La mina de Daroca I
(Un texto de Alberto Serrano Dolader en el Heraldo de Aragón del 5 de abril de 2020)
A finales de la Edad Media, Daroca no ganaba para sustos. Hacía siglos que la antigua urbe musulmana, organizada en la ladera del cerro de San Cristóbal, se había quedado pequeña y los nuevos barrios crecieron en lugares de peligro. Allá por el XII, la actual calle Mayor se planificó siguiendo el curso natural por el que discurría una barranquera (la Fondonera, la llamaban). De tarde en tarde, imprevisibles pero ciertas, las avenidas torrenciales de las tormentas enfilaban su aluvión de catástrofes por esa vía principal, salida natural de los aguaceros ocasionales para tributar en el Jiloca. Su discurrir arrasaba con todo en una población muy concurrida por su dinamismo ferial y económico. La construcción de las bellísimas puertas Baja y Alta supondría un incordio añadido para el libre fluir del agua, que se empantanaba intramuros. Docenas de veces se lloró el desastre.
Se imponía una solución para desviar el torrente de los diluvios por fuera del casco urbano. Y se acometió una obra de ingeniería titánica, el cerro de San Jorge fue atravesado por un colosal túnel cuyas medidas en metros son las siguientes: 550 m de longitud, 9,5 de altura media y 6 de anchura promediada, a los que habría que añadir una excavación a cielo abierto de 360 m de largo (según quien mida hay discrepancias, yo me he fiado de lo que publicó en 1987 Fuertes Marcuello en la `Revista de Obras Públicas'). En el siglo XVI, poco menos que a pico y pala, se moverían unos 100.000 metros cúbicos de tierra y piedras. Jtmcá Ubierna, ingeniero de caminos, justifica el topónimo: «Todos conocen esta obra como 'La Mina'. Mina es la palabra utilizada desde antiguo en español para designar un paso subterráneo abierto artificialmente. De ahí que las crónicas de tiempo atrás no hablaran de 'atravesar el túnel' sino de `pasar la mina': queda patente la fuerza expresiva de las palabras». (Aragón', junio 2015).
Los perforadores comenzaron a atacar el túnel por los dos lados en 1555 (las fuentes no coinciden en el día: 26 de julio, 10 o 20 de septiembre). Las cuadrillas se encontraron en mitad de la montaña en 1560 (a unos leo que el 7 de febrero, a otros que el 7 de septiembre). No menos de 40 personas en el tajo, a veces hasta 75.
El medievalista José L. Corral considera que la Mina de su pueblo ha llegado a «convertirse en un símbolo verdaderamente mítico para los darocenses, hasta tal punto que 'pasar la Mina' supone algo más que un simple paseo, un auténtico encuentro con el pasado y con la Historia de la ciudad». Casi un rito iniciático de juventud.Etiquetas: Sin ir muy lejos
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