Tuberculosis: 4.400 vidas al día
(Un texto de Jesús Gonzalo Asensio en el suplemento Tercer Milenio del Heraldo de Aragón del 9 de abril de 2019. Más interesante al ser un texto pre-COVID.)
Tuberculosis suena a poeta romántico del siglo XIX, pero también es presente: mientras lees este artículo, tres personas morirán a causa de esta enfermedad. La actual vacuna contra la tuberculosis, BCG, cumplirá 100 años en 2021 y no ha resultado todo lo eficaz que debería para controlar la que es hoy la enfermedad infecciosa más mortal: cada año se cobra la vida de más de 1,6 millones de personas. La tuberculosis ha matado a más personas que ninguna otra enfermedad infecciosa. En los últimos 200 años se ha cobrado mil millones de vidas.
¿QUÉ ES LA TUBERCULOSIS? La tuberculosis es una enfermedad infecciosa causada por una bacteria, Mycobacterium tuberculosis, denominada también bacilo de Koch, en honor de su descubridor. Esta bacteria afecta principalmente a los pulmones, aunque puede a afectar otros órganos. La tuberculosis se transmite entre personas a través del aire. Cuando un enfermo tose, estornuda o simplemente habla, expulsa bacilos tuberculosos. Basta con que una persona sana inhale unos pocos bacilos para resultar infectada. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que cerca de 2.700 millones de personas, casi la cuarta parte de la población mundial, están infectadas por el bacilo de la tuberculosis, lo que supone un enorme reservorio. A partir de aquí pueden ocurrir dos cosas: puede desarrollarse la enfermedad (en un 5% de los casos) o bien el sistema inmunológico controla la infección y protege contra nuevas infecciones del bacilo. La infección puede permanecer en este último estado, denominado latente, durante muchos años, con el peligro de reactivarse a lo largo de la vida de la persona cuando el sistema inmunitario falla o se debilita. Se calcula que un 5% de los casos de la enfermedad se deben a una reactivación de la tuberculosis latente.
¿POR QUÉ LA TUBERCULOSIS SIGUE PROVOCANDO 4.400 MUERTES CADA DÍA? La tuberculosis es la enfermedad infecciosa que más muertes causa en el mundo, superando al sida. En el control de la tuberculosis nos encontramos tres grandes enemigos. Por un lado, la co-infección con el VIH daña unos componentes del sistema inmunitario (llamados linfocitos T CD4) que son fundamentales para controlar la infección por M. tuberculosis y esta inmunodeficiencia aumenta enormemente las posibilidades de desarrollar la enfermedad tuberculosa. Por otro lado, la tuberculosis es una enfermedad asociada a la pobreza. El hacinamiento favorece la diseminación de la enfermedad y la malnutrición tiene un impacto negativo en el correcto funcionamiento del sistema inmunitario. Por último, la aparición de brotes de M. tuberculosis resistentes a los antibióticos dificulta o imposibilita su tratamiento y favorece la diseminación de bacilos resistentes entre la población. Ante esta perspectiva, la estrategia más segura es prevenir la enfermedad mediante la vacunación.
¿POR QUÉ SE LLAMAN ‘VACUNAS’? Las vacunas entrenan a nuestro sistema inmunológico para que sea capaz de crear defensas contra microorganismos patógenos. Así, en futuros contactos con esos patógenos estaremos prevenidos, pues tendremos preparado nuestro arsenal inmunológico para eliminar la infección. Pero, ¿de dónde procede el término ‘vacuna’? ¿Qué hito científico hay tras este nombre? El médico inglés Edward Jenner observó que las personas que se infectaban con la viruela de las vacas, no enfermaban y, de alguna manera, estaban protegidos contra la mortal viruela humana. Así, el 14 de mayo de 1796, Jenner tomó una muestra de una pústula procedente de una lechera que se había infectado con la viruela vacuna y la inoculó a un niño de 8 años llamado James Phipps. El 1 de julio siguiente inoculó nuevamente a James, pero esta vez con una muestra de un enfermo de viruela. El niño no enfermó y Jenner demostró la acción preventiva de la vacuna contra la viruela humana. Así, el término ‘vacuna’ hace referencia al microorganismo causante de la viruela en vacas y utilizado en las preparaciones originales de Jenner.
¿CÓMO HA CONTRIBUIDO ESPAÑA EN LA HISTORIA DE LAS VACUNAS? Es muy común escuchar que los españoles llevaron la viruela al Nuevo Mundo tras el descubrimiento de América, lo que ocasionó innumerables muertes entre la población indígena que estaba desprotegida contra una enfermedad desconocida. Sin embargo, es mucho menos conocido el hecho de que en 1803 dos españoles, Francisco Xavier Balmis y José Salvany, iniciaron una expedición para distribuir la vacuna inventada por Jenner, no solo en el Nuevo Continente, sino también en Filipinas y China. Así la expedición filantrópica de Balmis y Salvany constituyó la primera campaña de vacunación masiva de la historia y el primer paso hacia la erradicación de la enfermedad a finales del siglo XX.
