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jueves, marzo 9

La primera carta puebla de Castilla

(Un texto de Luis Reyes leído en la revista Tiempo del 19 de octubre de 2017)

Brañosera, 13 de octubre de 824. El conde Munio Núñez declara hombres libres a los foramontanos bajados de la Montaña para poblar Brañosera, y les otorga el primer fuero castellano.

Un desierto surgió durante el siglo VIII en tierras de los Campos Góticos, donde la cordillera cantábrica decae en la depresión del Duero. No fue la sequía ni la erosión, no fue la naturaleza sino el hombre quien creó el Desierto del Duero, en lo que Sánchez Albornoz considera el primer designio estratégico del largo proceso histórico donde se forja España, la Reconquista.

Convencionalmente se fija el inicio de la Reconquista en la batalla de Covadonga (722), cuando el caudillo godo Don Pelayo venció a los musulmanes y se proclamó rey de Asturias. Tanto la batalla como su protagonista están rodeados de leyenda, pero no son legendarios, sino históricos. Existió un Don Pelayo rebelde al poder musulmán, tanto según las primeras Crónicas asturianas como según las árabes. Y se produjo un encuentro entre los Picos de Europa, cerca de Cangas de Onís, que desde luego no fue la enorme victoria sobre los moros que pretenden los cronistas asturianos, pero en todo caso aseguró la supervivencia de los rebeldes en las montañas de Asturias.

En los primeros tiempos se trataba solo de eso, de sobrevivir. La historiografía árabe cita “al pérfido bárbaro Belay” (Pelayo), que con solo 30 hombres y 10 mujeres mantenía su rebeldía en las montañas alimentándose de la miel silvestre de las rocas. El historiador Al-Maqqari dice que se decidió abandonar a su suerte a aquella treintena de “asnos salvajes”, el caso es que la situación periférica y lo agreste del territorio jugaron a favor de ese núcleo independiente del emir de Córdoba, que poco a poco fue asentándose e inició una lenta expansión. En principio no fue hacia el Sur, donde estaban los moros, sino por Cantabria, de donde procedían Don Pelayo y los primeros reyes asturianos, y también por Galicia, y con el tiempo la capital del reino se iría trasladando de Cangas de Onís, a Pravia, a San Martín del Rey Aurelio y, por fin, casi un siglo después de Covadonga, a la definitiva sede de la monarquía asturiana, Oviedo.

Toda nueva nación necesita imperiosamente que aumente su población. A las montañas asturianas habían ido llegando refugiados, clérigos, caballeros o campesinos que no querían vivir bajo el dictado musulmán, pero ya el tercer soberano de Asturias, Alfonso I, que reinó entre 739 y 757, tomó medidas contundentes para incrementar su demografía. Alfonso, al que apodaron el Católico, protagonizó numerosas incursiones en las poblaciones al sur de Asturias en las que saqueaba, destruía, “mataba a los árabes a la espada y se llevaba a los cristianos” a Asturias, según relata la Crónica Rotense.

La política de Alfonso I fue creando una franja de territorio vacío de habitantes, con las poblaciones arrasadas y los campos sin cultivar, el Desierto del Duero, que tenía además una importante función defensiva. El emir de Córdoba podía levantar imponentes ejércitos, pero no podía enviarlos contra Asturias porque la zona desértica no podía alimentar a un contingente numeroso, y no existía entonces la logística necesaria para prescindir del aprovisionamiento sobre el terreno. Así, el poder musulmán siguió ignorando a los “asnos salvajes”, que mientras tanto se multiplicaban e iban extendiéndose, hasta que llegó un momento en que en vez de despoblar una franja defensiva, los reyes cristianos se sintieron lo bastante fuertes como para repoblar las tierras desiertas.

Foramontanos

In Era DCCCLII exeierunt foras montani de Malacoria et venerunt ad Castella” (En la Era 852 [año 814] salieron los foramontanos de Malacoria y vinieron a Castilla). Así, de forma tan simple, en un par de líneas, relatan los Anales Castellanos Primeros lo que podríamos considerar el nacimiento de Castilla, el reino que sería hegemónico en la península ibérica y alrededor del cual se formaría España. Los Anales Castellanos Primeros son una cronología que abarca del año 618 al 939, redactada a mediados del siglo X. Cada “noticia” es muy escueta: la primera habla de la aparición de Mahoma; la segunda, de la invasión árabe de España; la tercera es la que hemos transcrito más arriba. Están escritos en latín medieval, y el término “foras montani” que emplea se interpreta como la gente que había dejado la Montaña, es decir, Cantabria, donde se encuentra Malacoria (hoy llamada Mazcuerras). Es decir, que los montañeses cántabros comenzaron a repoblar Castilla.

Pero faltaba un elemento, además de esa población foramontana, para generar la esencia de Castilla, y eran los fueros, las libertades de los castellanos. Solamente 10 años después de la anterior fecha, el conde Munio Núñez otorgó a los foramontanos que habían poblado las tierras de Brañosera, en el límite de Palencia, la condición de “hombres libres”, consagrada formalmente por el Fuero de Brañosera, la primera Carta Puebla de Castilla. En Brañosera se formó por tanto un poder local que se considera antecedente de la organización municipal, por eso se ha atribuido el título de “primer ayuntamiento de España”.

Mientras en el resto de Europa las antiguas estructuras de propiedad romanas eran sustituidas por el feudalismo, en Castilla se formaba un país de hombres libres y poseedores de sus tierras, pues solamente así se podía lograr que la gente abandonara la seguridad de la Montaña cántabra y bajase a la frontera, primera línea de una guerra secular donde junto al arado había que tener presta la lanza, pues en cualquier momento podía llegar la aceifa, la incursión de los moros.

Cuando el conde de Castilla Fernán González, biznieto de Munio Núñez, se convirtió en el primer soberano castellano, confirmó el Fuero de Brañosera, aceptando así el sistema de libertades para el nuevo Reino de Castilla. Además, Fernán González siguió dando cartas pueblas a las tierras que iba repoblando. Tras conquistar en 940 Sepúlveda, una posición extremadamente expuesta a las incursiones enemigas, para atraer pobladores dispuestos a convivir con el peligro le otorgó el famoso Fuero de Sepúlveda, que sería el modelo de los fueros castellanos.

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