Robert Capa cuenta cómo tomó la foto del miliciano
(Leído en una entrevista a Robert Capa publicada en el suplemento
Crónica de El Mundo del 3 de noviembre de 2013)
La entrevista inédita en
la que el fotoperiodista explica cómo, desde una trinchera en Córdoba y casi
sin querer, tomó la célebre foto del miliciano. No hubo trampa.
Es su única entrevista
radiofónica conocida. Desde su emisión, en la cadena de radio norteamericana NBC,
el 20 de octubre de 1947, había permanecido en el olvido. Ahora se ha recuperado
para celebrar el 100 aniversario de su nacimiento (Budapest, 22-X·1913). En
ella, también confiesa cómo se inventó el nombre de Robert Capa. A continuación,
un extracto.
Pregunta.- ¿Cómo sabe si
ha conseguido la foto que buscaba?
Respuesta.- Es una pregunta
espinosa. Nunca sabes si tienes una buena foto para la prensa o no. Cuando
disparas, todas las fotos son iguales para ti. Las fotos de prensa nacen en la
imaginación de los editores y del público que las ve. Hay una foto mía que a la
gente le gusta mucho más que el resto, pero cuando la tomé no sabía que era
especialmente buena. Sucedió en España, muy al principio de mi carrera como
fotógrafo y de su guerra civil. La contienda se percibía como algo romántico...
P.- La verdad es que no
puedo...
R.- Lo fue. Sucedió en Andalucía.
Aquella gente era muy inexperta, no eran soldados y morían a cada minuto entre
grandes gestos de bravura, me imagino que luchando por la libertad, por una lucha
justa y por su verdad. Yo estaba en la trinchera con 20 milicianos yesos 20
milicianos tenían 20 viejos fusiles. Sobre la otra colina, frente a nosotros, había
una ametralladora de Franco. Durante cinco minutos, mis milicianos estuvieron disparando
en la dirección de la ametralladora. Después se pusieron en pie, dijeron «vámonos»,
salieron de la trinchera y avanzaron hacia el enemigo. En ese momento la ametralladora
abrió fuego y los barrió. Los supervivientes se replegaron a la trinchera y continuaron
disparando en dirección de la ametralladora, cuyos soldados fueron lo bastante
astutos como para no responder al fuego. A los cinco minutos volvieron a decir «vámonos»
y los barrieron de nuevo. Esto sucedió unas tres o cuatro veces. A la cuarta, me
limité a levantar la cámara por encima de la cabeza y sin mirar, disparé la foto
cuando salían de la trinchera. Eso fue todo. Yo nunca revelaba mis fotos ahí. Envié
esa foto junto con muchas y permanecí en España tres meses más. Cuando regresé
a casa me había convertido en un famosísimo fotógrafo porque aquella cámara que
sostuve sobre mí cabeza capturó a un hombre en el instante en que recibía un
disparo.
P.- Era una gran foto...
R.- Probablemente fue la
mejor foto que jamás tomé. Pero nunca vi la foto en el objetivo, porque la cámara
estaba por encima de mi cabeza.
P.- Hay una condición
que tienes que cumplir antes de conseguir una fotografía afortunada como esa: pasar mucho tiempo en las trincheras.
R.- Es un hábito que me
gustaría perder... (risas)
P.- Recuerdo verle tras
pasar tiempo en las trincheras de la última guerra [IIGM] y, de alguna manera, se
las arregla para no perder el hábito durante mucho tiempo...
R.- Yo no pierdo el hábito.
Lo que deseo es que otra gente pierda el hábito de crear esas trincheras...
P.- Mmm, si. Sé a lo que
se refiere. Estábamos hablando del comienzo de su carrera. El periodista John Hersey
le definió como «el hombre que se inventó a sí mismo»...
R.- Lo que me gustaría
decir es que John Hersey fue el hombre que inventó al hombre que se inventó a sí
mismo... O algo parecido. Hay tantas invenciones sobre mí. No me gusta dar la impresión
de que son todas verdad. Eso confunde a la gente.
P.- ¿No vamos a obtener
la historia verdadera sobre Robert Capa?
R.- John ya la escribió.
Tenía un nombre que era distinto a Robert Capa. Fue hace mucho tiempo en París,
en 1934. Era un nombre no muy bueno. Necesitaba uno nuevo.
P.- ¿Cuál era su antiguo
nombre?
R.- Me da mucha vergüenza...
Empezaba por Andre, luego era Friedmann... Dejémoslo. Pensé que Robert sonaba
muy americano. Capa también sonaba muy americano y era fácil de pronunciar. Bob
Capa me parecía un buen nombre. Y me inventé que era un famoso fotógrafo americano
que había venido a Europa. En esa época había muchas noticias en Francia. Así que
iba con mi pequeña Leica, tomé algunas fotos y las firmé como Bob Capa. Las
vendimos por el doble de dinero.
P.- Así que vendió el
trabajo de un fotógrafo que no existía.
R.- Me hacía pasar por
su ayudante de laboratorio. Al final me descubrieron y decidí quedarme con ese nombre.
Me sentía cómodo con él.
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