La estrella
(La columna de Alberto Serrano Dolader en El Heraldo de Aragón del 5 de enero de 2020)
Del Evangelio de Mateo: «Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo. (...) Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén. (...) Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre...».
Parece claro que los 'magos' no eran 'reyes' sino sabios y estudiosos, entre otras disciplinas, de las que hoy denominamos astronomía y astrología. Por descontado, ningún texto canónico proclama que un diablo disfrazado de pastor intentó enredar el asunto y liar a los Reyes Magos: «Volved pronto a vuestros reinos / que la estrella os engañó». Los versos que delatan tan perversa intención los recoge un auto navideño aragonés, escrito en la década de 1930 por el sacerdote Rafael Galve (nacido en Obón en 1903) y que debió de ser representado antes de la Guerra Civil en Lagata, Andorra y La Puebla de Híjar. El camuflado belcebú insistía: «Os digo que habéis perdido / el tiempo en esta excursión».
Otros reyes, los Reyes Católicos, es posible que admirasen una simulación de la estrella que guió a Melchor, Gaspar y Baltasar. En 1487 Fernando e Isabel aplaudieron en la Seo de Zaragoza la representación musical teatralizada de la ‘Natividad de Nuestro Redentor la noche de Nadal', en cuya tramoya no faltó «una piel de oropel para estrellas» por la que el cabildo pagó dos sueldos.
El año 2000, sus majestades llegaron a la capital flotando en una plataforma por el Ebro... y vaya enredo: en una noche de niebla espesa, la estrella de oriente que los iluminaba se apagó de repente, la ‘embarcación' fue agitada por una súbita marea fluvial y una antorcha provocó un incendio a bordo. Dicen que se salvaron de milagro.
Si mis anotaciones son correctas, la estrella que guía la actual cabalgata de reyes zaragozana mide 12 metros de largo por 4,5 de ancho y la engorda el gas helio que se inyecta en su interior. En fin, les dejo con mis mejores deseos, que aún debo acudir al buzón real. Sé qué voy a pedir, pero me da miedo el cómo. Lo advierte Gracián: «No hay otro saber en el mundo todo como el saber escribir una carta» (‘Criticón', parte II, crisi XII).Etiquetas: Cuentos y leyendas
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