10 brindis al sol: decálogo para broncearte sin problemas
(Un texto de Laura R. Bastida en la revista Mujer de Hoy del 5 de julio de 2014)
El bronceado es un peligro. Tienes que saberlo antes de tumbarte sobre la hamaca. Con este décalogo, conseguir un buen color no tendrá desastrosas consecuencias.
Para empezar, porque funciona con los mismos mecanismos que una droga. Un estudio de la Universidad de Harvard ha demostrado que tomar el sol libera endorfinas (las hormonas de la felicidad) y resulta tan adictivo en ratones de laboratorio como la heroína. Y es cierto que es la única vía que tiene el organismo humano para sintetizar la vitamina D. Pero también lo es que el 90% de los casos de melanoma (una de las formas más agresivas de cáncer de piel que existen) están relacionados con sus rayos ultravioleta. Y se detectan 3,5 millones de casos al año solo en EE.UU. En España, en 2013, se diagnosticaron 3.600.
2. Y no tengas tanta prisa en broncearte
Después de todo, el moreno solo es un sistema de alarma de tu organismo. Uno que te está diciendo que estás a punto de quemar la piel. La melanina se activa para evitarlo, pero no es un escudo, es solo una reacción que te avisa de que no sigas por ese camino. “Los tres o cuatro primeros días no deberías tomar el sol directamente más de cinco minutos e ir subiendo la exposición de forma progresiva”, especifica la dra. Mª José Barba. Y si preparas el organismo con nutricosméticos ricos en licopeno y vitaminas C y E, mejor todavía.
3. Los detalles son más importantes de lo que parece
Orejas, labios, cuello y nariz tienen muchas más probabilidades de quemarse. Y, curiosamente, son las zonas con mayor incidencia de cáncer de piel. No te olvides de ellos y repasa cada poco tiempo con fotoprotectores en stick, que resultan muy fáciles y cómodos de aplicar.
4. No existe la pantalla total
“Ni siquiera aplicándonos las fórmulas de mayor índice del mercado conseguiremos evitar la incidencia de la radiación ultravioleta en nuestra piel”, asegura el dr. Ricardo Ruiz. Es cierto que una piel con una protección SPF20 tarda 20 veces más en quemarse que una piel desnuda. Y que la diferencia de protección entre los índices más altos es relativamente pequeña (el 50 protege un 98% y el 30, un 96,7%). Así que solo queda concienciarse, tomar el sol con moderación y, por supuesto, evitar la playa en las horas de mayor incidencia del día: entre las 11 y las 17 horas. Y ten en cuenta que la protección física (ropa, sombrillas, sombreros, gafas) es más eficaz incluso que las propias cremas.
5. Sigue el ritual al pie de la letra
No esperes a llegar a la playa para empezar con el festival de botes. Mientras aparcas, llegas a tu punto de colocación de toalla, sacas todo los bártulos y consigues plantar la sombrilla has tenido tiempo de sobra para quemarte. Tienes que darte el fotoprotector antes de salir de casa porque está demostradísimo que sus activos tardan 20 minutos en actuar como un escudo eficaz.
6. Jamás te quedes corta con las cantidades
Si te das la mitad de producto de lo que se especifica en su modo de empleo, estarás protegida solo la mitad de tiempo. Así de simple. Ya sea un factor de protección 30, 40 o 50. Tienes que darte una cucharada de postre en el rostro y otra en el escote; una cucharada sopera en cada brazo y dos en cada pierna; tres en la espalda y una en la tripa. En total, en cada aplicación deberías usar una taza de café. Sí, eso significa que si te pasas un día entero en la playa, y repones cuando deberías, acabarás con un bote de 50 ml. Quiere decir que lo estás haciendo bien.
7. Reaplicar es obligatorio
Los filtros solares son muy inestables y empiezan a degradarse en cuanto entran en contacto con el sol. Los laboratorios han conseguido que esta degradación se mantenga de forma estable durante al menos dos horas. La duración depende del factor de protección.
8. Los niños, siempre alejados del sol
Todo lo que suceda en la piel durante la infancia va a determinar el futuro de tu salud. Y no se puede tomar a broma: los niños que han sufrido tres quemaduras solares tienen 10 veces más riesgo de padecer melanoma cuando sean adultos. Además de aplicarles cremas y ponerles gorros, deberían jugar siempre lejos de la orilla (los rayos se reflejan y aumentan su intensidad), llevar gafas de sol y mantenerse la mayor parte del tiempo bajo la sombrilla.
9. Las texturas ya no son un problema
Antes te podías quejar de que las cremas con filtros físicos te dejaban la cara blanca. Y las de filtros químicos, llena de brillos. Ya no sucede. Es cierto que los fotoprotectores grasos penetran mejor en la piel y la protegen más, pero las nuevas texturas de toque seco combinan las propiedades de un aceite con un acabado mate. Y las tecnologías wet han conseguido que el producto se adhiera a la piel incluso cuando está mojada, así que no tienes ni que esperar a secarte para reaplicarte el protector solar.
10. Tu destino de vacaciones es decisivo
Si te vas a la montaña, tienes que saber que a mayor altitud, mayor intensidad de los rayos solares porque la distancia con el sol es más corta. Y si te vas a la playa, entiende que no es lo mismo una mediterránea que una en el Caribe. Cuando más cerca estés de los Trópicos, más potente es la radiación y mucho más peligrosa. Además, esas paradisiacas arenas blancas reflejan y multiplican la incidencia de los rayos de la misma manera que la nieve. Y son peligrosas para los ojos. Protégelos.
Etiquetas: Pensando en la salud
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