Cháchara
(Ahora que estamos en época de banquetes, es un buen momento para desempolvar un artículo de Martin Ferrand en el XLSemanal de julio de 2008, donde nos recuerda uno de los puntos fundamentales al sentarnos a la mesa)
Mestrio Plutarco, el sabio de Queronea, el sacerdote de Apolo que, en Delfos, era capaz de interpretar al Oráculo, ya se planteaba la cuestión: ¿cuáles son los temas más adecuados para la conversación en la mesa? Hay bromas incompatibles con la convivencia nutricia y asuntos que pueden hacer pesada la digestión y, en consecuencia, ingrata la sobremesa. De ahí que no sea éste un asunto menor cuando se pretende el máximo deleite gastronómico.
Los romanos, que supieron hacer un arte de la civilización, predicaban que un buen banquete ha de sentar, junto con su anfitrión, a un número de invitados nunca inferior al de las Gracias ni superior al de las Musas. Las Gracias, hijas de Júpiter y Venus, eran sólo tres y las Musas, descendientes de Zeus y Mnemósine, llegaban a nueve. Coincido con los romanos. Menos de cuatro sentados en torno a una mesa es algo triste. Dos podrían justificarse, y sólo en determinadas circunstancias, por razones propias de Eufrosine –la Gracia que alegra el corazón–; tres, en situación límite, en lo tocante a Clio –la Musa de la Historia–; pero cuatro es el número mínimo para que la conversación, el primero de los manjares de un banquete, fluya con encanto y agilidad. Más de diez personas son cosa de banquete nupcial o de homenaje y, en ese caso, ya no hablamos del placer de la mesa, sino de protocolo y ceremonia.
Muchas veces, descarriados, cuidamos más los pescados, las carnes y los vinos de un almuerzo que la compañía. Los manjares antes que el ánimo. Gran error. Sólo los animales pueden comer solos y en silencio. La cháchara es el mejor de los condimentos.
Etiquetas: Con las manos en la masa
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home