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sábado, febrero 18

Pinceladas históricas sobre el dolor de cabeza

(Un artículo de María Corisco en el Magazine de El Mundo del 5 de febrero)

En cráneos de la época neolítica, 7.000 años a.C., se han observado trepanaciones que probablemente se realizaron para liberar a los demonios que se creía que causaban males como la cefalea, epilepsia o locura.

En los Anales Sumerios, 4.000 años a.C, se describe con detalle una crisis de migraña y se la relaciona con los mitos: en aquella civilización, el dolor se consideraba un castigo divino, y por ello, para combatirlo había que complacer a los dioses.

En el Papiro de Ebers, escrito hacia el 1.200 a.C., se explica la migraña y se dan consejos como "amarrar un pequeño cocodrilo de arcilla, con una espiga en sus fauces, a la cabeza del paciente". Debía hacerse con una tira de lino que llevara inscritos los nombres de los dioses.

El griego Hipócrates (siglo IV a.C.) ya describe la migraña con aura y cómo el dolor podía aliviarse con el vómito. Él pensaba que la cefalea se producía por la actividad física y sexual. Platón, sin embargo, afirmaba que una excesiva atención centrada en el cuerpo podía desencadenar cefaleas y mareos. La mitología, por su parte, nos cuenta que el dios Zeus padeció una violenta cefalea que obligó a Hefesto a abrirle de un hachazo el cráneo para que naciera la diosa Atenea.

Por su parte, el médico romano Cornelius Celsus (siglo III d.C.) ya se dio cuenta de que la migraña podía desencadenarse por beber vino, padecer dispepsia, pasar excesivo calor, intenso frío o estar mucho tiempo expuesto al sol.

Fue Galeno quien introdujo el término migraña. Él achacaba el problema a los humores y los dividía en sangre, bilis negra, bilis amarilla y flema. Según él, la bilis amarilla al llegar a la cabeza producía cefalea.

Hacia el siglo XI algunos médicos europeos recomendaban una solución de opio en vinagre con la que se tenía que frotar la frente del paciente.

En el siglo XII santa Hildegarda de Büngen describe sus migrañas con aura confiriéndolas de un matiz místico y apocalíptico: "Vi una gran estrella, la más espléndida y bella, y con ella una gran multitud de cometas que caían todos juntos hacia el sur; repentinamente, se convirtieron en brasas negras que caían al abismo y después quedé privada de la visión e invadida de intenso dolor de cabeza".

Isabel de Valois (1546-1568), esposa del rey español Felipe II, murió a causa de las sangrías a las que era sometida para intentar paliar las frecuentes migrañas que sufrió a lo largo de su vida.

En la Inglaterra isabelina se solía tratar la cefalea rodeando la cabeza con un pañuelo y sujetándolo fuertemente durante una hora.

Hacia 1873, Tisso distingue ya la cefalea común de la migraña. La denomina neuralgia supraorbital y la vincula al reflejo de alteraciones del estómago, la vesícula o el útero.

Cien años después, ya en el siglo XX, Liveing asocia, por primera vez, la migraña a un problema en el sistema nervioso autónomo y la bautiza como "tormenta nerviosa".