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jueves, febrero 26

Algo más que rostros pálidos

(Leído el lunes en la Guía para perplejos)

La primera vez que vieron aparecer a los europeos frente a sus costas muchas tribus sufrieron una fuerte conmoción. En algunas islas de Oceanía, por ejemplo, algunos indígenas confundieron a los primeros visitantes con demonios salidos del mar, criaturas sobrenaturales que aparecían de la noche a la mañana. A muchos kilómetros de allí, en las costas del "Nuevo Mundo", los indios Pequot utilizaron el inquietante "Alguien viene" para denominar a los hombres llegados del este, mientras que, en el norte, las tribus de esquimales bautizaron a sus visitantes como Shakenataaagmeun, "la gente que viene de debajo del sol".

Sobre los primeros contactos entre indígenas y europeos existe una amplia bibliografía, escrita casi siempre desde el punto de vista de los "conquistadores". Sobre la visión de los indígenas, sin embargo, apenas ha quedado huella, a excepción de este valioso testimonio que constituye el nombre con el que las tribus bautizaron a los recién llegados.

Para muchas de las tribus de América, por ejemplo, el pelo de los españoles fue un factor especialmente llamativo. A los indios Tarahumara, asentados en lo que hoy conocemos como México, les llamó tanto la atención que los bautizaron como Chabochi, "persona con telarañas en el rostro".

En la misma línea, los Kiowas se referían a los blancos como Bcdalpago, que significa "boca peluda" y los Zuñi designaron a los primeros españoles con el término Tsipolokwe, la "gente con bigote". Los Algonquinos Miamis utilizaron el término Mishkiganasiwug, que en su lengua significa "aquellos con el torso peludo".

En su breve ensayo How the American Indian Named the White Man (Cómo llamaban los indios a los hombres blancos), el antropólogo Alexander F. Chamberlain recoge otras muchas expresiones utilizadas por las tribus para describir a los visitantes. Así, los Upsarokas se referían a los blancos como Mashteeseeree, "ojos amarillos", mientras los Kiowa usaban la palabra Ganonko, que significa "los que gruñen".

Muchos de los nombre, como era de esperar, estaban relacionados con el color de la piel. Varias tribus utilizaban las denominaciones de "blanco", "piel blanca", etc. Otros, como los Algonquinos Arapahos utilizaban la denominación "amarillos", aunque no queda claro si se referían al pelo o a la piel. Las orejas también eran un aspecto a destacar en alguno de los nombres: los Kiowas utilizaban la misma palabra para los hombres blancos que para los burros y las mulas.
Significaba "orejas despegadas" y se utilizaba porque las de los indios estaban parcialmente cubiertas por pelo.

También la vestimenta dió lugar a algunos nombres. Los Mohawks del Lago de las dos montañas, en Quebec, pensaban que las boinas escocesas que llevaban los primeros pobladores escoceses parecían hamburguesas de vaca y les llamaron "ota", su palabra para las bostas de vaca. Los Objibwa, sin embargo, se referían a los escoceses como "aquellos que hablan diferente".

Otro de los aspectos que más impresionaba a los indígenas era el carácter violento y la utilización del metal que hacían los visitantes. Las tribus iroquesas se referían a los holandeses como los Asset-oni, "los que hacen las hachas", mientras que los Mohawks tenían varios términos para referirse a los blancos que iban desde los "cuchillos grandes" o "la gente de los cuchillos largos".

A la vista de lo sucedido durante los años inmediatamente posteriores a la toma de contacto, con el exterminio de centenares de pueblos que habían vivido pacíficamente durante siglos, tal vez el apelativo más acertado sea el de los indios Ayoreo, que se refirieron desde el principio al hombre blanco como Cohñone, "la gente que hace las cosas sin sentido".

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