Las flores del Prepirineo
(Un texto de David Navarro en el
Heraldo de Aragón del 5 de julio de 2014. www.facebook.com/elbuenjardinero)
Jolube es una pequeña editorial ubicada
en Jaca cuyas obras son cuidados trabajos de compilación de especies florales. Si
hace unas semanas destacábamos en estas páginas la guía 'Orquídeas de Aragón',
ya tenemos otra novedad igualmente interesante: 'Guía imprescindible de las flores
del Prepirineo y tierras vecinas', un trabajo de Javier Fuente Cabeza y José
Luis Benito Alonso ordenado por ecosistemas que recoge 12 tipos de hábitat. Se han
seleccionado 338 especies, de las cuales 316 cuentan con una ficha. Es
interesante que se publiquen con el correspondiente nombre en latín pero
también con los curiosos apelativos que se dan en estas zonas, y la mayoría de
las fichas cuentan con interesante información sobre sus propiedades medicinales.
El piedemonte
El denominado Somontano ocupa la franja
entre la depresión del Ebro y la cordillera. Ese Prepirineo crea una hilera desde
Navarra y hasta Cataluña, y su clima es muy particular, con rasgos mediterráneos,
continentales e incluso eurosiberianos, por lo que existen ejemplares endémicos
que han logrado adaptarse a la peculiaridad climática a lo largo de milenios. Temperatura
y precipitación son diferentes en estas zonas, como también lo es el terreno,
ya que en la franja está la caliza de las sierras elevadas, las margas en las
laderas erosionadas y los conglomerados, areniscas y calcarenitas en el
Somontano. Por ello, porque hay tantos suelos y climas, se dan en el Prepirineo
diversos hábitats que se recogen en la guía.
Por un lado están los carrascales, bosque
mediterráneo de áreas bajas y solanas, de hojas endurecidas para soportar la
sequía. Son bosques de encinas acompañadas de madroño, aristoloquias, lirios, prímulas
y violetas. Cuando el carrascal se degrada aparece el coscojar, donde pueden
crecer las sabinas. Están en las zonas más secas, y por ello hay cantidad de especies
aromáticas (romero, tomillo...) y gramíneas. Está el lastón, la grama, los
junquillos, diferentes cardos, jaras, globularias, aliagas, enebros, espireas.
Por encima del carrascal, y en la ladera
orientada al norte, crecen los quejigales, de preciosos tonos naranjas
otoñales. Sus plantas son curiosas, con frutos rojos como la gayuba o la nueza,
flores amarillas (aliagas, genistas, emerus) y olorosas, como el aligustre o la
madreselva. Aún requieren suelo más húmedo los pinares de pino royo, que
cuentan con una fascinante alfombra de musgos. Es paraíso para los amantes de
las setas, que se encontrarán en sus paseos con abetos, arces, gencianas, pino
albar... El musgo de pinar ('Hylocomium splendens') es muy sensible a la
contaminación.
Los hayedos son un tipo de bosque eurosiberiano,
con frecuentes nieblas, aunque en esta zona están al límite de sequedad, por lo
que les acompaña el boj. En los matorrales de estos últimos también prospera el
erizón, con el azafrán, espino albar, el geranio del Pirineo... Más raros son
aún los matorrales de enebro rastrero, reducidos a la sierra de Siso Crece la calluna,
con carquesias, euforbias y festucas y pinceladas de rosa penduIina. Las
plantas de los roquedos luchan por mantener el agua, como la borderea, pero ese
agua abunda en la charca y la ribera, donde prosperan plantas de flor y
gramíneas. Las de ruderal completan este crisol de hábitats, con plantas adventicias
como la achicoria, que aprovechan los riegos y la alta fertilización.
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