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viernes, febrero 9

La Seo: de mezquita a catedral. 900 años como templo cristiano

(Un texto de Lucía Serrano y Pilar Perla en el Heraldo de Aragón del 1 de diciembre de 2019)

El solar sobre el que se alzó la Seo románica a lo largo de varios decenios fue considerado sagrado por los romanos, acaso por los godos (siglo V), los musulmanes (siglo VIII) y los cristianos (desde 1118). La arqueología permite comprobar la continuidad de un gran edificio religioso que tomó finalmente la forma de una gran catedral, cuya larga vigencia histórica la convirtió en un espectacular muestrario de estilos arquitectónicos, escultóricos y pictóricos, expresivo cada uno de ellos de la religiosidad de cada época. Esta evolución incesante supuso, por otro lado, la desaparición de algunas de sus partes. Los métodos actuales de investigación y restauración permiten reconstruir con alto grado de verosimilitud el aspecto de la mezquita y cómo pudo insertarse en ella el primer edificio románico. Los documentos autorizan a afirmar que, antes de alzarse la nueva Seo, ya hubo culto cristiano en el lugar, quizá desde 1119 y con certeza en 1121.

La actual Seo cristiana y la antigua mezquita que la precedió aún se tocan. Oculta a los ojos de todos, pervive la huella de su alminar, muy cerca de donde hoy se levanta la torre campanario. Descubrió esta impronta el arquitecto Ángel Peropadre durante la restauración de la catedral. El negativo de la ornamentación del alminar o minarete sigue grabado en un muro mudéjar de ladrillo de unos dos metros de espesor levantado como fachada del templo en 1379, por orden del arzobispo don Lope Fernández de Luna.

El alminar de la primitiva mezquita convivió con el templo cristiano hasta 1681, cuando fue demolido y sustituido por la actual torre barroca, un diseño de Gianbattista Contini regalado a Zaragoza por el papa en persona. Pero antes pasaron muchas cosas.

Después de más de cuatrocientos años de dominio musulmán, el 18 de diciembre de 1118 Saraqusta se convertía en Zaragoza. Tras la conquista, Alfonso I de Aragón, más tarde apodado el Batallador, entregó al obispo Pedro de Librana la vieja mezquita mayor o mezquita aljama de la Ciudad Blanca. Alfonso, el rey guerrero y cruzado, no tomó cautivos, dejó marchar a quien así lo quiso y concedió un año entero a los saraqustíes musulmanes para trasladarse al otro lado de la muralla, al Arrabal de Curtidores. Año durante el que se les permitiría seguir haciendo uso de su mezquita mayor.

Es muy posible que, al vencimiento de ese plazo, en diciembre de 1119, hubiera llegado ya el culto cristiano a la mezquita. Aunque no fue hasta el 12 de octubre de 1121 cuando la catedral se dedicó a San Salvador, es decir, a Jesucristo.

LA MEZQUITA ALJAMA

La mezquita de Saraqusta era el lugar santo más al norte del islam y una de las mayores de Al-Ándalus. Un edificio de grandes dimensiones, ampliado dos veces, tenía nueve naves y más de 4.000 metros cuadrados. Entre 1119 y 1121 se hicieron simplemente las obras mínimas para adaptarla al culto cristiano. Algunos muros fueron derribados y se modificó la orientación del templo.

Durante más de cincuenta años, la mezquita sirvió como catedral; es probable que, en los primeros tiempos de la dominación cristiana, su lado este, hacia el muro de la quibla (pared de cierre orientada hacia La Meca), permaneciese incluso abierto al culto musulmán. Esto explicaría por qué el templo cristiano se orientó hacia el Norte y no hacia el Este, como marca la tradición canónica.

Por un tiempo, la fusión del edificio islámico y el templo cristiano podría recordar a lo que hoy podemos ver en la mezquita de Córdoba, con la catedral de la Asunción de Nuestra Señora encajada en el edificio islámico.

Muy pronto, según han publicado los historiadores José C. Escribano Sánchez y Jesús Criado Mainar, «se asiste a la configuración de una compleja estructura administrativa que con los años posibilitará acometer la construcción del nuevo centro de culto, constituido por un templo y numerosas dependencias instalados dentro del solar de la antigua aljama. Su interior fue ocupado de forma paulatina por la iglesia, dos claustros, las dependencias claustrales, un hospital, las casas de las dignidades y las oficinas de la Seo, amén de los cementerios, capillas particulares e incluso tiendas».

A partir de 1128, el obispo Librana impone un férreo centralismo, reservando para la catedral de San Salvador la exclusiva de muchas celebraciones religiosas, al ser el único lugar de la ciudad donde permitió oficiar bautizos, bodas y exequias. «La Seo será 'madre de todas las iglesias' y reduce a las parroquias a filiales, que atenderán el culto y la pastoral, pero sin pila, campanario, bodas ni entierros», según refiere Pascual Martínez Calvo. Situación que duró hasta 1242, cuando se resolvió este conflicto.

Hubo que esperar hasta cerca de 1150 para que llegara la decisión del derribo, al menos parcial, de la antigua mezquita y el inicio de la erección íntegra de un nuevo templo cristiano, una catedral románica.

Documentalmente, se encuentran noticias de un maestro de obras en 1156: Pere de Carnaz, y de la adquisición de materiales para la ejecución de los trabajos, con fondos seguramente procedentes de donaciones y cuestaciones, como ya se puede comprobar en la documentación de los siglos XII y XII.

Según Escribano y Criado, con toda probabilidad, para 1166 ya se trabajaba en la cabecera y hasta es posible que en 1172 el ábside central estuviera abierto al culto. El resultado de esta empresa arquitectónica sin duda debía de ser un conjunto muy complejo. En la actualidad, de aquella edificación solo han pervivido los muros de dos ábsides románicos -el mayor y su colateral del lado del Evangelio-, algún fragmento de su crucero y restos de lo que podrían ser otras dos capillas ubicadas en la cabecera.

Ahora se cumplen 900 años de las primeras celebraciones cristianas, que tendrían lugar, antes de levantarse la nueva Seo, en diciembre de 1119, un año después de la entrada en Zaragoza de las tropas de Alfonso I. Dos años más tarde, la fecha del 12 de octubre de 1121 marcará el inicio del lento y prolongado proceso de transformación del oratorio musulmán en iglesia metropolitana, que no se puede dar por concluido hasta la gran reforma emprendida por el arzobispo don Hernando de Aragón entre 1545 y 1550.

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