A cuerpo de rey
(Un artículo de Martin Ferrand en El Almirez del 27 de diciembre de 2009 en el XLSemanal)
Suele decirse que, especialmente en estos días de la Navidad y el año nuevo, comemos «como reyes». Habría que acotar históricamente tal afirmación porque en España, y con la excepción de nuestro Carlos I, hasta llegado el XIX, los reyes y su corte comieron peor que el pueblo... cuando el pueblo conseguía comer.
Carlos I era un sibarita y viajaba siempre con su maestro cervecero, Enrique Van Der Trehen, que le preparaba una cerveza fresca y turbia a base de trigo, avena, cebada, lúpulo (traído de los Países Bajos) y agua de manantial con la que regaba en Yuste las ostras escabechadas que le llegaban de Galicia y que, dicho sea de paso, ya quisieran parecerse a las que Sacha Ormaechea
prepara en Sacha (Juan Hurtado de Mendoza, 11. Madrid). También gozaba especialmente el emperador las empanadas de anguila que, según sus galenos (?), eran buenas para la gota.
En el XIX, los reyes de España comenzaron a comer con mayor boato, dignidad y gusto. Los primeros Borbones tenían proscritas las legumbres y las verduras; pero Amadeo de Saboya y Alfonso XII abrieron el horizonte y la corte de Madrid se europeizó, al menos en la costumbre de
la buena mesa. Es muy interesante a este respecto el libro que Joan Sella Montserrat, un fino periodista suburense de TVE, acaba de publicar en Ediciones Trea, de Asturias, una de las pocas que mantienen colecciones gastronómicas de nivel: Comer como un rey. El libro se sustenta en los menús históricos que el Doctor Thebussem donó a la Biblioteca-Museo de Víctor Balaguer, en Vilanova i la Geltrú, y presenta un panorama erudito y jugoso de la redención gastronómica de la Corona.
Etiquetas: Con las manos en la masa
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