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miércoles, julio 25

¿Para qué Elisa? II

(Sigo)

A Therese, 22 años más joven que él, le propuso matrimonio el mismo año que compuso la bagatela Para Elisa. Por ello, y dado que el manuscrito desapareción, se había creído hasta ahora que, en realidad, el nombre de la pieza se debía a la torpeza de un copista que, debido a una caligrafía abstrusa, confundió el nombre de Therese con el de Elisa (Elise en alemán). Ésa ha sido la tesis más extendida desde que, en 1925, la divulgara Max Unger, en un artículo del Musical Quaterly titulado Beethoven y Therese von Malfatti.

Pero de los papeles encontrados por Koplitz se deduce otra historia perfectamente verosímil, dada la complicada tramoya de relaciones del casanova alemán. En 1865, 38 años después de la muerte de Beethoven, su discípulo Ludwig Nohl descubrió una versión de Para Elisa y, por primera vez, la publicó con una dedicatoria a Therese. La partitura no se halló nunca. Lo que sí existe es un boceto incompleto de la obra, unas anotaciones a mano, datadas en 1810, en las que beethoven apuntó la idea.

[...] el musicólogo Luca Chiantore hizo pública su hipótesis acerca de la autoría de Para Elisa. En su nuevo libro Beethoven al piano (Ed. NorteSur), el italiano sostiene que fue Nohl quien, a partir de las anotaciones del compositor renano, compuso la pieza.

La cuestión es saber cómo acabó en las manos de Therese una pieza que había inspirado Elisa. La hipótesis de Koplitz se parece mucho a un vodevil. Therese Malfatti llegó a la casa de su amigo en el nº 6 de Probusgasse, en Heiligenstadt, a las afueras de Viena, y vio sobre el piano el manuscrito con la dedicatoria "Para Elisa". Therese, que tenía 18 años y un fuerte temperamento, le espetó: "¿Y aún dices que quieres casarte conmigo?". Al avergonzado compositor le falló la inspiración en aquel instante decisivo y apenas pudo balbucir alguna improvisada patraña para salir del paso. En desagravio, le regaló el manuscrito. Therese se llevó la cuartilla, pero rechazó la propuesta de matrimonio. Seis años después, Therese se casó con Wilhem von Drossdik.

Entonces, ¿quién era Elisa? Según Koplitz, se trata de Elisabeth Röckel, una virtuosa pianista alemana que vivía en Viena, hermana de Joseph August Röckel, que interpretó a Florestán en la ópera Fidelio, de Beethoven, dirigida por el propio compositor en 1806. Fue entonces cuando se cruzaron los pasos del compositor y de su musa. En la primavera de 1810, la joven se disponía a viajar a Bamberg con la esperanza de ser contratada en la ópera de Mozart Don Giovanni, dirigida por E.T.A. Hoffman. Cuando aquel 27 de abril Elisa se despidió de Ludwig, el amor había nacido entre ambos. El compositor tomó una cuartilla y compuso la célebre melodía con esta dedicatoria: "Para Elisa, 27 de abril de 1810, un recuerdo de L.V. Beethoven".

Desde su primera composición, el músico había tenido la cautela de dedicar sus obras de una manera más habitual y calculada que la de sus predecesores. Muy pocas de sus centenares de dedicatorias son expresión de amor o amistad, sino que se dirigen con más frecuencia a sus mecenas. Como sus compromisos comerciales eran mayores que su capacidad de trabajo, a menudo se veía obligado a cambiar una dedicatoria. Tanto es así que Claro de luna, antes de ponerse bajo la advocación de Giulietta Guicciardi, lo estuvo bajo la de la princesa Lichnowsky.

Que escribiera "Elisa" y no "señorita Röckel" sugiere a Koplitz que para entonces ya se conocían bien; de hecho, el estudioso ha encontrado una carta en la que la joven relata los detalles de una velada con el maestro junto al guitarrista Mauro Giuliani y al compositorJohann Nepomuk Hummel, que más tarde se convertiría en marido de Elisa. Contaba en la carta que Beethoven, fiel a su atrevido carácter, no paraba de insinuarse y ella no sabía qué hacer, sobre todo cuando él le pellizcó el brazo. Ella lo entendió como un gesto de cariño, pero quienes conocían bien al genio no pudieron dejar de ver una proposición más carnal. Sea como fuere, Elisa se sintió tan violenta como halagada y confesó a su amigo Otto Jahn que Beethoven le había dado "mucho más de lo que ella podía esperar y que siempre fue para ella una presencia cálida y confortable".

Koplitz ha encontrado en los archivos  de la catedral vienesa de San Esteban documentos que prueban que, en la capital austriaca, Elisabeth era más conocida por el nombre de Elisa. Así, en el bautizo de su primer hijo, el 9 de marzo de 1814, su nombre se recoge como María Eva Elisa. Según el investigador alemán, en 1810 no había ninguna otra Elisa en el círculo de amigas y conocidas del genio y deduce, por algunos documentos que ha encontrado, que beethoven la amaba.

Cuando Elisa se casó con Hummel, Beethoven llevó su despecho con elegancia y nunca rompió la amistad. Días antes de su muerte, en marzo de 1827, Elisa lo visitó en su casa en el barrio de Heiligenstadt. El maesto aceptó que le cortara uno de sus rizos y le regaló una pluma. Ambas reliquias aparecieron en 1934, en Florencia, en la casa de William Hummel, uno de los nietos de Elisa Röckel, la mujer que inspiró al sordo sus notas más universales.

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