(Un texto de Daniel Arjona en El Confidencial del 29 de noviembre de 2017)
'El instante más oscuro' es un
gran libro del historiador Anthony McCarten sobre aquellos días
cruciales para la supervivencia de las sociedades abiertas que promete
una gran película.
Franklin D. Roosevelt comentó en una ocasión que Winston Churchill "tiene cien ideas en un solo día, cuatro son buenas, y las otras noventa y seis son sumamente peligrosas".
El 20 de mayo de 1940, en plena ofensiva nazi en Europa y cuando la
civilización parecía a punto de derrumbarse, el recién estrenado primer
ministro inglés tuvo una de esas contadas ideas buenas, buenísimas...
que no por ello dejaba de ser terriblemente peligrosa. Los alemanes
ocupaban ya tras solo unos días de ofensiva Holanda y Bélgica y se
desparramaban por tierras de Francia sin contención ninguna mientras las defensas galas se deshacían como un azucarillo. El 300.000 soldados del Ejército Expedicionario Británico enviados al continente se dirigían a la carrera hacia Dunkerque
en una maniobra de salvamento que se antojaba imposible: el puerto
estaba bloqueado por unos buques en llamas que impedían a la Armada
acercarse, la Luftwaffe dominaba los cielos y, según el pronóstico
aliado, tendrían suerte si lograban rescatar al 10%. Y sin su ejército, Inglaterra estaba perdida. Entonces Churchill...
Entonces Churchill tuvo la increíble idea, que quedó por cierto
registrada en las actas de la reunión del consejo de ministros que se
desarrollaba ese día: "El primer ministro pensó que, como medida de
precaución, el Almirantazgo reuniera un gran número de barcos pequeños [civiles], listos para dirigirse a los puertos y ensenadas de la costa francesa". Escribe Anthony McCarten en su vibrante 'El instante más oscuro, Winston Churchill en 1940' (Crítica): "¿Barcos pequeños? La ocurrencia de Winston —de la que nunca, por lo que yo sé, se le ha considerado responsable
(sorprendentemente, no lo ha hecho ninguna biografía ni ningún
reportaje periodístico)— fue pedir a la gente, o al menos a aquellas
personas que pudieran echar mano de cualquier barco de tamaño
conveniente, que participara en una gran armada de embarcaciones civiles
de lo más variopinto, cruzando el canal de la Mancha para rescatar al ejército británico atrapado en el continente".
'El instante más oscuro' es un gran libro
sobre aquellos días cruciales para la supervivencia de Occidente y sus
sociedades abiertas, que promete una buena película dirigida por Joe
Wright y con Gary Oldman en el papel de Churchill, [estrenada] en los
cines de todo el mundo el [...] 12 de enero de 2018. Los hechos que
narra con el pulso de las mejores novelas van desde la invasión nazi de
Holanda el 10 de mayo de 1940 hasta el 29 del mismo mes, cuando las
tropas británicas lograron culminar con un éxito inesperado lo que en
realidad era una amarga derrota: el rescate de sus tropas. Días
terribles en los que, por cierto, y pese a la legendaria determinación y
terquedad del 'premier' inglés, las dudas le asaltaron y llegó a
concebir seriamente la insoportable idea de negociar con Hitler.
Madrugada del 25 de mayo. Un convaleciente Churchill salta de la cama
tan enfermo como colérico.
Acaba de leer el desangelado mensaje que el Comité de Defensa dirigido
por el general Ironside ha enviado al brigadier Nicholson conminándole a
resistir en Calais, la única localidad que se interpone entre los nazis
y el ejército británico que se prepara en Dunkerque para la
repatriación. El propio primer ministro ha ordenado resistir, pero le
subleva que
se pida morir a aquellos valientes con
frases como la siguiente: "Debe usted obedecer en nombre de la
solidaridad aliada". "¡Esa no es manera de animar a unos hombres a
combatir hasta el final!", exclamó Churchill, que acto seguido redactó
un segundo comunicado dirigido a Richardson: "Los ojos del Imperio están
puestos en Calais y el gobierno de S. M. confía en que tanto usted como
sus valerosos regimientos llevarán a cabo una hazaña digna del nombre
británico".
Los 2.000 héroes de Calais lucharon como jabatos hasta
el momento mismo en que la esvástica se alzó en la torre del Hôtel de
Ville. La decisión de no evacuarlos fue, según recordaba Anthony Eden en
sus memorias, "una de las más dolorosas de la guerra". Churchill no
habló durante la cena de aquella noche y, al terminar, exclamó: "Me
siento físicamente mal". Los siguientes días no iban a ser mucho
mejores, Francia caería, su propio Gabinete de Guerra sufriría una
gravísima escisión entre su postura beligerante y el pacifismo de Lord
Halifax, decidido partidario de la negociación con Hitler, y las
pérdidas humanas inglesas crecerían exponencialmente. Pero la operación
Dinamo de pequeños barcos civiles lograría el milagro en Dunkerque
devolviendo al hogar a nada menos que a 330.000 soldados. Se avecinaban
tiempos difíciles, pero Inglaterra se había salvado del desastre.
El 4 de junio de 1944, Churchill pudo dirigirse al fin a una Cámara de los Comunes a rebosar
con tanta determinación como esperanza: "Por mucho que grandes sectores
de Europa y varios estados antiguos y famosos hayan caído o puedan caer
en las garras de la Gestapo y de todo el odioso aparato del régimen
nazi, no vamos a flaquear ni vamos a fracasar. Seguiremos adelante hasta
el final. Lucharemos en Francia, lucharemos en los mares y los océanos,
lucharemos cada vez con mayor confianza y fuerza por el aire;
defenderemos nuestra isla a cualquier precio. Lucharemos en las playas,
en los lugares de desembarco, en los campos y en las calles; lucharemos
en las montañas; no nos rendiremos nunca".
Etiquetas: Pequeñas historias de la Historia, s.XX
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