Cien años de Beverly Hills: Donde vive Hollywood
(Un texto de David López en el XLSemanal del 5 de enero de
2014)
Beverly Hills celebra en 2014 su centenario como la ciudad
con mayor número de 'celebrities' por metro cuadrado. Pero ¿cómo surgió esta
población?
«Cualquiera
que camina por Beverly Hills es una 'celebrity'», decía Groucho Marx.
Él
vivió en esta ciudad más de cuatro décadas y sabía, como contaba su hermano
Harpo, que allí las condiciones de vida eran «unas cuantas miles de veces
mejores que en el apartamento de la calle 93 Este de Nueva York al que los
hermanos Marx llamábamos hogar».
Groucho
no se equivocaba. El propio ayuntamiento de la ciudad insta hoy a los turistas
a que practiquen el avistamiento de estrellas como actividad principal en la
ciudad. Es decir, a que recorran sus barrios exclusivos escudriñando a ver
quién es el propietario que sale de cada vivienda. O a que paseen por el
Triángulo Dorado que forman las avenidas Santa Mónica, Wilshire y Canon Drive y
estén atentos para descubrir qué actor entra a comprar en las célebres boutiques
de Rodeo Drive. Ese Wilshire Boulevard, que atraviesa el condado de Los Ángeles
como una enorme cicatriz en el mapa de 25 kilómetros y que a su paso por
Beverly Hills muestra su cara más lujosa y exclusiva, es el mismo que recorrió
en 1769 el primer extranjero que puso sus pies en esta ciudad: el español
Gaspar de Portolà.
El
explorador catalán escribía así, sin saberlo, la primera página de una ciudad,
Beverly Hills, que celebra este 2014 el centenario de su fundación. Aunque los
primeros que se asentaron en la zona fueron el matrimonio del exsoldado español
Vicente Ferrer Valdez y María Rita Villa de Vélez, quienes durante la primera
mitad del siglo XIX mientras California pasaba a manos de un México recién
independizado y después era comprada por los Estados Unidos tuvieron allí su
rancho, El Rodeo de las Aguas, de 18 kilómetros cuadrados de extensión. Una
propiedad cuya venta y partición tras el fallecimiento de Ferrer y el acoso de
los indios a su viuda azuzaron la especulación en la zona, que terminaría en
1900 con las tierras en manos de un consorcio presidido por el empresario
petrolero Burton E. Green. Su objetivo era perforarlo para encontrar oro negro.
No lo había. Pero descubrieron que era una zona rica en agua, al contrario que
las de los alrededores.
Y
así pergeñaron un plan para convertirlo en zona residencial.Green y sus socios
lo vieron enseguida: aquello sería un oasis en California. Una ciudad distinta,
como sigue siendo hoy, con jardines y centenares de árboles de especies
diferentes: magnolias, palmeras pindó, lilas, cedros rosados... Para
promocionarla, Green alcanzó un acuerdo con la familia Anderson, que en 1902
había abierto el Hollywood Hotel, para que construyeran otro allí. Y les
garantizó que durante los siguientes 13 años no abriría ningún otro hotel, lo
que les aseguraba que todos los visitantes se hospedarían en sus habitaciones.
Y a Green y sus socios, que aquellos que se enamorasen de la nueva ciudad y quisieran
vivir en ella acudirían a sus oficinas para comprar un terreno. Así fue como en
1912 se inauguró el Beverly Hills Hotel, el corazón espiritual de la
ciudad.
En
sus habitaciones vivieron su romance Clark Gable y Carole Lombard; celebró sus
lunas de miel Liz Taylor; y se recluyó recientemente Maria Shriver tras
divorciarse del actor y exgobernador Arnold Schwarzenegger. El reclamo del
hotel funcionó. Y, solo dos años después, los empresarios fundaron Beverly
Hills.dice la editora y escritora Angelina Nancie Claire en el libro In the
spirits of Beverly Hills que la editorial Assouline acaba de publicar para
celebrar el centenario que «hay otras ciudades de proporciones míticas, a la
vez reales e imaginarias. Pero a diferencia de la Nueva York de Sexo en Nueva
York, que es una fantasía, Beverly Hills tiene todo lo que la imaginación puede
crear». Las responsables de ese clima son las estrellas de cine, que desde su
fundación optaron por vivir aquí.
El
polifacético Douglas Fairbanks fue el primero en establecerse. Tras él llegaron
Rodolfo Valentino, Mary Pickford, que se casó en 1920 con Fairbanks, o Will
Rogers. Fue precisamente el apoyo y la presión de los muchos famosos que ya
vivían en 1923 en Beverly Hills lo que truncó aquel año el intento de Los Ángeles
de anexionarse la nueva ciudad y convertirla en barrio suyo. Desde entonces, la
lista de estrellas que han vivido y viven aquí es interminable: Clark Gable,
Sammy Davis Jr., Greta Garbo, Doris Day, Kirk Douglas, Jodie Foster, Brad Pitt
y Angelina Jolie... Artistas millonarios que han recurrido, además, al trabajo
de algunos de los mejores arquitectos del siglo XX para hacerse sus mansiones
(J. Martin Haenke, Gordon Kaufmann, Charles Moore, Frank Gehry...).
De
ahí que una de las actividades más típicas para los turistas y los curiosos sea
subirse en uno de los minibuses que recorren la zona para visitar aquellas
casas que pueden ser observadas desde el exterior. Fastuosas mansiones, muchas
de ellas de estilos imposibles, en las que los turistas se imaginan a sus
dueños repitiendo las palabras de Victoria Beckham cuando se trasladó allí en
2007: «Cada mañana, me levanto y me siento bendecida por vivir en Beverly
Hills». Aunque también es bueno ser consciente de que esta ciudad tiene una
doble cara. Como bromeaba Robert Redford: «Si pasas mucho tiempo en Beverly
Hills, te conviertes en un Mercedes».
El precio de vivir en el paraíso
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