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sábado, julio 21

Juan Nadie y otros donnadies

(Un texto de Jesús Marchamalo en la revista Muy Interesante de julio de 2017)

Si caminas por un cementerio estadounidense, es más que probable que te topes varias veces con el mismo nombre grabado en una lápida: John Doe o John Roe. Se trata de un alias ficticio que se utiliza para designar a un cadáver anónimo o a un testigo protegido que quiso ocultar su identidad, por ejemplo. En latín, cuando había que nombrar a alguien así se le asignaban las iniciales NN, de nomen nescio - 'desconozco el nombre' -.

Todos los idiomas cuentan con una serie de términos que se refieren a una persona indeterminada, al ciudadano común y corriente. Por ejemplo, en Francia es Jean Dupont y Monsieur Dutand; en Inglaterra, Joe Bloggs; en Australia, Fred Nerk; en Rusia, Ivan Ivanovich; en la República Checa, Jan Nóvak; en Portugal, Sicrano y Zé da Silva; y en Polonia, Jan Kowalski.

Los castellanoparlantes de España recurren, con nombre y apellidos, a Pepito Pérez y Juan Español, aunque lo más usual es decir fulano o mengano. Provienen de los términos árabes fulan -'hombre'- y man kan -'quien fuese'-, y los utilizamos para referirnos a alguien cuyo nombre se ignora o no se quiere decir y para citar a alguien en general. Derivados de estos son, en femenino, fulana y mengana; con una sonoridad similar, perengano y zutano; o en diminutivo, zutanito y menganito. Y los hay compuestos: fulano de tal o mengano de cual. En Sudamérica también se utilizan otros alias, como Juan Pueblo, Perico de los Palotes o el Cumpa de Bolivia.

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