Memoria de pez
(Leído en el suplemento dominical del 15 de mayo de 2009)
Quienes dicen que los peces tienen una memoria de solamente tres segundos se equivocan. Teniendo memoria de pez, se puede tirar de recuerdos al menos 4 o 5 meses. Una investigación con la firma de Technion (Instituto Tecnológico Israelí) ha confirmado que los peces no sufren los quebraderos de cabeza de Dory –el pez desmemoriado de Disney que buscaba a Nemo–. Tienen memoria, y eso quiere decir que se pueden entrenar. Eso hizo el grupo de investigación israelí: enseñar a los peces en cautividad a asociar un sonido con la hora de la comida. Tras un mes de entrenamiento, los liberaron en el mar. Entre cuatro y cinco meses después, los peces seguían acudiendo al sonido asociado a la comida. Al margen de echar por tierra el mito urbano, el objetivo de la investigación es encontrar una alternativa ecológica y productiva a las piscifactorías. Esto es: entrenar a los peces de pequeños, soltarlos en el mar y, una vez alcancen tamaño de mercado, avisarlos para que vuelvan ellos solitos casi directos al plato. Los peces no son sólo capaces de diferenciar sonidos. "También pueden aprender a distinguir formas y colores", añade el doctor Phil Gee, psicólogo de la Universidad de Plymouth (Inglaterra).
Quienes dicen que los peces tienen una memoria de solamente tres segundos se equivocan. Teniendo memoria de pez, se puede tirar de recuerdos al menos 4 o 5 meses. Una investigación con la firma de Technion (Instituto Tecnológico Israelí) ha confirmado que los peces no sufren los quebraderos de cabeza de Dory –el pez desmemoriado de Disney que buscaba a Nemo–. Tienen memoria, y eso quiere decir que se pueden entrenar. Eso hizo el grupo de investigación israelí: enseñar a los peces en cautividad a asociar un sonido con la hora de la comida. Tras un mes de entrenamiento, los liberaron en el mar. Entre cuatro y cinco meses después, los peces seguían acudiendo al sonido asociado a la comida. Al margen de echar por tierra el mito urbano, el objetivo de la investigación es encontrar una alternativa ecológica y productiva a las piscifactorías. Esto es: entrenar a los peces de pequeños, soltarlos en el mar y, una vez alcancen tamaño de mercado, avisarlos para que vuelvan ellos solitos casi directos al plato. Los peces no son sólo capaces de diferenciar sonidos. "También pueden aprender a distinguir formas y colores", añade el doctor Phil Gee, psicólogo de la Universidad de Plymouth (Inglaterra).
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