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martes, mayo 12

Sierra de Grazalema, escondite entre riscos

(Leído en la revista de Renfe de enero del 2020)


A caballo entre Cádiz y Málaga este parque natural esconde sierras con acantildos donde anidan los buitres, paisajes kársticos que dan lugar a cuevas donde habitaron los bandoleros y un bosque de
pinsapos único en el mundo declarado reserva de la biosfera.

Peligro de extinción. 

La cabra payoya y la oveja merina son los dos especies autóctonas de la sierra de Grazalema de los que salen los quesos más famosas de la zona. Ambas especies viven en este parque natural y en la Serranía de Ronda. Precisamente lindando ya con lo provincia de Málaga, se encuentra la Cueva del Gato que da salida a las heladas aguas del río Cuadares (abajo). La cueva pertenece al conjunto espeleológico Hundidero-Gato de origen kárstico, con simas, lagos, sifones y solas de más de 70 metros de altura. Muy cerca de esta se encuentra la cueva de la Pileta cuyas galerías esconden dibujos de la era del Paleolítico. Descubierto por un campesino en 1905 y siempre vigilado por sus sucesores, hoy es Bien de Interés Cultural. 

El emblema del Parque. 

Aunque cueste creerlo, con una media anual de más de 2.000 litros por metro cuadrado, Grazalema es el pueblo más lluvioso de España y es precisamente esta precipitación lo que ha hecho que en la Sierra del Pinar sobreviva el pinsopo: un abeto prehistórico descendiente de los bosques centroeuropos que hace miles de años poblaban todo el Mediterráneo. Fue el pinsapar lo que propició la declaración de estas sierras como Reserva de la Biosfera por la Unesco. los árboles, que pueden llegar a tener 30 metros de altura, disponen sus ramas a modo de diferentes niveles, lo que les da su característico y elegante porte piramidal.

Punto de partida. 

Zahara de la Sierra es uno de los 19 pueblos blancos gaditanos. Con el embalse de Zahara-el Gastor y cerca del Pinsapar, de la Garganta Verde y del Torreón, el pico más alto de la provincia de Cádiz, es un buen punto de partida para explorar la zona. Además de senderismo, también se puede hacer kayak, bañarte en la parte que los lugareños llaman "la playita" o practicar parapente desde el Mirador de levante, con unas vistas impresionantes. El pueblo con su legado andalusi, también merece una visita. 



Cuevas, bosques y sierras fueron el refugio ideal para bandoleros y forajidos


Aunque hoy forman parte de un paisaje idílico, hace más de un siglo, las cuevas, bosques y sierras que alberga el Parque Nasal de Grazalema fueron el refugio ideal para bandoleros y forajidos, corno así certifica un documento que data de 1838 recogido en el Archivo Provincial de Cádiz. Se trata de un expediente remitido al Gobernador Civil de la provincia, por parte de los diferentes alcaldes de varios pueblos, denunciando que en la sierra había varios bandoleros que estaban campando a sus anchas, cometiendo robos y muchos de ellos “llevan un lujo asiático sin que se le conozcan ningunos bienes. Es por esta razón por la que sería conveniente que fueran una o dos compañías de soldados a prenderlos, porque además tienen mucha protección en los referidos pueblos porque están protegidos por los parientes y porque la gente teme que los ataquen".

Uno de los sitios más frecuentados por estos bandoleros fue la cueva del Gato, en la serranía de Ronda, donde su amplia bóveda les mantenía a cubierto. Precisamente, el cuadro del Museo Carmen Thyssen de Málaga, Emboscada a unos bandoleros en la Cueva del Gato, pintado en 1869 por Manuel Barrón y Carrillo, refleja el momento en que estos son apresados por la Guardia Civil.

Si la televisión también se hizo eco de las aventuras de estos bandoleros con la serie Curro Jiménez, en la actualidad, una vez al año, las calles de Grazalema son el escenario de una festividad popular: Sangre y Amor en la Sierra, recreación de la vida de mediados del siglo XIX. En ella, además del bandolero, que suele ser representado como una especie de Robin Hood andaluz, aparecen todos los oficios de la época y que todavía perviven: los fabricantes de mantas de Grazalema (de lana de oveja merina), las queserías donde se hace el famoso queso payoyo y, por supuesto, las chacinerías.

Y es que la situación privilegiada de Benaoján, enclavado en el valle de Guadiaro y rodeado de montañas, hace que sus chacinas, que llevan fabricándose más de cien años, sean las más apreciadas de toda la provincia de Cádiz. Igual que lo es la famosa Ruta los Pueblos Blancos, de calles encoladas y entramados árabes, lugares perfectos para tornar un respiro, disfrutar de la gastronomía y deleitarse con las vistas que proporcionan sus estratégicos enclaves.

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