo de los judíos y otros deportados. La población civil, galvanizada por el ministro de propaganda Joseph Goebbels, se entregó a la causa aún con más sacrificio. El precio que pagaron los civiles alemanes con esta estrategia fue muy alto, tanto como el de los japoneses que murieron bajo las explosiones de Little Boy y Fat Man.

El bombardeo nocturno sobre Dresde no buscaba objetivo militar alguno salvo «apoyar el avance soviético», cuando los soviéticos, en realidad, ya avanzaban como un rodillo. «Pondremos de rodillas a Alemania», dijo Harris, que nunca ocultó su deseo de llevar los horrores de la guerra a los barrios y las casas de los alemanes para vengar el verano londinense de 1940. La apocalíptica tormenta de fuego provocada por 1.800 toneladas en bombas de fósforo causó 35.000 muertos, no sólo de impactos directos, sino por el calor de las llamas, que calcinó a los vecinos que se habían metido en sus refugios. El frío Bomber Harris jamás se arrepintió de su estrategia y la defendió hasta el final, a veces excusándose de manera ridícula con frases como «estas misiones se han ejecutado por orden de personas más poderosas que yo», pero Winston Churchill, que le apoyó desde el principio, sí mostró serias dudas tras conocer la cifra de víctimas y cuestionó su actuación.

El escritor Kurt Vonnegut, autor de Matadero 5, sobrevivió al bombardeo como prisionero de guerra en Dresde. Dejó escrito: «Dresde fue una gran llamarada. La llama destruyó todo lo orgánico, todo lo que pudiera quemarse». Después del ataque, Vonngut dijo que el área que lo rodeaba se parecía a la luna. «No había nada más que minerales. Las piedras estaban calientes. Todos los demás en el vecindario estaban muertos», recordó.

Mientras que los estadounidenses centraron su atención en el dominio del espacio aéreo alemán, la obsesión de los británicos dirigidos por Harris fue ese desgaste de la población que chapotea en el crimen de guerra. Durante los últimos meses del conflicto se lanzaron sobre Alemania más bombas que en los cinco años anteriores, y eso que sus ejércitos estaban militarmente superados y en retirada desde la fallida ofensiva de las Ardenas que Hitler intentó el invierno anterior. La espiral de fuego y destrucción de Dresde, Hamburgo, Colonia o Hanover quedará como el monumento a la justificación absurda del horror.

Etiquetas: ,

lunes, mayo 19

La Berlinale y la paridad

(Un texto de Luis Martínez en El Mundo del 20 de febrero de 2020)

Mantenía Jean-Jacques Rousseau, polímata ilustrado, antes que sólo filósofo, pedagogo, botánico o músico, que la educación de las mujeres debía ser y ejercerse siempre relativa a los hombres. Y que por ello debía estar dedicada a complacerles, a serles útiles y a conseguir en definitiva que éstos las amen. «Que nos eduquen cuando seamos jóvenes y nos cuiden cuando seamos viejos, nos aconsejen, nos consuelen, para que así nuestras vidas sean fáciles y agradables». Desde un punto de vista y de época diametralmente distinto, Engels, también él filósofo en estado de actividad, estaba convencido de que la mujer es el proletariado y el hombre, el burgués. Y Stuart Mill, economista y, éste liberal a carta cabal, creía que los únicos esclavos que quedaban en su época eran, precisamente, las amas de casa. Henry James, hijo de teólogo, hermano de filósofo y escritora, y él mismo renovador a tiempo completo de la literatura universal, sostenía por su parte que la voz de la mujer, así en general, posee un efecto contaminante, contagioso y socialmente destructivo. Y añadía el autor de Otra vuelta de tuerca que en sus manos, en las de la mujer, el lenguaje corre el riesgo de convertirse en un balbuceo, un babeo, un gruñido o gimoteo sin lengua. Lo cuenta la premiada con el Princesa de Asturias Mary Beard.

Todo lo anterior sale a flote, de repente, cada vez que un festival de cine, por ejemplo y por ser donde me encuentro, saca a relucir el siempre triste porcentaje de mujeres directoras en sus listas de seleccionadas en la muy noble y masculina sección oficial. Este año la Berlinale, que se distinguía precisamente por su conciencia y buena educación, ha hecho que su esfuerzo por la paridad disminuya desde el 41% del año pasado al 33%. Bien es cierto que supera con mucho a Cannes, con apenas un 19% en su última edición, y a Venecia, que ni se molesta en guardar las apariencias, un 9% y gracias. Se supone que todo cambio para ser efectivo ha de ser gradual, pautado, con los pulmones henchidos de consenso... ¿Pero realmente somos conscientes de dónde venimos? ¿Pero realmente estamos en disposición de andar con cautela en un asunto que ni las mentes mejor dotadas, por racionales, del pasado fueron capaces de entender?

Dentro del Festival de Berlín en unos días se podrá ver un documental de Nanette Burstein sobre Hillary Clinton, sí la que nació Hillary Rodham y que se cambió el apellido y el peinado (lo cuenta ahí) para que su marido fuera presidente. Más allá de las filias y fobias políticas que suscite el personaje, lo realmente increíble de la película es el detallado recuento de humillaciones sufridas, de sobresfuerzos obligados (fue, además de brillante abogada, la gobernadora que más leyes sacó adelante y la secretaria de Estado que más países visitó) y de ataques, orquestados por una sencilla razón: era y es mujer. Son ya siglos y, en efecto, estamos en el mismo punto. Y da lo mismo dónde.

Etiquetas: