La ruta de la seda
(También sacado de un artículo de la revista Paisajes desde el tren)
Tras su descubrimiento, tanto la producción de seda -sericultura- como su empleo fueron un privilegio reservado a las familias nobles. Posteriormente el derecho pasó al emperador, que pronto vio la importancia comercial de este producto y decretó pena de muerte para quien intentara exportar huevos de gusanos de seda.
Este descubrimiento dio origena lo que hoy conocemos como ruta de la seda - término acuñado en 1877 por el geógrafo alemán Ferdinand von Richthofen-, una red comercial entre Asia y Europa que se extendía desde Chang'an (hoy Xian) en China hasta Antioquía, en Siria, y Constantinopla (hoy Estambul) en Turquía. Miles de kilómetros que atraviesan el desierto del Gobi, las cumbres del Karakorum, el Khunjerab...
El origen exacto de la ruta no puede fijarse ya que se trata de una suma de caminos ya existentes. Sin tener en cuenta criterios políticos o divisiones culturales, Thomas O. Hollman la clasifica en estos sectores: el valle del Wei, el corredor del Hexe, el Gobi y el Takla Makan, las montañas que concurren en el nodo de Pamir, la depresión turania, el altiplano iranio, Mesopotamia y el desierto sirio con accesos al mar Mediterráneo.
Aunque se comercializaba con más productos, la importancia de la seda era esencial; en el libro de Höllmann podemos encontrar un ejemplo de canje muy ilustrativo: "Para asegurarse de una cantidad análoga de este producto de lujo (seda), en 1446 los oirates presentaba como tributo 800 caballos, 130.000 pieles de ardillas, 16.000 pieles de armiño y 200 pieles de cibelina".
Pero nada es eterno y el secreto tan bien guardado por los emperadores llegó a oidos ajenos: en el siglo III d.C. una princesa vendió el secreto a Japón, poniendo fin al monopolio chino de la seda. El acto fue calificado de alta traición.
A pesar de ello, la información no llegó a occidente, ya que, aunque se conocían algunos rumores sobre su origen, les faltaba lo más importante: los gusanos. Habría que esperar otros tres siglos para tener el primer contacto real con estos preciados animales. En el año 536 dos monjes de la secta de los nestorianos consiguieron esconder una pequeña cantidad de huevos -fase de mayor duración vital de los gusanos- en sus bastones de bambú y, tomando caminos poco habituales, consiguieron llegar a Bizancio para entregárselos a Justiniano, emperador de Constantinopla, que convirtió la ciudad en un gran centro de producción.
La seda se convirtió en monopolio del estado; incluso la cria de mariposas se llevaba a cabo dentro del palacio. Mientras, casi al mismo tiempo, el secreto era conocido por los indios y los musulmanes, que lograron una pulida técnica y se convirtieron en los verdaderos responsables de la introducción de la sericultura en occidente.
Budismo, zoroastrismo, maniqueismo, islam, judaismo, cristianismo,...La ruta de la seda fue una encrucijada de religiones, ideas y personas. Entre los viajeron más famosos que la recorrieron están Marco Polo, el monje Faxian y Zhang Qian, que es considerado por el pueblo chino como el padre de la ruta de la seda. Quizá no sea el primero en recorrer el camino, pero si el primero que dejó testimonio escrito de sus andanzas y que, con las descripciones de aquellos mundos lejanos y exóticos, despertó el interés de la corte por esas regiones.
En el año 138 a.C., Zhang Qian emprendió el primero de sus dos viajes, con el objetivo de recabar alianzas para combatir a los xoingnu. El resultado fue una descripción fiel de la geografía, costumbres y organización económica de los 36 reinos del oeste.
Actualmente sólo es posible seguir algunos tramos de la ruta, pues muchos de los territorios que en su día la conformaron están inmersos en conflictos culturales y políticos. Aún así, en el imaginario popular siempre quedará el recuerdo de las caravanas guiadas por dromedarios atravesando cientos de kilómetros en busca de la preciada seda.
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