¿Qué es el síndrome de París?
(Leído en la sección GPS del dominical del Periódico de Aragón del 9 de septiembre de 2008. Debe de ser la antítesis del síndrome de Stendhal :-))
El síndrome de París es un shock cultural exclusivo de los turistas japoneses, a los que el empacho de realidad parisina les puede llevar a la depresión. Afecta a una docena de visitantes al año, que, incapaces de conciliar el idílico decorado de cine con torre Eiffel al fondo con el día a día parisino (falta de paciencia y mala educación incluidas), deben de ser repatriados.
Algunos turistas corteses sufren del síndrome cuando descubren que los parisinos pueden ser groseros o que la ciudad no satisface sus expectativas. La experiencia puede ser aparentemente demasiado estresante para algunos y en consecuencia son víctimas de una crisis nerviosa.
El problema viene de que muchos de los visitantes vienen con una visión profundamente romántica de París: las calles de adoquines como se ven en la película "Amelie", la belleza de las mujeres francesas o la alta cultura y el arte en el Louvre; pero la realidad puede ser impactante. Un encuentro con un taxista grosero, o con un camarero parisino que grita a clientes que no pueden hablar francés con fluidez, puede ser tomado con gracia por gente de culturas occidentales, pero para el japonés -acostumbrado a una sociedad más cortés y servicial donde las voces rara vez son levantadas- la experiencia de ver que su ciudad de ensueño se vuelve una pesadilla, puede ser simplemente, demasiado.Sólo en el 2006, la embajada japonesa en París ha tenido que repatriar a cuatro personas con un médico o una enfermera en el avión para ayudarlos a sobrellevar el trauma. Fue un psiquiatra japonés que trabaja en Francia, el profesor Hiroaki Ota, quien hace 20 años identificó el síndrome. En promedio, hasta 12 turistas japoneses son víctimas cada año, principalmente mujeres en la treintena con grandes expectativas de lo que puede ser su primer viaje al exterior.
La embajada japonesa tiene una línea directa de 24 horas para los que sufren de este choque cultural severo, y ayuda a encontrar tratamiento en un hospital a quien lo necesite. Sin embargo, la única cura permanente es regresar a Japón y nunca volver a París
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