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jueves, agosto 23

Odios tras la gran pantalla (III): Stanley Kubrick y Shelley Duvall

(Un texto de Elena Castelló en la revista Mujer de Hoy del 19 de agosto de 2017)

Stanley Kubrick y Shelley Duvall: la tortura del genio

¿Hay que sufrir para alcanzar la perfección artística? El director de cine Stanley Kubrick parecía creer que sí. Obsesivo y perfeccionista, no paraba hasta conseguir la mejor toma. "Los actores son instrumentos productores de emociones", explicaba. Quizá la actriz Shelley Duvall, protagonista junto a Jack Nicholson, en 1980, de la mítica película El resplandor, era demasiado emocional. Pero, además de la excelencia como actriz, conoció el infierno trabajando para Kubrick.

El propio Nicholson explicaba, tiempo después del estreno, que el director se transformaba cuando se dirigía a ella. La culpaba de todos los errores y retrasos del rodaje, incitó al equipo a no dirigirle la palabra y la obligó a repetir 127 veces la famosa escena del bate de béisbol, un record en la historia del cine. Duvall, aislada y lejos de su familia, enfermó durante el rodaje, que se alargó 13 meses cuando estaba previsto que durara 17 días, en unos estudios del sur de Inglaterra. El pelo se le empezó a caer a mechones. fue insoportable", explicaba años después en una biografía sobre el director.

"Fue el papel más difícil de mi carrera, llorando 12 horas al día, incluso fuera del plató, manteniendo todo el tiempo el sentimiento de terror. Era como un juego para mantenerme desquiciada, como al personaje de la película". El resultado fue que Duvall sufría ataques de ansiedad cada vez más intensos. "Jamás repetiría un rodaje semejante", aseguró años después. El resplandor sigue siendo el largometraje con mayor cantidad de película filmada de la historia, 400.000 metros. La versión final que llegó a los cines (142 minutos) contiene menos del 1% del material rodado.

Kubrick hacía tantos cambios en el guión que Nicholson, uno de los pocos que se enfrentaba a él, se negó a leerlos y le pidió que se los contara. El propio Stephen King, el autor de la novela en la que se basa la película, contó que no le gustaba el resultado porque trataba de forma 'muy misógina' al personaje de Duvall. Era demasiado indefensa, demasiado frágil, y él había inventado un personaje muy distinto. Tras la película, Duvall actuó en la versión cinematográfica de Popeye, encarnando a Olivia, y trabajó en varios programas de televisión para niños, tras fundar su productora.

Se retiró en 2002. El año pasado, apareció en un programa sensacionalista, irreconocible y claramente trastornada. "Estoy muy enferma, necesito ayuda", repetía la actriz, tras confesar que estaba casi en la indigencia. Fue la propia hija de Kubrick, Vivian, la que denunció al programa y lanzó una campaña para recaudar fondos. Quizá se acordaba del calvario que supuso para la actriz trabajar junto a su padre.

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