Sri Lanka, la fábrica de papel de boñigas de elefante
(Un texto de Laura Fornell en elpais.com del 7 de mayo de
2017)
Agricultores y
paquidermos viven en este país en eterno conflicto por la tierra. Una familia
de impresores tuvo una idea conciliadora, revolucionaria, inédita y ecológica:
elaborar papel con sus excrementos.
Cada vez más personas practican un estilo de vida ecológico o amigable con el medio
ambiente, adoptando hábitos para generar el menor impacto posible en él, tanto
en la generación de residuos como en la forma de consumir. Y cada vez son más
las empresas que se suman a este movimiento, poniendo en el mercado productos
ecológicos, que generan el mínimo daño ambiental durante su elaboración y en
los que usan ingredientes de origen natural o materiales reciclados. Pero pocas
en el mundo como la de Thusitha Ranasinghe.
Nacido en el seno de una familia de impresores de Sri Lanka,
que durante tres generaciones había comercializado papel de distintas partes
del mundo, Ranasinghe tuvo una brillante idea hace ya 23 años: producir papel
utilizando como materia prima las boñigas de elefante, pues estas contienen
gran cantidad de fibras. Con esta iniciativa, aparte de crear un producto
ecológico, consiguió también tender un puente en el eterno conflicto en este
país entre agricultores y paquidermos por la tierra, dando empleo a los
habitantes de las zonas rurales e intentando cambiar la percepción que tienen
de estos animales como una amenaza.
Aunque en un primer momento todos sus allegados vieron la
idea como algo descabellado, en 1997 nació en esta pequeña isla del océano
Índico Maximus Ltd.,
una empresa con siete trabajadores y una pequeña fábrica en Kegalle. Hoy, da
trabajo a más de 120 personas, con dos sedes más pequeñas en Kandalama y
Rangirigama, además de muchas tiendas repartidas por todo el país. Y aunque la
central se ha trasladado a la capital, Colombo, su fábrica principal sigue
estando en Kegalle, con más de 70 trabajadores.
En esta fábrica, en un pequeño despacho con paredes de
cristal, una mesa llena de muestras de papel con diferentes texturas y alguna
que otra bolsa de papel reciclado, el gerente Wibatha Wijerathne explica con
detalle el proceso de elaboración artesanal del papel ecológico. “No utilizamos
químicos”, es lo que primero resalta. “Solo productos y colorantes naturales
para teñir el papel”. Wibatha, que empezó a trabajar en Maximus Ltd. en 2004,
apunta orgulloso que Thusitha fue "el pionero en utilizar los excrementos
de los paquidermos para hacer papel reciclado. Tenemos la patente registrada
que lo demuestra", asegura.
“La mayor parte de la producción actual es papel
confeccionado con una mezcla al 50% de excremento y de papel reciclado. Solo un
tercio es papel hecho al 100% con ellos, ya que el producto resultante es muy
basto y áspero al contener muchas más fibras y sólo se puede utilizar para
diseños de cajas o marcos de fotos; por su textura es difícil escribir en él”,
aclara Wibatha. “Con la mezcla de papel reciclado y excrementos, en cambio, se
consigue un producto más fino, ideal para las libretas y los cuadernos, que es
el más solicitado”, añade mientras pasa sus dedos por una hoja del muestrario
que tiene encima de la mesa.
Todo el proceso empieza, en realidad, con el mal sistema
digestivo de los elefantes. Son animales herbívoros que consumen una dieta
altamente fibrosa, pero su sistema digestivo es algo ineficiente. Esto hace que
no digierna ni descompongan completamente todas las fibras que comen, lo que resulta
en una cantidad significativa de fibras intactas al defecar: una materia prima
perfecta para la producción de papel.
Las boñigas de las que se nutre la fábrica de Kegalle
provienen de la Millennium
Elephant Foundation, una organización no gubernamental que se dedica
a mejorar el bienestar de los elefantes domésticos y que se ubica puerta con
puerta con la empresa de Thusitha. Los voluntarios de la Fundación transportan
a diario cuatro carretillas repletas de materia prima a sus vecinos, y a partir
de ahí arranca la elaboración del papel. “Maximus no paga el suministro, pero a
cambio ofrece una contribución a la Fundación para apoyar el mantenimiento de
los elefantes”, explica Wibatha.
