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miércoles, junio 28

‘Máster’ en limpieza

(Un texto de Laura Requejo en la revista Mujer de Hoy del 19 de enero de 2019)

Se nos ocurren muchas razones para que te tomes en serio tu rutina de higiene facial. Sobre todo ahora que gelatinas, mieles, aceites y bálsamos te lo ponen tan fácil. Te damos todas las claves para elegir bien y usar mejor estas nuevas herramientas desmaquillantes.

El algodón no engaña. Y tú sabes que cuando lo pasas por tu rostro al final del día no sale sucio, sino mugriento. Hay una larga lista de razones para explicar ese altísimo nivel de suciedad. Si vives en una ciudad, estás sometida a la esclavitud de la contaminación: metales pesados, ozono troposférico, dióxido sulfúrico, óxido de azufre, monóxido de carbono… Son todo micropartículas tóxicas que aumentan la producción de esos radicales libres que oxidan tu piel, producen manchas y aceleran el envejecimiento.

¿A salvo en tu hogar?

Pero incluso cuando pasas el día en casa estás sometida a la dictadura de la polución. Los humos de la cocina, los compuestos orgánicos volátiles de aparatos y productos nuevos, las partículas en suspensión procedentes de calefacciones y aires acondicionados... La lista es larga y perturbadora. Y a ella se une el proceso natural de la piel: del sudor a la producción de sebo (que se oxida sobre los poros), sin olvidarnos de la acumulación de células muertas. Todo ello puede acabar desequilibrando tu bioma cutáneo particular, esa flora bacteriana que se encarga de que la superficie se mantenga saludable y de que la barrera natural de protección se dedique, precisamente, a protegerte de agresiones externas. Resumiendo: no limpiarte la cara es el mayor error que puedes cometer. Pero, ¿olvidarte de eliminar el maquillaje? Eso es un sacrilegio. Porque las siliconas y emolientes de las bases no solo bloquean los poros, también interrumpen el proceso natural de regeneración de la piel y degradan el colágeno. Y eso te puede echar hasta 10 años encima.

AGUA MICELAR, fácil y efectiva

No se nos ocurre nada más fácil que empapar en ella un disco de algodón (o una toalla de tocador, un gesto mucho más sostenible) y pasarla por la cara para acabar con todo: suciedad, maquillaje, sebo... Pero seguro que lo estás haciendo mal. No hay que frotar, sino presionar contra la piel. Las micelas que contiene funcionan como un imán con los residuos y si arrastras, no dejas que estos se adhieran a ellas. Otro punto a su favor es que puedes saltarte el aclarado si el agua del grifo te irrita. Aunque es mejor hacerlo para liberar la piel de los conservantes y excipientes del producto.

LECHE LIMPIADORA, el nuevo clásico

Es perfecta para esas pieles mixtas y rebeldes de nuestros tiempos que un día se sienten deshidratadas y al siguiente explotan como una bomba de grasa. Las leches son suaves y delicadas con las zonas frágiles (labios y contorno de ojos). Y lo mejor es que las nuevas formulaciones se toman en serio los ingredientes bio. Se trabajan directamente con los dedos sobre el rostro mediante masajes circulares sin presiones excesivas y se aclaran con agua. Pero es mejor que esté solo ligeramente templada (demasiado caliente erosiona la capa hidrolipídica, demasiado fría no elimina bien los residuos del producto).

Pásate ya a los BÁLSAMOS

Son como un cálido abrigo para tu piel en invierno. Sus texturas densas lo diluyen todo y se transforman, como por arte de magia, en líquidos lácteos de fácil aclarado cuando los trabajas en profundidad. Requieren un masaje que va a servirte para activar la circulación sanguínea (cuidado si tienes rojeces). ¿Cómo hacerlo? Presiona bien con los dedos haciendo círculos desde el centro hacia el exterior de las mejillas y dibujando una fuente en la frente desde el entrecejo hacia las sienes. El truco para evitar irritaciones cuando tienes la piel sensible o muy seca es aclararlo con una toalla o un tejido dé muselina empapado en agua micelar.

ESPUMAS, detox intensivo

Son el Santo Grial de las pieles grasas con tendencia al acné y la irritación. Y también la forma más efectiva de acabar con el exceso de sebo sin efecto rebote. Las formulaciones actuales tienen esto muy en cuenta. Por eso carecen de jabones agresivos y proponen texturas de alto poder purificante, pero, al mismo tiempo, ultrasuaves y muy originales. Como la miel de Lancóme o la crema untuosa de Lierac (ambas se convierten en espuma en contacto con el agua).

Hazte adicta a los ACEITES

El maquillaje actual, trufado de capas y capas de bases y prebases, de contouring y strobing tenaz, de sombras inamovibles y de máscaras waterproof, requiere una limpieza profunda con activos capaces de disolverlo todo. Y solo los aceites pueden conseguirlo. La razón es un proceso natural denominado lipofilia, que describe el fenómeno por el que las moléculas oleosas se sienten atraídas por otras afines y consiguen degradar su estructura con facilidad. Todo ello, sin mermar los niveles de hidratación de tu piel.

GELES, texturas refrescantes

A ligeros no los gana nadie. A efectivos, tampoco. Porque las nuevas opciones en textura gelatina suelen combinar lo mejor de diferentes mundos. Como los formatos en gel repletos de micelas que aseguran una higiene total sin perder ni un ápice de hidratación. Se pueden trabajar con los dedos, como las leches y los bálsamos, o aplicarlos con algodón. Y el efecto frescor que garantizan es ideal para pieles jóvenes.

GEOGRAFÍA DEL ROSTRO IMPOLUTO

Desmaquíllate como las coreanas - Ya sabes que son muy rigurosas con su ritual de belleza. Por eso las instigadoras de la doble limpieza no podían conformarse con lo mínimo. Así, a un desmaquillado con aceite le sigue otro con agua micelar. Y para reequilibrar el pH nunca se saltan el tónico.

Envidia (y copia) a las francesas - Las reinas del chic sin esfuerzo cuentan con sus propios clásicos de culto para el desmaquillado. Entre ellos no les falla nunca la Lait-Créme Concentré de Embryolisse y el Eau de Lait de Collosol, con fans y adictas que van de Vanessa Paradis a Marion Cotillard.

Aprende de la minuciosidad de las japonesas - Su higiene requiere hasta cinco pasos en un ritual de belleza que se alarga hasta más de 10. Son gestos que se llevan a cabo con calma, suavidad y espíritu zen. Eso sí, sus pieles de porcelana prefieren las cremas ricas y los productos delicados.

Toma nota de lo que hacen las suecas - Acostumbradas a una climatología adversa que juega siempre en contra de sus pálidos y sensibles rostros, las escandinavas ponen más énfasis en los ingredientes que en las texturas. Y prefieren activos naturales capaces de reforzar las defensas de la piel.

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