El triste final de la niña de los zapatos rojos
(Un texto de Valeria Martínez en el Mundo del 31 de enero de 2020)
Desde que interpretara a Dorothy, la niña de los zapatos rojos en El mago de Oz (Víctor Fleming, 1939), Judy Garland se convirtió en un icono eterno de Hollywood. Ella, una actriz y cantante con un talento único, fue capaz de asombrar al mundo con sus declaraciones, sus actuaciones y su voz. Pero muy pocos saben que la historia de Judy Garland (Grand Rapids, Minnesota, 1922Londres, 1969) tuvo más sombras que luces y que soportó las presiones de una industria que siempre le exigió una perfección imposible de conseguir. Y de las consecuencias que todo eso tuvo en su vida adulta trata Judy, una película dirigida por Rupert Goold y protagonizada por Renée Zellweger sobre los últimos días en la vida de la mítica actriz por la que Zellweger opta al Oscar a la Mejor Actriz.
El filme, que también ha sido nominado al Oscar al Mejor Maquillaje y Peluquería, arranca en el invierno de 1968, cuando Judy Garland se embarcó en una serie de conciertos en Londres. En aquella época, la artista se encontraba agotada fisica y emocionalmente tras haber trabajado 45 de sus 47 años. Un periodo en el que pasó por todo tipo de situaciones como tres divorcios y una quiebra financiera, así como dificultades derivadas de su insomnio, los medicamentos que tomaba, el abuso del alcohol o problemas mentales que sufría.
Como explica Rufus Sewell, el intérprete que da vida a Sid Luft, el tercer marido de Judy y padre de dos de sus hijos, «este filme ofrece la oportunidad de ver a la persona vulnerable más allá de los detalles conocidos sobre su vida. Es muy fácil leer una lista de problemas o logros de una persona y juzgarla en base a ello. Pero aquí vemos sobre todo a un ser humano y eso nos permite tener una sensación más real de quién fue ella».
Rupert Goold, un realizador curtido en el teatro inglés y las teleseries, regresa al cine después de haber dirigido el thriller biográfico Una historia real (2015), sobre el asesino Christian Longo. En esta ocasión, el cineasta londinense ha tratado de captar la esencia de Judy Gar}and a través de saltos temporales que permiten unir los años de presión como estrella adolescente bajo el mando de Louis Burt Mayer con una vida adulta llena de cicatrices. «Lo he hecho así porque creo que era imprescindible mostrar cómo algunas de las experiencias vividas como estrella juvenil en los estudios MetroGoldwynMayer se reflejaron en su vida adulta», explica el director. «Leí en algún lado que El mago de Oz es una de las cintas más vistas de la historia. Quizá por eso, Dorothy y, por extensión, Judy Garland, forman parte de nuestra infancia. Me parece algo irónico que ella no haya tenido una infancia normal y al final de su vida intentara que sus hijos sí la tuvieran. Por eso he tenido mucho interés en mostrar esos paralelismos».
Aunque la historia de Judy Garland ha dado lugar a innumerables biografías y cientos de artículos, todavía hay muchos detalles por contar de su vida. Sobre todo, los que ahondan en el sufrimiento y en la carga emocional que tuvo que soportar y que la llevaron a morir por una sobredosis por barbitúricos. «Me sorprendió descubrir el trato que ella recibió por parte del estudio cuando era tan sólo una niña», explica el realizador. «Ahora tenemos mucho más cuidado con los niños y estamos más sensibilizados con las enfermedades mentales. Algo que, desgraciadamente, no sucedió ni con Judy Garland ni con Shirley Temple. Desconocía por completo todo eso antes de empezar este proyecto».
INCREIBLE TRANSFORMACIÓN. El trabajo previo realizado por Renée Zellweger para meterse en la piel de la estrella del cine fue muy intenso. Para conseguir adaptar su físico al de su personaje, la actriz de la saga Bridget Jones se sometió a numerosas sesiones en las que se le colocó todo tipo de prótesis y maquillajes. Además, la intérprete entrenó durante cuatro meses con un profesor de canto para llegar a capturar el torbellino en el que Garland se convertía cada vez que saltaba a un escenario. «Ensayamos mucho e hicimos muchas pruebas de maquillaje y fui viendo poco a poco cómo se transformaba Renée. Desde el primer día me dejó atónito», explica Rupert Goold. «Al principio pensé que era una actriz magnífica y con experiencia, porque sabía dónde estaban las cámaras, las luces... pero a la hora del almuerzo me percaté de que algo más estaba pasando en ella. Creo que tiene que ver con lo mucho que hay de Renée en su actuación. Cuanto más se perdía en su personaje, más salían a relucir aspectos de su propia personalidad».
«En ningún momento hemos tratado de hacer pasar a Renée por Judy Garland. Ella tenía una voz irrepetible», matiza Matt Dunkley, director musical del proyecto. «Hubo que practicar mucho para ajustar su registro al de Judy. Creo que el resultado ha sido extraordinario».
Por último, Rupert Goold habla de cómo este trabajo es mucho más que un biopic al uso. «El objetivo siempre ha sido hacer una película que rindiera homenaje a Judy Garland y a su historia. Pero lo principal era que la actuación de Renée resultara creíble. Es algo que explica el éxito de algunos biopics recientes y también el fracaso de otros. Todos ellos dependen de la actuación que realice el actor o la actriz principal. Al principio, todo se basa en la fe que tengas en lo que vas a hacer. Luego, conforme avanza el rodaje, descubres que el proceso depende de tu equipo. Y que si caes tú, todos caen junto a ti».Etiquetas: Grandes personajes, Tardes de cine y palomitas
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home