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miércoles, abril 2

¿Cuánto cuesta una vacuna?

 (Extraído de un texto de Pablo Pardo en Actualidad económica del 31 de mayo de 2020. Hay que recordar que este texto es ya ‘viejo’, pero sigue teniendo información interesante)

Para fijar el precio de las dosis, los laboratorios usan fórmulas que tienen en cuenta lo que estiman que se ahorra la sociedad.

Cuando en 1923 se descubrió el uso de la insulina contra la diabetes, uno de los autores del hallazgo, Frederick Banting, renunció a patentarlo, alegando que, al ser médico, no era ético que se lucrara con ello, y los otros dos, James Collip y Charles Best, vendieron la patente a la Universidad de Toronto por el precio simbólico de un dólar, que hoy serían 13 euros con 66 céntimos.

[…] La vacuna del coronavirus [se ha conseguido en] un tiempo más que récord, porque normalmente se tarda 10 años en encontrar una vacuna. Y, además, es muy caro. Según un estudio publicado en la revista médica The Lancet en 2018, desarrollar una vacuna hasta el momento en que esta es testada en cientos de voluntarios en diferentes localizaciones cuesta entre 1.200 y 8.400 millones de dólares (de 1.100 a 7.700 millones de euros).

Es una cifra relativamente pequeña, porque equivale al gasto del Departamento de Defensa de Estados Unidos en 12 horas (en la estimación más baja) o en cuatro días (la más alta). Pero el problema, en realidad, es el riesgo.

Según un estudio publicado en 2013 en la revista científica PLoS One, el 94% de las investigaciones para encontrar vacunas fracasan.

Ahora bien, ¿qué pueden obtener las empresas a cambio? La revista financiera Barron's daba una cifra [en mayo de 2020]: unas ventas de 10.000 millones de dólares (9.200 millones de euros) solo en el mundo desarrollado. Era un cálculo que se basaba en un precio de 30 dólares por dosis, que es el de la mayoría de las vacunas que se administran en edad infantil en EEUU. Sin embargo, hay vacunas mucho más caras. La que se usa para los dos tipos de virus que causan el 70% de los casos de cáncer cervical en EEUU cuesta 360 dólares (unos 325 euros). Esa cifra supondría una "caja" de más de 110.000 millones de euros para la empresa (o el consorcio de empresas) que consiguiera la vacuna. Las vacunas, además, tienen la ventaja para las empresas de que generan ingresos constantes. Si con la del coronavirus sucediera como con la de la gripe, que necesita ser administrada todos los años, el beneficio sería mucho mayor.

Para fijar el precio de las vacunas, los laboratorios usan fórmulas que tienen en cuenta lo que estiman que se ahorra la sociedad (incluyendo el sistema de salud) con ellas. Por ejemplo, en el caso del cáncer cervical antes mencionado, Merck estima que EEUU pierde cada año 5.000 millones de dólares por esa enfermedad. Pero, si todas las mujeres estadounidenses de entre 11 y 26 años recibieran la inmunización, como recomiendan las autoridades del país, la empresa ingresaría 11.000 millones de dólares.

[…] Hay otros factores. Por un lado, parece obvio que los Estados (incluyendo a EEUU, que no controla el precio de los medicamentos) pongan límites a los precios. Y, finalmente, parece imposible que la vacuna no se entregue a los países en vías de desarrollo a precios reducidos, o que se permita la fabricación de genéricos en esos mercados, del mismo modo que se hizo con los antirretrovirales que combaten el sida. Todo ello limitaría el beneficio de las empresas que descubran la vacuna. Pero nadie cree que vaya a ser un desincentivo para la investigación, por la sencilla razón de que la empresa que comercialice la solución para esta peste del siglo XXI recibirá una inyección de buena imagen que, literalmente, no podrá ser pagada con dinero.

[…] las farmacéuticas son maestras en el arte de extender la vida de sus patentes.

Para ello se sirven de todo tipo de sistemas. Por ejemplo, mantener los mismos principios activos pero cambiando la relación entre ellos, patentando nuevas vías de administración de fármacos (por ejemplo, en vez de inyección, por vía oral) o introduciendo nuevos componentes. Los resultados, a veces, son espectaculares. En Estados Unidos, por ejemplo, el precio de la insulina es de más de 450 dólares mensuales (410 euros). Eso significa que uno de cada cuatro diabéticos está racionando su consumo de esa hormona, pese a que al hacerlo se expone a morir.

La razón es que tres farmacéuticas controlan la producción de insulina en ese país: la francesa Sanofi, la danesa Novo Nordisk y la estadounidense Eli Lilly. Han pasado 97 años desde el descubrimiento de la utilidad de esa horma para controlar la glucosa en la sangre, pero Sanofi y Novo Nordisk siguen manteniendo el control de ese producto porque cambian constantemente la fórmula que comercializan, lo que les permite registrar nuevas patentes. El caso de Eli Lilly es más espectacular: no tiene ninguna patente de la insulina que produce, pero sí de los métodos de administración. Así es como EEUU solo consume el 15% de la insulina del mundo, pero genera el 40% de los ingresos por la venta de ese medicamento.

[…]

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