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lunes, febrero 27

48 horas en Valencia

(Un artículo de Rodrigo Padilla leído en la revista de Air Europa de septiembre de 2019)

Es gótica y modernista, es tradición y vanguardia. Y, por encima de todo es rabiosamente mediterránea.

Pocas ciudades han experimentado una renovación tan profunda. El saneamiento de casco histórico, el aprovechamiento del antiguo cauce del Turia y la construcción de complejos arquitectónicos de primera línea la han puesto en el lugar que se merece. Y sin perder ni gota de su carácter.

Día 1

10:00 Empezamos en la centenaria Estación del Norte, de un sobrio modernismo exterior que contrasta con la exuberancia decorativa de su interior. A continuación, seguimos hasta la plaza del Ayuntamiento y nos asomamos a su balcón. La Plaza del Ayuntamiento es la más céntrica de la ciudad. La mayoría de sus edificios, de principios del siglo XX, son de estilo ecléctico y racionalista. Y enfilando la calle de María Cristina, llegamos al Mercado Central, otra joya modernista, que combina el metal, el vidrio, las columnas y las cúpulas en la mejor tradición del modernismo valenciano.

11:30 Enfrente está la Lonja de la Seda, símbolo del auge comercial de la ciudad de finales del siglo XV. Su gótico elegante es la antesala del casco histórico, al que accederemos pasando por la iglesia de Santa Catalina Mártir y la plaza de la Reina, presidida por la catedral. Desde lo alto del archiconocido Miguelete se tiene una panorámica estupenda de Valencia.

14:00 La Ciudad Vieja hay que pasearla con calma, con paradas ineludibles como la parroquia de San Nicolás de Bari y San Pedro Mártir, con unos frescos asombrosos, o las torres de Quart, parte de la perdida muralla medieval. Toda la zona está llena de lugares para tomar un tentempié, como La Taberna de Marisa o el Trece. También podemos seguir hacia el Convent Carmen, convento reconvertido en centro cultural y gastronómico.

16:30 El deambular por el casco histórico nos lleva a las Torres de Serranos, otra superviviente de las 12 puertas que tuvo la ciudad, y a callejuelas con viejos edificios como el palacio de Benicarló o la iglesia de San Juan del Hospital. Poco a poco nos acercamos a la zona comercial de las calles Colón, Jorge luan o la Paz.

17:30 Tarde de compras. Además de la moda más convencional, si seguimos las calles que rodean la plaza del Ayuntamiento encontraremos productos tradicionales y artesanía. La alternativa es acercarse al barrio de Ruzafa, el más multicultural y vibrante. No olvides una pausa para degustar una horchata con fartons.

21:00 En Ruzafa están los restaurantes a más vanguardistas (Mercatbar o Canalla Bistró), y también los más internacionales (Nozomi o La Llorona). Si preferimos salir por la Ciutat Vella, tenemos el Toshi o el Celler del Tossal. Si la oferta gastronómica es inabarcable, la noctámbula no lo es menos: Ruzafa, el Carmen o la zona de La Marina desbordan vida hasta altas horas.

Día 2

9:30 Hoy nos alejaremos del centro en busca de espacios abiertos. Y si es en bicicleta, mejor. Porque el Jardín del Turia se extiende a lo largo de siete kilómetros desde su arranque en Bioparc. Los senderos discurren por distintos entornos naturales y bajo los muchos puentes que cruzan el antiguo cauce del río. Si queremos coger fuerzas para todo el día, no nos van a faltar sitios donde probar el típico esmorzar valenciano, un almuerzo sin concesiones.

11:30 Desde lo alto de los toboganes del Parque Gulliver se distingue ya la estampa de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, el complejo de edificios futuristas obra del arquitecto valenciano Santiago Calatrava. Una vez allí, caminaremos alrededor del Palau de les Arts Reina Sofía y el Hemisféric, buscaremos la sombra en los jardines del Umbracle, levantaremos la vista frente al Ágora y apuntaremos para la siguiente visita la entrada al Museo de las Ciencias y al Oceanográfic.

14:00 No solo va siendo ya hora de comer, sino también de asomarnos al mar. Por eso nos dirigimos directamente hacia la playa de Las Arenas, donde se pueden saborear algunas de las mejores paellas valencianas pie de playa. Junto al puerto tenemos La Pepica o L'Estimat, y Els Ángels o El Bobo algo más adelante. Disfrutar de la brisa y de la gente que camina por el paseo marítimo es una estupenda manera de acompañar la comida.

16:30 Tras relajarnos un rato en la playa, es hora de ir al Cabanyal. Este barrio de pescadores, que ha sobrevivido a la especulación inmobiliaria y preservado tanto sus casitas de colores y sus fachadas de azulejos como su atmósfera única, vive una segunda juventud. A su lado, también merece la pena visitar la playa de la Malvarrosa, con la Casa-Museo de Vicente Blasco Ibáñez.

18:00 Volvemos nuestros pasos hacia la Marina, recientemente remodelada para separarla del puerto comercial y albergar eventos como la America's Cup o la Fórmula 1. Ahora, el icono del diseño vanguardista que es el edificio Veles e Vents mira de frente a construcciones llenas de historia, como el edificio del Reloj o los Tinglados, obra del mismo arquitecto que diseñó la modernista Estación del Norte

21:00 En el Veles e Vents están La Marítima y La Sucursal, dos restaurantes de primera, aunque en todo el puerto hay multitud de restaurantes y terrazas. Para una noche más tranquila podemos acercarnos a Benimaclet, en tiempos un pueblecito a pie de huerta. Y siempre está el restaurante Submarino del Oceanográfic. Admirar su gigantesco acuario circular y terminar la noche en la terraza del Umbracle es garantía segura de querer volver a Valencia muy pronto.

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