¿CÓMO SE IDENTIFICAN LOS MICROORGANISMOS CAUSANTES DE LAS ENFERMEDADES INFECCIOSAS? Una enfermedad infecciosa está ocasionada por virus, bacterias o parásitos que son organismos solo visibles al microscopio. Entonces ¿cómo podemos saber cuáles de estos microorganismos nos causan una enfermedad? El médico y microbiólogo alemán Robert Koch (1843-1910) enunció los ‘postulados de Koch’, cuatro principios que vinculan microorganismos específicos a enfermedades concretas:
1) El microorganismo se debe encontrar en todos los organismos que padecen la enfermedad, pero no debe estar presente en organismos sanos.
2) El microorganismo debe aislarse de un organismo enfermo y cultivarse en un cultivo puro.
3) El microorganismo cultivado debe causar enfermedad cuando se introduce en un organismo sano.
4) El microorganismo debe volver a aislarse del organismo inoculado y enfermo, y debe ser idéntico al microorganismo causal original.
Utilizando estos principios, Koch identificó los agentes causantes de la tuberculosis, el cólera y el ántrax. Otros microbiólogos de finales del siglo XIX siguieron las mismas pautas para identificar un gran número de microorganismos causantes de las principales infecciones. En la actualidad estos postulados siguen siendo fundamentales en la microbiología médica y en la investigación. Aprovechando estos conocimientos históricos, hoy utilizamos métodos moleculares que detectan ciertos componentes de los microorganismos de una manera rápida y precisa en los laboratorios. Así, la medicina y la investigación van de la mano para obtener diagnósticos certeros y desarrollar tratamientos eficaces.
¿HABRÁ VACUNAS PARA TODAS LAS ENFERMEDADES CONTAGIOSAS?
LA CIENCIA SIGUE HACIÉNDOSE PREGUNTAS
En la actualidad contamos con 26 vacunas para prevenir enfermedades tanto de origen bacteriano como vírico. Sin embargo, algunas tan comunes como las causadas por los virus del resfriado o de la gripe se resisten a ser prevenidas con una vacuna, ya que poseen un alto grado de variación, por lo que las vacunas existentes siempre van por detrás de las cepas activas. Otras pueden dar lugar a epidemias o pandemias mortales como, el ébola, Marburg, SARS, MERS, Nipah, la fiebre Lassa, la fiebre del valle del Rift, Chikunguña, el Zika o la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo. Actualmente, se investigan vacunas contra las tres enfermedades infecciosas más letales: la tuberculosis, el sida y la malaria. Incluso si las vacunas actualmente en investigación llegan a la población, tenemos que garantizar el efecto ‘inmunidad de grupo’, por el cual una alta proporción de personas vacunadas evitan que una minoría de personas no vacunadas puedan ser infectadas. Por ello, tenemos que luchar contra un enemigo tan peligroso como las enfermedades infecciosas: los movimientos antivacunación.
¿QUÉ ES LA ENFERMEDAD X? La inclusión de la denominada enfermedad X en las listas de enfermedades contagiosas sin vacuna, un supuesto todavía inexistente, responde a la voluntad de los científicos de prepararse frente a lo desconocido. Así, de acuerdo con la OMS, la hipotética enfermedad X «representa la consciencia de que un agente patógeno actualmente desconocido podría causar una epidemia internacional grave». La peste negra que asoló Europa en el siglo XIV o la gripe de 1918 podrían haber sido ejemplos de enfermedad X en su día. Este concepto nos hace reflexionar sobre la capacidad de los microorganismos de evolucionar por caminos sorprendentes. Al fin y al cabo, ellos habitan el planeta desde hace más de 3.400 millones de años y han demostrado estar más adaptados que nosotros.
LA ACTUAL VACUNA CONTRA LA TUBERCULOSIS
La vacuna contra la tuberculosis que se emplea en la actualidad es el Bacilo de Calmette y Guérin, más conocida por sus siglas BCG, que hacen honor a sus descubridores. Su origen data de 1921. Esta vacuna se preparó a partir de Mycobacterium bovis, que es la bacteria causante de la tuberculosis bovina. Mediante 230 cultivos sucesivos durante 13 años en el laboratorio, el bacilo terminó perdiendo su virulencia. Esto ocurrió debido a una especie de evolución darwiniana, en la que M. bovis perdió los genes necesarios para causar la enfermedad, por no necesitarlos en ausencia de hospedadores a los que infectar durante su cultivo en el laboratorio. Así, la vacuna BCG no causaba la enfermedad, pero conservó su capacidad para entrenar el sistema inmunológico. Sin embargo, la vacuna BCG no ha resultado completamente eficaz en la lucha contra las formas respiratorias de tuberculosis, ya que no protege frente al desarrollo de la tuberculosis pulmonar, que es responsable de la transmisión de la enfermedad. Además, la respuesta inmunológica conferida por BCG no perdura el tiempo deseable y los adolescentes que fueron vacunados cuando eran niños ya no están protegidos.
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