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domingo, febrero 25

Algunas direcciones en París

 (Sacado de un artículo de ocholeguas.com publicado en 2009)

Decía Coco Chanel que «la moda pasa y el estilo permanece». Lo mismo les ocurre a estas ocho direcciones parisinas que no pasan de moda por mucho que pase el tiempo. Emprendemos un itinerario dedicado a la moda, el arte y la gastronomía, como no podía ser de otro modo en París.

1. El rojo legendario del Plaza Athénée

En esta primera parada no seguiremos los pasos de mademoiselle sino los de monsieur, monsieur Dior, a quien encontraremos en la avenue de Montaigne. A pocos pasos de la Torre Eiffel, la avenida de la moda de París es célebre no sólo por albergar las mejores firmas sino por acoger uno de los hoteles míticos de París, el Plaza Athénée. Sus estancias palaciegas de estilo Luis XVI, Regencia y Art Déco, por las que han pasado desde 1911 un sinfín de personalidades, alternan con algunos de los mejores restaurantes de la capital, donde el afamado chef Alain Ducasse reinventa con imaginación la gastronomía francesa, así como como con dos direcciones imprescindibles: Le Bar, decorado por Patrick Jouin, un lugar que es mucho más que un bar para ver y dejarse ver, y el Dior Institut, uno de los mejores centros de bienestar y belleza del mundo.

2. Universo Vuitton: la modernidad 150 años después

Desde hace 150 años no ha habido mortal que haya podido resistirse a las iniciales de este artesano de Asniéres-sur-Seine por cuya vida se cruzó Eugenia de Montijo para convertirlo en el creador de eternos objetos de deseo. Louis Vuitton jamás habría podido imaginar que sería el niño terrible de moda de finales del siglo XX, un bohemio Marc Jacobs, quien le tomaría el relevo para entrar en el siglo XXI como la marca líder del mundo del lujo.

Su flagship store, una descomunal boutique tan repleta como cualquier museo parisino, alberga las colecciones de Jacobs y las reinterpretaciones de Murakami y otras tantas figuras contemporáneas. Sin embargo, es en el Espace Culturel Louis Vuitton donde se reúnen las últimas tendencias del arte contemporáneo. [...]

3. Saboreando magdalenas, que no las de Proust

Fauchon podría ser el Mejor lugar a donde ir en busca del tiempo perdido, al menos en lo que a delicatessens francesas se refiere. Emplazado en la Place de la Madeleine, justamente donde vivió (en el número 9) Marcel Proust (el autor de la más célebre magdalena de la literatura), Fauchon es desde 1886 toda una institución de la gastronomía gala. Este clásico francés, que en 2004 apostó por la modernidad, es la referencia del lujo alimenticio y el lugar perfecto donde detenerse a desayunar, merendar, comer o cenar. Cualquier momento del día es perfecto para mimar el estómago bien con un tentempié como con una plato elaborado, y, cómo no, para llevarse un souvenir de la capital francesa. Pero no abandonamos todavía la plaza de la Madeleine, que además de la iglesia homónima alberga unos urinarios públicos de lo más artísticos con su estilo Art Déco.

4. Más allá del Louvre, la Pinacothèque

París bien vale una exposición aunque en ocasiones sea misión imposible acceder a sus más importantes museos si el tiempo es escaso. También es cierto que la capital francesa no se agota en el Louvre, el Musée d' Orsay, el Pompidou, o el Quay Branly, de ahí que nos detengamos en la Pinacotèque, en la plaza de la Madeleine [o] en el museo Jacquemart-André, [...]. Vale la pena acercarse hasta este museo emplazado junto a los Campos Elíseos para respirar su atmósfera del siglo XIX y disfrutar de su salón de té, uno de los lugares más bellos de la capital.

5. Una plaza de piedras (preciosas)

La belleza se hizo piedra en la Place Vendome, donde se yergue la columna de Napoleón a modo de emperador Trajano. El aire marcial de esta plaza de sobriedad exultante se suaviza por las joyerías que se suceden bajo sus arcadas, en lo que albergó a los batallones del ejército. Y es que no hay mejor accesorio del poder que una joya. Eso lo entendió muy bien Nitot, el joyero de Napoleón y fundador de la casa Chaumet. Justo encima de esta joyería, en el que es el salón más antiguo de la plaza (se remonta a 1777) se puede visitar la trayectoria legendaria de esta emblemática firma a través de sus afamadas creaciones de piedras preciosas, una viaje por la historia del poder a través de piezas de valor incalculable, por el que pasaron mandatarios pero también, y por caprichos del destino, un moribundo polaco, quien en esta misma habitación que se asoma a la Place Vendome compuso su última (e inacabada) mazurca. Se llamaba Frederique Chopin. Hoy visitar este lugar tan exclusivo que la joyería sólo abre a sus clientes más especiales es posible gracias a compañías como Paris Privé, que organizan visitas alejadas de los tópicos turísticos.

6. La otra casa de Dalí

Si hubo dos artistas que durante toda su existencia esquivaron los tópicos esos fueron Pablo Picasso y Salvador Dalí, cuyas vidas en París se entrecruzaron en el hotel Le Meurice. Allí se casó el genial Pablo con Olga y allí, durante tres décadas, se hospedaba un mes al año el delirante Dalí. Fue éste último quien ha dejado la impronta más indeleble en este lujoso hotel de las Tullerías, que epitomiza el lujo dieciochesco adaptado a la actualidad de la mano del prolífico Philippe Starck, quien ha ayudado a forjar esta obra de arte del siglo XIX para el siglo XXI. Le Meurice no es sólo una parada obligada para los amantes de los hoteles con firma, sino para los coleccionistas de estrellas, las que atesora el chef Yannick Alléno en sus templos culinarios Le Dali y Le Meurice.

7. Por amor al arte

Descubrir los templos del arte contemporáneo no siempre es fácil cuando se visitan urbes en constante movimiento como son las grandes capitales del mundo. En un afán por guiar al visitante por el laberinto artístico de la capital agencias como Art Process permiten experimentar el París más creativo en un recorrido que explora los 50 museos de la ciudad y sus más de 300 galerías. Se encuentran las últimas tendencias especialmente en Le Marais, en espacios vanguardistas como los de Emmanuel Perrotin (76 rue de Turenne y 10 impasse Saint Claude), Jean-Luc y Takako Richard (74 rue de Turenne) o Anne Barrault, Eric Mircher, Alain Gutharc (todas en la Rue Saint Claude). Art Process no sólo brinda un pasaporte a las direcciones más vanguardistas, sino que organiza recorridos bien sea en limusina, en barco o en bicicleta, como organiza encuentros con artistas, cenas con galeristas o cualquier actividad relacionada con el arte contemporáneo.

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