La innovación en un garaje
(Un artículo de Tomás Burns marañón en El Mundo del 19 de julio....Para reflexionar un rato)
Imagínense al jovencísimo Guillermo Puertas -la versión hispana de Bill Gates- trabajando en un taller que se ha montado en el garaje de su padre. No requiere mucha imaginación vislumbrar al municipal de turno irrumpiendo en el local y diciéndole que no tiene licencia para hacer lo que hace y que, en cualquier caso, el garaje sólo sirve para aparcar el coche de su padre. Multa, por lo tanto, y taller precintado. Imagínense ahora que Guillermo Puertas ha tenido muchísima suerte porque ha esquivado la malsana manía de la autoridad de meterse en la vida de los demás. Tiene ya el prototipo de una aplicación rompedora para los internautas de su generación y un rudimentario plan de negocios. Lo que se necesita es financiación para desarrollar su sueño de emprendedor. No requiere mucha imaginación vislumbrar al director de la sucursal bancaria de turno dándole con la puerta en las narices cuando acude a pedir un crédito.
Hablar de un nuevo modelo productivo no deja de ser un eslogan utilizado por políticos que sólo entienden de la acumulación de poder. Proponerlo en España, donde cualquier iniciativa empresarial del modelo productivo que sea -el de ayer, el de hoy o el de mañana- ha de esperar lo indecible con el fin de sortear los innumerables obstáculos que ponen en su camino las diversas administraciones públicas, no deja de ser un sarcasmo. Pero lo peor es creer que un gobierno, incluso uno que sea eficaz, coherente, sabio y económicamente poderoso, posee una varita mágica que le permite espolear el país hacia el nirvana de la tecnología punta.
Los grandes avances en la sociedad de conocimiento, la aplicación de la innovación provechosa -los breakthroughs como dicen los americanos que saben mucho de ello- tienen lugar en sociedades abiertas donde el individuo sabe que su talento y esfuerzo será pronto reconocido y
premiado si tiene tesón y algo de suerte cuando compite en el mercado con otros muchos individuos dotados de parecidas habilidades y ambiciones. Se requiere una masa crítica de innovadores individuales, muchas instituciones académicas y no pocas empresas de primer rango que den rienda suelta a la imaginación y unas fuentes de financiación privada dispuestas a arriesgar capital para que las buenas ideas se transformen en bienes y servicios. Todo eso y el poder montar un taller en el garaje de tu padre.
Etiquetas: Economía para curiosos
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