La aventura es la aventura
(La columna de Arturo Pérez Reverte en el XLSemanal del 1 de febrero de 1998)
Resulta que a los del París-Dakar o como se llame ahora, en Mali o en no
sé dónde, unos guerrilleros armados hasta los dientes les choraron el
otro día un camión de esos con ruedas grandes y muchas pegatinas de los
que hacen el rallye, y a otro coche que no paró le soltaron una sarta de
tiros que no lo escabecharon de milagro. Y luego los del turbante se
abrieron con el botín, el camión y lo que llevaba dentro, y dejaron a
los intrépidos conductores allí, al solanero, con cara de esto no puede
haberme ocurrido a mí. Y hasta hoy.
No me digan que no mola. Los
Carlos Sainz de turno, que no sé cómo se llamaban ni me importa, allí
con el volante y los monos y los cascos y toda la parafernalia de
Pijolandia -un año hasta fue Carolina de Mónaco-, tirándose el folio de
las dunas y tal, curva a la izquierda, Borja Luis, o Marcel-François, o
como carajo te llames, y ahora en quinta por toda la pista hasta el
Oasis de Kufra según pasamos el audi a la derecha. Iban así, imagino,
muy atentos al cronómetro Breitling y a los ratings y a las prestaciones
y al tacómetro, con ese gesto duro y audaz de aventurero de pastel que
ponen quienes tienen hasta el pinchazo programado por cuenta de la
organización y el GPS. Iban así, decía -y a ver si lo digo de una puta
vez-, y en esas va el copiloto y le apunta a su consorte: oye, mira,
Jean-Pierre, voilá unos aborígenes que nos saludan al borde de la pista,
procura no echarles mucho polvo ni atropellarlos como al negro de hace
tres días, que éste es un rallye racialmente correcto, o sea. Y el
conductor, que va a lo suyo y lleva un retraso crono de una hora,
dieciséis segundos y tres décimas, está a punto de decir anda y que se
jodan y meter la directa cuando el copiloto comenta qué curioso, oyes,
fíjate en los moros, o los bantúes, o lo que sean ésos, que nos hacen
señales de parar, y llevan algo al hombro, como si nos fueran a hacer
una foto, o tomarnos un vídeo. Hay que ver qué cariñosos y entrañables
son estos negros de color, tan muertos de hambre y escuálidos y aún les
queda simpatía para acercarse a saludarnos cuando pasamos a toda hostia,
que te dan ganas de parar y regalarles un llavero de nuestro Capulling
Racing Team. Y el caso es que eso que llevan al hombro es una cámara de
vídeo algo rara, ¿no te parece? Así, tan larga y verde. Y qué tontería,
no te lo vas a creer pero yo diría que más que grabarnos con ella, nos
apuntan. Hay que ver lo que son los espejismos del desierto,
Jean-Pierre. Te vas a reír cuando te lo diga. ¿Pues no parece que nos
están apuntando con un bazooka? Je, je. Y el caso es que yo diría que
parece... Joder. Para, para, para, para, cojones. Esos hijo putas tienen
un bazooka.
Les juro a ustedes que habría pagado por verlo. O
por estar allí con mi turbante, mis pies descalzos, mi RPG-7 o mi
Kaláshnikov al hombro, y el cuchillo entre los dientes haciéndome
relucir la sonrisa. Salam Aleikum, chavales. Jambo. El racing team de
los huevos saliendo de la curva, los de color soltándole cebollazos, y
Jean-Pierre y su primo jiñándose por la pata abajo mientras los sacan
del camión. Hola míster, efendi, bwana, ¿cómo lo llevas? Pongo en tu
conocimiento que eres el tercer héroe de la ruta que cae hoy. ¿No
querías aventura? Pues aquí tienes aventura gratis, colega. Y fuera de
programa, que lleva más morbo. A ver las llaves del 6x6 treinta y seis, y
el casco, y la cartera, y el Rolex ese que llevas en la muñeca. Y dad
gracias que os dejamos la cantimplora, y también que ya hemos sodomizado
hace un rato a un motorista japonés de la Honda y venimos aliviados;
que si no, pareja, íbamos a poneros mirando a La Meca para que os
fuerais del rallye con un souvenir. O a ver si creéis, tontos del culo,
que podéis venir cada año a pasarnos por el morro los camiones, y los
coches y las motos y los helicópteros, a marcar tecnología y paquete
jugando a Beau Geste con todos los riesgos cubiertos, y radio, y apoyo
logístico, y vehículos de súper lujo, y cascos de kevlar presurizado, y
monos de goretex sanforizado que valen un huevo de la cara; que con sólo
lo que cuesta uno de esos guantes que lleváis para que no os salgan
ampollas al cambiar de marchas podría vivir aquí una familia durante año
y medio. Y encima, en los finales de etapa, todavía queréis haceros
fotos con nosotros para contarle después a la peña lo exótica y lo
típica y lo aventurera que es toda esta gilipollez. Así que gracias por
el camión y lo demás, so tiñalpas. Esto es solidaridad con el Tercer
Mundo, y no lo del 0,7 por ciento. Iros por la sombra, y hasta el año
que viene.
Etiquetas: Alégrame el dia
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