Anecdotario
(Leído en un folleto -El Barrio del siglo XXI- de febrero de 2009)
ALBARDA SOBRE ALBARDA.— El físico Albert Einstein, Nobel de física en 1912, fue presentado a la actriz más famosa de su tiempo, Mary Pickford, en un banquete dado por la alta sociedad neoyorquina. Como el sabio no estaba al tanto de pormenores cinematográficos, ni la estrella lo estuviera del mundo de las ciencias, ambos personajes eran entre sí perfectos desconocidos. Einstein se acercó a la Pickford y le habló de pintura creyendo que sería una famosa artista; la Pickford respondió ofendida: "Ya sé, ya sé que los diplomáticos de Hitler como usted lo ignoran todo fuera de la política, señor Einstein".
EL CHOCOLATE: UN AFRODISIACO.— En la primera mitad del siglo XVI ya tenía reputación de afrodisíaco el chocolate. El cronista Bernal Díaz del Castillo escribe, referido a Moctezuma, que este soberano mejicano "solía, después de comer, tomar chocolate en vaso de oro con el fin de estar más apto para entregarse a sus concubinas". Debido a su condición afrodisíaca los predicadores fustigaban desde el púlpito su consumo y se extendió la idea de que era perjudicial para la salvación de las almas, creencia iniciada en América Central, donde se aducía que consumir chocolate era tanto como llamar al diablo y predisponer las almas a la tentación, por lo que se recomendó abstenerse de su consumo a menos que se tuviera más de sesenta años, edad considerada ajena a las tentaciones de la carne. Sin embargo, resulta curioso que fuera en los conventos españoles donde más favor tuvo el producto.
NO ES LO MISMO.— El político Antonio de los Ríos Rosas, siendo presidente del Congreso en 1863, se quedó dormido en su escaño; un diputado le despertó diciendo: "Don Antonio, estaba usted dormido". A lo que el gran orador contestó: "No; estaba durmiendo". Como se le dijera que era lo mismo dormido que durmiendo, contestó: "No lo crea; no es lo mismo, como tampoco lo es estar bebido que estar bebiendo". Remedando esta, anécdota se cuenta de Camilo José Cela que siendo senador por designación real se durmió en el Senado y habiéndosele hecho una observación análoga, contestó: "No es lo mismo, como tampoco lo es estar jodido que estar jodiendo", si bien este último caso no es cierto, correspondiendo al vasto repertorio de las Leyendas urbanas.
GRAN PRESENCIA DE ANIMO.— Curiosa anécdota la protagonizada por Saturnino Esteban Collantes, político y escritor, que fue ministro en los primeros lustros del siglo XX. Pronunciaba un discurso ante el Senado y como quiera que no tuviera bien ajustados los tirantes, se desabrocharon y éstos dieron con el pantalón en el suelo. La carcajada fue general. No se le turbó el ánimo ni se le mudó el semblante al personaje, que continuó impertérrito mientras recomponía su atuendo; una vez en orden, dijo a modo de salvedad: "Y ahora, puestas las cosas en su sitio, les seguiré diciendo..."
Etiquetas: Culturilla general
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