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sábado, marzo 2

Nu shu, la escritura secreta de las mujeres Yao

(Un artículo de Raquel Parrilla en suite101.net)

En la provincia china de Hunan las mujeres inventaron hace 1.700 años un lenguaje secreto, ajeno a los hombres, para comunicarse libremente entre ellas, el Nu shu.

Recluidas en las casas de sus padres o maridos, sometidas a la férrea autoridad masculina, en una sociedad en la que ser mujer carecía de valor, en la que la educación estaba reservada sólo a los hombres, el Nu shu se consolidó como un símbolo de rebeldía.

La aparición de un código de escritura secreto, privado, exclusivamente femenino y que los hombres no podían comprender, permitía a estas mujeres chinas comunicarse entre sí, expresar sus inquietudes, sus temores y sus quejas con total libertad. En sus escritos criticaban el patriarcado feudal de China, la opresión de las mujeres y la cruel costumbre del vendaje de los pies.

Los expertos datan en el siglo III de nuestra era la aparición del Nu shu, que literalmente se puede traducir como lenguaje de las mujeres. Su origen se sitúa en la región china de Hunan. Parece ser la única escritura del mundo creada y utilizada exclusivamente por mujeres.

El Nu shu contaba con unas 2.000 palabras y se escribía en columnas verticales de izquierda a derecha. La mayoría de los escritos formaban poesías, con versos de cinco o siete caracteres. Su trazado elegante y estilizado servía como elemento decorativo para abanicos, bordados, artesanías o cuadernos.

Durante siglos este lenguaje secreto fue transmitido de madres a hijas, de abuelas a nietas, habitualmente mientras realizaban las tareas del hogar, cocinaban, cosían o cantaban, y siempre al margen de los hombres.
Entre las niñas era habitual establecer relaciones de hermandad, lo que se conoce como laotong o almas gemelas. Se creía que cada niña tenía un alma gemela, otra niña con la que compartía características similares: haber nacido el mismo día, el mismo mes del mismo año, a la misma hora; tener el mismo número de hermanos; y, dentro de esos hermanos, ser el mismo orden de hermano o tener el mismo número de pie.
Encontrar a su laotong era difícil. Sin embargo la afortunada que la encontraba sabía que de por vida contaba con un cómplice, con una amiga fiel que la apoyaría en los buenos y malos momentos. Las laotong solían comunicarse entre ellas a través del Nu shu que escribían en sus abanicos.

Cuando estas niñas crecían, sus familias solían casarlas con chicos de otros pueblos, y tras la boda ellas se trasladaban a vivir a casa de su marido, dejando atrás familia y pueblo. A pesar de la distancia, el Nu shu les permitía mantener el contacto con los suyos, compartir sus experiencias, expresar sus sentimientos más íntimos o sus quejas sobre el marido y la nueva familia.
Gran parte de los escritos en Nu shu lo constituyen las conocidas como cartas del tercer día. Eran cuadernos de tela manuscritos que las madres y laotong regalaban a sus hijas y hermanas con motivo de su boda. En ellos se manifestaba a la recién casada, mediante poemas y canciones, sus deseos de felicidad ante su nueva vida y la pena por la separación.

Los escritos en Nu shu que han llegado hasta nosotros son muy escasos, ya que era habitual quemarlos cuando fallecía su propietaria.

A pesar de que el Nu shu existe desde el siglo III de nuestra era, no se dio a conocer públicamente hasta la década de los ochenta del siglo pasado, debido al secretismo que siempre ha rodeado a esta lengua. Con el acceso de las mujeres a la escritura tradicional, el Nu shu fue quedando en desuso. Sin embargo, se mantuvo vigente hasta nuestros días.

El 23 de septiembre de 2004 moría en la provincia de Hunan, a los 98 años, la última mujer que conocía el Nu shu, Yang Huanyi. Su muerte significó la extinción de la que, según los expertos, es única lengua exclusivamente femenina que ha existido en el mundo.
Yang participó activamente en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Mujer, que se celebró en Pekín en 1995, y aprovechó la ocasión para entregar sus escritos a la Universidad de Qinghua para que los estudiara.

En 2002 el Gobierno chino decidió crear en Jiangyong, el lugar donde nació Yang Huanyi, un museo para conservar al menos 300 objetos escritos en Nu shu, y evitar así la total desaparición de esta lengua.
La escritora norteamericana, nacida en Francia y de origen chino, Lisa See, descubrió la existencia del Nu shu gracias a un reportaje de Los Angeles Times. Deslumbrada por este lenguaje secreto decidió trasladarse a la región china de Hunan para profundizar en él. Allí tuvo la oportunidad de recoger testimonios de las ancianas del lugar, y conocer a Yang Huanyi.

En 2006, fruto de sus investigaciones sobre el Nu shu, Lisa See publicó una novela, El abanico de seda, que narra la historia de amistad entre dos mujeres, Lirio Blanco y Flor de Nieve, que a lo largo de su vida se intercambiarán mensajes en Nu shu escritos en un abanico de seda que las sirvientas llevarán de una casa a otra. El Nu shu las mantendrá unidas hasta que un error en la interpretación de uno de los mensajes amenazará con romper su amistad.