Tras secar los excrementos al sol, hervirlos durante unas
horas hasta alcanzar una temperatura de 130 grados con la que se consigue matar
todas las bacterias y suavizar las fibras haciéndolas más flexibles, se obtiene
una pulpa con una textura parecida a la que puede tener una pasta de avena. A
continuación, se mezcla la masa obtenida junto con el papel reciclado, y, si es
el caso, se añade el colorante natural.
“Con los elefantes de Millennium Elephant Foundation tenemos
más que suficiente para la producción actual”, explica Senerath Bandara. Tiene
45 años y lleva trabajando en la empresa desde sus inicios, hace ya 23 años.
“Después de haber pasado por todos los puestos en la sección de fabricación del
papel, ahora soy el supervisor de la sección, responsable de todos los pasos
para su elaboración, desde el secado al sol inicial hasta el momento en que se
deja el papel secar a la sombra”, comenta orgulloso mientras controla las
mezclas.
Una vez se obtiene la masa mezclada ya se pueden fabricar
los pliegos, y lo hacen siguiendo un método
artesanal que no ha cambiado mucho desde la invención del papel en
China en el año 105 d.C. Se vierte la mezcla en un fregadero grande lleno de
agua donde hay un marco con una rejilla sumergida y se extiende la masa de
manera uniforme en toda la superficie de la pantalla enmarcada. Se levanta la
pantalla del recipiente con una fina capa de la mezcla, se coloca una tela para
que no se peguen las hojas entre sí y se van apilando hasta que las pasan por
una prensa para escurrir el agua. Después se dejan secar a la sombra.
“Una vez están secas se alisan y con eso termina el proceso
de elaboración”, comenta A. Malini, de 50 años, trabajadora en Maximus Ltd. desde
que su origen. “Comencé en la sección de elaboración, pero tras 23 años he
pasado por todas las áreas”, dice entre risas atenta al planchado de hojas.
“Hoy soy la responsable del producto final y superviso todas las etapas desde
el alisado, al corte y el acabado final según las peticiones del cliente”.
Al final de la cadena empieza un minucioso proceso, el de la
manufacturación del papel. Más de 30 personas trabajan en cadena en esta fase
en la que todo se hace a mano: unos cortan, otros crean pequeños detalles con
moldes, otros pegan, otros juntan las piezas, otros pintan. “Cada producto
final, ya sea tarjetas de felicitación, cuadernos, blocs de notas, cajas,
libretas, libros, papelería corporativa, tarjetas de visita, menús de
restaurantes o marcos de fotos es único, ya que está hecho a mano”, dice
satisfecho Wibhata.
Sanjara Kumara se encuentra en el almacén, rodeado de cajas
grandes de cartón, preparando un envío de marcos de fotos para un cliente de
Japón, en Hiroshima. “Nuestro principal comprador es Estados Unidos, a quien
enviamos tres contenedores con unos 30.000 productos cada tres meses”, cuenta
Sanjara. “Japón fue el primero, pero ya no adquiere tanto”, se lamenta. “De
Europa cada vez tenemos más pedidos, actualmente enviamos unos tres contenedores
al año a Italia”. Sanjara tiene 40 años, es el supervisor de la sección de
embalajes y uno de los tres trabajadores que han pasado por todas las áreas de
fabricación artesanal del papel.
Actualmente la empresa acaba de ampliar el negocio y ha
habilitado una planta de reciclaje de tetrapack, siguiendo con su filosofía de
negocio eco-friendly, que empezó a producir
en abril. “La idea es producir bolsas de papel para extender su uso y retirar
las de plástico”, dice Wibhata. Con el papel a base de excrementos de elefante
no pueden hacerlas, ya que el material se rompe fácilmente. “Seguimos apostando
por la conservación de nuestro entorno y trabajaremos siempre en esa línea,
aunque no recibamos ninguna ayuda por parte del Gobierno”, se queja Wibhata.
“Desgraciadamente, en estos tiempos no está preocupado por el medio ambiente”.
Etiquetas: Innovando que es gerundio
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