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miércoles, junio 14

Zaragoza desconocida: Bomberos – más que un foso de buceo

(Un texto de A. Cortés en el Heraldo de Aragón del 12 de octubre de 2013)

En tres décadas, Bomberos ha visto crecer su foso: ahora es lugar para la Federación de Natación, la Escuela Waterpolo Zaragoza, los submarinistas y la Fundación San Valero.

En su interior está el corazón, que lo mantienen vivo unos profesionales. que en durante tres décadas han elevado a su máxima expresión la «vocación de servicio y capacidad de trabajo en equipo». Hace 30 años que el foso de buceo del Parque de Bomberos número 1 se presentó como un espacio que colmaba las necesidades de la Unidad de Buceadores de Bomberos de Zaragoza, fundada un año antes, en 1967. Luis Zapatero Vicente fue el primer profesor de una sección que aunaba, entonces, a ocho jóvenes especialistas qué crecieron en su preparación en una instalación modélica en su tiempo. «Este foso fue tercero del país ubicado en un Parque de Bomberos que tuvo una compañía de buceadores», recuerda con orgullo Zapatero.

Ocho ventanas se dibujan en la estructura, que para sus habitantes siempre ha sido un lugar de instrucción. Aunque el paso de los años, y las «circunstancias» derivaron en su voz popular: piscina de Bomberos. En 1980 comenzó la construcción del nuevo Parque Central, ubicado en una de las principales arterias de la ciudad, la calle Valle de Broto. Inaugurado en 1983, por el que fue ministro de Interior José Barrionuevo, estaba dotado de todos los últimos adelantos técnicos del momento, que pusieron al Cuerpo de Bomberos en la vanguardia española. En el bloque 4, junto con el Pabellón polideportivo y el gimnasio, se levantó la joya. «Augusto García, jefe de bomberos de Zaragoza de entonces y arquitecto, diseñó todo el Parque y me pidió la opinión de qué características tendría que tener el foso. Y como era el responsable de la unidad de buceo pedí lo que creía que era necesario para poder formar a los profesionales: que tuviera una profundidad de cinco metros y que hubiera varias tomas de visión de exterior para controlar a los buceadores. Tardaron mes y medio en llenarlo de agua. Fue todo un acontecimiento. Era el primer foso de natación de Zaragoza y Aragón», relata Luis Zapatero.

En sus 36 años de servicio, el primer instructor de la pionera Unidad ha recorrido el pasillo perimetral asomándose a las seis claraboyas diseñadas a lo largo de la pileta, de 25 metros, y a las otras dos que se colocaron en los fondos (12,5 metros de ancho). Desde allí, durante casi cuatro décadas Zapatero ha podido ver desde cualquier rincón cómo crecían sus hombres dentro de esta balsa de agua dulce, lugar de encuentro de especialistas de otras comunidades. «Fuimos unos avanzados. Las inmersiones siempre se han hecho con el equipo completo, por parejas y un cabo guía -cuerda de seguridad-. Los buceadores eran voluntarios que querían formarse en esta profesión. Y de aquí se han ido a dar cursos a otros centros de España», recalca. La Unidad la forman en la actualidad 48 buceadores y un instructor. «Fue un equipamiento fundamental. Daba facilidades para hacer prácticas en cualquier momento sin ir al río Ebro o al Canal. Y estaba en la Base y operativa para las actuaciones de rescate y salvamento acuáticos que se producen», completa Mariano Fontecha, subinspector del servicio de Bomberos de Zaragoza.

Y centro para dar necesidades de servicio a profesionales de otros países. «Recuerdo que en aquella época, los americanos enviaron un equipo de bomberos a Zaragoza. La Base Aérea de Zaragoza tenía características de longitud y climatología que favorecían el que pudiera haber un aterrizaje de emergencia para un transbordador espacial. Así, la NASA estableció que se desplazara a la capital un equipo para hacer prácticas porque este era un espacio único», evoca Luis Zapatero.

A través de la ventana, este profesor ha visto cómo le agua «se ha revuelto demasiado» cuando el foso, «patrimonio de los bomberos», alteró la filosofía con la que nació. «Ante la carencia de instalaciones y pensando que el foso se utilizaba ‘poco', la Federación Aragonesa de Natación, que entonces presidía Rafael Feliz, pidió usarlo. Aunque la Federación contravenía las normas de la Federación Española, que señalaba que el vaso no debía de tener más que dos metros de profundidad para cursillos. Pero el Ayuntamiento, de cara al ciudadano, dijo que sí y se ha llegado a lo que hay ahora. En vez de presionar para que se construyera una piscina deportiva climatizada en condiciones, el foso pasó a ser un lugar para niños y mayores. Y los profesionales han visto limitadas sus horas de trabajo», lamenta Luis Zapatero.

En 30 años, Bomberos ha visto crecer su foso. «Ahora convivimos aquí la Federación Aragonesa de Natación, los chicos y chicas de la Escuela Waterpolo Zaragoza, los miembros de la Federación Aragonesa de Actividades Subacuáticas y personal de la Fundación San Valero. Cuando vio la luz no se hizo para servicio público, pero ha habido que adaptarse a los tiempos y a las necesidades, organizándonos por horas y días. Es la piscina de Bomberos, aunque para nosotros siempre será el foso de buceo», concluye Mariano Fontecha.

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