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sábado, agosto 5

Los niños que murieron en el otro 'muro' de Berlín

(Un texto de Manuela Gimenez en el XLSemanal del 10 de noviembre de 2019)

Estaban jugando y cayeron al río Spree, frontera entre Berlín oriental y occidental. Mucha gente los vio, pero nadie se lanzó a salvarlos por miedo a los disparos de los soldados de la RDA. Unas placas recuerdan el drama de estos niños ahogados cuando se cumplen 33 años de la caída del Muro de Berlín.

Cengaver Katranci, de 8 años, tiraba migas de pan al río para los patos y cisnes. Perdió el equilibrio y cayó al agua. No sabía nadar. Su amigo corrió por la orilla suplicando ayuda a un pescador que se encontraba cerca del puente de Oberbaum. Pero el pescador no hizo nada: le dio miedo que le dispararan.

Esta tragedia tuvo lugar en el río Spree en octubre de 1972. Entonces, el río era frontera entre Berlín occidental y oriental. Era otro 'muro'. Por eso, el pescador no se atrevió a ayudar al pequeño: había soldados de la RDA, lo podían haber matado creyendo que ayudaba a huir a un fugitivo.

Nadie se arriesgó a ayudar a Cengaver. Cayó al agua desde el lado occidental de Berlín, pero el canal central del río pertenecía al otro bando. Estremece de espanto leer sobre aquel suceso en la prensa de entonces. Muchas personas vieron cómo este niño de 8 años se ahogaba y nadie intentó salvarlo. Y no fue el único que murió en el río Spree. En ese, mismo tramo del río a orillas del barrio de Kreuzberg se ahogaron otros cuatro chicos que cayeron al agua mientras jugaban: Andreas Senk, de 5 años, en 1966; Siegfried Kroboth, de 5, en 1973; Giuseppe Savoca, de 6, en 1974, y Cetin Merk, que cumplía los 5 el día de 1975 en que se ahogó.

Hoy, desde esa orilla se ven restos del Muro de Berlín, reducido a decorado para fotos. En 1972 había allí torres de vigilancia. Sobre el puente de Oberbaum había soldados. Aquello era una frontera en la que se moría.

Tres minutos después de que Cengaver cayera al agua, pasaron por allí un buque cisterna y un barco de los bomberos de Berlín oriental. Ya se habían congregado allí varios berlineses del oeste, que pidieron ayuda a gritos a los dos barcos. La lancha de los bomberos se detuvo un rato y continuó su marcha. Diez minutos después llegaron los primeros vehículos de los bomberos de Berlín occidental con dos buzos, que se quedaron esperando preparados para actuar, pero sin permiso para entrar en el agua. Un policía de Berlín oeste fue al puente de Oberbaum, por donde discurría la frontera, para negociar con un oficial del Ejército Popular de la República Democrática Alemana (RDA), ya que no había una comunicación telefónica directa entre los bomberos de Berlín este y Berlín oeste. El oficial de la RDA dijo que el rescate era responsabilidad suya, y pidió una lancha de salvamento. Tardó una hora más en llegar. El niño, agotado de bracear, entonces había desaparecido bajo el agua.

Mientras, se había concentrado más gente en la orilla de Kreuzberg. Por el Spree se movían varias embarcaciones de la Alemania comunista, pero no estaban equipadas para realizar rescates. El jefe de Policía de Kreuzberg intentó comunicarse con los oficiales del este usando un megáfono: «Propongo que actúe nuestra gente mientras llegan sus buzos», dijo. Los de la RDA no respondieron.

Uno de los bomberos de Berlín occidental era Klaus Abraham. «Nos dieron instrucciones claras: ‘¡No podéis entrar!'. Y ahí estábamos, esperando sin hacer nada. La gente nos gritaba que éramos unos cobardes», cuenta.

En torno a una hora y media después de que el niño cayera al río, dos soldados de fronteras de la RDA sacaron el cuerpo de Cengaver del agua y lo subieron a una barca. Pudieron haber llevado el cadáver a la orilla de Kreuzberg, estaban a pocos metros, pero dieron la vuelta y se llevaron el cuerpo al otro lado. La madre del niño, limpiadora de un hospital de la parte occidental, tuvo que ir a la zona oriental a reconocer el cadáver.

¿Habrían disparado los soldados de la RDA si alguien hubiera saltado al agua a ayudar? «Era imposible saberlo», dice Gerhard Sälter, de la Fundación Muro de Berlín. Había antecedentes que explican el temor a intervenir. En 1953 murió Wolfgang Röhling, un chico de 15 años. Había ido a bañarse con sus amigos. Querían saltar al agua desde la orilla occidental, pero hombres uniformados los conminaron desde el este a no hacerlo. Los jóvenes se burlaron de ellos y tiraron piedras al agua. Sonó un disparo y la bala acertó a Wolfgang Röhling en la cabeza.

Más o menos en el mismo sitio fue abatido en 1966 Paul Stretz, de 31 años. Se zambulló a pesar de que sus compañeros lo advirtieron de que era peligroso. Cuando nadaba de vuelta a la orilla occidental, dos soldados de la RDA lo vieron desde una torre de vigilancia y pensaron que era un fugitivo cruzando a la otra Alemania. Dispararon. Cuatro balas alcanzaron a Stretz.

Los ahogos de los niños fueron tan indignantes que dieron pie a una iniciativa política. Funcionarios del oeste se reunieron con representantes de la RDA para negociar qué hacer si alguien volvía a caerse al Spree. Hicieron falta 16 reuniones a lo largo de dos años y medio. Se discutió cada palabra de un acuerdo kafkiano. Si los bomberos del oeste llegaban al lugar del accidente antes que los bomberos del este, podían entrar al agua. Pero esta autorización no era válida para policías, agentes de aduanas o ciudadanos particulares, como el pescador del caso Cengaver. Estas personas primero tenían que intentar ayudar con «el lanzamiento de salvavidas, cuerdas o cualquier medio de rescate». Solo si esas medidas «eran infructuosas», podían lanzarse al agua, pero antes tenían que accionar las recién instaladas 'columnas de salvamento', equipadas con una sirena y luces rojas.

Pero en 1975 se ahogó otro niño, Cetin Mert, de 5 años. Protestaron 1200 personas en la orilla de Kreuzberg. Dos soldados de la RDA que estaban en misión de reconocimiento presenciaron su caída al agua mientras jugaba tirando palos al río. Se recoge en un informe de los archivos de la Stasi. Cetin resbaló y cayó. Los soldados hicieron una fotografía, No pidieron socorro, pese a que había un puesto fronterizo a menos de 200 metros. Cetin se ahogó ante sus ojos en 1975.

En la orilla de Kreuzberg se van a añadir placas en memoria de todos los niños ahogados en el Spree, el otro 'muro' de Berlín.

Nota: En varios casos, bomberos de Berlín occidental y lanchas de la RDA presenciaron la muerte de los niños. Había un riguroso protocolo que les impedía actuar. Giuseppe Savoca, de 6 años, se ahogó en el Spree en 1974. La RDA cobro 54 marcos a su madre cuando recogió su cadáver. Según los últimos datos, en los 28 años del Muro de Berlín murieron a su sombra 138 personas; 31 de ellas no intentaban huir.

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