Un mago ingenioso
(Leido como parte de un artículo en la página web de la fundación Madri+d)
Aquel rey estaba harto de su Merlín particular, el adivino de pacotilla que habitaba un torreón del castillo y que durante tanto tiempo había guiado sus decisiones y obnubilado la claridad de su mente.
Ciertamente, en ocasiones le había dado la clave del camino a seguir (aunque ahora empezaba a sospechar que tan solo había ido dando forma a las ideas que el propio rey iba exponiendo), su bola de cristal había acertado el derrotero (por más que las indicaciones del rumbo fueran vagas), sus pócimas habían sido eficaces contra la enfermedad (salvo cuando los dioses habían decidido lo contrario), pero cada vez eran más sus desaguisados, sus pronósticos fallidos (hábilmente disimulados, eso sí, por la ambigüedad de sus vaticinios) y sus consejos desatinados (que él explicaba por maléficas influencias astrales).
Decidido pues a ponerle en la picota le mandó llamar a su presencia y le espetó con sorna:
- "A ver, astrólogo real, tú que dices poder adentrarte en las tinieblas del futuro, ¿eres capaz de adivinar el día de tu propia muerte?"-
El rostro del Merlín de turno se ensombreció como atacado por una pesadilla:
- "¡Ay Majestad!, claro que lo sé. Mi muerte no tendrá importancia pero precederá en apenas un día a la vuestra y eso será un cataclismo para el reino..."-
Claro está que, una vez más, salvó el pellejo y sumió al monarca en nuevas pesadumbres. Y no solo eso; "por si acaso" el rey mandó que fuera tratado con especial mimo por los sirvientes, no fuera a ser que algún descuido se lo llevara por delante.
Etiquetas: Cuentos y leyendas
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